lunes, 31 de agosto de 2009

La solidaridad y la pobreza

En un artículo reciente publicado con el título Monumento al antidepresivo comparto con ustedes la hipótesis según la cual el deseo que inspira en algunos varones la depresión femenina, podría constituir un factor que provoque la resistencia a la cura de este penoso trastorno anímico.

Esta suposición ha provocado el enojo de personas que saben por experiencia propia la tremenda mortificación que produce la depresión y suponen que es una ligereza de mi parte suponer que alguien puede tener algún motivo para no querer curarla cuanto antes.

Mi declarada enemistad por el «sentido común» no es caprichosa. Los motivos ocultos por los que alguien toma determinadas decisiones visiblemente perjudiciales, caen fuera de la sabiduría popular y de la lógica racional.

Habría un motivo para generar o mantener la pobreza, tan descabellado como la resistencia a la cura de las depresivas que por esta dolencia se saben (inconscientemente) seductoras ante ciertos hombres.

Por el mismo motivo amoroso de las depresivas, la pobreza genera entre muchas personas el maravilloso sentimiento de solidaridad.

Ya he repetido muchas veces que la doctrina cristiana promociona la pobreza por diferentes motivos pero el amor que circula entre personas que están solidarizadas produce un deleite muy difícil de abandonar.

El principal motivo por el que no se lo quiere abandonar es porque el sentido común no lo tiene asociado con la pobreza material. En general, quienes disfrutan de vínculos solidarios, suponen con optimismo que los participantes del fenómeno son personas naturalmente buenas, bondadosas, que aman incondicionalmente.

En ciertas circunstancias, los seres humanos somos solidarios y en otras no. Depende en gran parte de las circunstancias. La escasez de recursos materiales es un factor predisponente a la solidaridad, ésta incluye un sentimiento muy agradable y propongo que inconscientemente muchas personas no quieren abandonar la pobreza porque intuyen que si lo hicieran perderían las deliciosas sensaciones de la solidaridad.

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domingo, 30 de agosto de 2009

Sacrificio: ¿clave del éxito?

Todos hemos oído alguna vez la receta que dice «Sin sacrificio no hay...» (nada, victoria, amor, triunfos, conquistas, éxito).

Cualquiera de nosotros, si se pone a razonar lo que significa este consejo entiende bien: Las cosas importantes que mejoran nuestra calidad de vida requieren un esfuerzo: levantarnos temprano, hacer tareas no siempre agradables, tolerar el cansancio, postergar nuestros deseos, privarnos de algunos gastos, soportar las órdenes de clientes o jefes fastidiosos.

Sin embargo —y esta es la idea central que quiero compartir con usted—, no siempre razonamos detenidamente esta sabia receta que nos enseñan los maestros, padres o ancianos.

En muchos casos —y a nivel inconsciente—, funcionamos de la siguiente manera: habiendo entendido que «sin sacrificio no hay ...» (calidad de vida, por ejemplo), lo que hacemos es sacrificarnos de cualquier forma, provocarnos dolor, procurarnos cualquier frustración, en la creencia de que la receta sólo pide que pasemos mal, que tengamos cualquier tipo de sufrimiento, que tengamos algún tipo de dolor.

Es decir que a nivel inconsciente no siempre se vinculan con lógica el sacrificio y los logros. Pueden quedar perfectamente separados y sin embargo creernos que estamos actuando inteligentemente.

Las personas que actúan de este modo se dice que hacen «una selección adversa», es decir, que eligen lo peor, lo menos conveniente, lo que saben que les molestará (repito: es un mecanismo inconsciente) porque suponen que lo importante es sufrir sin importar cómo y para qué.

Naturalmente que este comportamiento produce un doloroso fracaso, con lo cual la persona se siente conforme porque sigue creyendo que cualquier sacrificio es útil.

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sábado, 29 de agosto de 2009

Algunos se creen genéticamente exitosos

No sólo los hijos de las trabajadoras sexuales tienen que aceptar su mezquindad, egoísmo o individualismo.

El resultado de una educación realista inevitablemente lleva a la conclusión de que la solidaridad debe ser practicada con muchas precauciones.

Conseguir ingresos satisfactorios que mantengan siempre una calidad de vida digna cuesta mucho y divulgar los pequeños secretos generadores de éxito es una actitud tonta (por usar un adjetivo poco ofensivo).

Nuestra necesidad de amor puede ser tan enfermiza que podemos llegar a entregar todo lo que tenemos para pagar una mirada, una caricia o un beso.

A veces ni siquiera recibimos estos preciados tesoros, sino que pagamos por adelantado por lo que no dejan de ser promesas, anuncios, declaraciones seductoras.

Podemos regalar torpemente nuestros pequeños secretos para mantener los ingresos (formas de trabajo, habilidades simples pero que otros no conocen, datos, pequeños trucos, fórmulas elementales pero que nos costaron muchos años, errores y esfuerzos llegar a conocer), porque nos olvidamos de cuánto nos costaron descubrirlas o porque nos parecen tan simples que no entendemos que deben ser guardadas bajo siete llaves.

Otro error muy frecuente ocurre cuando padecemos un ataque de omnipotencia, arrogancia o estupidez súbita que se manifiesta por la convicción de que si regalamos los secretos de nuestro arte de ganarnos la vida, ya se nos ocurrirán nuevas ideas porque nos suponemos demasiado inteligentes.

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viernes, 28 de agosto de 2009

Armani, Rolex, Lamborghini, Coca-Cola

Ayer comentaba con ustedes en el artículo titulado La clave está en ser necesario y escaso que a mediados del siglo 19 hubo pánico en las economías occidentales porque estaban apareciendo cantidades de oro que provocarían un rápido descenso de su valor y por consiguiente del dinero que ese oro respaldaba.

Pero a pesar de lo que algunos opinan, las ciencias económicas no son exactas aunque se vistan con el prestigioso rótulo de «ciencias». Muy por el contrario, se basan en muchas teorías, estadísticas, tendencias, es decir: suposiciones, conjeturas, hipótesis.

Los economistas ensayan políticas que pueden salir bien, regular o mal. Es difícil que conozcan el resultado por anticipado.

A principios del siglo 20 Freud afirmó que si el oro hubiera sido tan abundante como el carbón, el valor no habría decaído porque su importancia está radicada en el inconsciente del ser humano. Para que tenga una idea, el oro simboliza al sol que a su vez está asociado a la vida, al alimento, al calor, al padre, al rey.

