martes, 31 de mayo de 2011

Para qué curar la pobreza patológica

La curación de la pobreza patológica permitirá que se incorporen más contribuyentes a los gastos colectivos a la vez que dejarán de provocarlos.

Cuando los pueblos nos organizamos para vivir mejor, es propio de nuestra especie elegir a alguien que nos dé órdenes. Nuestro cerebro entiende la vida en común estratificada en forma piramidal.

Otros animales hacen algo similar.

La etología es la especialidad que no sólo estudia el carácter y los modos de comportamiento del hombre sino que también es la parte de la biología dedicada al comportamiento de los animales.

Este blog se dedica exclusivamente a un fenómeno que por ahora sólo yo denomino pobreza patológica.

A partir de la premisa de que algunas formas de pobreza son la consecuencia de una enfermedad, he comenzado hace años a buscar si efectivamente existe esa enfermedad. Procuro saber cómo se caracteriza para cuanto antes encontrar las formas de curarla.

Una de las ideas que rondan mi cabeza y que forman parte del estímulo que me da energía para publicar un artículo diariamente es la de simplificar la vida a todos los seres humanos, no solamente a quienes padecen esa hipotética enfermedad.

Cuando nos organizamos para vivir en comunidades, además de buscar un líder también tenemos gastos comunes que solventar, correspondientes a la construcción de calles, saneamiento, evitar los delitos.

Sin embargo, esos gastos comunes incluyen sostener económicamente a quienes no pueden ganar su propio sustento para vivir dignamente.

Parte de la población que necesita ayuda, seguirá necesitándola porque son niños, inválidos, ancianos, víctimas de una tragedia personal o colectiva (inundación, incendio, sismo).

Parte de la población que necesita ayuda podrá prescindir de ella si encontramos la forma de evitar o curar su pobreza patológica. Así todos nos veremos beneficiados con la incorporación de nuevos contribuyentes que antes sólo gastaban.

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lunes, 30 de mayo de 2011

El lenguaje nos confunde

Si vamos al significado real de los vocablos, queremos ser gobernados por los ciudadanos más antipáticos.

En realidad no es tan grande la importancia del diccionario en nuestras vidas.

Seguramente hay y habrá muchas personas que sean buenos ciudadanos (consigo mismos y con los demás) que jamás han consultado este libro.

Lo que necesitamos es entendernos con los demás, ya sea hablando o por escrito.

Mi insistencia en comentar con ustedes alguna consulta concreta obedece a que, según creo, el idioma no es muy confiable en el fenómeno de la comunicación.

Es posible mantener vínculos muy prolongados en el tiempo, basados en un desentendimiento favorable o, viceversa, podemos ser dos gotas de agua con nuestro principal enemigo pero siempre estuvimos interpretando que su discurso era condenable.

Voy al punto que mereció este prólogo.

Todos decimos que deberían gobernarnos «los mejores» para significar de esta forma que nuestros gobernantes deberían ser gente honesta, inteligente, informada, con poder de decisión, un poco audaces pero no temerarios y varias otras cualidades por el estilo.

Cuando pensamos en ese líder, simplificamos la definición diciendo que lo apoyamos porque «es el mejor».

También decimos que para ser una buena persona, debe tener «nobleza», entendiendo por tal su sinceridad, que no priorice sus intereses personales por sobre los intereses colectivos, que a lo largo del tiempo tenga una conducta y coherencia ejemplares.

Con estos conceptos tan claros, terminantes y nítidos salimos a buscar a nuestro líder para que maneje los destinos de nuestro pueblo y cuando queremos acordar nos encontramos con que nuestro propio idioma nos informa que lo que deseamos realmente es instaurar una aristocracia, queremos ser gobernados por un aristócrata, queremos ser gobernados por la nobleza.

Sin embargo, algo o alguien hicieron que los aristócratas y los nobles merecieran nuestro más profundo desprecio.

Artículo vinculado:

Lo bueno y lo malo de la aristocracia


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domingo, 29 de mayo de 2011

¿Existe un instinto de muerte?

Siempre queremos vivir y estar cada vez mejor pero a veces aparecen sentimientos autodestructivos, temores a la ruina económica, miedo a perder la cordura o vértigo, que sugieren la existencia de un preocupante instinto de muerte.

Por regla general siempre buscamos estar bien, no retroceder en nuestros logros, disfrutar de más confort, mejor calidad de vida, aumentar nuestra estabilidad física, emocional, económica, sentimental.

Pero esta «regla general» tiene excepciones que la confirman.

Efectivamente, cuando estamos enfermos solemos padecer además una fuerte regresión que nos hace más dependientes, solicitamos cariño, ternura, afecto, mimos, consentimientos.

Los profesionales de la salud suelen alinearse con esta demanda y comienzan a dirigirse al paciente con abundancia de diminutivos (le daremos un pinchacito, tómese esta pastillita, ahora el cirujano le hará una pequeña trepanación en el cráneo) y tonos de voz más adecuado para un niño que para el capataz enfermito de una cuadrilla de forzudos estibadores del puerto.

Por lo tanto, casi siempre queremos mejorar o al menos conservar, con excepción de algunos casos en los que preferimos retomar etapas de nuestra evolución ya superadas (aniñarnos).

Sin embargo los filósofos, que se dedican a pensar sobre cómo pensamos, han detectado hace siglos que en el ser humano conviven dos instintos: el de conservación y el de destrucción.

Aunque suene paradójico, nuestra psiquis está programada para conservar nuestra vida sea como sea aunque también incluye deseos de muerte.

En otras palabras, todos albergamos alguna idea suicida que sólo en unos pocos afectados por una enfermedad psíquica terminal, llegan a realizarlo (depresión mayor o melancolía, por ejemplo).

Este extraño instinto autodestructivo podría ser el cimiento del temor a la ruina económica que a veces nos ataca y que se parece al vértigo: esa terrorífica sensación de que un loco deseo nos impulsará a tirarnos al vacío.

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sábado, 28 de mayo de 2011

La clase media genera ansiedad

Para quienes no toleran la ambivalencia, la inseguridad, la falta de definición, es posible que tampoco sea admisible la clase media (porque no son ni ricos ni pobres), por lo cual huyen de esa posibilidad, generalmente hacia la pobreza.

Ciertas formas de pensar requieren la utilización de conceptos radicalmente opuestos para poder funcionar.

Esos «cerebros» tienen dificultades con los estímulos imprecisos. Cuando se enfrentan a situaciones que podrían ser calificadas como «ni una cosa ni la otra», entonces la máquina de pensar (el cerebro, la mente) comienza a fallar, provocándole a su titular (el dueño de esa cabeza) un malestar tan importante que automáticamente trata de evitarlo por miedo, fobia, horror.

Hace meses (1) les contaba que en un laboratorio condicionaron a unos perros para que asociaran la exhibición de una elipse (círculo aplastado) con la llegada de comida.

Los animalitos comenzaban a segregar saliva y jugos gástricos tan sólo se les mostraba una elipse.

Cuando ya se habían acostumbrado a recibir la comida anunciada por la elipse, comenzaron a desaplastarla para que se pareciera a un círculo, provocándoles un estado de ansiedad primero y gastritis después de un tiempo, porque la falta de claridad en el estímulo (círculo o elipse), los alteraba a ese extremo.

Podemos decir que esa necesidad imperiosa de nitidez, de claridad, de certeza, ahuyenta a muchas personas de la clase media en la que sus integrantes no son ni ricos ni pobres.

La realidad material indica que para huir de la clase media resulta más fácil empobrecer que enriquecer, aunque lo ideal para todos sería esto último.

