viernes, 31 de octubre de 2008

Un AL Capone cada seis horas

Los estudios sobre las mafias han permitido elaborar algunos conceptos que son interesantes.

El catedrático italiano Giuseppe Carlo Marino, (Historia de la mafia) creó la palabra mafiosidad para nombrar un fenómeno social que explica y hasta justifica la formación y existencia de este tipo de organizaciones expertas en criminalidad social.

En ese libro nos enteramos de que el término 'mafia', procedente del árabe 'maha fat' significa 'exención, protección, inmunidad'. También nos recuerda que la metodología mafiosa se caracteriza por la creación de una trama de violencia, atentados, extorsión, venganzas y ajustes de cuentas bajo la cual están obligados a vivir todos los ciudadanos decentes.

Todo esto es terrible y lo sabemos por los noticieros o por las versiones cinematográficas.

Hay una versión diluida, light, descafeinada de la mafia y que está actuando permanentemente.

Consiste en amplificar —mediante el uso de la publicidad— las amenazas que siempre existieron para nuestra salud pero que mencionadas mil veces por día se convierten en terroríficas e inminentes. Seguidamente nos informan que tal emprendimiento económico (servicio médico, laboratorio farmacéutico) nos pondrá a salvo de esas amenazas por la módica suma mensual de ...
Como se podrá ver, el método incluye la violencia (publicidad atemorizante) y la extorsión (si no compra nuestros productos o servicios, ¡prepárese para sufrir las consecuencias!).

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jueves, 30 de octubre de 2008

Cuando Napoleón hizo trabajar a Luis XVI

Todos nos damos cuenta de que si un rey es derrocado por un movimiento revolucionario y tiene que ir a trabajar en una fábrica como obrero no calificado, habrá de sentirse muy incómodo, desdichado y abatido.

¿Tendría ganas el ex-rey de hacer bien la tarea? ¿Pondría lo mejor de sí para tener un buen rendimiento? Seguramente no. Sería un pésimo obrero, desganado, malhumorado y no sería raro que contrajera alguna enfermedad que lo obligara a guardar reposo (gripe, gastritis, etc.).

Esto mismo —pero en términos menos espectaculares— es lo que les sucede a la mayoría de los jóvenes cuando tienen que ingresar en el ámbito laboral.

Hasta ese triste momento venían recibiendo todo lo necesario a cambio de nada o casi nada. Los padres gastaban en ellos dinero y esfuerzo para que tuvieran lo necesario. Así como el rey vivía de los impuestos que pagaba el pueblo, el joven vivía de los recursos que aportaban sus padres.

El momento en el que un joven tiene que ingresar en el mercado laboral no se describe con el mismo dramatismo que se podría describir el derrocamiento de una monarquía al mejor estilo de la Revolución Francesa pero el hecho es que el joven siente más o menos lo mismo y con el agravante de que nadie piensa que lo que le está pasando es tan grave.

La resistencia de los jóvenes a iniciar su vida laboral es comprensible aunque esto no significa que los adultos dejemos de estimularlos con energía para que superen el trance lo más rápidamente posible.

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miércoles, 29 de octubre de 2008

¡Olvídate de tu hermana!

Quienes más saben sobre cómo ganarse la vida haciendo negocios de comprar y vender, dicen que lo mejor es aplicar todo el esfuerzo posible en conservar los clientes que ya se tienen. Ellos creen que el esfuerzo realizado por conseguir nuevos clientes no es rentable porque hay que destinar muchos recursos para obtener escasos resultados.

La explicación más confiable que he encontrado sobre el por qué de la prohibición del incesto tiene que ver con los negocios.

Destino un breve párrafo a resaltar, a poner mucho énfasis en destacar lo que estoy diciendo. La prohibición del incesto es quizá el fenómeno social de mayor importancia para todos y del que menos se habla.

Según Lévi-Strauss esa dramática prohibición surgió porque las tribus tenían que reservar las mujeres intocadas (con el himen sano) para que fueran desposadas por varones de tribus vecinas y así establecer vínculos pacíficos y enriquecedores.

Todos tenemos nuestro primer gran amor con algún familiar consanguíneo, sin embargo tenemos que renunciar a él por razones bélicas y comerciales.

Estoy de acuerdo con usted: «¡No! ¡No puede ser!». Pero es así y no se puede creer por la misma razón que es del tema que menos se habla: La prohibición del incesto.

Nota: No es cierto que la prohibición del incesto esté fundamentada por taras genéticas que podrían padecer los hijos de padres parientes entre sí. Dichas taras son muy poco probables. Los invito a consultar en fuentes confiables.

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martes, 28 de octubre de 2008

Hambre productiva

Para producir hace falta energía. Las personas tenemos que estar bien alimentados y descansados para poder ir a trabajar y ganarnos el dinero necesario para pagar nuestras cuentas.

Pero «no sólo de pan vive el hombre». Si no contamos con el estímulo adecuado, de nada servirá que estemos bien alimentados y descansados.

Los estímulos son dos: la necesidad y el deseo. Por necesidad puede entenderse lo que hace falta para poder vivir confortablemente (alimento, vestimenta, alojamiento, etc.), mientras que por deseo puede entenderse lo que buscamos por fuera de las necesidades básicas (diversión, hacer regalos, coleccionar autos antiguos, etc.).

Como buen sistema autorregulado que somos, tenemos momentos de saciedad para el hambre, de cansancio para la actividad física, de satisfacción para nuestros deseos. En estos momentos vemos disminuido el estímulo y seguidamente se detiene la actividad: dejamos de trabajar o de jugar ... hasta que la necesidad y el deseo vuelven a aparecer.

