martes, 11 de septiembre de 2012

Cadena de oraciones de los acreedores




 
Con «pensamiento mágico», alguien puede sobreendeudarse para que los acreedores queden obligados a rezar por la buena fortuna del endeudado.

Los seres humanos tenemos un cerebro que piensa de forma ilógica pero vivimos en una cultura que pretende actuar según la lógica.

Los niños naturalmente son irracionales y los rasgos de irracionalidad que continúan en nosotros hasta la vejez, son también rasgos infantiles, núcleos inmaduros, no desarrollados, primitivos.

Es normal encontrar en los niños y en los adultos poco desarrollados intelectualmente, lo que se denomina «pensamiento mágico».

Este se caracteriza porque la relación entre las causas y los efectos está determinada por la conveniencia del sujeto.

Por ejemplo, es normal que el pensamiento mágico segregue ideas tales como control mental, actividad de fuerzas sobrenaturales, supersticiones, ritos de eficacia solo admisibles por ese funcionamiento mental.

Alguien puede estar convencido de que solo podrá aprobar los exámenes si se viste con una determinada camisa.

La invalorable ventaja que tiene el pensamiento mágico es que permite organizar la lógica de los acontecimientos de forma totalmente personal, atendiendo la conveniencia y la satisfacción.

La certeza en que el pensamiento es una energía poderosa, capaz de alterar objetivamente la realidad externa a quien lo posee, va acompañada de ideas sobre cómo utilizar esa energía para beneficiar, perjudicar, defender, gestionar, resolver, sanar, enfermar, hacer justicia.

Rezar (orar) es una acción gobernada por el pensamiento mágico.

Con una cadena de oraciones, los creyentes imaginan provocar cambios de la realidad de validez objetiva, especialmente en temas de salud, amor y dinero.

Quienes poseen estas creencias pueden, por ejemplo, no privarse de ningún deseo contrayendo deudas para que los acreedores no tengan más remedio que «rezar» por la buena fortuna del endeudado.

Sobreendeudándose, el creyente resuelve su baja tolerancia a las frustraciones y se asegura una cadena de oraciones.

(Este es el Artículo Nº 1.667)

13 comentarios:

Jacinto dijo...

Fui al videocomentario y me quedó muy clara su propuesta. Antes, cuando sólo teníamos la posibilidad de leer el artículo, se me hacía más difícil entender.
Esta bueno aprovechar las posibilidades que nos da la tecnología.

Roque dijo...

Será que me estoy poniendo viejo (o mas bien ya estoy viejo), que cada vez creo más en la fe. Y ud me da pie, apoyando mi creencia cuando afirma que no somos seres racionales, que la racionalidad abarca una pequeña parte de lo que hacemos, de nuestras motivaciones. Así como ud piensa apoyándose en el psicoanálisis, que no es una ciencia sino una técnica, yo me permito cada vez más apoyarme en la fe. Pienso que hay una parte de nuestro funcionamiento mental totalmente desconocida. Por eso no descarto el poder de la fe.

Natalia dijo...

¨El malestar en la cultura¨, libro de Freud, plantea justamente eso: tenemos un cerebro que piensa de forma ilógica pero vivimos en una cultura que pretende actuar según la lógica. De ahí el malestar.

Lautaro dijo...

Lo que dice Natalia es aplicable a las relaciones humanas. En fin, a las relaciones de los animales en general. Si tuviésemos en cuenta nuestro funcionamiento ilógico, no nos devanaríamos tanto la cabeza cuando no logramos entender al otro. Por eso propongo: dejemos de buscarle la lógica a todo. Conectémonos con nuestros sentimientos y con nuestros instintos.

Margarita dijo...

Lo que tiene de agradable el pensamiento mágico (cuando no te volvés fanática de creencias y supersticiones), es que te permite jugar. Es divertido. Yo tengo un ritual: me he mudado muchas veces de casa, muchas más de las que hubiese querido. Entonces tengo un ritual divertido que lo saqué de un libro de magia. Antes de mudarme limpio bien la casa y dejo algún objeto de mi pertenencia al que yo quiera particularmente (un adornito, un dibujo, una lapicera). Esto es para desearle buena suerte a quien se mude a mi casa. Cuando llego a mi nuevo hogar, lo primero que coloco en la cocina (el lugar de la vida porque allí uno prepara sus alimentos) es una planta, como símbolo de vida y crecimiento. Lo hago sin esperar buena suerte. Simplemente es para ponerle buena actitud al cambio.

Olga dijo...

Me parece bien lo que hace Margarita. Si tenemos una actitud positiva, amorosa, todo se hace más fácil.

Marcos dijo...

Conozco bien de cerca eso de sobreendeudarse. La verdad nunca se me pasó por la cabeza pensarlo como ud lo expone. Lo que dice tiene lógica y a su vez no la tiene. Tiene lógica porque su planteo tiene coherencia interna. No la tiene porque con sentido común uno no pensaría jamás que quien se endeuda busca protección, apoyo, buena vida. Lo que es indudable es que la baja tolerancia a la frustración o a la postergación de las satisfacciones, es un signo de inmadurez que parece perjudicarnos (usando la lógica), aunque de última, de pronto endeudarse es la respuesta más inteligente para quien no tiene posibilidades de manejar adecuadamente la frustración.

Evangelina dijo...

Orar me produce una sensación intransferible. Es como una mezcla de paz, alegría, sensación de resguardo... Difícil de explicar con palabras. Es una vivencia muy personal, pero que sé comparto con otras personas.

Mª Eugenia dijo...

Si es una vivencia personal, ¿cómo sabes que la compartes con otras personas? Sé de gente que reza presa de la desesperación, cuando ya no encuentra salidas, como último manotazo de ahogado.

Enrique dijo...

Las compañías de seguros rezan por todos sus clientes. Si contratamos un seguro, no sólo tendremos la tranquilidad de estar respaldados, sino que además sabremos que habrá mucha gente interesada en que nos vaya muy bien.

Facundo Negri dijo...

A mí la energía del pensamiento no me ha dado resultado. Ya no pruebo más.

Jerónimo dijo...

Si hay algo que sirve para bajar la angustia de la incerteza, bienvenido sea! El peligro está en los fanatismos, mientras depositemos la fe en cosas que no nos dañen ni dañen a otros, está todo bien. El problema es que a veces nos confundimos. Creemos que nuestro bien y el de los demás va por un lado. Y resulta que después los hechos parecen decirnos que va por otro.

Silvana dijo...

Uno puede enfermarse para que todos sientan que deben hacer algo por ti. Y como tú nunca experimentaste que los demás hicieran algo por vos, vas a seguir enfermo todo el tiempo que necesites.