
Podemos agruparnos en dos grandes categorías:
1º) Los que disfrutan siendo proveedores, protectores, serviciales; y
2º) Los que disfrutan siendo demandantes, protegidos y asistidos.
La gran población occidental está influida por el consumismo.
Se trata de una cultura que se trasmite de padres a hijos, en la que subyace un elogio a quienes se las ingenian para comprar bienes y servicios que les permitan vivir con las necesidades y deseos satisfechos, sin esforzarse.
El éxito de esta propaganda de reculturización y adoctrinamiento, aumenta la cantidad de integrantes de la segunda categoría (demandantes, protegidos y asistidos).
Esta propaganda, provoca por lo menos tres fenómenos:
1º) Una minoría (los proveedores, protectores y serviciales), no adhiere al consumismo y se aprovecha de él, lucrando con la intensa demanda de la mayoría;
2º) Los devotos del consumismo (los demandantes, protegidos y asistidos), se empobrecen y son explotados por los no consumistas.
3º) Como las parejas también son sociedades de apoyo mutuo, las combinaciones posibles son:
a) un proveedor con otro proveedor, donde las responsabilidades se reparten equitativamente;
b) un proveedor con un demandante, siempre que el primero acepte de buen grado asumir más responsabilidad que su cónyuge;
c) un demandante con otro demandante, donde ambos imaginan que el otro debería ser el proveedor y lo/la riñen por no serlo. Esta asociación seguramente no tendrá muy buena calidad de vida dada la baja productividad que podrán lograr y seguramente el vínculo tienda a romperse por mutuas recriminaciones.
En suma: Los del pequeño grupo de proveedores, protectores y serviciales, tienen posibilidades de enriquecer y disfrutar de un vínculo amoroso satisfactorio y los del gran grupo de demandantes, protegidos y asistidos, tienen posibilidades de empobrecer y sus vínculos amorosos quizá sean conflictivos e inestables.
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Pertenezco a la minoría que no adhiere al consumismo pero no lucro con los demandantes; ellos intentan, de todas las formas posibles, sacar provecho de mi espíritu proveedor.
ResponderEliminarA los demandantes no hay dios que los aguante! Pero como dicen que el que no llora no mama, encima se creen que demandan con derecho.
ResponderEliminarYo no soy consumista, pero entro a los shoppings, a los súpermercados, y me transformo. La única forma es ir con mi madre que me tiene cortita.
ResponderEliminarEl resto del tiempo bien, me olvido de la billetera, a lo más me acuerdo cuando miro revistas en la peluquería.
Qué odiosos son los hermanos mayores cuando agarran la onda protectora y servicial con las hermanas.
ResponderEliminarAhora entiendo por que mi familia es disfuncional: mis padres son los dos demandantes y nosotros los hijos tenemos que vivir poniendo los puntos sobre las ies. Y así no hay familia que aguante.
ResponderEliminarLos niños nacen siendo demandantes y a veces continúan progresando en ese sentido.
ResponderEliminarLa gente que tiene más guita, muchas veces consume menos, pero eso sí, siempre de buena calidad.
ResponderEliminarLos Devotos no se empobrecen. Los no consumistas no les afectan. Cada vez abren más sucursales.
ResponderEliminarDonde es un verdadero infierno cuando se juntan dos demandantes es en la cama.
ResponderEliminarA mí me malinterpretan. Creen que me gustan los hombres mayores porque me proveen. No es así.
ResponderEliminarLo que quiero decir es que si un hombre me lleva unos cuantos años más, me siento más segura. Me provee de seguridad.
La pucha! Mejor no aclaro porque oscurece.
La cultura hereditaria es a veces dificil de identificar,ya identificada puede ser dificil de cambiar.Necesitamos un motivo poderoso para salir o no caer en el consumismo
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