En suma: para que una persona sea productiva y pueda conseguir el dinero necesario, debe contar con el estímulo que le proveen la necesidad y el deseo. Debe sentirse dolorido por estas carencias como para poder entrar en acción.

Hay una frase que lo resume muy bien: «Somos hijos del rigor».

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lunes, 27 de octubre de 2008

Emigración terapéutica

En este fin de semana me tocó atender varias llamadas telefónicas de personas depresivas que están enfrentadas a dificultades económicas.

Para explicarme mejor en un caso se me ocurrió el siguiente ejemplo que ahora comparto con ustedes.

Imaginemos a una persona que vive en una zona tropical donde abundan los alimentos que decide mudarse a una zona industrial densamente urbanizada.

Para el caso concreto, pensé en un nativo de Brasil que nació en Bahía y que luego se muda a San Pablo.

Cuando vivía en Bahía, estaba todo el año vestido con una camisa liviana, pantalones cortos y ojotas. No tenía casa y comía cada vez que tenía hambre accediendo a los frutos de diferentes árboles que encontraba por doquier. Nunca pasó necesidades angustiantes.

Su ingreso a San Pablo fue muy difícil porque la competencia por conseguir el dinero que le permitiera comprar su alimentación habitual en una frutería le exigía usar otra vestimenta. La policía le impedía dormir en la calle y también debía trabajar varios días sólo para poder pagar la renta de un pequeño departamento.

La misma persona que en Bahía era un hombre sano, en San Pablo fue diagnosticado rápidamente como depresivo y tuvo que empezar a tomar antidepresivos y someterse a un tratamiento psicoanalítico.

Las mismas energías que en Bahía era suficientes en San Pablo eran escasas. A pesar de que lo único que cambió fue el ambiente, en una ciudad era un ser normal y en el otro era un ser enfermo.

Ahora una pregunta para cerrar este artículo: ¿Los depresivos que usted conoce, estarán enfermos o estarán viviendo en el lugar equivocado?

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domingo, 26 de octubre de 2008

Cuanto mejor, peor

¿Le gusta el chocolate?
— Si, pero lo detesto.
— ¿Cómo se entiende eso de que le gusta pero lo detesta?
— Cada vez que lo como, engordo.
— ¡Ah! Comprendo.


Este diálogo está puesto como pequeña introducción a otro concepto diferente pero comparable.

Observe este fenómeno social: A todas las personas nos gusta ser amados. Quizá no busquemos la pérdida de privacidad que impone la fama pero el reconocimiento sobrio, el respeto, la consideración, el afecto, la solidaridad recibidas son necesarias (probablemente imprescindibles).

Observe este fenómeno individual: A quien le gusta el chocolate pero lo detesta está mostrando una condición propia del ser humano: la ambivalencia. Algo puede ser amado y odiado, defendido y atacado, criticado y aplaudido. La explicación que nos da es aceptable: Le gusta el chocolate pero le hace daño.

Veamos ahora estos asuntos pero teniendo en cuenta a los bienes materiales. Algunas personas padecen mucho la envidia. El bienestar ajeno les hace daño, les provoca sentimientos destructivos hacia el envidiado.

En suma, les gustaría tener más dinero y mejor calidad de vida pero saben que eso provocará en los demás los mismos sentimientos agresivos que perciben en sí mismos y eligen evitar que alguien sienta envidia por su bienestar ya que prefieren ser amados, reconocidos, respetados, ayudados.

En conclusión: Quienes dicen detestar el dinero (como al chocolate) no están diciendo que no les agrada sino que temen algunas consecuencias indeseables. En el caso del dinero es la envidia y en el caso del chocolate es el sobrepeso.

Más resumidamente: Estas personas, si estuvieran mejor, se sentirían peor. Si disfrutaran del chocolate padecerían por el afeamiento. Tal como decía más arriba, la ambivalencia es una característica del ser humano.

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sábado, 25 de octubre de 2008

El tráfico especulativo de hormigas

La mayoría de los seres vivos dotados de movilidad contamos con dos mecanismos de defensa: el ataque y la huída.

Para que se activen es preciso una orden cerebral y para que se produzca esta orden, hace falta alguna percepción e interpretación de una amenaza.

Esto mismo dicho en orden cronológico es: 1º) amenaza; 2º) percepción; 3º) orden cerebral; y 4º) acción (ataque o huída).

Los seres humanos tenemos dificultades en el punto 2) porque la psiquis no siempre interpreta bien la realidad.

Por ejemplo, alguien puede percibir que un ratón es un animal peligrosísimo; un hombre puede golpear brutalmente a su esposa porque ésta no quitó una mancha de tuco a su corbata favorita; un especulador puede llenar su casa de hormigas porque recibió el dato de que subirán de precio en poco tiempo.

En suma: para ganar el dinero suficiente resulta esencial tener en buenas condiciones nuestra capacidad de percibir e interpretar la realidad.

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viernes, 24 de octubre de 2008

Un día tiene 36 horas

En una sociedad capitalista las personas tenemos que trabajar con un rendimiento próximo a las 36 horas diarias (es decir «un día y medio»).

El motivo de este esfuerzo es que llegará un momento en que nuestras fuerzas serán menores y tendremos pocas ganas y posibilidades de seguir ganando dinero.

Hasta donde conozco existen tres maneras de hacerlo.

1) Creando ahorros que puedan ser usados cuando debamos retirarnos del mercado laboral.

2) Contratar los servicios de una administradora de ahorros que nos vende el servicio de hacer con nuestros ahorros las inversiones más seguras y rentables.

3) Afiliarse a las instituciones del estado que utilizan el sistema de “solidaridad intergeneracional” (o “de reparto”), que utiliza nuestros aportes mensuales para pagar una renta a quienes ahora están jubilados prometiéndonos que otros jóvenes harán el mismo aporte cuando los jubilados seamos nosotros.