No podemos saber si Freud tenía razón en esto porque el oro terminó siendo mucho más escaso que el carbón, pero sí hay algo que podemos rescatar de estas ideas para nuestro propio beneficio.

El razonamiento y la lógica influyen pero no demasiado en la conducta humana.

Si asumimos que sólo podemos ganarnos el sustento interactuando con nuestros semejantes, podemos recordar aquello de que «no sólo hay que ser sino parecer».

Conclusión: Si es probable que el oro vale por lo que significa (y no por lo escaso o abundante que sea), es probable que los demás nos valoren por lo que aparentamos y no siempre por lo que somos.

Esta conclusión refuerza la idea de que es muy necesario «hacer creer» que somos buenos, necesarios y exclusivos.

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jueves, 27 de agosto de 2009

La clave está en ser necesario y escaso

La abundancia no siempre es buena.

Es buena la abundancia de aire respirable, de agua potable, de los alimentos, pero cuando abunda la cantidad de trabajadores que hacen lo mismo que nosotros, estamos en problemas.

Finalmente no sucedió lo que se temía, pero el mundo occidental estuvo muy preocupado por la abundancia de oro.

El respaldo de los billetes de banco con este metal precioso se implementó en el siglo 19 y la confiabilidad que inspiró en los agentes económicos permitió una gran prosperidad.

Seguramente usted vio alguna de las películas de vaqueros norteamericanos aventurados en lo que se llamó «la fiebre del oro».

En 1849 cundió el pánico porque los excavadores lograron extraer de las minas del Estado de California tanto oro como el que se había obtenido en todo el mundo en los diez años anteriores.

Para peor, unos años después se encontraron en Australia trozos hasta de 500 kilos a pocos metros bajo tierra.

El susto lo tuvieron porque la abundancia de oro haría que éste perdiera valor y por consiguiente el dinero por él respaldado también lo perdería. Si el dinero que se mueve en la economía pierde valor, nadie lo acepta, se detienen las transacciones, se frena la producción porque ya no hay ventas y todos se empobrecen rápidamente.

Conclusión: La abundancia de oro felizmente no pasó de ser un susto pero usted y yo debemos cuidarnos de que la destreza con la que nos ganamos el sustento sea exclusivamente nuestra (dentro de lo posible). Si somos exclusivos en lo que hacemos, tendremos buenos ingresos.

Además de tener habilidades poco frecuentes (ser los mejores en algo) es necesario publicitarlas porque de lo contrario los demás no se beneficiarán con nuestro trabajo ni nosotros con el dinero que nos pagarán.

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miércoles, 26 de agosto de 2009

Los niños adultos

Estamos de acuerdo en que la fortaleza es una condición necesaria para conservar la salud, la calidad de vida y la vida.

Una condición imprescindible de nuestra fortaleza es la aptitud para adaptarnos a los cambios. Quienes menos pueden adaptarse a las condiciones de vida que les tocan en suerte, más expuestos están a perecer.

Nuestra filosofía de vida forma parte de esa fortaleza y especialmente de esa adaptabilidad a las circunstancias. Me explicaré mejor.

Si alguien está convencido (tiene la filosofía) de que nunca debe consultar a los médicos porque ellos son muy peligrosos, corre el riesgo de perder la vida por falta de la ayuda que podría recibir de estos profesionales.

Ahora voy al punto. Los niños funcionan en sus familias como si fueran empleados: trabajan gratificando a sus padres, estudiando, haciendo pequeñas tareas, obedeciendo las normas de su hogar y a cambio reciben un salario (alimentación, alojamiento, vestimenta, regalos, dinero).

Si una persona cree que «nació para ser empleado», que «trabajar por cuenta propia es sólo para ‘algunos’», que «no es capaz de afrontar riesgos», será muy difícil que con esta filosofía haga algo diferente a buscar un empleador que le dé trabajo a cambio de un salario.

Además, si esta misma persona es lo suficientemente débil como para no soportar el cambio que significa pasar de «vivir como un empleado» (cuando fue niño) a «vivir como un empresario» (cuando es adulto), seguramente podrá acceder a la mitad de oportunidades de ganarse el sustento que le ofrece el mercado (sólo podrá ser empleado y no intentará trabajar por su propia cuenta).

Nota: Este artículo está vinculado a La resistencia al cambio

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martes, 25 de agosto de 2009

Acusado de inocente

La pobreza patológica se manifiesta tanto cuando no se puede ganar dinero a pesar de contar con oportunidades suficientes como cuando por algún motivo se hace una administración de los recursos que genera pérdidas.

Todos tenemos actos compulsivos que nos llevan a realizar acciones no debidamente meditadas, controladas, oportunas.

Por ejemplo, el lento proceso de pagar las compras en un supermercado puede llevarnos a tomar alguno de esos pequeños objetos que suelen estar cerca de quienes hacen la fila para pagar (golosinas, adornos, baterías).

La dimensión de estos actos poco meditados suele influir muy poco en la economía de la mayoría de las personas, pero la situación empeora cuando los gastos compulsivos comprometen partes significativas de nuestros recursos.

Uno de ellos puede estar vinculado a los juegos de azar. Una ludopatía es la imposibilidad de controlar la compulsión a realizar apuestas demasiado grandes en comparación con el patrimonio.

El descontrol que padecen estas personas las avergüenza y tratan por todos los medios de ocultarlo.

No creo que corresponda juzgar la conducta de alguien que no puede controlarla. En varios artículos anteriores (1) he dado argumentos para fundamentar mi creencia en que el libre albedrío es una construcción social necesaria para controlar los descontroles.

Por lo tanto, las asociaciones de personas que necesitan unirse para ayudarse mutuamente pero conservando su anonimato (Alcohólicos, Bulímicos, Ludópatas), han encontrado este recurso para atemperar los efectos perjudiciales de esta construcción social llamada libre albedrío.


(1) ¿Qué libertad?, Soy libre de hacer lo que deba, Lexotán con papas fritas, Cállate que estoy hablando

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lunes, 24 de agosto de 2009

Hablar o ladrar

Para ganarnos el sustento, para conseguir los bienes materiales que nos permitan vivir satisfactoriamente, tenemos que interactuar con otras personas.

El ser humano solitario que se autoabastece es una ficción muy bien lograda por el escritor inglés Daniel Defoe (1660-1731) en su novela titulada Robinson Crusoe.

Esta ficción se convirtió en un clásico de la literatura porque describe el frustrado anhelo que todos tenemos de ser autosuficientes.