Hasta podríamos pensar que quienes huyen de la clase media hacia la pobreza, sistemáticamente participan en juegos de azar con la esperanza de que un golpe de suerte los ubique donde realmente prefieren (en la riqueza extrema).

(1) La neurosis canina

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viernes, 27 de mayo de 2011

El hambre le pone el hombro al hombre

El idioma castellano admite una combinación de palabras con sentido, que podría constituirse en un motivo más de la pobreza patológica.

Cuando queremos referirnos a la realización de un esfuerzo colectivo, solemos utilizar —en los países hispanoparlantes—, la expresión «ponerle el hombro».

Con esa expresión significamos apoyar, patrocinar, impulsar, colaborar, levantar, estimular, afirmar, apuntalar, auxiliar, socorrer, asistir, financiar, proteger, amparar, promover, favorecer, inspirar, avivar, excitar, propulsar, hacer avanzar, intentar que progrese, que avance, que salga adelante, que tenga éxito, que se convierta en un logro, que triunfe, que gane, etc.

Agrego otra idea: el idioma genera efectos en nuestra mente. El lenguaje nos llega en forma sonora (por el oído) o en forma visual (escritura). Ambos estímulos son agentes de cambio.

Cuando oímos o leemos ¡cuidado!, quiero casarme contigo, eres hermosa, estás despedido y cualquier otra expresión, aunque no sea tan dramática, algo cambia en nuestra anatomía y fisiología a pesar de que no siempre registramos ese cambio (rubor, miedo, alarma).

Agrego otra idea: cuando nuestro idioma nos llega con una armonía especial, el efecto mencionado se potencia. Una idea expresada con una buena rima es más conmovedora, eficaz y recordable que un conjunto de palabras discordantes, escasamente conocidas o de baja connotación.

Existe una oración que es sintácticamente posible pero que nunca la oímos. Esta diría: «El hambre le pone el hombro al hombre».

Como se ve, con tres vocablos casi idénticos, podemos formar una idea muy significativa.

Aunque nunca es verbalizada, oída ni publicada, esa oración es potencialmente existente y esto nos permite proponer que, para los hispanoparlantes, el hambre (las ganas de comer, pero también las necesidades, las escaseces, los deseos), es generadora de energía para el ser humano.

En suma: Quizá busquemos tanto el hambre (propiciando la pobreza patológica) como otros estímulos, excitantes o combustibles.

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jueves, 26 de mayo de 2011

Los animales se parecen a los especialistas

Los seres humanos obtenemos los mejores resultados estudiando lo que nos interesa en cada momento.

Según dicen personas generalmente bien informadas, el ser humano es el animal que mejor se adapta a los diferentes climas.

Podemos aceptar esta idea en tanto no aparecen otros seres conocidos que vivan en lugares tan dispares como nosotros.

Aunque suene paradojal, nuestra vulnerabilidad funciona como ventaja porque está remediada por una mayor inteligencia para compensarnos, para conseguir lo que necesitamos.

Otros seres más perfectos, mejor evolucionados, han perdido flexibilidad, mutabilidad, agilidad para cambiar adaptativamente.

Dicho de otro modo, los seres más incompletos podemos reacomodar nuestras funcionalidades precisamente porque están naturalmente incompletas y desorganizadas.

Por ejemplo, los demás animales requieren muy poca educación para volverse autosustentables. Los humanos estamos décadas estudiando y practicando para llegar a resultados bastante pobres.

Sin embargo, este defecto beneficioso (ser incompletos pero flexibles) está entorpecido por nuestra cultura que en su afán de optimizar algunos resultados —fundamentalmente económicos—, nos impone rigideces para convertirnos en mejores animales aunque eso estropee nuestro defecto beneficioso.

Pondré un ejemplo para ser más claro.

En casi todos los países la educación básica es la misma para todos los ciudadanos y a medida que el niño o el joven avanzan en su estudio, cada vez reciben formación más y más especializada. Cada vez saben menos de todo y mucho de un pequeño tema (abogado laboral, ingeniero en sistemas, neurólogo).

Sin embargo, usted y yo podemos gestionarnos un estudio mejor alineado con nuestros intereses coyunturales.

Las universidades son como un tubo: una puerta de entrada y una puerta de salida.

Si la imaginamos como una galería, con muchas entradas y salidas, podremos capacitarnos en lo que más nos interesa, logrando una educación hecha exactamente a nuestra medida.

Las especializaciones producen «animales» más perfectos pero inflexibles.

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miércoles, 25 de mayo de 2011

Los mediocres creamos genios

La mayoría de los seres humanos somos mediocres si nos comparamos con nuestros semejantes que descuellan porque son excepcionales ... gracias a nuestra existencia.

Los juegos de equipo incluyen una cantidad de fenómenos que no parecen interesantes y por eso los periodistas deportivos ni los mencionan.

Por ejemplo —para simplificar—, existen dos tipos de jugadores de fútbol: los que no pueden dominar la pelota si no la están mirando y los que pueden saber de su existencia y control sin perder una visión global de dónde están sus compañeros y contrincantes en cada milisegundo de juego.

Los jugadores talentosos son tan pocos porque la combinación de estas destrezas se dan en pocas personas.

No olvidemos que además de poseer esas características mentales, deben agregarse las características físicas en cuanto a la velocidad, flexibilidad, reflejos, resistencia a la fatiga, insensibilidad transitoria a los golpes.

Para completar esta visión simplificada del asunto, corresponde agregar que quizá haya más personas dotadas de todas estas características, pero que viven en lugares donde los estímulos sociales pasan por otro lado, por ejemplo, el sacerdocio, la ciencia, el trabajo inmediato para la subsistencia del grupo familiar y hasta el propio sexo, porque no se descarta que todas esas características estén ubicadas en un cuerpo femenino, con lo cual queda automáticamente descalificada para integrar un equipo de hombres.

Los mejores jugadores son los que ganan mucho dinero, se los ovaciona y reciben los estímulos sociales más atractivos.

Pero atención, tu, yo y todos nuestros conocidos, quienes comparados con Forlán, Maradona o Pelé parecemos muy poca cosa, mediocres, intrascendentes, tenemos el talento de permitir que la especie no se extinga, haciendo tan solo un trabajo de hormiga, sin brillo, ni gloria, ni fama, pero sin el cual ellos no tendrían quienes llenaran los estadios para aplaudirlos.

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martes, 24 de mayo de 2011

Pensar sobre el pensamiento

Filosofar es una actividad infinitamente desvalorizada en comparación con correr sobre una cinta, levantar cosas pesadas o mirar televisión.

Los taximetristas son personas que suelen estar un poco más alterados que los albañiles y estos un poco más alterados que los vendedores de diarios y revistas y estos más alterados que los jubilados que alimentan palomas en la plaza pública.

El tipo de vida que les tocó colabora para que las respuestas orgánicas adaptativas tengan esas características. En el torrente sanguíneo de los taximetristas circula mayor cantidad de adrenalina que en el torrente de los jubilados.

Los albañiles están muy pendientes de las herramientas y fundamentalmente de no herirse o caerse.

Los vendedores de diarios suelen estar atentos a que nadie los robe y los jubilados están pendientes de sus niveles de colesterol en sangre, de lo cual básicamente se encargan los médicos o sea que lo importante para ellos es no aburrirse.

Elijo a cualquiera de esos gremios para hacerles un comentario.

Los taxistas se reúnen un domingo a comer carne asada para confraternizar pero también para discutir qué marca de vehículo elegir cuando el gobierno autorice la importación sin impuestos de nuevas unidades.