El concepto central de este artículo es el que está en el título: Diariamente tenemos que trabajar para mantenernos durante más de 24 horas porque llegará un momento en que lo que hoy trabajamos de más tendremos que usarlo cuando trabajemos de menos.

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jueves, 23 de octubre de 2008

«Mi padre es el mejor»

El amor se manifiesta de infinitas maneras. Como en cualquier suceso humano, algunas manifestaciones son concientes y otras inconcientes.

Es conocido que un cirujano difícilmente pueda operar a su mamá. En psicoanálisis es imposible tomar a un ser querido como paciente.

Muchas personas sienten que nunca deben competir con los seres queridos porque tendrán deseos de que triunfen y hasta se dejarían ganar para que eso ocurra.

Todo esto acontece en el plano conciente. Algo que también sucede —pero a nivel inconciente—, es que si los seres queridos han llegado hasta un cierto nivel económico, no podrán ser superados por similares razones a las referidas en el caso de competencia explícita.

Este sentimiento inconciente los lleva a que siempre les surjan inconvenientes para que no puedan estar mejor, con más dinero, con más comodidades. Aparecen fracasos inexplicables dada la inteligencia del fracasado, desgano por obtener mayores ganancias aunque las condiciones estén dadas para obtenerlas sin dificultad.

Quienes por amor no pueden tener mayores logros que sus seres queridos, estará limitado por las realizaciones de éstos, no podrán ir más arriba, algo les prohíbe superarlos.

Esto continuará así hasta que logre darse cuenta cómo está funcionando realmente y se libere de esa extraña atadura.

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miércoles, 22 de octubre de 2008

Medicación anti-pobreza

En el artículo publicado ayer con el título El despotismo y la pobreza digo que un jefe despótico es alguien que no sabe hacer un uso inteligente del poder y de ahí paso a comparar esta actitud con la que tiene alguien incapaz de hacer un uso inteligente del dinero en tanto éste es una forma de poder.

Las neurociencias, a medida que van encontrando más correlaciones entre el sistema nervioso y la conducta, están permitiendo correcciones que mejoran nuestra calidad de vida.

Es muy probable que un derrochón y despótico padezca un desarreglo orgánico que le produzca la sensación de grandeza, optimismo desmesurado, autoconfianza excesiva e hiperactividad, que pueda ser moderado por medio de medicamentos específicamente diseñados para el tratamiento de este mal funcionamiento (llamado hipomanía).

Por lo tanto concluyo en que algunas pobrezas patológicas pueden ser tratadas exitosamente por la psiquiatría.

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martes, 21 de octubre de 2008

El despotismo y la pobreza

Los jefes pueden clasificarse en diferentes categorías, de las cuales elijo sólo una: Los jefes pueden ser despóticos o democráticos.

Aunque todos entendemos bien qué significan estos adjetivos, convengamos en lo siguiente:

El jefe despótico tiene una mala relación con los subordinados, se cree superior a ellos, todo el tiempo hace alarde de su poder, imparte órdenes a diestra y siniestra, es caprichoso, desconsiderado, injusto.

El jefe democrático es el que tiene una buena relación con los subordinados, considera que tener poder no lo hace ni mejor ni peor que sus subalternos, imparte las órdenes que sean necesarias con criterio de justicia y equilibrio.

Con esta breve descripción de los «jefes», paso al tema central de este blog: Si estamos de acuerdo en que el dinero confiere poder (para comprar bienes y servicios), cuando tenemos dinero también tenemos poder y nos enfrentamos a tener algún tipo de conducta. En lugar de ser déspotas o democráticos, podemos ser catalogados como derrochones o prudentes.

Los derrochones no cuidan el dinero, se sienten poderosos y hacen alarde con él, lo gastan a diestra y siniestra, lo aplican de forma irracional.

Los prudentes tienen una buena relación con el dinero, consideran que tenerlo no los hace ni mejores ni peores que aquellos que no lo tienen, lo utilizan con lógica y responsabilidad.

Aunque esté de más decirlo ... los derrochones están condenados a la pobreza así como los jefes despóticos están condenados a perder su poder rápidamente.

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lunes, 20 de octubre de 2008

Riqueza uterina

Existe la creencia de que la vida dentro de la panza de la madre es muy placentera. En parte pensamos eso porque la palabra «placenta» es casi igual a «placentera».

Las comodidades del útero son envidiables y los hoteles cinco estrellas tratan de ofrecer un confort similar con variado éxito.

Cuentan que las personas que alguna vez tuvieron fortuna y luego la pierden, se sienten muy mal. Parece obvio que el proceso inverso no es tan desagradable: Las personas que fueron pobres y luego enriquecen, seguramente no padecen demasiado.

Muchas corrientes filosóficas y psicológicas están de acuerdo en que el ser humano trata de repetir las experiencia vividas aunque de una forma metafórica. Por ejemplo, disfrutar de una hamaca paraguaya tendida entre dos palmeras de una playa tropical es una forma metafórica de la vida intrauterina porque la posición del cuerpo y el confort son similares. Otra forma metafórica es practicar natación en tanto se parece al colchón de agua que se forma en el útero con el líquido amniótico.

Quizá todos tengamos nuestra forma metafórica personal para revivir aquel estado maravilloso.

La falta de necesidades que pudimos disfrutar mientras todo nos era dado desde la panza de nuestra mamá puede ser metaforizado tratando de conseguir los recursos económicos necesarios para que nunca nos falte nada de lo que se puede comprar con dinero.

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domingo, 19 de octubre de 2008

Salarios eran los de antes...