Para apegarnos a la realidad y hacer lo único que podemos hacer (vincularnos con otras personas, negociar, vender nuestro trabajo, nuestro arte, nuestro ingenio), necesitamos desarrollar habilidades que nos permitan la interacción con los demás.

Las personas que no lo logran quedan apartadas de nuestra especie, pasan a ocupar roles que se aproximan a los otros animales, los que en el mejor de los casos viven como mascotas y en el peor de los casos como esclavos.

Por lo tanto, para vivir dignamente necesitamos poder interactuar con los demás seres humanos.

Para ello precisamos desarrollar nuestras habilidades sociales, especialmente la capacidad para comunicarnos.

Esto requiere conocer el lenguaje (léxico, gramática, sintaxis, ortografía), expresarnos con claridad (en forma oral y escrita) y ser usuarios de los medios disponibles para esa comunicación (papel, teléfono, computador).

Repito: toda carencia en nuestra habilidad para comunicarnos, nos aleja de la gente y nos aproxima al estatus de los demás animales.

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domingo, 23 de agosto de 2009

El huracán Walt Disney

En la misma línea de sostener que el libre albedrío es una construcción social necesaria para penalizar la mano ejecutora de algún delito (1), hoy cambio ligeramente el ángulo del punto de vista.

Trataré de aportar algún fundamento de por qué el señor Walt Disney es un suceso natural que podría ser incluido dentro de la categoría «fenómenos climáticos adversos».

La influencia ideológica de este creador norteamericano fue y sigue siendo más efectivo que los marines, misiles y toda la tecnología bélica que Estados Unidos pone al servicio de lo que ellos llaman «guerra preventiva».

¿Cómo lo hace? Mediante el uso de un relato seductor en el que todo se explica aceptablemente aplicando «el sistema de vida americano» («the american way of life»).

De hecho, el pueblo norteamericano está en nuestra imaginación como El Padre. Ellos son los que mandan, a ellos le debemos obediencia y lo cuidamos con todos los mimos, ofrendas y devoción que un soberano se merece.

Como sucede en toda gran familia, algunos hijos (los pobladores de los países subdesarrollados de todo el mundo) protestamos contra él, queremos derrocarlo (para ocupar su lugar ¡por supuesto!), lo odiamos desde lo más profundo de nuestras entrañas.

Otros hijos lo admiramos, sentimos devoción por su grandeza, queremos imitarlo, lo respetamos, lo defendemos de nuestros hermanos que se le oponen.

En definitiva, este suceso natural Walt Disney, logra que los hijos del gran imperio nos debilitemos peleándonos entre nosotros para que su poder y dominio sea cada vez mayor.

¿Cuál es el arma súper poderosa que usa este genio de la colonización? LOS DIBUJOS ANIMADOS. ¡¡Increíble!!


(1) ¿Qué libertad?, Soy libre de hacer lo que deba, Lexotán con papas fritas, Cállate que estoy hablando

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sábado, 22 de agosto de 2009

Masturbador y homosexual pero pobre

Hay confesiones que no deberían hacerse, no porque contengan elementos malignos sino porque los que reciben la confesión (personas de bien, amigos, familiares, seres queridos) se molestan enterándose de eso.

Probablemente si alguien dice que tiene o tuvo fantasías homosexuales, causará alguna molestia.

Si alguien dice que en momentos de ocio, angustia o ansiedad gusta masturbarse, ya sea manualmente o utilizando juguetes eróticos (imagen), quizá el clima de la conversación cambie y el aire parezca más denso.

Más o menos lo mismo sucede si alguien dice que es ambicioso, que desearía enriquecer, que ama el dinero, que lucha por tener una mayor disponibilidad económica.

Si bien nuestras fantasías homosexuales o las prácticas masturbatorias podrían molestar porque subyacentemente estaríamos mostrando un bajo control de nuestros instintos, en el caso de la ambición económica estamos sugiriendo algo peor y es una casi confirmada falta de escrúpulos morales.

En los países (en los pueblo, debí decir) subdesarrollados son más dignos de amor aquellos que permanecen en la mediocridad porque no excitan la envidia que tenemos bajo la piel brotando por los poros, que los exitosos que con su poder económico pueden hacer grandes cosas por la nación: crear fuentes de empleo, crear fundaciones benéficas, trabajar efectivamente por la ecología.

El cine, la televisión, las publicaciones impresas, están animándose cada vez más a reconocer que las fantasías homosexuales no son patológicas y que la masturbación es universal, pero no se animan todavía a patrocinar prácticas tan perversas como la ambición de progresar económicamente.

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viernes, 21 de agosto de 2009

Las buenas in-tenciones

La sabiduría popular dice «De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno».

Sin dejar de reconocer que la sabiduría popular no es la mejor maestra para aprender sobre la vida (sobre todo porque está llena de prejuicio, dogmas, supersticiones y muy distorsionada por quienes poseen el control de los medios de comunicación), esta vez admito una coincidencia con lo que entiendo de este refrán.

Veamos la palabra "intensión". Literalmente significa «la tensión que se produce adentro de alguien», ya que el prefijo «in» significa ‘adentro de’.

En el artículo titulado No puedo ayudarte pero cuenta conmigo describo la actitud de ciertas personas que sólo ofrecen la buena voluntad pero aclarando que no tienen nada objetivamente útil para entregar.

Ahora me refiero a las «buenas intensiones» incorporando un matiz que se refiere al funcionamiento mental de estas personas.

La tensión interior refleja que dos fuerzas opuestas luchan entre sí dentro del «voluntarioso inoperante».

Estas personas terminan no haciendo nada:

— porque temen que se abusen de la bondad que suponen tener,

— porque (imaginan que) su colaboración es tan inmensamente valiosa que si la entregaran no habría forma de retribuirla, o

— porque aquel enunciado de buena voluntad no era más que una frase hueca para quedar bien.

El inconveniente social con estas personas es que a simple vista son valoradas como un integrante más de un grupo productivo a pesar de que en los hechos no podrán hacer ningún aporte.

Imagine que su equipo de fútbol se presenta a una competencia con los 11 jugadores reglamentarios sin saber que uno de ellos es un «voluntario inoperante». De hecho su equipo sólo cuenta con diez jugadores para enfrentarse a otro de once.

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jueves, 20 de agosto de 2009

La cotización de ciertos muertos

Difícilmente encontremos personas que no padezcan alguna resistencia a lo que nos recuerde la tan temida muerte.

Me inclinaría a pensar que los muertos no inspiran tanto respeto sino más bien miedo.

Los más simplificadores dicen con desenfado que el cementerio es el lugar más seguro porque ninguno resucitará para atacarnos, pero sabemos que en el fondo ese jactancioso no entraría a una necrópolis de noche.