Cada uno lleva su posición tomada en el grado de convicción inamovible porque «no hay como el Mercedes (Benz)», «a Citroën no le gana nadie», «yo de Hyundai no me muevo».

Todos están seguros y segurísimos de que la herramienta de trabajo (el vehículo) que conocen, es inmejorable.

Pues bien, esta discusión divertida, acalorada, enojosa, reflexiva, con chistes, ironías y alguna agresión que otra, es filosofar.

Filosofar es evaluar la herramienta de trabajo más importante de nuestra existencia: pensar.

De cómo usemos nuestra cabeza depende todo lo demás y filosofar es discutir sobre cuál es la mejor forma de entender e interactuar con la realidad.

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lunes, 23 de mayo de 2011

La riqueza y la longevidad

A muy largo plazo, todos podríamos conquistar una buena calidad de vida, pero la escasa longevidad de nuestra especie nos obliga a esforzarnos y rendir con más productividad.

Si imaginamos dos personas que nacen el mismo día y que nunca reciben la herencia de algún familiar, ni tienen ingresos extras por juegos de azar, es posible pensar que tarde o temprano lograrán acceder a la calidad de vida que aspiran.

Sin embargo, es probable que mueran con patrimonios muy distintos. Quizá uno llegue a ser rico y el otro fallezca en la pobreza.

La longevidad es un dato esencial en los logros que cada uno obtenga.

Si viviéramos 500 años es casi seguro que a mediana edad existirían muy pocos pobres porque habrían tenido el tiempo suficiente para encontrar las mejores oportunidades, de capacitarse, de ahorrar.

En personas que comienzan su vida como similares condiciones patrimoniales, es decisiva la velocidad de progreso material que tenga uno y otro porque la brevedad de la existencia hará recaer todo el peso de su eficacia en la velocidad de producción, en la eficiencia de sus procedimientos, en la agresividad sostenida en la obtención de ganancias acumulables.

El tema se parece a la carrera de la tortuga y la liebre (en el caso de que a esta no se le ocurra desperdiciar el tiempo como lo hace en la fábula).

Esopo quiso representar con esos animales las diferentes características que tenemos los humanos.

Si nos apegamos a la indiscutible lógica de la fábula, podemos deducir que tanto los humanos veloces como los lentos algún día llegaríamos a la meta (el bienestar) … si no fuera porque somos tempranamente mortales.

En suma: ante iguales condiciones iniciales, la velocidad de producción (eficacia) es determinante para acceder a una calidad de vida digna antes de morir.

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domingo, 22 de mayo de 2011

Producir es mostrar lo que existe

Según algunos filósofos, la producción es el esfuerzo (trabajo, estudio, fecundación) por mostrar lo que ya existe.

Con un poco de insolencia es posible decir que un escultor no es más que un buen limpiador.

La idea es razonable en tanto el artista es quien sabe quitar todo lo que no nos deja ver ese monumento que estaba encerrado en la roca.

Pero hubo filósofos griegos que fueron un poco más allá y llegaron a decir que aún cuando el objeto creado no esté dentro de algo (como ocurre con la estatua encerrada en la piedra), también la producción no es otra cosa que realizar lo necesario para exhibir, hacer evidente algo que siempre estuvo ahí.

Con ese razonamiento tan sofisticado y aparentemente loco, tendríamos que decir que un puente o una central hidroeléctrica ya formaban parte del paisaje antes de que los ingenieros y albañiles hicieran las tareas de construcción.

Estos trabajadores al producir (los planos, los cimientos, las columnas), lo que hicieron fue mostrar, aclarar, dejar ver.

Algo de esta idea rara puede ser verdadero porque también hubo quienes afirmaron que no aprendemos nada nuevo sino que simplemente recordamos lo que ya sabíamos pero teníamos olvidado.

En otras palabras, los maestros, profesores y libros, por más originales que parezcan, sólo nos ayudan a recordar.

Estas reflexiones pueden ser llamativas, entretenidas, sorprendentes, pero ¡concretemos!

1º - Cuando alguien promete (trabajaré, estudiaré, me recibiré de tornero, formaré un hogar, quiero criar por lo menos dos hijos, etc., etc.) comunica ideas, proyectos, que están en su cabeza.

2º - Producir es mostrar, dejar ver, hacer evidente, eso que alguien imagina, proyecta, diseña, (como es el caso del monumento, la represa o el puente).

En este contexto, hasta podríamos decir que la timidez (no querer mostrar o mostrarse), puede causar pobreza patológica.

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sábado, 21 de mayo de 2011

La discriminación como objetivo personal

No toleramos la discriminación que nos perjudica e imponemos la discriminación que nos beneficia.

Conocer sobre los seres humanos es más útil que conocer sobre el sistema planetario, pero como nos caracteriza buscar siempre el camino más corto y el de menor esfuerzo, entonces sabemos más de Júpiter que de nosotros mismos.

A veces pienso que somos tan complejos que más me valdría dedicarme a la astronomía, por lo menos para poder morir algún día pensando que sé algo.

Pero ahora ya estoy embarcado en esto y me privaré de saber sobre tan grandioso planeta.

Observe esto a ver si coincide conmigo.

Solemos gritar hasta la afonía defendiendo la igualdad y atacando la discriminación, pero resulta que en nuestra vida privada somos fuertemente discriminadores, principalmente para defender nuestros intereses.

Les cuento un caso imaginario que incluye datos que nos son familiares.

Una persona joven está decidida a ingresar al mercado laboral.

Los padres ya le han hecho insinuaciones de variado tenor y decibeles, la situación está muy tensa, las hormonas parece que también se pusieron de acuerdo con los padres para fundar otro hogar y hay que salir a buscar trabajo.

El principiante sabe que tiene que empezar de abajo, que debe ingresar al mercado laboral por la puerta chica, que sus pretensiones deben ser especialmente moderadas.

En esta etapa de su vida, está dispuesto a considerarse injustamente inferior a los que ya están trabajando y luchará por la igualación.

Cuando logra la igualación, detiene transitoriamente su reivindicación igualitaria y abandonará las preocupaciones por la discriminación.

Sin embargo, en unos años, comenzará a luchar para que también sean admitidos sus gustos, características personales, preferencias, ideas, creencias, es decir, tratará de imponer sus diferencias y sentirá razonable discriminar a quienes les exijan igualarse a ellos.

La excelencia suele justificar sentirse diferente.

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viernes, 20 de mayo de 2011

El martirio como premio mayor

Es tan fuerte la necesidad de amor, poder e inmortalidad, que llegamos a morir para lograrlos.

Partamos de la base de que todos los humanos deseamos ser amados, poderosos e inmortales.

Me permito recomendarle al lector que tome en cuenta la tremenda fuerza que tienen en su propio ánimo estos objetivos: la inmortalidad, el poder y ser amado, reconocido, mimado, protegido, admirado, consultado, ayudado.

Ahora pongámosles palabras a qué ocurre en nuestro entorno social e histórico.

Los pueblos, los colectivos organizados, quienes poseen algo que los une como nación, como religión, como partidarios de alguna doctrina, hacen especial hincapié en quienes murieron defendiendo a esa agrupación de quienes por algún motivo quisieron destruirla y gracias a quienes hoy aún existe.

En síntesis, esos héroes le salvaron la vida a la familia que hoy los mantiene unidos y orgullosos de la identidad que ostentan.

La figura del mártir tiene una importancia máxima en nuestro ánimo y la devoción que inspira entre quienes le están agradecidos equivale al deseo que tienen de identificarse con él, de ocupar algún día ese lugar para lograr lo que logra el mártir: poder, amor e inmortalidad.