El dinero que se recibe por una herencia, por el acierto en un sorteo o porque se encontró tirado en el suelo, no es igual al que se recibe por haber trabajado.

El dinero gratuito es más simpático que el trabajado. Si no fuera por el temor de que otros quieran participar abusivamente en nuestra suerte (de haber heredado, ganado en la ruleta, etc.), podríamos hablar de él y de los usos que le daremos sin muchas inhibiciones. No es tan sencillo sin embargo hablar libremente del dinero que nos ganamos con nuestro esfuerzo.

El dinero gratuito se vive con la alegría que sentíamos cuando, siendo pequeños, nos daban todo lo necesario simplemente por el hecho de existir, porque nos sentíamos amados. La acción que realizábamos para merecer todas esas atenciones estaba representada por el verbo «ser».

El dinero ganado con nuestro esfuerzo es más antipático porque tuvimos que pelear por él, no lo recibimos por ser amados sino porque nosotros «tuvimos que amar» (al cliente o al empleador). La acción que realizamos para merecer este dinero está representada por el verbo «hacer».

El amor propio, el narcisismo y el orgullo que todos tenemos —en mayor o menor medida— hacen que, en la comparación, sintamos que los bienes y servicios recibidos cuando éramos niños fueran realmente valiosos, limpios, santos, dignos, preciosos, mientras que este dinero que recibimos a cambio de nuestra sudor y sacrificio aplicados para satisfacer a gente que ni siquiera es de nuestra familia, sea poco valioso, quizá sucio, maligno, indigno, feo.

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sábado, 18 de octubre de 2008

Semejanzas entre amor y dinero

En el artículo de ayer El oficio de vividor digo que cuando somos niños sentimos ser amados cuando nuestros padres nos dan todo lo que necesitamos.

A medida que vamos teniendo más años, nuestra existencia va cambiando pero no demasiado.

Los alimentos, el abrigo, los malestares, siguen existiendo sólo que comemos cosas diferentes, usamos otro tipo de ropa y muchas soluciones a nuestros dolores ya las conocemos.

Es normal que los adultos juguemos, practicando algún deporte, a las cartas con nuestros amigos y familiares, con el Play Station o el celular.

Seguimos dependiendo de ser amados sólo que en la adultez sabemos esperar, intentamos seducir de formas menos obvias que el niño y trabajamos por dinero.

Acá es donde a veces surgen problemas: algunas personas conservan la convicción de que el amor al prójimo debe ser incondicional y consideran que el amor a cambio de dinero es prostitución.

Cuando nuestra filosofía de vida incluye la convicción de que todo intercambio de dinero es —a la corta o a la larga— una transacción prostituida, no podemos atender a nuestros clientes con el amor que estos requieren para estar dispuestos a pagar.

Desde este punto de vista, la escasez de recursos (por no conseguir empleo, por no conseguir suficientes clientes) está provocada porque no podemos dar lo mejor de nosotros a cambio de dinero sin sentirnos prostituidos.

El razonamiento es: “Llegaré tarde, trabajaré a desgano, no me perfeccionaré, etc., ¡¡porque me están pagando con dinero y yo no estoy prostituido/a!!”

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viernes, 17 de octubre de 2008

El oficio de «vividor»

Para el niño, una gratificante vida familiar incluye ser atendido en sus necesidades materiales y afectivas. Cuando él se siente conforme con estos suministros, ama a quienes se le presentan como sus proveedores.

Cuando los adultos pensamos sobre estos asuntos, nos resulta sencillo entender que el pequeño pueda amar a quien le da comida (preferentemente postres), le quita el frío, le alivia los dolores, sin embargo la observación de los suministros afectivos es más compleja.

Uno de los obstáculos intelectuales mayores surge de nuestra afectividad que no puede evitar el recuerdo emocionado de aquellas vivencias infantiles propias.

Los recuerdos personales incluyen la suposición de que siempre fuimos amados porque sí, porque nuestra existencia generaba ese sentimiento. Suponemos que tuvimos el poder mágico de provocar todo eso que hicieron por nosotros. En términos adultos: Nos ganamos lo que mamá nos dio porque trabajamos “siendo” (como si «ser» fuera un oficio, una actividad, un trabajo remunerable), es decir, que el sólo hecho de existir fue nuestro primer trabajo que le daba satisfacción a alguien que nos pagaba atendiendo nuestras necesidades y deseos.

¿Qué nos sucede cuando llegamos a la adultez? Algunas personas siguen pensando que pueden ser atendidos por el único motivo de «ser». Así vemos que muchos empleados públicos, profesionales, artistas y pordioseros, andan por la vida esperando que los mantengan a cambio de nada, pues continúan creyendo que aquel poder mágico de lograr las atenciones de mamá, están vigentes y la sociedad debe hacer lo mismo que mamá: mantenerlos.

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jueves, 16 de octubre de 2008

Engañemos a Pérez (por su bien)

Imaginemos dos situaciones en las que puede estar el Sr. Pérez.

1) Lo que produce Pérez vale realmente 1.000 pero el gobierno necesita cobrarle realmente 700 por concepto de impuestos varios. Pérez se queda con 300 para solventar todos sus gastos.

2) Lo que produce Pérez se lo pagan sólo 400 pero el gobierno sólo le cobra 100 por concepto de impuestos varios. Pérez, igual que antes, se queda con 300 para solventar todos sus gastos.

Cualquier gobernante del planeta sabe que si Pérez está en la primera situación (cobrando y pagando valores reales), seguramente organizará una revolución para derrocar a esos gobernantes que se le quedan con la mayor parte de lo que produce.