Entonces podríamos estar de acuerdo con que los muertos nos dan miedo. A los fantasmas les tememos hasta quienes no creemos en ellos.

Pues bien, luego de esta breve introducción voy al punto que quiero compartir con ustedes.

Antiguamente, las monedas tenían la imagen del gobernante que las emitía para que circularan en su reino.

Luego siguió un período en el que la imagen fue sustituida por algún símbolo que representara al mandatario (una corona, un ave). En el Renacimiento volvieron al retrato personal y actualmente figuran personas honorables ya fallecidas.

Como el dinero es un objeto diferente a cualquier otro porque le confiere a quien lo posee un poder especial, es posible pensar —desde la teoría psicoanalítica— que a muchas personas el dinero les provoca miedo, respeto y quizá también espanto debido a esa imagen de una persona muerta.

Esta reacción ante el dinero podría ser otra causa por la que algunas personas padecen pobreza patológica.

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miércoles, 19 de agosto de 2009

Consuelo con secuelas

El niño se cae en una de esas aventuras clásicas de quien empieza a reconocer la parte del planeta que le corresponde y la mamá o la abuela corren a levantarlo y acariciarlo tratando de consolarlo.

Los sollozos comienzan a ceder con el abrazo, los besos curativos en la parte dolorida y las palabras llenas de ternura lo ayudan a perdonar la impiadosa dureza del piso que le golpeó la frente.

«¡Pobrecito mi niño!» es una fórmula clásica, tranquilizadora y efectiva en el universo hispanoparlante.

Sabemos muy poco de todo esto porque aún no se enseña en la escuela ni en el nivel secundario ni en el terciario (excepto que alguien se dedique a la psicología y dentro de la psicología se especialice en psicoanálisis lacaniano).

Seguramente existen motivos para que estas ideas sean tan poco conocidas, pero usted las está leyendo y quizá colabore para difundirlas.

Cuando un ser humano relaciona tempranamente la palabra «pobre» o «pobrecito» con ternura, amor y alivio, es muy probable que termine refugiándose en el rol de «pobre».

En suma: tengo motivos suficientes para proponer la hipótesis de que una de las miles de causas de la pobreza patológica es la costumbre de consolar a un semejante exclamando la palabra «pobre» o «pobrecito» con ternura, amor y comprensión.

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martes, 18 de agosto de 2009

Más me quieren más me pagan

Juan se presenta ante su empleador y le dice: «Lo que usted me paga no me alcanza para vivir» y el empleador le responde «Yo no soy tu papá y te pago exactamente el mismo valor que me entregas con tu trabajo». Juan queda perplejo porque no esperaba esa respuesta y se retira sin decir palabra.

Pedro se presenta ante su empleador y le dice: «Si no me aumenta el sueldo, ¡renuncio!» y el empleador responde sin levantar la vista de lo que estaba haciendo: «¿A sí? ¿Cuándo?». Pedro queda perplejo porque esperaba que su empleador temblara de miedo ante tan dramática amenaza y se retira sin decir palabra.

Raquel es experta en Administración de Empresas y hace años que recibe un buen salario de la empresa para la que trabaja. Pero se preocupó porque ingresó una aparente competidora que podría quitarle el puesto (hacer que Raquel fuera despedida).

Cuando hablamos de esto, le dije que ella estaba pensando que ese empleador-cliente era el único que la necesitaba sin tener en cuenta que sus conocimientos, experiencia y laboriosidad serían muy valorados por otros clientes-empleadores ... que aún no la conocían.

Raquel comenzó una intensa campaña para hacerse conocer entre quienes podrían beneficiarse con su trabajo y en poco tiempo recibió varias ofertas que superaban las condiciones actuales que temía perder.

Resumo:

1) Juan necesita entender que su trabajo tiene un valor de mercado que depende de cuánto cobran sus colegas y no de cuánto él necesita ganar.

2) Pedro necesita entender que si existen colegas desocupados, su amenaza de renuncia es ineficaz porque puede ser fácilmente sustituido.

3) Felizmente Raquel pudo quedarse donde estaba pero con una mejora en la condiciones de trabajo gracias a que otros le hicieron ofrecimientos que el actual cliente-empleador tuvo que por lo menos igualar.

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lunes, 17 de agosto de 2009

El especialista mediocre

El ser humano perfecto en el Renacimiento era alguien que sabía mucho, tenía muchas destrezas. Por ejemplo, Leonardo da Vinci (1452-1519): arquitecto, escultor, pintor, inventor, músico e ingeniero. O Miguel Ángel (1475-1564) que era escultor, arquitecto y pintor.

El ser humano actual es alguien que tiene que saber hacer algo, no bien sino muy bien.

Para lograrlo tiene que dedicar casi toda su vida a un solo tema y consiguientemente abandonar todos los demás.

Ésta puede ser una razón por la cual tenemos la sensación de que el ser humano moderno es un mediocre: porque prácticamente no sabe nada (excepto una sola cosa, de la que si se pone hablar, fastidia).

La libertad de pensamiento es saludable, quizá algún día se descubra que es imprescindible para la calidad de vida.

Puede ser que la sensación de vacío que padecemos, la escasa alegría que nos caracteriza, el apego a drogas para salir del aburrimiento, pueda ser algo propio de la época actual y de la especialización extrema.

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domingo, 16 de agosto de 2009

Más producción y menos reproducción

Si hubiera un reparto equitativo del esfuerzo por vivir —cuidando a los individuos y a la especie—, las mujeres no tendrían por qué trabajar para contribuir con su dinero al ingreso familiar porque la importancia que tiene en la reproducción de la especie es suficientemente alta y esforzada como para que esté exonerada de las contribuciones económicas.

En todo caso ellas deberían ser buenas administradoras de los recursos materiales que aporta el varón.

Me parece un despropósito la cantidad de tareas que tienen que hacer en su doble función de madres y proveedoras.

Pero la profesía del economista inglés Thomas Robert Malthus (1) sobre el progresivo desequilibrio entre la población mundial y la cantidad de alimentos disponibles (2) podría estar cumpliéndose.

Ya somos 6.700 millones y cuando Malthus escribió su libro eran 978 millones (3).

Sin dejar de reconocer que existen limitaciones físicas (lo que podríamos llamar la «capacidad de carga» del planeta) también podemos pensarlo de otro modo: quizá la inteligencia de la humanidad no se multiplicó por siete como lo hizo la población.