Ese símbolo tiene vida en la imaginación de quienes lo idolatran. Es una figura imaginaria que todos recuerdan dando batalla, haciendo discursos convincentes, arengando a los combatientes, poniéndole el pecho a las balas, soportando con entereza y convicción las infinitas torturas, humillaciones y fracasos que recibieron de sus oponentes y que, a la postre, no hicieron otra cosa que aumentar la altura del pedestal que la historia finalmente les concedió.

En suma: El amor a los mártires nos estimula personalmente al sacrificio, al dolor, a defender causas ajenas, a la inmolación, a buscar enemigos crueles, al fracaso heroico, a la muerte cruenta.

¿Es esto lo que usted está buscando realmente?

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jueves, 19 de mayo de 2011

Existe la pobreza sana (no patológica)

Irrespetuosamente, solemos imponer nuestros gustos y criterios a quienes son humanamente felices con menos recursos de los que imaginamos imprescindibles.

Padecemos un prejuicio, firmemente instalado en el imaginario social, según el cual la pobreza es siempre desagradable, triste, desventajosa.

Quienes procuran el voto ciudadano, sistemáticamente apelan al pueril argumento de hacerles creer a su potenciales votantes que deberían vivir mejor, que se merecen mucho más, que hasta ahora los gobernantes anteriores no han hecho otra cosa que administrar la riqueza nacional en beneficio propio empeorando la calidad de vida de quienes viven mal.

¿Qué es vivir mal?

Esta calificación queda librada a lo que cada uno entienda aunque en la base de lo que cada uno define hay dos grandes frustraciones:

— no poder comprar todo lo que se desea,
— tener que cumplir órdenes.

Ambas frustraciones son infaltables cuando definimos vivir mal.

Los políticos (candidatos a gobernantes, líderes sindicales, religiosos), que procuran precisar el mensaje en pocas palabras, dicen: «con los otros líderes estarás mal y conmigo estarás maravillosamente».

El motivo de este artículo es precisar dos conceptos:

— Vivir incluye siempre molestias, mayores o menores, constantes o intermitentes, muy o escasamente dolorosas. Por lo tanto, cualquier auditorio, inevitablemente está mal, seguirá estando mal y desea creer que bajo ciertas condiciones, podrá estar mejor (lo cual, básicamente, es verdadero);

— Estar mal no siempre es algo que deseemos modificar. Quienes aprenden a disfrutar de la vida con muy escasos recursos, siempre enfrentando condiciones adversas, bajo condiciones de gran escasez, no siempre logran disfrutar sin estos «recursos».

Algunas personas se quejan de sus malas condiciones de vida sólo para obedecer (no contrariar, no defraudar, no sentirse anormales) a quienes le dicen «tú tienes que vivir con más recursos materiales», pero en el fondo, no saben ni desean tener más de lo que tienen.

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miércoles, 18 de mayo de 2011

Algunos homosexuales buscan la discriminación

Los gays y lesbianas que intentan ostentar sus preferencias en ámbitos que son rechazados, o son tontos o disfrutan siendo discriminados.

Existen dos tipos de personas homosexuales:

— Las que mantienen su opción reservada a su vida privada; y
— Las que luchan para imponer que su elección sea aceptada públicamente.

Las primeras no son noticia y quizá pasen por la vida sin que casi nadie se entere de cómo práctica su sexualidad.

De hecho circulan versiones de que connotados personajes de la vida política, científica y artística serían homosexuales pero no dejan de ser conjeturas, rumores, trascendidos sin confirmar.

Otras personas necesitan que su vida sea conocida y aceptada en todos sus términos.

Pregonan sus gustos, placeres, deseos, necesidades, pretensiones y pierden la calma cuando alguien intenta informarles que sus gustos no son universalmente compartidos.

La palabra clave en estos fenómenos cargados de grandes montos emocionales, frustraciones y también violencia, es discriminación.

Efectivamente, los gays y lesbianas suelen agruparse para manifestar sus protestas y exigen al resto de los ciudadanos que sean respetados, aceptados, tolerados y en el plano laboral, que no sean segregados por algo tan personal como es su preferencia sexual.

El fenómeno me recuerda a qué ocurriría si a alguien se le ocurre incluirse en la tribuna de una cancha de fútbol donde se juntaron todos los hinchas de un cierto equipo, pero vestido con los colores de su coyuntural rival.

Aumentaría el dramatismo si este personaje además alentara con gritos, cánticos y demás exclamaciones los aciertos de su equipo en medio de la tribuna contraria.

Para no herir tu sensibilidad, dejo que imagines el desenlace.

En suma: Quienes poseen particularidades que no son aceptadas en un cierto ámbito, tienen sólo dos opciones: o las ocultan o se van. De lo contrario, es obvio que están buscándose problemas.

Artículo vinculado:

Ni hombre ni mujer sino todo lo contrario

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martes, 17 de mayo de 2011

La explotación es comparable a una violación

Existen hechos y circunstancias que permiten comparar a la mala distribución de la riqueza con una violación sexual del rico al pobre.

Los hispanoparlantes de América usamos popularmente el verbo coger para referirnos a la copulación, la relación sexual, fornicar.

Este verbo posee múltiples significados (1), pero en su mayoría refieren al concepto de apoderamiento (asir, recolectar, agarrar, ocupar, alcanzar, apresar, captar, comprender, elegir, embestir, contraer [una enfermedad]).

El verbo sodomizar significa penetrar sexualmente por el ano.

Existe la creencia popular de que el hombre que penetra analmente a otro hombre no es homosexual, aunque entre personas de análisis más académicos se entiende que la homosexualidad puede ser tanto pasiva como activa. Desde este punto de vista entonces el varón que penetra a otro es tan homosexual como el que consiente ser penetrado.

Según Freud (y podría tener razón), los excrementos fecales simbolizan (entre otras cosas) el dinero.

Los símbolos son personas o cosas que representan a otras personas, cosas, ideas.

Por ejemplo, la balanza con dos platillo simboliza la justicia (por el equilibrio de los pesos), la tierra simboliza la madre (por su fertilidad y porque nos alimenta), la flor simboliza la fugacidad, fragilidad y la belleza precisamente porque posee estas características.

Con esta mezcla de ideas, conceptos y representaciones simbólicas, es posible pensar que los ricos sodomizan a los pobres.

Unos pocos machos (los ricos) sobrecargados de un deseo de penetrar sexualmente, descontrolado, avasallador, imponen su fuerza, su pujanza y su inescrupulosidad y copulan analmente, violan, extraen la caca-dinero, de esa gran cantidad de personas que integran las clases económica y —quizá también— biológicamente menos favorecidas.

Este hecho sólo ocurre simbólicamente. Las diferencias patrimoniales, la explotación, el sometimiento, no sólo generan indignación por el hecho en sí, sino también porque el fenómeno habilita ser interpretado como una violación (sodomización).

(1) Diccionario de la Real Academia – coger

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lunes, 16 de mayo de 2011

La importancia de informar e informarse

Para ganar el dinero necesario para vivir, dependemos de la información personal que obtengamos y entreguemos (intercambiemos) con quienes conforman nuestro mercado laboral y/o comercial.

Existe un pequeño grupo de personas que depende muy poco de los demás. Me refiero a quienes viven en un terreno donde cultivan lo necesario para alimentarse, abrigarse y protegerse de la intemperie.

Los demás vivimos del intercambio, de los vínculos, de la socialización.

Mi esfuerzo colabora con las necesidades y deseos de otros y estos, con su esfuerzo, colaboran con las necesidades y deseos míos.