¿Qué hacen esos gobernantes para poder gobernar? Aplican la vieja receta de engañar a Pérez de la siguiente forma: a) Las religiones lo convencen de que la felicidad no está acá sino en el más allá y b) Se organizan espectáculos, certámenes, polémicas, noticias conmovedoras, amenazas terribles (que luego «felizmente» se disipan).

Aplicando esta fórmula, Pérez ingresa mansamente en la situación 2), que, en resumidas cuentas es: Cobra por su trabajo mucho menos de lo que vale realmente pero le cobran menos impuestos. (Si usted se siente cómodo con los porcentajes, le comento que en la situación 1) Pérez paga el 70% de lo que gana y en la opción 2) paga sólo el 25% de lo que gana).

¿Son corruptos los gobernantes? NO. Lo que sucede es que el ciudadano Pérez necesita que le muestren su inevitable realidad de una cierta manera y no de otra.

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miércoles, 15 de octubre de 2008

Convivencia swinger

Siempre existieron pero la sobreexposición mediática de los últimos dos o tres años muestran cada vez más grupos swingers: por ejemplo, dos mujeres con un hombre o dos hombres con una mujer, cohabitando o no, pero aceptando que ésta también es una buena manera de vivir.

Es probable que haya aumentado la permisividad, que se hayan debilitado algunos tabúes, que necesitamos formar agrupaciones más numerosas porque —por ejemplo— las dificultades existenciales se resuelven mejor entre cuatro que entre dos.

Para las personas conservadoras, estos hábitos son percibidos como promiscuos, aunque si pudieran tener la información suficiente verían que los practicantes son personas con elevados principios éticos y con prejuicios mínimos o inexistentes.

Algo que a veces no sucede entre las parejas tradicionales, es una regla de oro entre quienes adhieren a este estilo de vida: «No significa no»; quien intenta desconocer el deseo del otro, es automáticamente expulsado del grupo. Los «noes» se aceptan sin discusión y no requieren justificaciones.

Este rodeo —un poco extenso, lo reconozco— es para terminar diciendo que las personas que procuramos ganar dinero, siempre tenemos que actuar con un criterio swinger, donde los participantes somos: el mercado, la suerte y yo.

Esta vez le pido que haga el esfuerzo de entender cómo el mercado y la suerte tienen una cierta conducta y que los mejores resultados se logran cuando tenemos armonía entre los tres y que si alguno de ellos nos dice NO, podamos entender que significa NO.

En este punto cabe aclarar que tanto en la relación swinger como en la búsqueda de dinero, No significa No ... en este momento porque nada es definitivo excepto la muerte.

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martes, 14 de octubre de 2008

¿Ese soy yo?

Se aceleraron los latidos de mi corazón cuando fui testigo de un robo. Ella no me veía pero yo sí a ella a través de un hueco en las estanterías del supermercado.

Con increíble desparpajo se guardó en un bolsillo interior de su gruesa prenda de abrigo un frasco grande de champú.

¡No lo podía creer! Parecía ser una persona común y corriente, bien vestida, con botas de lluvia casi nuevas, manos bien cuidadas. ¿Cómo podía estar haciendo eso?

Imaginé que cuando llegara el momento de pagar lo que cargaba en un canasto, sacaría de su abrigo aquel frasco para que le fuera facturado. Supuse que si esto no sucedía, alguien de seguridad la interceptaría para regularizar la situación.

Sentí que todo el mundo me estaba observando cómo esperaba la confirmación de estas hipótesis. Era evidente que yo no le quitaba los ojos de encima y a su vez sabía con seguridad que todo el mundo me miraba a mí mirándola a ella.

Le tocó el turno de abonar, no mostró el frasco de champú y nadie le impidió el egreso.

Vivamente consternado por lo que acababa de presenciar, con el pulso siempre acelerado, pagué mi compra y me quedé sentado en el auto antes de irme, meditando.

Está claro: El valor de lo que se llevan los ladrones está incluido en el precio de lo adquirimos quienes pagamos nuestras compras. Mi inconciente lo supo antes que yo: la señora me robó a mi. Por eso tuve las palpitaciones.

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lunes, 13 de octubre de 2008

Ámame que te amaré

Si mezclamos ciertos conceptos podemos formar una idea interesante.

1) Cliente: La tercera definición que publica el diccionario de la Real Academia Española dice: «Persona que está bajo la protección o tutela de otra.»

2) Buen padre de familia: Es una expresión con origen en el Derecho Romano y que define la obligación del jefe del hogar de cuidar con todo su empeño el patrimonio y el bienestar de su familia.

3) Amor obligatorio: En el artículo Receta para amar propongo que este sentimiento surge de un intercambio que primero es impuesto por el instinto materno pero que luego es exigido al hijo en forma de reciprocidad. Termino esta idea en el artículo El mercado del amor reafirmando que sólo corresponde amar a quien nos ama.

Estos tres ingredientes, combinados, me llevan a pensar que para poder conseguir el dinero que necesitamos para vivir de acuerdo a nuestras aspiraciones, es preciso tener la capacidad de amar a otro como para que sea nuestro cliente, a quien cuidaremos siendo con él un buen padre de familia.

Es primordial hacer una selección de los destinatarios de esta actitud, eligiendo solamente a aquellas personas que puedan hacer lo mismo hacia nosotros y no haciéndolo con quienes no pueden hacer lo mismo hacia nosotros. Debemos aceptar a quienes puedan pagarnos y rechazar a quienes no puedan pagarnos.

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domingo, 12 de octubre de 2008

¿Por qué sube el U$S?

Como he dicho varias veces los seres humanos somos tan débiles que no podemos tolerar varias cosas. Una de ellas es la incertidumbre.