En algunos sectores (tecnología electrónica, por ejemplo) nuestra inteligencia parece haberse multiplicado por mil pero el promedio de nuestras realizaciones como especie es mediocre (ciencias humanísticas: psicología, sociología, economía).

¿Y a qué vienen estos comentarios? No descarto la posibilidad de que nuestra intuición comunitaria sobre una progresiva escasez de alimentos nos esté induciendo a disminuir nuestra actividad reproductiva y una de los procedimientos para lograrlo consiste en complicarle la vida a la mujer, para que le resulte muy difícil tener hijos, para que reprima su instinto reproductivo en todo lo posible.

Los movimientos feministas no son más que una consecuencia de la supuesta superpoblación.


(1) – El tema está asociado con los artículos titulados Planeta chico, infierno grande y Pobres pero abundantes
(2) - Ensayo sobre el principio de la población (1798)
(3) – Datos tomados de Wikipedia

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sábado, 15 de agosto de 2009

Gracias por darme lo que no era suyo

Personas muy aplaudidas como los griegos del siglo cuatro antes de Cristo, pensaban que los seres humanos no deben trabajar porque eso es algo que deben hacer los animales (incluidos los otros seres humanos que por ser esclavos para ellos eran animales).

Una de las palabras griegas usadas para referirse a los esclavos significaba «que tiene pies de hombre», para diferenciarlos de los otros esclavos que eran cuadrúpedos (el ganado).

Veinticuatro siglos a esta parte siguen existiendo situaciones en las que un ser humano es esclavo de otro ser humano. Carlos Marx fue un filósofo que puso especial énfasis en esta conducta propia de nuestra especie.

Es llamativo además que, aunque es algo que sucede un día sí y otro también, sigamos clamando dramáticamente por la evitación de algo tan indigno e indignante.

Estructuralmente, el fenómeno de la esclavitud consiste en que «unos trabajan y otros administran lo que producen los que trabajan», en beneficio propio directo o indirecto.

Me explico mejor: Cuando un grupo de personas (los esclavistas) toma la riqueza que otros producen (los esclavos) y disfruta comprándose bienes, divirtiéndose, cancelando sus deudas, el beneficio propio es directo.

Cuando un grupo de personas (los esclavistas) toma la riqueza que otros producen (los esclavos) y la distribuyen entre otras personas (necesitados, amigos, correligionarios), el beneficio propio es indirecto porque los beneficiados tendrán actitudes de reciprocidad (votándolos, haciéndole favores, protegiéndolos, adulándolos) hacia los esclavista que hacen el reparto (de lo que produjeron los esclavos).

En suma: los gobernantes, las ONGs, las “comisiones honorarias”, usan el dinero que otros producen beneficiándose con el agradecimiento de los favorecidos.

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viernes, 14 de agosto de 2009

El dinero es amor

Existen muchas maneras de definir el amor pero cada uno supone que la suya es la única posible y verdadera.

El primer amor es hacia la madre y los siguientes surgen hacia las personas que de alguna manera se parecen a ella.

Pero nuestra madre no nos quiere por nuestra linda cara: nos quiere porque nos siente como una parte suya y como ella se ama a sí misma, entonces también ama a todos los que se le parecen.

En suma: sentimos amor hacia quienes se parecen a nuestra madre o a nosotros mismos. Como el amor surge hacia quien nos provee, nos ayuda, nos cuida, el sentimiento surge de una necesidad nuestra o sea que es interesado.

Como el dinero nos provee, nos ayuda, nos cuida, es posible imaginarlo como un símbolo, una representación, una materialización del amor.

Además, si podemos hablar de la materialización de un sentimiento, no nos olvidemos de que son muy pocas las personas que no desean recibir regalos del ser amado. Esta idea es la más importante de este artículo.

Si esperamos que el ser amado (proveedor, cuidador, compañero, amigo) además nos haga un regalo es para poder pensar que su amor hacia nosotros es desinteresado, o sea «por nuestra linda cara», porque le inspiramos el deseo de ayudarnos como lo hacía nuestra mamá.

O sea que el regalo nos alegra en tanto nos hace pensar que el otro nos ama porque sí. Quizá porque nuestra sola existencia lo llena de alegría. El regalo recibido de un ser querido es como si nos pagara sólo por haber nacido.

Los Reyes Magos o Papá Noel nos hacen pensar que toda la humanidad o el universo o el cosmos, nos ama.

Claro que seguramente nosotros tendremos que hacerle regalos a ese ser amado porque él también pretende disfrutar de esta ilusión tan divertida.

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jueves, 13 de agosto de 2009

Homosexualidad laboral

En algunos artículos recientemente publicados les comento la importancia que tiene el lenguaje en nuestra psiquis (1).

Argentina y Uruguay casi poseen la misma cultura e idéntica forma de hablar. Conformamos la cultura del Río de la Plata (que como curiosidad le cuento que es el río más ancho del planeta).

En ambas márgenes del Plata se usa la expresión popular «romperse el culo» para significar un trabajo grande, importante, esforzado.

Por otro lado, nuestra cultura no escapa a la homofobia (rechazo enfermizo a la homosexualidad).

Aunque cada vez son más toleradas estas opciones, en el fondo (inconscientemente) la seguimos rechazando, quizá porque la naturaleza nos obliga a conservar la especie y estas relaciones sexuales son estériles.

Otra hipótesis razonable que explique y sea causa de la pobreza patológica puede ser la homofobia que reacciona ante la expresión popular.

En suma: Como para ganarse el sustento es necesario trabajar con ahínco, haciendo un gran esfuerzo, es decir que hace falta «romperse el culo», entonces es posible que en muchas personas esto sea asociado literalmente y que el trabajo esforzado sea evitado por la mencionada homofobia.


(1) – Cállate que estoy hablando y El que calla tiene que otorgar .

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miércoles, 12 de agosto de 2009

La trata de blancos

Los jugadores de fútbol participan de un régimen muy extraño, atípico, raro, sorprendente: Ellos pueden recibir un pago (como cualquier trabajador) de los equipos que integran pero además pueden ser vendidos (como cualquier objeto) a otros clubes.

Veamos algunos números sólo para saber de qué estamos hablando:

— El jugador portugués Cristiano Ronaldo (foto) fue transferido este año (2009) del Manchester United al Real de Madrid por 94 millones de euros.

— El jugador francés Zinédine Zidane fue transferido en el año 2001 del Juventus al Real Madrid por 75 millones de euros.

— El jugador brasileño Kaká, fue transferido este año (2009) del Milán al Real Madrid por 67,5 millones de euros.

