jueves, 20 de diciembre de 2012

Licencia neuro-dactilar



Me tomo un pequeño descanso pero no se abstengan de agregar o leer comentarios, pues algunos están muy buenos. Vuelvo el 20/01/2013. Un abrazo!

La importancia de las pequeñas empresas



   
Esta es una antigua anécdota, clásica en las conferencias sobre márquetin, pero con una conclusión extra sobre la importancia de las pequeñas empresas.

Un asesor de empresas llegó a dar una de sus conferencias cuando la anécdota que voy a repetirles aún no era tan conocida como ahora.

El hombre, con muchos gestos de mago, puso sobre su pupitre un frasco de vidrio con boca ancha.

Luego, sin modificar el estilo aparatoso de sus movimientos, puso varias piedras grandes a la vista de todos, para inmediatamente comenzar a colocarlas dentro del frasco.

Con tan solo tres el recipiente demostraba no admitir ninguna más, entonces preguntó: «¿Hemos llenado el frasco?, ¿Cabría alguna piedra más?», a lo que todos respondieron con un «¡No!» firme.

El «mago», se remangó el saco y la camisa blanca para poner sobre el pupitre otro conjunto de piedras más pequeñas que las anteriores. Enviando una risueña mirada pícara, comenzó a poner piedritas en los lugares que habían quedado sin ocupar por las grandes piedras.

Cuando no cabían más, amagó preguntar pero prefirió agitar el frasco con lo cual generó un poco más de lugar. Entonces volvió a preguntar: «¿Hemos llenado el frasco?», ante lo cual los aprendices desconfiaron y aventuraron un tímido «¡No!».

«¡Muy bien!», dijo en tono paternal. Subió una bolsita con arena y comenzó a verterla dentro del frasco hasta casi desbordarlo.

Con actitud divertida hizo de su oreja una pantalla en actitud interrogativa, hubo risitas, entonces «el mago» subió una botella con agua y la agregó al recipiente hasta llenarlo.

«¿Conclusiones?», preguntó y él mismo se respondió:

1º - Siempre cabe una cita más en la agenda;

2º - Las piedras grandes (asuntos importantes) deben resolverse (introducirse) primero;

3º - Para que un mercado esté bien atendido, son necesarios grandes, medianos y pequeños emprendedores.

(Este es el Artículo Nº 1.765)

miércoles, 19 de diciembre de 2012

El imaginario amor de un padre rico



 
 
Las empresas emisoras de tarjetas de crédito «aman» a quienes corresponden su «amor» pagándoles puntualmente.

Con mi papá tenemos un trato: cuando estamos en lugares públicos, donde otras personas pueden vernos, él paga todos mis gastos.

A mí me gusta este juego porque siento que los demás admiran el «amor» que he sido capaz de generar en alguien tan importante como él.

Lo que nadie sabe, (aunque muchos lo imaginan), es que cuando estamos a solas le devuelvo el dinero que gastó pagando mis compras.

Más allá de hacerle creer a los demás que él me ama tanto como para hacerse cargo de lo que consumo, también me gusta no estar manipulando esos billetes que otros han tocado, ¡vaya uno a saber con cuánta suciedad en sus manos!

La psicóloga me dice que soy tan maniática con la suciedad porque en mi inconsciente creo que soy puro espíritu, que no tengo un cuerpo enfermable y, peor aún, capaz de morir.

El «amor» de mi padre se manifiesta por su poder y nunca miro cuando cancela mis cuentas pagándole a los cajeros que cobran.

La psicóloga dice que los humanos nos escondemos para defecar y para fornicar y que, los escrupulosos como yo, tampoco queremos mirar cómo otros satisfacen sus necesidad evacuativas y sexuales.

Hasta aquí el imaginario pensamiento de una persona imaginaria. Ahora mi comentario sobre qué está queriendo decir y por qué.

Esta persona se expresa así porque utiliza una tarjeta de crédito. Supone que cuando paga con ese dinero plástico es su papá quién lo hace porque la «ama».

La palabra «crédito» deriva de «creer» y es lógico que las personas que nos aman crean en nuestra honestidad.