Pero el problema es más grave aún, porque si soportáramos la incertidumbre con una actitud madura, responsable, adulta, seria, no trataríamos de inventar explicaciones más o menos creíbles (no porque puedan ser verdaderas sino porque tiene una apariencia de ciertas).

Los fenómenos que actualmente ocurren en la economía mundial dependen en un altísimo grado de la subjetividad de las personas. La confianza o falta de confianza son respuestas que están totalmente fuera del control de alguien, pero además ni los mismos agentes saben a cabalidad porqué sienten el miedo que sienten.

Si los que ven amenazados sus recursos económicos sienten que algo es peligroso, saldrán espantados y cuando sienten que algo es beneficioso y confiable, volverán como las gallinas cuando tiramos unos granos de maíz.

Querer saber ahora porque la moneda norteamericana se aprecia frente a otras monedas —siendo que el país de origen (U.S.A.) parece estar al borde de la muerte—, es imposible (pero muy necesario para los ansiosos).

Cuando esto retome la calma, quizá podamos saber qué está pasando ahora y ahí aparecerán personas que acertaron con su hipótesis (no es que supieran, repito: ACERTARON) pero dirán que “ellos lo sabían”. Como los demás necesitamos que existan personas capaces de entender lo inentendible, los convertiremos en gurúes, en adivinos infalibles. Les lloverán consultas, aumentarán sus honorarios por vaticinar el futuro, y desde afuera de la situación (que es lo que pretendo hacer en este artículo), podremos decir: Jugó a la ruleta y acertó un pleno. ¡Qué suerte que tuvo!

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sábado, 11 de octubre de 2008

Jefa si. Pobre no.

En el artículo de ayer titulado Cada vez más iguales comento que las tecnologías informáticas colaboran eficazmente en nivelar la productividad de las personas.

Para ganar lo suficiente ahora es menos necesario que antes ser fuerte, resistente y varón.

Sin embargo, algo mal estamos haciendo porque la población económicamente menos favorecida está compuesta mayoritariamente por mujeres. Pero además, cada vez más mujeres son jefas de hogar y eso hace que a la ineludible responsabilidad biológica de gestar y alimentar con su cuerpo, se agrega la tarea bastante pesada de conducir y sostener económicamente a su familia.

Lo que probablemente estemos haciendo mal es tratar de arreglar los nuevos problemas con viejas soluciones y además ignorando los nuevos recursos.

El modelo de vida que copiamos a nuestros padres no incluye las tecnologías informáticas y de comunicación.

El ejemplo más visible es el teletrabajo. Nuestros padres nunca lo practicaron y resolvieron sus vidas trabajando en una fábrica, en el campo o en una oficina, bajo las órdenes de un patrón mientras que hoy es posible trabajar desde la casa, sin contar con la guía y riesgo de un patrón.

La mujer que prefiera (o que no tenga más remedio que) ser jefa de hogar, ya no está condenada a ser pobre.

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viernes, 10 de octubre de 2008

Cada vez más iguales

Es demasiado grande la pérdida de objetividad y nitidez conceptual que padecemos cuando suponemos (por pura arrogancia) que el ser humano no es un animal. ¿Que es diferente a los demás animales? Si, por supuesto: tanto como se diferencian un mono de una jirafa.

Si observamos cómo son los cachorros que acaban de ser paridos por una perra, veremos que no todos tienen la misma vitalidad. Entre los humanos también sucede lo mismo: no todas las personas poseemos la misma energía, fortaleza, vitalidad. Más aún: entre hombres y mujeres hay fortalezas físicas diferentes.

Casi toda la humanidad se organiza con criterios capitalistas, pero cuando los gobiernos aplican políticas de justicia social, logran una redistribución de los recursos que generan los más favorecidos por la naturaleza, para que los menos favorecidos no queden condenados a una calidad de vida indigna.

Sin embargo, nuestra especie ha logrado implementar otras formas de compensar la irregular distribución de vitalidad y fortaleza que hace la naturaleza.

Podemos observar cómo personas con escasa fortaleza física pueden desarrollar su intelecto para que —con el apoyo de las tecnologías informáticas— puedan tener una productividad similar y hasta superior a la de quienes nacieron con un cuerpo más fuerte y resistente.

El mayor impacto se verifica en la compensación que por esta vía recibe el género femenino que ahora puede competir económicamente en igualdad de condiciones con el género masculino.

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jueves, 9 de octubre de 2008

El mercado del amor

Escribo este artículo contando con que usted podrá leer previamente el artículo titulado Receta para amar.

El núcleo de ese artículo está en la frase «La acción de amar no es voluntaria».

Resumiéndolo: Primero necesitamos ser amados por mamá y papá quienes están obligados por el instinto. Luego, a medida que aumentan nuestras destrezas, ellos y el resto de la sociedad irán exigiéndonos más y más autosuficiencia (deberemos comer, defecar, orinar, vestirnos, bañarnos, calzarnos, etc. SIN AYUDA), y finalmente, nos exigirán que hagamos cosas para ayudarlos a ellos (nuestros padres) y al resto de la sociedad (poner la mesa, colaborar en la limpieza, trabajar, fecundar niños).

El famoso verbo AMAR está asociado a la satisfacción de las necesidades y deseos. Nos sentimos amados por quienes satisfacen nuestras necesidades y deseos de forma segura, confiable y oportuna. Estos proveedores (padres, compañeros, sociedad en general) nos exigen un pago para que ellos también se sientan amados por nosotros satisfaciéndoles sus necesidades y deseos en forma segura, confiable y oportuna.

¿Por qué muchas personas no tienen el dinero suficiente? Una de las razones es que saben ser amados pero no saben amar. Saben recibir pero no saben dar. Saben cobrar pero no saben pagar.

