
Los animales humanos agregamos otra particularidad y es que, como tenemos un instinto tan subdesarrollado y —para peor— nos jactamos de esta pobreza instintiva, también nos descontrolamos a impulsos del deseo, esto es, de esas ganas locas que tenemos de hacer ciertas cosas, convenga o no convenga, sea legal o ilegal, cueste lo que cueste.
Para poder cuidarnos de esta debilidad de la especie, hemos inventado leyes, reglamentos, códigos, castigos, amenazas, cárceles, y todo tipo de método punitivo y disuasivo que pudo ocurrírsenos, para —en definitiva—, defendernos de nosotros mismos.
Escribo este artículo porque tengo la sensación de que aún no se ha comentado suficientemente, qué gran ayuda (en este sentido) recibimos de la informática.
Cuenta la mitología, la leyenda y la literatura, que Ulises, el gran guerrero y navegante griego, se hacía atar al mástil de su barco y taponear los oídos con cera, para poder evitar las acciones perjudiciales que cometería influenciado por el canto de las sirenas que habitaban (en la ficción), los mares que él surcaba.
Este y otros miles de dramas ocurridos por nuestra trágica incontinencia, se resuelven gracias a los sistemas informáticos corporativos, con los cuales es el software (la programación) la que determina con rigor inapelable, qué se puede hacer y qué no.
Los trabajadores, jerarcas, empresarios y demás ejecutantes de los procedimientos (trámites, controles, resoluciones), sólo deben ingresar datos y cumplir rigurosamente lo que exige el sistema informático del cual es usuario.
Los antojadizos humanos ya no tienen que hacerse atar a un mástil para no dejarse llevar por un canto de sirenas: simplemente no tendrán libertad ni facultades discrecionales.
(1) El contagio inevitable
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Para defenderme de mí misma tengo que estar muy atenta, y ni aún así.
ResponderEliminarAcá podés atarte a todos los mástiles que quieras y ni las sirenas te van a dar bola.
ResponderEliminarY ud. qué quiere? Un software que sirva para todo?
ResponderEliminarVea el lado positivo, el sistema informático evita que intervengan subjetividades injustas.
ResponderEliminarCuando te llega el viejazo no hay sistema informático corporativo que te frene la incontinencia.
ResponderEliminarEn mi caso, influenciado por el canto de sirenas de las alarmas, saldría al balcón a tirar bombas.
ResponderEliminarMi mar de lágrimas es surcado por sirenas que mueven su cola con la frialdad plateada de un pez.
ResponderEliminarMe gustaría delegar ciertas tareas maternales, a un robot de fallo inapelable.
ResponderEliminarAldo no entendió nada. Le cuesta controlarse para pensar antes de opinar.
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