Así, día tras día, hasta que también otros cavarán mi última morada.

Nuestra naturaleza nos dotó del instinto gregario gracias al cual buscamos a nuestros semejantes para ayudarnos, acompañarnos, reproducirnos.

A este instinto le agregamos el conocimiento que vamos coleccionando de los demás. Esa asociación (vinculación) con los demás depende fuertemente de lo que sabemos del otro: qué idioma habla, qué conocimientos, necesidades y preferencias tiene.

Por ejemplo:

— El comerciante sabe que su proveedor quiere comprar barato y vender caro, cada uno de los productos en los que se especializa;

— El docente sabe qué conocimientos previos tienen sus alumnos;

— Antes del casamiento, ellos saben vida y obra del futuro cónyuge.

Es posible suponer que existe una proporcionalidad entre la cantidad de información que intercambiamos y las posibilidades de conseguir, conservar y optimizar nuestros ingresos económicos.

Esa cantidad de información intercambiada está integrada

— por lo que averiguamos de los demás (estudiando, preguntando, participando en partidos políticos, religiones, gremios, redes sociales); y

— por lo que informamos, dejamos saber de nosotros utilizando los medios mencionados anteriormente.

En suma: casi la totalidad de los humanos nos ganamos la vida si estamos inscriptos en una red de intercambios de información personal en la cual son principales los datos sobre las necesidades, deseos y preferencias.

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domingo, 15 de mayo de 2011

Los empleos intangibles

La gratuidad no existe y siempre es un engaño en la que sólo pueden creer ingenuamente los niños o los adultos inmaduros.

Ya todos conocemos bien cómo funciona un mercado capitalista a nivel de los vínculos mercantiles:

— Alguien trabaja para otro que le paga un salario;

— Alguien entrega un objeto que produjo y quien lo compra se lo paga con dinero (si se lo pagara con otro objeto no sería compra sino trueque).

La relación es interpersonal y habitualmente cara a cara: el trabajador conoce a quien le paga y recibe su esfuerzo así como el vendedor conoce a su cliente.

Hasta aquí hice una descripción sencilla de las posibles relaciones mercantiles.

Ahora quiero comentarles otra relación que también es mercantil pero donde los participantes se interrelacionan e influyen indirectamente.

Por ejemplo:

— Un padre le paga a un psicólogo para que mejore la salud mental de su hijo. En este caso quien trabaja para conseguir el dinero de los honorarios desea y necesita que su hijo esté mejor, tenga menos angustia, pueda concentrarse en el estudio, controle sus esfínteres, etc.

Podemos pensar que los padres del niño tienen por lo menos dos motivaciones: desean lo mejor para sus hijos y necesitan que deje de molestarlos.

No descartaríamos que la influencia de ambas motivaciones los anime a influir sobre el desempeño del psicólogo para que enfatice su tratamiento en algún aspecto más que en otros.

— Algo similar ocurre con los servicios gratuitos que reciben los usuarios que no pueden o no quieren pagar por ellos.

Podemos pensar que los contribuyentes o el propio estado administrador, desean lo mejor para los ciudadanos o necesitan que estos sean manipulados para facilitar el ejercicio del poder gubernamental.

En suma: Ni el niño ni los ciudadanos están recibiendo algo realmente gratuito. Trabajan para empleadores anónimos.

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sábado, 14 de mayo de 2011

Los ricos monopolizan el presente

Los ricos son capitalistas que logran apoderarse del presente rentable estimulando a los izquierdistas que aceptan abandonarlo.

En un intento de ubicarme como observador externo, creo que el capitalismo estimula la existencia de los partidos de izquierda, no solamente con dinero que financia sus campañas políticas.

La prédica de los ideólogos de esta postura filosófica es genéricamente anticapitalista y esta paradoja es lo que posibilita la dificultad para percibir la asociación implícita que mantienen capitalistas e izquierdistas.

Todos somos seres humanos, con nuestras fortalezas y debilidades, con nuestros sentimientos positivos y negativos, con nuestras actitudes bondadosas y destructivas.

Sin embargo en la izquierda parecen concentrarse personas que tienen un gran anhelo de justicia social, la cual se concentra en un equitativo reparto de las riquezas del planeta y de lo que producimos entre todos, esto es bienes y servicios.

Este gran anhelo se sustenta en el desarrollo del idealismo, el perfeccionismo y la utopía. Están muy arraigadas consignas que alientan la unión entre los adherentes: «querer es poder», «la unión hace la fuerza», «el pueblo unido jamás será vencido».

La predilección por los ideales inevitablemente los mantiene concentrados en los aspectos menos concretos, pragmáticos y tangibles de nuestra existencia.

Esta inclinación idealista se pone en práctica concentrándose en reivindicaciones que tienen su origen en el pasado y en luchar por la realización de sueños que sólo podrán ocurrir en el futuro.

Supongo que el capitalismo, al que le atribuyo la búsqueda de maximizar resultados económicos, aumentar la producción y las ganancias, acumular riquezas ilimitadamente, sólo puede acercarse a esas aspiraciones trabajando, luchando, concentrando su energía en el día a día, en lo tangible, en el presente.

Es una buena inversión capitalista monopolizar el presente alentando a que una gran corriente ideológica (la izquierda) fije sus expectativas lejos de hoy.

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viernes, 13 de mayo de 2011

Venderse sin ser comprado

Todos tenemos características (talento, habilidad, destreza, belleza, arte) que otros pueden apreciar y desear tanto como para comprarlos en una negociación digna.

«La suerte de la fea la bonita la desea» dice un refrán muy conocido entre los hispanos.

De hecho se está afirmando que la fealdad es una cualidad envidiable.

La existencia del proverbio está justificada porque afirma un hecho paradojal, al que no se accede por la vía del sentido común.

Poseer las características estéticas que están a la moda, puede convertir la existencia en un infierno porque el asedio de muchas personas con diferentes criterios culturales de lo que es discreción, convierte a la «hermosa y agraciada» en una verdadera desgraciada, porque la mujer que no posee la belleza que está de moda, seguramente tiene una vida más tranquila, con menos conflictos, se siente más respetada por todos.

Cuando un prejuicio funciona como verdad ocurren este tipo de cosas.

En este caso, el prejuicio es que ser bello es mejor que ser poco atractivo. El prejuicio es también que en términos de consideración y popularidad, es mejor que nos sobren admiradores a que nos falten. Otro prejuicio ascendió al grado de refrán y se formula de varias maneras: «lo que abunda, no daña», «más vale que sobre y no que falte», «no por mucho pan es mal año.»

¿Cómo elegir la forma de ganarnos la vida?

— Describir con paciencia, profundidad, extensión, cuáles son nuestros talentos más apreciados por quienes nos conocen (familiares, maestros, amigos);

— Considerar esa lista de aptitudes, como nuestros recursos naturales comercializables;

— Finalmente, buscar con paciencia, profundidad y extensión, dónde compran mejor esas características que la naturaleza nos asignó.

En suma: Todos tenemos algo bello que otros valoran sin asediarnos, acosarnos, depredarnos, sino que pueden respetar, considerar y valorar tanto como para pagar por ello.

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Sobre las tiranías disfrazadas de democracia

¿Usted puede ratificar con hechos, datos y evidencias objetivas que vive en un país democrático e igualitario?

Si el tiempo que destinamos a la supervivencia es muy extenso y agotador, entonces quedamos fuera de la democracia y el igualitarismo.

Por democracia entiendo el sistema de convivencia en el cual las grandes decisiones (¡¡no las pequeñas sin importancia!!) son tomadas entre todos mediante algún tipo de consulta popular.