Esta particularidad de su afectividad los deja fuera del círculo virtuoso: «dame que te doy» o «ayúdame que te ayudo» o «ámame que te amo».

Nota: Algunas religiones y filosofías proponen amar a todos indistintamente. En un escenario capitalista esta propuesta equivale a salir de su casa, entregarle su dinero al primero que pasa y luego concurrir a donde venden los alimentos, solicitar lo necesario y luego decirle al cajero «el dinero de esta compra ya se lo dí a un señor que pasó por la puerta de mi casa esta mañana». Esas religiones y filosofías sabotean alevosamente la calidad de vida terrenal (que hasta donde se ha podido constatar, es la única que existe).

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miércoles, 8 de octubre de 2008

¿Falta mucho?

Es probable que un niño quiera ir al parque de diversiones y le resulte imposible postergar el cumplimiento de su deseo por el simple hecho de que llueve a cántaros (sin mencionar que los lunes están todos los juegos inactivos por descanso al personal).

La inmadurez del pequeño corre pareja con su debilidad corporal. Por ejemplo, a nivel de esfínteres, cuando tiene deseos de orinar quiere hacerlo inmediatamente y le resulta casi imposible esperar a encontrar un gabinete higiénico adecuado.

Estas urgencias surgen porque el niño no tiene ni el cuerpo ni la psiquis en condiciones de esperar. Diferir es una acción posible a partir de un cierto desarrollo psicofisiológico.

El desarrollo humano puede enlentecerse y hasta detenerse en etapas tempranas, dando lugar a carencias de muy variado orden. Por ejemplo, una persona muy debilitada puede tener alucinaciones si alguien no le cumple con una cita, otra puede malvender un objeto valioso porque no tolera esperar al comprador más adecuado, otra puede interrumpir la cocción de los alimentos antes de tiempo porque esperar el tiempo necesario le destroza los nervios.

Cuando en este escenario entra a jugar el dinero, las consecuencias son fácilmente deducibles: Endeudamientos por no poder esperar el cobro del salario; compras por impulso (porque es imposible pensar mejor la compra, buscar las mejores ofertas); incapacidad para ahorrar.

En suma: la ansiedad genera pobreza.

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martes, 7 de octubre de 2008

Cada vez hay menos gente normal

El concepto de normalidad surge de una comparación con lo que una mayoría de personas supone que está bien. Por ejemplo: mover el vientre una vez por día es considerado por una mayoría como lo adecuado. Por lo tanto es anormal defecar 6 veces por días o una vez por semana.

Otro ejemplo: existe la costumbre de comer cuatro veces por día y no es aconsejable comer una sola vez o diez veces.

También circulan por ahí cifras sobre la frecuencia normal en las relaciones sexuales de una pareja (2-3 por semana) y todos los que estén por encima o por debajo de esa cifra, estarán viviendo una situación anómala.

Los profesionales de la salud (médicos, homeópatas, psicólogos, etc.) utilizan estas definiciones para mejorar sus ingresos.

Por ejemplo: si los médicos logran instalar en la creencia popular que la cantidad de colesterol en la sangre es una cifra «X», —valor éste muy difícil de encontrar en la gente común pero imprescindible en los astronautas—, seguramente se llenarán sus consultorios de interesados en recibir un tratamiento «normalizador».

Otro ejemplo: si los psicólogos logran instalar en la creencia popular que los niños inquietos padecen una disfunción que perjudica la convivencia familiar, más padres enviarán a sus hijos traviesos al psicólogo para que dejen de molestar.

En suma: el concepto de «normalidad» es convencional, propio de cada cultura, de cada época, surge por consenso y es aprovechable económicamente por quienes puedan manipular la creencia popular.

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lunes, 6 de octubre de 2008

La seguridad engorda

Los hombres cuando comienzan a vivir en pareja, interrumpen la búsqueda de compañeras sexuales y desarrollan una pancita típica de los recién casados.

Es muy probable que la causa de este cambio físico obedezca a que ya no padecen la inseguridad sobre cómo darán trámite a su deseo sexual.

La búsqueda de compañera se terminó. Los cónyuges se estimularán varias veces al día mediante llamados telefónicos excitantes y cuando llega la hora de regresar a casa, se encontrarán dos personas que se quieren, se aceptan y se desean. Luego de descargarse mutuamente un caldero de lava apasionada, comerán algo y dormirán bien juntitos hasta que suene el maldito despertador.

La barriguita de él está denunciando una situación confortable, un estado de seguridad y previsibilidad que no tiene buen pronóstico. Ya sé que todos lo buscamos pero no es lo mejor para nuestra especie.

Quizá la situación mejore cuando tengan el primer hijo (en la hipótesis de que los lazos afectivos son fuertes), porque ahí ambos recuperan lo que todos necesitamos: una dosis de inseguridad saludable.

En suma: He dado un gran rodeo para quebrar una lanza en favor de la pobreza. Efectivamente, no tener que preocuparse por el dinero, también engorda.

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domingo, 5 de octubre de 2008

Caos con orden

«El pez grande se come al más pequeño» y ahora parece que la realidad es un pez más grande que el capitalismo y se lo está comiendo.

Permitir que todo lo resuelva la “mano invisible” del mercado es algo que escandaliza a muchos y cada vez que asistimos a una debacle como en la que se encuentra nuestro mundo capitalista, resurgen las viejas advertencias conservadoras: «Es preciso que los gobiernos controlen el mercado».

Para poder reprimir nuestra tentación de controlarlo todo tienen que pasar dos cosas: o es absolutamente imposible (huracanes, terremotos) o no tiene importancia (a nadie le interesa que hoy no usaré la corbata).