Estas son sólo las tres transferencias que registran los valores más altos en la historia.

¿De dónde sale tanto dinero se preguntará usted? Proviene casi por partes iguales de las entradas, los derechos televisivos y la publicidad.

En un artículo de reciente publicación con el título La prostitución decente comparo sin muchos rodeos a las prostitutas con las mujeres decentes.

No sería la primera vez que me equivoco en mis juicios, pero me parece que la venta de jugadores es aceptada porque se trata de enormes cantidades de dinero pero las transacciones cotidianas, pequeñas, familiares, en las que una mujer es complaciente con un hombre porque éste le paga (ya sea en una relación casual o familiar), entonces deben ser condenadas.

Una de las causas de la pobreza patológica es la falta de sinceramiento con nosotros mismos. Hay cosas que no queremos admitir y eso nos convierte en minusválidos.

Un ciego puede ganarse perfectamente el sustento siempre y cuando no se empecine en trabajar como piloto o cirujano.

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martes, 11 de agosto de 2009

Loción infalible contra las molestias

Ya he dicho muchas veces que vivir es y tiene que ser molesto porque así parece funcionar el fenómeno vida.

Nuestro intento por eliminar o disminuir esas molestias nos hace mover, trabajar, luchar y entonces todo funciona. Por eso la felicidad no puede durar muchos porque es un estado que nos aproxima a la muerte.

Los franceses llaman petit mort (pequeña muerte) al desgano posterior al orgasmo (período refractario). Fornicar es maravilloso porque nos aporta unos minutos de felicidad pero no sólo los franceses asocian este instante con la muerte sino que a una mayoría nos gustaría fallecer en ese preciso instante, quizá para salir de la vida por la puerta grande, en la cresta de la ola, en un momento sublime.

Las molestias del existir no solamente nos provocan las imprescindibles acciones vitales sino que nos estimulan infinidad de fantasías. Muchas de ellas nos hacen soñar que somos poderosos porque imaginamos que eso que nos incomoda podríamos evitarlo si tuviéramos más poder, lo cual es falso, por supuesto, pero la fantasía es así: nos hace soñar con lo deseado y no necesariamente con lo posible.

Porque tenemos molestias inevitables y porque soñamos con que son evitables es que gran parte del comercio y de la industria funciona porque nos hacen creer que ellos tienen la solución, que ellos pueden darnos el poder necesario para terminar con la parte incómoda de la existencia.

Si nos quedáramos sin molestias, dejaríamos de movernos y nos moriríamos, así que, felizmente, las promesas de nuestros proveedores son una mentira.

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lunes, 10 de agosto de 2009

El que calla tiene que otorgar

En algunos países se usa la expresión «los sin voz» para describir a quienes no tienen posibilidades de hacer oír sus opiniones, críticas y reclamos.

Hace pocos días publiqué un artículo titulado Cállate que estoy hablando donde comento con ustedes qué necesario es poder hablar y ser escuchados.

El poder que tienen algunas clases sociales (ricos, religiosos, militares, políticos, intelectuales, medios de comunicación) se manifiesta porque sus puntos de vista parecen ser los únicos válidos.

En otro artículo titulado Un negro zurdo y un blanco diestro les decía que el lenguaje incluye ideas prejuiciosas que pueden ser condenatorias.

Se llama Estado de responsabilidad patrimonial al listado de bienes y deudas que tiene una persona. La diferencia entre lo que tiene y lo que debe es su Capital.

Observen esto: La expresión responsabilidad patrimonial nos está indicando que el Capital que ahí se muestre determina cuanta autoridad (como un padre [patrimonial]) tiene alguien según sea su riqueza económica.

Esta condición patrimonial determina en qué medida esa persona será oída y por lo tanto cuánto podrán influir sus opiniones. En definitiva y tratando de ser categórico en esto, los de mayor capital actuarán como padres que determinan qué está bien y qué está mal.

Exagero otro poco: Manejarán el país como si fuera su propia casa.

Además, los parlamentarios también tienen derecho a hablar y cuando redactan las leyes no podrán evitar priorizar sus propios intereses.

Así queda determinada la condición actual: los pobres deberán obedecer a los ricos como los hijos deben obedecer a los padres. O sea que el subdesarrollo de las clases sociales menos favorecidas está determinada por los hechos y por el propio lenguaje que usamos a diario.

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domingo, 9 de agosto de 2009

«Tu deseo es mi rey»

«Un buen negocio sería comprar a Fulano por lo que vale para luego venderlo al precio que él cree que vale.»

Este pensamiento es gracioso aunque ya no hace reír porque es muy conocido.

Algo que creo tener como un dato verdadero es que las personas ganamos dinero solamente en el caso de que sepamos hacer algo que otros necesiten tanto que estén dispuestos a pagar por ello.

Hacer cosas valiosas para los demás (no solamente para nosotros mismos) es algo que siempre fue difícil.

El orgullo y todos sus sinónimos (jactancia, engreimiento, inmodestia, vanidad, pedantería, y la lista sigue) es quizá el obstáculo más grande que tenemos para ganarnos la vida porque nos lleva a suponer que lo que es bueno para nosotros es bueno para los demás.

¿Cómo podríamos superar lo que quizá sea el obstáculo más grande para ganarnos la vida?

Una solución (más fácil de escribir que de ejecutar) consiste en entender que lo que otros digan que son nuestros defectos en realidad significa que es algo que ellos no nos comprarían.

Como ven es sólo un asunto de traducción:

— Si nuestro cliente mira con desdén la antigüedad más hermosa de nuestro local, no está diciendo que tenemos mal gusto, que no sabemos comprar mercadería interesante, está diciendo lisa y llanamente «A mi no me gusta» ó «Yo no gastaría mi dinero comprando esto».

— Si nuestro empleador nos dice que nuestro desempeño es insuficiente, que tenemos una baja productividad para lo que nos paga, no nos está diciendo que somos unos inútiles, que estamos condenados a la marginalidad, está diciendo lisa y llanamente «No estoy conforme con tu trabajo» o «Preferiría tener un empleado que haga las cosas de otra manera».

El orgullo nos impide aceptar que no somos universalmente aceptados. La humildad nos permitiría aceptar que algunos nos aceptan y otros no.

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sábado, 8 de agosto de 2009

Los préstamos por temor al robo

Los estados están gobernados por gente que tienen sus intereses personales como todo el mundo pero dotados de la habilidad para mostrarse como los líderes capaces de llevar al conjunto de votantes a vivir mejor, a ser felices, a satisfacer sus necesidades y hasta les prometen luchar contra quienes sientan odio (ricos, poderosos, ex gobernantes, inmigrantes, etnias, etc.).

