
Aunque todos entendemos bien qué significan estos adjetivos, convengamos en lo siguiente:
El jefe despótico tiene una mala relación con los subordinados, se cree superior a ellos, todo el tiempo hace alarde de su poder, imparte órdenes a diestra y siniestra, es caprichoso, desconsiderado, injusto.
El jefe democrático es el que tiene una buena relación con los subordinados, considera que tener poder no lo hace ni mejor ni peor que sus subalternos, imparte las órdenes que sean necesarias con criterio de justicia y equilibrio.
Con esta breve descripción de los «jefes», paso al tema central de este blog: Si estamos de acuerdo en que el dinero confiere poder (para comprar bienes y servicios), cuando tenemos dinero también tenemos poder y nos enfrentamos a tener algún tipo de conducta. En lugar de ser déspotas o democráticos, podemos ser catalogados como derrochones o prudentes.
Los derrochones no cuidan el dinero, se sienten poderosos y hacen alarde con él, lo gastan a diestra y siniestra, lo aplican de forma irracional.
Los prudentes tienen una buena relación con el dinero, consideran que tenerlo no los hace ni mejores ni peores que aquellos que no lo tienen, lo utilizan con lógica y responsabilidad.
Aunque esté de más decirlo ... los derrochones están condenados a la pobreza así como los jefes despóticos están condenados a perder su poder rápidamente.
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Me gustó mucho tu blog, la claridad de las expresiones que utilizas para comunicar tus ideas.
ResponderEliminarSaludos jejeje ;-D
Así que eso no comer el huevo para no tirar la cáscara tiene un fundamento científico?
ResponderEliminarEn el Río de la Plata por lo menos se suele decir: "Si querés conocer a Carlitos, dale un carguito".
ResponderEliminarEs cierto que el dinero es una forma de poder y también es cierto que el poder y la corrupción son indisociables, entonces concluyo hoy: el dinero y la corrupción son indisociables, van siempre juntos. ¡Qué lástima no?
ResponderEliminarMaradona es un ejemplo de persona que el éxito lo enfermó pero por suerte parece que ahora está mejor. Adoramos al Diego.
ResponderEliminarA mi también me gustó de estos artículos que conocí hoy que son fáciles de leer pero con ideas novedosas. Tengo 44 años y me leo todo sobre cómo resolver los problemas cotidianos como ser el dinero y acá vi claridad en varios artículos que miré por arriba.
ResponderEliminarLa alegría desbordante que dan el poder dar órdenes y el poder hacer compras, nos pone tontos a unos cuantos. Reconozco que tengo esa debilidad.
ResponderEliminarConozco déspotas amarretes. Esto contradice su hipótesis.
ResponderEliminarEnvidio con toda mi alma a las personas que están en paz y en equilibrio. Son estados de ánimo que sólo lo siento algunas veces gracias a la marihuana, pero no quiero usarla siempre, quisiera ser así naturalmente y no por la droga.
ResponderEliminarTengo una extraña sensación de placer cada vez que me quedo sin dinero y estoy a muchos días de poder cobrar mi subsidio.
ResponderEliminarUna vez saqué un cierto dinero en la lotería y lo primero que hice fue ir al club y contárselo a mis amigos. Estos reaccionaron con una gran alegría y me indujeron a gastarlo todo ya en bebidas y música. En menos de 5 horas no tuve más nada y mi mujer se fue y no quiso saber más nada de mí.
ResponderEliminarEstoy cerca de la jubilación y nunca quise aceptar cargos de mando porque me conozco.
ResponderEliminarMe da para pensar esta comparación entre capacidad de mando y capacidad de adminsitrar el dinero.
ResponderEliminarGracias y saludos.
REcibí su mail y me alegro de no haberlo tirado como pensé hacer en un principio. Esta bueno esto.
ResponderEliminarA veces los jefes despóticos no pierden su poder tan rápidamente como uno desearía.
ResponderEliminarUtilizo el dinero con lógica y responsabilidad cuando lo gasto en mí, pero si lo gasto en otros, me doy carta libre. Reflexionando, gracias a este texto de su blog, me doy cuenta que gastar por demás cuando es para otros es tanto o más irresponsable que hacerlo para mí, lo que sucede es que en esos casos aplaco la culpa. En realidad lo que yo tengo es una enfermedad consumista.
ResponderEliminarTener dinero sí me hace mejor persona porque es una muestra tangible de que me aman, de que están dispuestos a retribuírme porque lo que yo hago es valioso.
ResponderEliminarEl argumento de Hernán me parece muy traído de los pelos. A mil formas de ser reconocido, valorado y querido, sin que el dinero pinte.
ResponderEliminarYo soy como la "China Zorrilla" una mano abierta. Igual que ella pienso que esa es una actitud a corregir, pero si me dan a elegir, prefiero ser así a ser una amarreta.
ResponderEliminarMi jefa no es despótica ni democrática, pertenece a alguna de las otras categoría que ud. no menciona. Tiene defectos, pero se hace querer.
ResponderEliminarEn realidad el jefe despótico tiene un grave complejo de inferioridad que viene arrastrando de toda su vida. Cuando accede al poder encuentra la manera de negar ese sentimiento de sentirse una basura y hace sentir que son una basura a los demás.
ResponderEliminarMi jefe sólo imparte órdenes a diestra...los zurdos no le van.
ResponderEliminarTengo la suerte de que mi jefa es democrática, aunque en ella se da la combinación democrática-caprichosa. Cuando se pone muy densa, le seguimos la corriente y después vuelve a la normalidad. Para mí que lo que le pasa es que de a ratos se vuelve a la niñez.
ResponderEliminarDesde que tengo dinero me catalogan de asesino. Pero asesino prudente.
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