
— Fulano de Tal.
— ¿Y cuánto se llama?
— Cada consulta la cobra cincuenta dólares.
Esta forma graciosa e irónica de modificar el lenguaje sin perder su poder de significación, nos permite suponer que en nuestro pensamiento podemos aceptar que el valor del trabajo de alguien, es una forma de identidad equivalente a su nombre y apellido.
El hecho se parece en algo a la fama. Cuando el nombre de una marca (o persona) es prestigioso en un mercado, genera confianza entre los consumidores y esta confianza equivale a un sobreprecio. Es un sentimiento que vale dinero.
Un caso muy notorio es el esfuerzo que hacen los fabricantes de automóviles para que los clientes asocien su marca a un conjunto de características de valoración: Ferrari, Rolls Royce, Mercedes Benz.
Si bien existe un esfuerzo publicitario explícito para formar esta idea entre los consumidores, son estos los que bautizan a un proveedor para que pueda llamarse cincuenta dólares.
Dicho de otra forma: No alcanza con que alguien diga «Yo me llamo cincuenta dólares» para que los demás lo llamen por ese nombre (compren su trabajo por ese precio).
Para lograr que nuestra denominación (valoración) esperada se concrete, suelen hacer falta muchos años. Por esto digo que en algunos casos, el esfuerzo de toda una trayectoria empieza a dar sus primeros frutos cuando aparecen algunas canas.
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Uno de mis últimos profesores antes de recibirnos decía que alguien se convierte en Técnico en Alimentación cuando la gente deja de llamarnos por nuestro nombre y nos alude diciendo "El Dietista".
ResponderEliminarEn Buenos Aires tenemos apellidos de psicoanalistas que son más caros que otros. Tan es así, que muchos hijos siguen esta carrera y hasta algunas procuran casarse para poder usarlo!!
ResponderEliminarAhora hace muchos años que dejé de escuchar esta forma de hablar. No sabía que siguiera vigente.
ResponderEliminarAcabo de enterarme de esta forma de hablar, pero me parece buena para empezar a usarla. Me gusta todo lo nuevo.
ResponderEliminarYo me llamo TERNURA.
ResponderEliminarCuánto más parecido a Richard Gere sería yo con una Ferrari...
ResponderEliminarSin confirmar, rumor y nada mas: se comenta que cada dólar invertido en publicidad, devuelve siete. Entonces si alguien gasta un millón en una campaña para poner una marca en la cabeza nuestra, entre todos le devolveremos siete millones en compras con precios inflados por el costo de la misma publicidad.
ResponderEliminarEs patético. La vida es injusta. Los mejores carros están conducidos por viejos destrozados.
ResponderEliminarAlguien metió la moda de mostrar la ropa interior si te agachas para que se vea la grifa. Están en todo!
ResponderEliminarMe gustaría que todos, todos me llamen DULCE, o MIEL, o DELICIA.
ResponderEliminarMe gustaría que me bautizaran como ... y es esto lo que ahora me podré a pensar porque nunca se me había ocurrido este juego. Muy divertido!
ResponderEliminarAlgunos gerenciadores de marcas han encontrado que lo que más beneficia es un buen servicio post-venta. Seguir unido al comprador a través de un compromiso creíble, de larga duración, demostrable, da mucho dinero. La mejor fama que alguien puede tener es NO LAVARSE LAS MANOS!!!!
ResponderEliminarPara darme esperanzas me digo a mí misma que con unas cuantas canas podés retomar el trabajo de esculpir una trayectoria (somos muchos los que nos quedamos dormidos a mitad de camino)
ResponderEliminarLa confianza es un sentimiento que vale dinero y a veces se vuelve impagable.
ResponderEliminarLe digo a Carmen que más vale tarde que nunca y que no está muerto quien pelea y que Dios la ayude.
ResponderEliminarPor esto que ud dice es que cada dos por tres aparece en las telenovelas alguien que ensucia el apellido de la familia y se arma un lío bárbaro.
ResponderEliminarAgrego a lo que dice Luciana que la construcción de un nombre tiene una dimensión individual, salvo cuando se nace con suerte en la familia indicada y se tiene la ventaja de contar con la trayectoria transgeneracional.
ResponderEliminarDesde este punto de vista que ud plantea, sí se le puede asignar un precio concreto a alguien, pero hablar del valor de una persona en términos monetarios, sin acotar a qué se está refiriendo, genera confusiones que sólo producen rechazo.
ResponderEliminarMe sigue chocando que tomemos como algo natural que los publicitarios apelen a su creatividad para manejarnos.
ResponderEliminarLas mejores frutas se degustan con algunas canas. En la juventud se come tragando.
ResponderEliminarEl trabajo, la ocupación, es un fuerte indicador de identidad; también el lugar de procedencia y otros indicadores que no me voy a tomar el trabajo de analizar en este lugar.
ResponderEliminarOtra cosa que cambia el valor hora de un trabajador es la zona en dónde vende su trabajo. En los barrios donde la gente tiene mayor poder adquisitivo, por lo general todo es más caro.
ResponderEliminarSi yo dijese que valgo 50 dólares quedo desocupada.
ResponderEliminar¿Qué es mejor, apellidarse en dólares o en euros? ¿Quizás en yenes?
ResponderEliminarPrefiero no generar confianza, odio el sobrepeso.
ResponderEliminarMAITE:
ResponderEliminarYO HACE 15 AÑOS QUE TENGO UNA CARRERA, PERO NO CUENTO CON LA PORTACION DE APELLIDO Y LES PUEDO ASEGURAR QUE CUESTA EL TRIPLEEEEE..