La diferencia que hay entre un ilusionista y un político carismático puede ser muy escasa. Yo diría que la diferencia es sólo cuantitativa porque las ilusiones capaces de crear un líder son de mayor tamaño y duración.

Para poder continuar atendiendo sus intereses personales y la popularidad, necesitan dinero.

El presupuesto de un gobierno suele ser proporcional al tamaño de la ilusión que pretenden sostener.

Ese dinero tiene que salir de los bolsillos de los propios ciudadanos: de los que votaron y de los que no votaron a esos gobernantes.

Llega un punto en el que la carga tributaria se convierte en antipática porque los servicios que el estado dice ofrecer a cambio de esos impuestos, naturalmente que no son tan buenos porque la mayor parte de la recaudación se gasta en el salario de todas las personas que de una u otra manera colaboran para la continuidad de esos gobernantes (burócratas, policías, militares, asesores).

Lo que falta se consigue pidiéndole a los bancos préstamos que estos no pueden negar.

Para que los bancos tengan dinero para prestarle al gobierno, tienen que haber personas que depositen sus ahorros en ellos.

Lo que se necesita para que los ciudadanos guarden su dinero en los bancos es que la amenaza de robo sea muy alta, por lo cual, la inseguridad ciudadana es necesaria cuando los gobiernos necesitan más dinero del que pueden cobrar por concepto de impuestos.

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viernes, 7 de agosto de 2009

Colón robó América en 1492

Sostengo que la única función que tenemos los seres vivos que formamos parte del todo universal (planeta, cosmos), es conservar la vida propia y la de la especie. (1)

No es ésta una función para la que tengamos que formarnos especialmente. Nuestro instinto de conservación nos aporta las condiciones necesarias para defendernos de los ataques mortíferos, para buscar alimentos, para copular y reproducirnos.

Por supuesto que no podemos estar fornicando permanentemente porque sería imposible una reproducción constante.

¿Cómo hacemos los humanos para continuar con nuestro deseo reproductivo sin procrearnos excesivamente?

Para contemplar ambas necesidades (la de reproducirnos y la de tener una prole de tamaño adecuado a nuestras posibilidades económicas), lo que hacemos es sublimar. Esto consiste en hacer algo parecido pero que nos reporte una satisfacción similar, por ejemplo, trabajar, construir, crear, inventar, revolucionar, fornicar usando barreras anticonceptivas, jugar, competir.

Alguien se quejaba hace poco de que los invasores españoles robaron la riqueza de nuestra América Latina y que esa es la causa (¡500 años después!) de nuestro subdesarrollo.

Me inclino a pensar que no es esa la causa porque lo importante no es recibir barcos llenos de oro y plata sino disfrutar de la alegría de cumplir con los designios de la naturaleza, estos es reproducirnos o en su defecto, trabajar, ser creativos, producir cambios, pero no acumular riquezas inertes y estériles.


(1) Ver El dinero o la vida

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jueves, 6 de agosto de 2009

La prostitución decente

Una de las diferencias que hay entre una mujer decente y una prostituta es que la mujer decente oculta ciertas intenciones que la segunda exhibe.

La mujer decente oculta tanto sus intenciones que suele no conocerlas ni ella misma.

Ganarse la vida complaciendo a quien lo paga es una intención que está presente en la naturaleza del género femenino.

Las mujeres son más complacientes que los hombres. Los hombres queremos recibir el ofrecimiento de sus cuerpos para fecundarlas. Aunque solemos interpretarlo como un vicio descontrolado, nuestro deseo de fornicar proviene del impulso natural presente en todas las especies de reproducirse, fecundar.

Es muy probable que entre los humanos también exista el período de celo en el cual una hembra estimula olfativamente a los machos de su comarca para que copulen con ella. La diferencia está en que las hembras humanas están en celo todo el año, inclusive cuando han dejado de menstruar.

En nuestra cultura debe ocultarse esta tendencia natural y por eso las mujeres decentes disimulan (o ignoran) su deseo de ser violadas, de recibir el asedio de muchos hombres, de ser «molestadas» por el «excesivo» atractivo de su cuerpo.

Las prostitutas han canalizado este fenómeno natural hacia la comercialización del fenómeno. Su tarea consiste en desconocer el recato que la cultura les impone a todas y cobran dinero contante y sonante por un momento de fantasía en el cual el hombre disfruta con su cuerpo imaginándose que se merece el honor de ser elegido por una mujer para ser el padre de sus hijos.

En suma: las mujeres decentes reprimen su deseo natural de tener muchos hombres interesados en que ella los elija como padre de sus hijos y las prostitutas no se reprimen y por el contrario, se ganan la vida comercializando este apartamiento de la hipocresía decente.

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miércoles, 5 de agosto de 2009

El ahorro y la muerte

Un joven pescador descansaba tirado en la arena de la playa junto a sus útiles de pesca.

Un turista que pasaba por ahí le preguntó porqué no estaba pescando y el joven le dijo que ya había pescado lo suficiente para comer ese día.

El señor le dijo que si continuara pescando podría vender el sobrante, ganar dinero y comprarse una barca para pescar más y ganar más dinero.

Quizá al joven ya le habían planteado algo similar porque le respondió con actitud de empleado público: ¿Para qué quiero el dinero y la barca y más dinero?

El turista le respondió como lo hacen quienes «están seguros» que teniendo dinero podría disfrutar de la vida y descansar cuando fuera anciano como él.

Como para terminar con este diálogo el joven le dijo: Disfrutar de la vida y descansar es lo que estoy haciendo ahora.

¿Podríamos decir que alguno de los dos estaba equivocado? Yo no me animaría. El señor mayor tenía la estrategia de pensar en el futuro y el joven la de pensar en el presente.

Pero me siento en la obligación de tomar partido por alguna de las opciones.

El joven ha decidido sólo pensar en el presente y desconoce que algún día podría ser viejo, sin fuerzas para pescar pero con hambre para saciar.

Claro que también puede suceder que esa vejez nunca llegue porque la condición necesaria y suficiente para morir es estar vivos.

En suma: La filosofía del joven es exitosa cuando alguien tiene la «suerte» de morirse en la etapa laboral y la del señor es acertada para quienes tienen la «suerte» de conservar la vida después de finalizada la etapa laboral.

Creo que ambas posturas son aceptables aunque yo desearía vivir muuuuchos años!