Por igualitarismo entiendo el sistema de convivencia en el cual todos los integrantes del colectivo tienen las mismas posibilidades de realización personal.

De nada valen servicios que no puedan pagarse porque son muy costosos o que no puedan utilizarse porque son de pésima calidad.

En este caso, todo ciudadano cuya aplicación en tiempo y energía para ganar el sustento lo deja extenuado, no puede informarse o reunirse con otros para debatir e intercambiar ideas.

Para que un ciudadano tengan tiempo y energía para involucrarse, estudiar, participar en política, tiene que estar en un colectivo que distribuya bien los recursos, porque una mala administración tanto puede ser por negligencia o una estrategia para que sean muy pocos los que pueden participar y desarrollarse.

Entonces, la democracia y el igualitarismo no existen para quienes no puedan contar con el tiempo y la energía suficientes.

En los hechos, los ciudadanos que no tienen ni tiempo ni energía de participar en política o de estudiar, no viven en una democracia sino que viven en un país totalitario y discriminador, donde en definitiva las decisiones las toman unos pocos que a su vez tuvieron realmente posibilidades de desarrollarse.

Por eso no es exagerado sugerir que la democracia y el igualitarismo son condiciones que sólo existen si los ciudadanos pueden acceder realmente a ellas.

De lo contrario, la democracia y el igualitarismo son deshonestos disfraces de regímenes autoritarios.

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miércoles, 11 de mayo de 2011

El drama de luchar a muerte

Para vivir la naturaleza nos reclama una lucha a muerte, sin embargo en nuestra escala de valores, la tranquilidad, la paz y la serenidad son objetivos privilegiados.

Aunque suene trágico, la vida es el resultado de una lucha a muerte.

Desde el punto de vista biológico, nuestro cuerpo combate constantemente a millones de microorganismos que desean colonizarnos y depredarnos.

Por razones mecánicas, estamos continuamente venciendo la ley de la gravedad que nos atrae hacia el suelo y también soportamos sobre nuestros hombros una columna de aire que tiene varios kilómetros de altura (presión atmosférica).

Nos socializamos por la disparidad de intereses que hay entre nosotros.

La socialización tanto es de alianza como de combate. Nos juntamos para luchar contra quienes se oponen a nuestra conveniencia (partidos políticos, sindicatos, logias) y también con el oponente entablamos un vínculo caracterizado por la oposición.

En este sentido, amar y odiar, cooperar y envidiar, son sentimientos que nos vinculan.

Hasta es posible afirmar que la indiferencia (el no-sentimiento) es aquello que no participa de nuestra lucha a muerte por seguir viviendo (aliados y oponentes).

No termina acá el campo de las luchas. En nuestro interior también pensamos y tomamos decisiones luego de un proceso conflictivo en el cual factores favorables y desfavorables, deseados y rechazados, nos mantienen en lucha durante el proceso de evaluación de los pros y los contras que tenemos que considerar.

Este artículo describe algo que hacemos constantemente: vivir.

El objeto de este artículo es evitar la pérdida de energía que nos ocurre por no tener presente que esas vicisitudes que nos angustian son normales, esperables, imprescindibles.

Ya hemos logrado tomar con naturalidad las molestias que provocan tener hambre o la necesidad de orinar. Llegará el momento en que también les quitaremos dramatismo a estas luchas a muerte.

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martes, 10 de mayo de 2011

Las pérdidas de energía por orgullo

Somos pobres porque nuestro esfuerzo rinde poco pues no aceptamos que somos esclavos (de las necesidades y los deseos).

Dos de las definiciones de la palabra «esclavitud» que nos informa el Diccionario de la Real Academia , dicen:

2. f. Sujeción rigurosa y fuerte a las pasiones y afectos del alma.
3. f. Sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo u obligación.

La palabra «sujeción» nos permite visualizar una atadura, ligazón, vínculo y cuando se agregan las palabras «rigurosa» y «excesiva», tenemos que pensar en la imposibilidad material de apartarnos de esa conexión.

Detrás de ambas definiciones están presentes algo tan incontrolable como las necesidades y los deseos.

Tenemos acá nada menos que los motivos casi exclusivos de por qué no somos libres, de por qué el libre albedrío es una ilusión popular y de por qué nos cuesta tanto asumir que estamos firmemente determinados, obligados, prisioneros de coacciones que no responden a nuestro control.

Es cierto que somos «esclavos» de nuestras necesidades: comer, descansar, abrigarnos, beber, reproducirnos.

También es cierto que somos «esclavos» de nuestros deseos: satisfacer la curiosidad estudiando, viajando, experimentando; sentir los placeres que nos brinda el erotismo no reproductivo; gratificarnos con las expresiones artísticas.

Lo que evoca nuestra mente estimulada por la palabra «esclavitud» es lo económico, eso que comenzó hace milenios para abusar de los prisioneros de guerra y que luego continuó con el tráfico de personas.

Siempre la evaluamos negativamente y de esa manera decimos rechazarla con mucho énfasis, determinación, convicción, ... sólo para negar que realmente somos esclavos de nuestras necesidades, deseos y de quienes compran nuestra producción o fuerza de trabajo.

Este torpe autoengaño nos roba energía, nos desmoraliza, nos quita eficacia. Aceptar humildemente que somos esclavos, aumentaría el rendimiento de nuestro esfuerzo.

Nota: La imagen corresponde al óleo de Jean-Léon Gérôme titulado El mercado de esclavos y es del año 1884.

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lunes, 9 de mayo de 2011

Los cubanos saben un poco más de Cuba

Apoyamos ideológicamente las libertades de circulación y de elección, pero no sabemos si carecer de ellas —como ocurre en el régimen cubano—, es beneficioso o perjudicial.

La duda es un estado de ánimo molesto, del que todos huimos y que los más esforzados estudiosos tratan de eliminar buscando esa verdad incuestionable que «nos saque de la duda».

La incertidumbre se produce cuando tenemos más de una alternativa para elegir entre dos o más posibles hipótesis, teorías, creencias, ideologías, colaboradores, amantes, objetos, etc..

Como ese estado mental es desagradable, parece una buena aunque drástica decisión, terminar con las dudas, las alternativas y —en definitiva— también con la libertad.

Efectivamente: si vivimos en un país como Cuba, donde tienen un único partido político, donde no están presentes varios canales de televisión, diarios, revistas, radios, dentífricos, sistemas de salud, centros educativos, etc., etc., nos sacamos de encima ese molesto sentimiento de tener que optar.

El gran inconveniente de elegir está en su contrapartida: des-elegir.

Efectivamente, elegir un gobernante implica abandonar a todos las demás. Lo mismo ocurre con las religiones, las viviendas, etc.

Por lo tanto llegamos a la conclusión de que la libertad es algo teóricamente muy deseable pero que padece el gran defecto de enfrentarnos a una infinidad de abandonos (de todo lo que, por exclusión, tenemos que des-elegir).

Aunque es lógico criticar a Cuba por la cantidad de oportunidades que les quita a los cubanos, no podemos dejar de reconocer que estos tienen la ventaja de que todo lo que poseen y no poseen es por culpa, responsabilidad o mérito del gobierno central.

El descenso de la culpa y la responsabilidad son beneficios imposibles de imaginar desde afuera de la isla. Sólo los habitantes saben si la revolución los benefició o los perjudicó. Los visitantes sólo creen saber.

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domingo, 8 de mayo de 2011

El cine nos educa para ser pobres y valientes

Los ricos nos educan para que seamos desaprensivos con el dinero y así facilitarse la tarea de obtenerlo en cantidades … que no necesitan.

