sábado, 21 de abril de 2007

¿Esa? ¡Es una mantenida!

Dicen que cuando el hombre no tiene capital, no despierta el interés de las mujeres.

Esta sentencia financiera es cuestionada enfáticamente por una legión de románticas negadoras. Sin embargo, ... sin embargo.

La sabia naturaleza ha dotado a las mujeres de un criterio fenomenal, infalible podría decir si ustedes admitieran que es normal equivocarse en algunos detalles, como para tener que divorciarse por ejemplo.

Intuitivamente ellas buscan que su prole sea sana y bella, que no le falte nada, que se críe con alegría y que lleguen a ser hombres y mujeres de bien. Todo el riesgo y esfuerzo que invierte una mujer no es gratuito: ellas razonablemente esperan resultados tangibles. Que a la hora de describirlo se pongan espirituales y hagan hincapié en aspectos afectivos, no es más que un estilo literario. No es más que una forma de expresarse.

Desde hace algunas décadas ellas descubrieron que la dependencia de un hombre no es tan segura y cómoda como la dependencia de sí mismas y ahí apareció Simone de Beauvoir liderando el feminismo.

Esta nueva mujer tuvo que trabajar duro para autoabastecerse, por lo cual tuvo que dejar mucho rato solos a sus hijos con lo cual el ciclo se retroalimentó: las nuevas generaciones necesitan también ser autosuficientes y por eso el vínculo con el género opuesto también tiene por objetivo ceder de la manera más honrosa posible al instinto de reproducción y nada más.

Pero, es muy difícil para la mujer encargarse de todo. Lo sería también para un hombre. Este error fatal —que algún día se corregirá—, impone a las psicólogas el terrible conflicto de tener que autoabastecerse económicamente contrariando su sentido de justicia cuando les dice que el esfuerzo por conservar la especie debería repartirse entre ambos géneros y no sobrecargándolas a ellas como sucede ahora.

Ahí encontramos entonces a las psicólogas con terribles dificultades para ganar dinero, fundamentalmente porque en su naturaleza predomina la vocación de servicio, que es tan importante como la de ganar dinero pero muy diferente porque requiere la gratuidad. Para mí que tendrían que tener a alguien que las banque, que las apoye económicamente. Un marido no sirve: eso ya lo probamos y no funcionó. Un mecenas. ¡Ahí está! ¡Eso necesitan las psicólogas: Un mecenas! (En este texto, psicóloga = mujer)

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reflex1@adinet.com.uy

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