Los que piensan que hay que dirigir todo lo importante y evitar todos los riesgos, suponen que eso es posible y justificado y los que pensamos que hay que controlar lo mínimo y asumir todos los riesgos posibles, suponemos que el caos es el mejor organizador (sin dejar de reconocer que da miedo).

El liberalismo no acepta el caos porque lo prefiera sino porque asume que es inevitable y que toda intervención humana en el control de las cosas que nos afectan sólo aporta un único beneficio: creer que se podrá evitar lo inevitable (en última instancia, la muerte).

La creencia en la eficacia del control es el opio de los pueblos y de los individuos.

Hay una buena noticia: Al caos terminal nunca llegamos porque los seres humanos tampoco podemos controlar nuestro instinto de conservación.

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sábado, 4 de octubre de 2008

Definición de «mediocre»

Describiré a un mediocre corriendo el riesgo de ser autobiográfico.

La característica principal es el miedo. ¿A qué? A los demás, a la sociedad.

Los mediocres son —y necesitan ser— normales. ¿Por qué? Porque normal es todo aquel que tiene particularidades que tiene la mayoría. De esta manera evitan el miedo a la sociedad.

Cómo son la mayoría (o sea los «normales»).

1) No soportan hacer el ridículo;
2) Consideran que los fracasos son accidentes terribles y evitables.
3) El éxito es imprescindible;
4) Tomar riesgos es patológico;

... y en casos muy agudos, se agrega también el punto

5) La muerte es evitable (tomando ciertas precauciones).

Si usted posee por lo menos dos de estas características, es mediocre. La buena noticia es que también se puede vivir muy bien siéndolo.

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viernes, 3 de octubre de 2008

Los espermatozoides son monedas

Comparo mi billetera con mi escroto (bolsita de piel donde se alojan los testículos). Me parece que compararlos me ayuda y quizá a usted le sugiera alguna idea útil.

Los testículos generan semen rico en espermatozoides y cada cierto tiempo tengo un intenso deseo de fornicar y volcarlo en una vagina.

Yo (como si fuera un testículo económico) trabajo para generar dinero y cada cierto tiempo tengo un intenso deseo de usarlo haciendo cosas productivas con él.

El volcar el semen en una vagina puede disparar un proceso reproductivo que genere un nuevo ser (embarazar).

El gastar dinero en actividades productivas puede producirme un alivio de mis necesidades (comer, abrigarme, etc.), de mis deseos (divertirme, ayudar, etc.) y hasta propiciar nuevas oportunidades de ganar más dinero (invertir, crear una empresa productiva de algo que me dé nuevas ganancias, etc.).

Esta comparación me alegra porque disfruto fornicando como todo el mundo y disfruto gastando dinero en forma productiva.

Mi actividad económica está asociada a la sexualidad y se complementan mutuamente: En ambos casos me siento productivo y reproductivo.

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jueves, 2 de octubre de 2008

La psicología patológica de Estados Unidos

Haciendo un poco de memoria, tenemos que recordar alguna escena en la que nos sentimos dichosos de ver cómo otro niño era regañado, mientras que nuestra situación era exactamente la inversa: Mientras él lloraba desconsolado, nosotros mirábamos fascinados sintiendo la alegría de no estar en su lugar.

Esto sucede ahora con los anticapitalistas que están fascinados mirando cómo la sede central del capitalismo (Estados Unidos) está padeciendo un estrepitoso fracaso de su doctrina.

Los que ahora disfrutan siempre pensaron que la riqueza generada por la especulación, es una riqueza falsa e inmoral.

Tal fue lo que sucedió en ese país. Ahora se dieron cuenta que el actual colapso de su economía surgió porque se amasaron grandes fortunas en base a endeudamientos, promesas, expectativas pero nunca en base a un aumento de la producción de bienes y servicios: Hoy compro un gato amarillo en 10 porque supongo que mañana lo venderé en 11 y alguien me lo comprará pensando que lo venderá en 12.

Este desastre financiero tiene por causa una patología psicológica. Durante años estuvieron actuando en base a un entusiasmo despegado de la realidad hasta que el delirio chocó contra la realidad: el gato amarillo nunca valió más de 9.

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miércoles, 1 de octubre de 2008

Si es gratis, deme dos

Los mejores clientes (o pacientes) son aquellos que saben hacerse cargo de sus responsabilidades. Los peores clientes (o pacientes) son los que NO saben hacerse cargo de sus responsabilidades.

Cuando no le cobramos honorarios a un buen cliente (responsable), lo estamos induciendo a que deje de consultarnos porque no quiere abusar de nuestro tiempo. Su actitud —considerada y madura—, lo llevan a pensar que no puede perjudicarnos, que no debe aprovechar nuestra profesión gratuitamente, entiende que nuestro tiempo tiene un valor por el que debemos cobrar.

Por tanto cuando no le cobramos a un cliente responsable, estamos poniendo en riesgo el vínculo con alguien muy importante en nuestra vida personal y profesional.

No cobrarle puede equivaler a una invitación a que no nos consulte nunca más. Es una forma hostil de tratarlo. Quizá hasta puede ser una manera de rechazarlo.

Por el contrario, ante la misma situación, el cliente (o paciente) que es preferible perderlo que encontrarlo porque no es bueno ni para él mismo, seguramente saldrá a comentarle a todo el mundo que lo atendimos gratis (quizá haciendo ostentación de la ventaja que obtuvo, de la influencia que ejerce sobre nosotros o del amor desinteresado que nos inspira).

Como interpreta de manera tan favorable nuestra excepción en el cobro de honorarios, tratará de que las consultas se repitan todas las veces que sea posible, porque también él se cree que nos hace un favor o nos concede un honor del que debemos estarle agradecidos.

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