Es popular la frase que dice «el capital es cobarde», queriendo significar que los ricos son temerosos, asustadizos, miedosos.

Esto puede ser un pensamiento correcto pero como todo lo humano, es imposible que sea perfecto.

Por algún motivo que desconozco, es digno de elogio ser valiente, audaz, temerario.

Esta idea se vincula a otra según la cual «querer es poder».

Nos enorgullecemos de hacer locuras, aventurarnos, descuidarnos.

El cine —que no solamente para mí fue más educativo que la escuela y demás centros de estudio—, se encarga de endulzarnos con esta subversión de la escala de valores.

Nos parece elegante, divertido y admirable que alguien logre vencer las imposiciones de nuestro instinto de conservación.

Para disfrutar de esta tontería, la ficción echa leña al fuego construyendo algún personaje que en casi todo se nos parece pero que hace proezas:

— en medio de una balacera es el único que no sale herido,
— cuando se enfrenta a la autoridad, termina imponiéndose,
— uno solo domina a cientos de oponentes,
— camina al borde de precipicios, no tiene vértigo, ni miedo.

La conclusión, lo que tomamos como enseñanza, es que el instinto de conservación nos vuelve cobardes.

Por contraposición, «el capital es cobarde» según la visión de esta «pobreza estúpida».

Quizá lo que sí podría decirse es que «el capital es despiadado», impiadoso, desconsiderado.

No sería extraño que esas películas educativas, financiadas por personas con grandes capitales, tengan el propósito de estimularnos para que perdamos el dinero que ellos procuran acumular.

Si vamos al caso, tampoco los ricos parecen muy inteligentes porque gastan tantas energías como los pobres pero para tener algo que no necesitan (exceso de dinero).

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sábado, 7 de mayo de 2011

Querer es poder, si me dejan

«Querer es poder» sería cierto si la cultura no se encargara de frenar nuestro deseo hasta dejarnos casi impotentes (sin poder).

En varias ocasiones he dicho que la sentencia popular y voluntarista «querer es poder» es incorrecta.

Es justo decir que la coherencia ideológica, intelectual y emocional es una utopía. Nadie es coherente todo el tiempo.

También es justo recordar que una característica constante del ser humano es que nos equivocamos.

Por lo tanto, no solamente el proverbio es parcialmente incorrecto sino que yo soy parcialmente coherente.

Este artículo hará mención a un aspecto positivo del suficientemente criticado refrán.

Podemos evaluar la fortaleza lógica de la sentencia apelando a su versión negativa.

Si decimos que «no querer es no poder» el voluntarismo tiene un aspecto más creíble. Por ejemplo: si no quiero ser ingeniero, es altamente probable que se cumpla mi voluntad.

También es posible evaluar esa fortaleza lógica del enunciado yendo a su significado más estricto.

Si cuando decimos «querer ...» estamos diciendo lo mismo que «desear es poder», esto también es cierto en tanto el deseo nos dota de una enorme energía que puede multiplicar varias veces nuestra capacidad de producción, de conquista, de superación, de riesgo, de coraje, de resistencia a la fatiga, en suma el deseo nos multiplica el «poder» como dice el refrán.

De todos modos es preciso que aterricemos estas reflexiones.

El instinto de conservación que nos provee del miedo protector, continuamente nos llama la atención sobre los peligros que pongan en riesgo nuestra integridad física y la vida misma.

Pero fundamentalmente es la cultura la que frena de mil maneras nuestro deseo, porque la educación no es otra cosa que un disciplinamiento para que automáticamente frenemos nuestros impulsos deseantes y este rasgo de la cultura no está contemplado por el refrán.

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viernes, 6 de mayo de 2011

La publicidad construye la fama

Para ser un escritor famoso, no alcanza con ser un buen escritor. La industria de las editoriales patrocina a los escritores capaces de aportarle las máximas ganancias.

Coca-Cola es una empresa que tiene más de un siglo de existencia, es mundialmente conocida y aceptada, pero nunca deja de hacer publicidad como si estuviera tratando de imponerse (1).

Su política de ventas tiene esa particularidad e indudablemente es un ejemplo imitado por otros que tienen menos tiempo de existencia.

A mí me gusta beberla pero debo reconocer que es más sabroso el jugo de naranja y que, a la hora de quitar la sed, nada supera al agua.

Ahora cambio de tema para incorporar otro comentario.

Imaginemos que en nuestro idioma existen diez buenos escritores de novelas. Quienes leen sus historias reconocen que los diez son igualmente entretenidos, divertidos y hasta educativos.

Para que sus obras lleguen a los lectores es necesaria la intervención de alguna empresa editorial que seguramente las publicará para ganar dinero.

Como las ganancias son el principal objetivo de quienes elijan al candidato, harán una evaluación de su potencial rentabilidad y de su obra (en este orden).

Por lo tanto el escritor a quien se le publicarán los libros debe tener por lo menos las siguientes características:

— Ser mediático, hablar bien en público, estar disponible para que los medios de prensa lo entrevisten, lo llamen a cualquier hora y sepa atenderlos sin perder la simpatía;

— Es conveniente que sea fotogénico, que tenga o admita un nombre atractivo;

— Que esté dispuesto a escribir sobre los temas que la editorial le aconseja;

— Que admita algún cambio en el estilo de escritura si se lo pidieran.

Sin un fuerte respaldo publicitario —al estilo de Coca-Cola—, nadie reconocerá el talento de los otros nueve escritores.

La publicidad construye nuestras preferencias.

(1) La humildad de Coca-Cola

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jueves, 5 de mayo de 2011

Todo amor es interesado

Amamos en proporción a la utilidad que nos brindan las personas, animales u objetos. Sólo amamos interesadamente.

Los humanos esquivamos la valorización económica de todo aquello que tenga que ver con nuestros sentimientos, especialmente cuando afecta nuestra autoestima.

Dicho de otro modo: nuestra educación hace que nos sentimos amados cuando quienes nos aman no esperan nada de nosotros y nos sentimos utilizados (¿despreciados?) cuando quienes nos aman esperan algo de nosotros.

Nuestro cerebro está diseñado para interpretar, decodificar, entender, que un amor utilitario nos desvaloriza.

Conviene saber que esta es una forma de leer las señales afectuosas que recibimos del exterior. Con otra cultura podríamos entender que es un halago muy gratificante saber que nos prefieren porque somos buenos proveedores de satisfacciones de necesidades y deseos ajenos.

No tener en cuenta este otro punto de vista (que el amor utilitario es honroso) puede llevarnos a perder muchas oportunidades de obtener, mejorar y conservar nuestros ingresos.

Un primer punto importante es reconocer que formamos parte de la naturaleza. Esto implica aceptar que nuestro valor en términos universales no es superior a ningún otro integrante del mismo universo.

Por ejemplo, un agricultor siente más amor por sus manzanos que por quien le corta el pelo, o más aprecio por sus gallinas que por sus cuñadas, o siente más respeto por el santo de su devoción que por su hijo drogadicto.

La cultura nos impone el criterio de que está mal querer más a un animal u objeto que a otro ser humano. Sin embargo no hace falta un gran esfuerzo de introspección para saber que esto no es así.

En suma: queremos a personas, animales u objetos, en proporción al grado de satisfacción que nos proveen, aunque la cultura nos obliga a exhibir una preferencia desinteresada sólo por nuestros semejantes.

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miércoles, 4 de mayo de 2011

Los bancos existen mientras son confiables

Los bancos sobreviven mientras sean confiables. Si sus técnicos opinan sobre la salud de nuestra economía personal o empresarial, seguramente no se equivocan.