Las empresas emisoras de tarjetas de crédito, (Visa, American Express, MasterCard, Cabal), «aman» a quienes demuestran su «amor» pagándoles puntualmente.

(Este es el Artículo Nº 1.764)

martes, 18 de diciembre de 2012

Qué es ser ‘austero’



   
Muchas personas sienten que lo contrario de «rico» es «austero»: «rigurosamente ajustado a las normas de la moral».

Aunque yo soy de derecha, todos mis amigos son de izquierda. Quizá sea así porque disfruto polemizando.

Cuentan que cierta vez un judío le pidió a Jacques Lacan que le recomendara un psicoanalista. Así lo hizo y le dio el nombre de un colega árabe.

No tengo noticia si el judío aceptó la sugerencia y si lo hizo, tampoco sé cómo le fue en el análisis.

Si alguien me preguntara por qué siento tanto amor por mis adversarios ideológicos, tendría que decirles que eso mismo me ocurre en el plano sexual: me llevo mejor con las mujeres que con los varones. Son gustos!!

Desde el 1º de marzo de 2005, José Mujica es el presidente de los uruguayos y llama tanto la atención que por primera vez en nuestra breve historia como país solemos figurar en la prensa mundial porque patrocinó la despenalización del aborto, porque envió un proyecto al parlamento para legalizar el consumo de la marihuana y porque se lo denominó como el «Presidente más pobre del mundo».

Como es alguien que maneja intuitivamente bien los medios de prensa, los periodistas le dedican muchos minutos diarios a cubrir las noticias que lo involucran.

Si observamos la vivienda que ocupa junto a su esposa Lucía y su perra Manuela, podemos afirmar que no disfruta ni de la vida ciudadana, ni de la vida burguesa, ni del confort primermundista, pero él dice que no es pobre sino austero.

La palabra «austeridad» (1) remite conceptos tales como sufrimiento, dolor,  remordimiento, angustia.  Se lo asocia con un control sacrificado de las pasiones, de los placeres.

En la actual coyuntura cultural, es digno de amor un presidente «austero»: «rigurosamente ajustado a las normas de la moral» (2).

   
(Este es el Artículo Nº 1.763)

lunes, 17 de diciembre de 2012

Los criterios mafiosos menos visibles



   
Analizado en profundidad y desde cierto punto de vista, los humanos nos vinculamos con el entorno utilizando criterios mafiosos.

Una de las definiciones de la palabra «mafia» es:

«Grupo organizado que trata de defender sus intereses. La mafia del teatro», pero las dos primeras que nos muestra el Diccionario de la Real Academia Española (1), dicen:
1. f. Organización criminal de origen siciliano.
2. f. Cualquier organización clandestina de criminales.
Estas referencias al mencionado diccionario las incluyo al solo efecto de partir de una definición reconocida, porque lo cierto es que casi todos tenemos una idea bastante clara de qué hablamos cuando hablamos de «mafia».

Una síntesis de estos conceptos nos permitiría extraer una definición que diga:

Criterios mafiosos son aquellos que defienden sus intereses sea-como-sea, sin reparar en los procedimientos, en los que «el fin justifica los medios».

El mundo empresarial y laboral muestra varios criterios en sus políticas de comercialización (trato con los clientes y con los competidores) y en su filosofía de relacionamiento con los colaboradores (empleados y proveedores).

Esos variados criterios pueden agruparse en dos grandes categorías: los sistemas negociadores y los sistemas mafiosos.

Los negociadores son aquellos que tienen muy presente los intereses legítimos de la contraparte (de los clientes, empleados, competidores, gobierno y demás), mientras que los mafiosos aplican la mayor cantidad de energía en destruir aquello que se oponga a sus intereses particulares.

Como los seres humanos somos inevitablemente coherentes, (en tanto la coherencia es la base de la salud), cuando tenemos un criterio ante un asunto, casi seguro lo aplicamos en cualquier otro caso semejante.

Me explico mejor: si la filosofía de la medicina consiste en matar a todos los seres vivos que nos perjudiquen (insectos, virus, bacterias, vegetales venenosos), estamos aplicando un criterio mafiosos ... aunque nos cueste aceptarlo.


(Este es el Artículo Nº 1.762)