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martes, 4 de agosto de 2009

La ametralladora del progreso

Un genocidio es la «eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad».

Pero me permito agregarle otro motivo que no está tenido en cuenta por el Diccionario de la Real Academia que redactó la definición precedente. Me refiero a la edad.

Para poder exponer ideas importantes en menos de 300 palabras tengo que usar términos fuertes corriendo el riesgo de exagerar, pero lo que pretendo es que usted y yo nos entendamos (después veremos si estamos de acuerdo o no).

El genocidio explícito (como el que intentó realizar el gobierno de Hitler con los judíos) es fácilmente perceptible y genera un rechazo generalizado, pero el genocidio implícito no es perceptible y por lo tanto carece de obstáculos que lo interrumpan.

El genocidio por motivo de edad es aquel que se produce cuando existen cambios tecnológicos que no son aceptados por los trabajadores acostumbrados a un procedimiento que se renueva.

El legítimo afán de lucro de las empresas que cuentan con recursos humanos tiene dificultades para expulsar a los trabajadores que ya no rinden lo necesario o que tienen salarios demasiado altos que le quitan competitividad a lo que producen.

Una de las formas para resolver el problema pacíficamente es cambiar la forma de trabajar para que los empleados que perdieron la capacidad de adaptación (generalmente por la avanzada edad pero a veces también por indolencia, enfermedad no diagnosticada, por razones ideológicas) se vean estimulados fuertemente a renunciar, lo cual equivale a un genocidio de tipo laboral.

Si usted se cuida la salud física haciendo deporte, no olvide ejercitar las funciones intelectuales que le permiten conservar la fuente de ingresos.

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lunes, 3 de agosto de 2009

Lapsus presidencial

Un lapsus es un accidental escape de contenidos inconsciente al nivel consciente: decir una palabra por otra que significa todo lo contrario, olvidarse o extraviar algo importante, podrían denotar que la verdadera intención (la inconsciente) era otra a la manifestada conscientemente.

Algo de esto pudo pasarle al primer presidente afrodescendiente de los norteamericanos Barack Hussein Obama II (nacido en Honolulu el 4 de agosto de 1961 - ¡Feliz cumpleaños!).

Durante la celebración del centenario de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color, alentó a los afrodescendientes norteamericanos a «superar las taras históricas de culpar al racismo de todos sus males».

A menos de una semana después, dijo que la policía de Cambridge había actuado estúpidamente al detener a un profesor (negro) amigo suyo.

Para poder considerar que fue una equivocación propia de un lapsus, tengo en cuenta que después se retractó diciendo (con la altura que ha demostrado hasta ahora): "Pude haber calibrado mis palabras de una manera diferente".

Estas consideraciones sobre la actuación de alguien conocido por todos (Obama) las utilizo para compartir con ustedes una reflexión que está en sintonía con el tema central de este blog.

Efectivamente, los negros de Estados Unidos han sufrido y aprovechado la discriminación de la que fueron objeto durante años.

No merece aclaración el por qué la sufrieron pero sí explico por qué digo que la han «aprovechado».

Todos nosotros, en algún momento (o siempre) rechazamos la responsabilidad que tenemos en nuestras dificultades, en nuestros fracasos, en nuestras ineficiencias.

Tan popular es este mecanismo de defensa que hasta el propio presidente de los ciudadanos norteamericanos de todas las razas, parece haber creído que la detención de su amigo fue por causas raciales y no porque los vecinos denunciaron una conducta inapropiada y además se desacató.

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domingo, 2 de agosto de 2009

Los banqueros superdotados

La ignorancia es muy beneficiosa para gran cantidad de personas, de las cuales sólo citaré dos categorías:

1) Las que no les gusta estudiar porque les da trabajo, es una tarea que las aburre, hasta les provocan malestares corporales (dolor de cabeza, problemas digestivos, circulatorios, dermatológicos);

2) Las que ganan dinero y conservan el poder porque los conocimientos que tienen los vuelven capaces de ciertas tareas que serían imposibles para los ignorantes. Se benefician de una especie de monopolio de hecho.

Los médicos detentaron ese poder y eran poco menos que endiosados por el pueblo ignorante. Ahora, no solamente son tratados de «igual a igual» por quienes se sientes suficientemente informados por Internet, sino que hasta suelen ser demandados por mala praxis.

Los informáticos realizan una tarea que aún continúa envuelta de cierto misterio. Se habla de amenazas terribles, de virus, corta-fuegos, espías, cuando quizá los contenidos de la computadora son recetas de cocina, alguna película pornográfica y los e-mails de los parientes y amigos.

Pero el misterio sigue como hace doscientos años en lo que refiere a la economía, al funcionamiento del dinero, a la lógica del sistema financiero y sobre lo que supuestamente saben los banqueros.

¿Realmente usted cree que sea tan difícil de entender? ¿Sabía usted que el llamado «secreto bancario» sólo significa que nadie tiene por qué saber lo que alguien tiene ahorrado? ¿Podríamos pensar que esta ignorancia está estimulada por los propios banqueros?

Acá podría haber otra causa de la pobreza patológica: la ignorancia sobre cómo funciona el sistema financiero.

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sábado, 1 de agosto de 2009

Devolver es trágico

Somos una especie gregaria, es decir que necesitamos vivir en comunidades y no podemos vivir aislados del resto por mucho tiempo.

Como sabemos de esta condición, algunos institutos penitenciarios imponen períodos de soledad a los reclusos de peor conducta.

Esta vida en sociedad nos produce dos emociones contrapuestas: por un lado deseamos la presencia de límites a nuestras aspiraciones y simultáneamente tenemos la tentación de avasallar el derecho de los demás.

En este como en muchos otros aspectos humanos, somos claramente contradictorios.

La cooperación entre nosotros incluye el permiso para disfrutar de algo ajeno por un cierto tiempo: Nos prestan libros, un vehículo, un instrumento musical, dinero.

La institución del préstamo está asociada —por definición— a que exista un acto de devolución de lo prestado.

Las personas que cumplen con este requisito, son confiables y se dice de ellas que son «sujetos de crédito».

Por el contrario, quienes no cumplen con la devolución, rápidamente caen en el descrédito y debe privarse de tan valioso servicio (así como el presidiario debe privarse de la tan valiosa libertad).

Hay por lo menos dos motivos para que algunas personas pierdan este derecho:

1) El ya mencionado deseo de transgredir;

2) La inconsciente comparación con la muerte puesto que morir equivale a devolverle al planeta los materiales que nos prestó y que forman nuestro cuerpo.

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