El principal objeto de venta y proveedor de ganancias de una institución financiera es su confiabilidad.

Cuando digo «el principal» estoy queriendo decir que más de la mitad de lo que un banco ofrece a sus clientes es seguridad, honestidad, certezas.

Los errores numéricos, que son naturales y hasta cierto punto aceptables en cualquier otra persona, son graves cuando se cometen en un banco.

Tan es así que más de una vez aconteció que un cliente se presenta ante un banco a devolver dinero que le entregaron de más, y este (seguramente en un exceso de celo), puede preferir aceptar la pérdida, no recibir el dinero que el cliente honesto intenta devolverle, con tal de no manchar su prestigio de banco seguro y confiable (a lo cual, esos banqueros querrían agregar infalible).

Cuando del producto «préstamos» se trata, un banco intenta:

1º) Ser confiable para quienes tienen dinero para ahorrar;

2º) Esos ahorros recibidos le permiten hacer préstamos. Si no tuviera clientes ahorristas, no podría tener clientes que piden prestado y pagan intereses;

3º) Quienes piden un préstamo deben confiar en que los criterios de evaluación son correctos y que nunca les negarán un préstamo si técnicamente son dignos de crédito;

4º) Quienes piden un préstamo deben confiar en que el contrato de préstamo no cambiará antes de su cancelación, modificando costos, plazos, moneda a devolver u otras condiciones;

5º) Quienes piden un préstamo deben confiar en que los técnicos del banco, cuando hacen una evaluación negativa de su capacidad de pago, es suficiente diagnóstico como para suponer que la empresa está en problemas que tienen que ser solucionados en beneficio del propio solicitante.

Artículos vinculados:

Luchemos contra mi

Mamá bank

El árbol se atravesó en mi camino

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martes, 3 de mayo de 2011

Al Qaeda y su minuto de tregua

Estados Unidos es un pueblo rico porque se siente amenazado de muerte.

Este artículo fue redactado y publicado en mayo de 2011.

La noticia más importante del día primero de mayo fue que Osama Bin Laden fue muerto por un equipo de soldados norteamericano.

Era el jefe de una red de personas (Al Qaeda) que defiende al mundo árabe de las agresiones que recibe de occidente, especialmente de Estados Unidos.

Combaten la implantación de Israel en los territorios palestinos e ideológicamente repudian al socialismo, comunismo y democracia.

En un plano más abstracto, condenan de nuestra cultura occidental, la fornicación, la homosexualidad, la drogadicción, la ludopatía y la usura.

Al Qaeda tiene postulados idealistas pero utiliza métodos de combate absolutamente drásticos como son las prácticas habitualmente llamadas terrorismo (destrucción masiva y escasamente discriminada, algunos integrantes se matan convirtiéndose en bombas humanas, derribaron las Torres Gemelas de Nueva York).

El presidente actual de Estados Unidos (Barak Obama) anunció por cadena de televisión el feliz suceso, agregando que con esta muerte el mundo podrá vivir mejor que antes.

Concluidos los festejos de la buena nueva, el pueblo comenzó a temer algún tipo de represalia ... porque quizá haya muerto el líder pero no las ideas de defender a los países árabes de los ataques que recibe de occidente y menos aún habrá desaparecido la oposición de criterios morales entre el islam y los occidentales.

El pueblo norteamericano es como cualquier otro pero posee más recursos materiales que la mayoría de nosotros y simultáneamente vive atemorizado, esperando posibles ataques de otros pueblos.

Sus casas suelen tener un subsuelo para refugiarse en caso de que ese temido ataque se concrete.

Es probable que su capacidad productiva dependa de estar esperando la muerte de un momento a otro.

El miedo es tan estimulante como indeseable.

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lunes, 2 de mayo de 2011

La pobreza como símbolo

Le pobreza puede evocar como un símbolo, un tótem, un monumento, una situación vivida que tuvo que reprimirse en el inconsciente porque recordarla sería intolerable.

Es posible pensar que la pobreza es un síntoma, como podría ser una alergia, accidentarse frecuentemente, tener insomnio.

Es posible pensar que la pobreza (por ser un síntoma y siguiendo el razonamiento que planteé en [1]) es el significante de un significado reprimido.

En ese mismo artículo había puesto como ejemplo de esta hipótesis que alguien sufre de asma (síntoma significante) mientras vive en una ciudad, porque el aire contaminado por los automóviles y las fábricas representan inconscientemente para él el humo del tabaco que consumía su padre que lo abandonó cuando aún era pequeño.

Como este paciente necesita reprimir su odio hacia el padre, sufre de asma para recordarlo en cada ataque como algo que lo frustra, le quita las aspiraciones, le provoca espasmos respiratorios por todo lo que llora su ausencia, sin embargo por ser su padre, alguien de quien lleva su dotación genética y su apellido, odiarlo explícitamente equivaldría a odiarse a sí mismo.

En suma, el asma es un símbolo significante de este significado reprimido (sentimiento ambivalente hacia el padre).

Si ahora hacemos la comparación con la pobreza como síntoma significante de un significado reprimido, razonamos diciendo que la pobreza equivale al asma y que existe algún significado oculto que, una vez analizado y descubierto, equivaldría a ese sentimiento de odio reprimido.

¿Cuáles podrían ser los significados ocultos simbolizados por el síntoma «pobreza»?

Por ejemplo, la madre lo dejaba con hambre durante la lactancia, y como la ama, aunque sea un mal recuerdo, ama la pobreza (significante) que tiene como significado a su amada madre, aunque le hizo pasar hambre.

Este caso es explicativo, pero las historias posibles son infinitas.

[1] Los síntomas que funcionan como símbolos

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domingo, 1 de mayo de 2011

Feliz Día de los Perjudicados

Todo rol que no cuente con su «día de ……» puede estar tranquilo de que su situación social es privilegiada y potencialmente abusadora de aquellos roles que sí son homenajeados.

Hoy es 1º de mayo y en muchos países hispanoparlantes se conmemora el Día de los Trabajadores.

Varias veces he hablado de la metonimia (1) y de sus efectos devastadores en la comprensión de la realidad.

Con metonimia quiero referirme a esa locura por la que generalizamos disparatadamente.

Por ejemplo, gran parte del dolor que siente quien pierde un examen está causado por este defecto, ya que su mente lo llevará a pensar que no es capaz de estudiar, de salvar un examen, de alcanzar algún objetivo.

El ejemplo contrario también existe: si alguien tiene un acierto, es probable —aunque en menor grado y frecuencia— que se considere un genio.

La pobreza seguramente es un fenómeno multicausal sin embargo tendemos a suponer que está causada por la avaricia de los ricos o por la incapacidad y corrupción de los gobernantes o por la indolencia de los mismos pobres.

En suma: la metonimia nos lleva a suponer que los pobres son víctimas de uno o varios culpables, que a su vez sobornan a quienes deberían hacer justicia, y todo termina en una truculenta confabulación contra los pobres pobres (adjetivo + sustantivo).

Si existe un día para conmemorar, exaltar, honrar a los trabajadores, estamos siendo guiados por una actitud metonímica que en los hechos —y como no podía ser de otra manera— perjudica el razonamiento y a los mismos trabajadores.

En los hechos, festejar «el día de ……», nos está imponiendo el abandono, abuso o desprecio de ese homenajeado durante los 364 días restantes.

Por eso no existen «el día del hombre», «el día del millonario», «el día del gobernante», etc.

Referentes de metonimia:

(1) Las opiniones universales son imaginarias

Wikipedia

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