domingo, 30 de noviembre de 2008

Un discreto mensaje de afecto

El ser humano tiene características que se manifiestan en todas la épocas.

Antiguamente las monedas valían por su valor intrínseco. Valían por el metal que contenían. Las más valiosas eran las de oro, luego seguían las de plata, cobre y hierro.

Como no era fácil saber qué contenían realmente, los más sagaces estafadores empobrecían el valor real conservando el valor aparente para quedarse con la diferencia. Por ejemplo, si recibían monedas de oro puro, se las ingeniaban para fundirlas y volver a acuñarlas pero agregándole plata. Últimamente la proporción de oro era casi insignificante.

Como este deterioro sobre la moneda estaba complicando el uso de las monedas porque cada vez había menos comerciantes que las aceptaban, se crearon instituciones que se responsabilizaron de acuñar monedas confiables. Así fue como aparecieron los bancos emisores. Una vez creadas estas instituciones, los agentes económicos pudieron volver a confiar en las monedas y el comercio recobró el dinamismo perdido.

Modernamente esos bancos tienen que aplicar más y más tecnologías para evitar que los billetes sean falsificados por cualquier inescrupuloso propietario de una imprenta. Aún así, siempre aparecen billetes falsos que perjudican a los menos observadores.

Una práctica que conservan incluso los ciudadanos más honestos, es elegir los billetes más nuevos para pagarle a quienes aprecian (proveedores simpáticos) y los billetes más deteriorados a quienes menos aprecian (proveedores antipáticos).

Los siglos pasan, pero los seres humanos conservamos algunas características sin modificar.

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sábado, 29 de noviembre de 2008

La cotización del sudor

Cuando Dios se enojó con Adán y Eva por comer frutos prohibidos, los condenó a ellos y a todos sus descendientes (nosotros) a parir con dolor y a ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente.

Ésta también es una metonimia como otras que he mencionado en este blog: el sudor, siendo que es una parte del proceso laboral, se toma como todo él. Dios también podría haber dicho: ... ¡para comer tendrás que trabajar!

Lo que quiero resaltar es que «el sudor» equivale al trabajo y como suponemos que éste siempre es remunerado (para poder comprar el pan...), entonces también podemos entender que en nuestra psiquis «sudor» equivale a «dinero». (Sudor es una expresión metonímica de dinero).

Las personas y familias que logran ganar más de lo que gastan, ahorran. Sus ahorros suelen depositarlos en un banco confiable, por su seguridad edilicia y por la honestidad de sus dueños.

Cualquier duda sobre la solvencia del banco que cuida nuestros ahorros, eleva fuertemente nuestra preocupación y corremos a retirar nuestro dinero-sudor (corrida bancaria).

Este celo que manifiestan los ahorristas suele ridiculizarse diciendo que «el dinero es cobarde».

El objetivo de este artículo es resaltar el siguiente hecho: Si el dinero representa una parte de nuestro cuerpo (el sudor), entonces aquellas personas que cuidan la conservación de sus ahorros están cuidando la conservación de sus cuerpos y, por el contrario, quienes desprecian su cuerpo por alguna razón filosófica, religiosa o patológica, seguramente serán también desaprensivos con su dinero-sudor.

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viernes, 28 de noviembre de 2008

La riqueza traidora

Vivimos en una cultura judeo-cristiana y esto significa —entre otras cosas— que tenemos ciertos tipos de creencias que para nuestra psiquis son verdades.

Las creencias instaladas en una cultura ni siquiera se comentan: simplemente se toman como datos de la realidad. Para nuestras mentes, los evangelios no son leyendas imaginadas sino textos que incluyen información verdadera.

Cuentan estas “leyendas verdaderas” que Judas Iscariote, siendo uno de los apóstoles de Jesús de Nazaret, aceptó «30 monedas de plata» a cambio de señalar el paradero del líder a quienes procuraban capturarlo y que para identificarlo con precisión, lo besó en la mejilla.

En nuestra cultura es muy determinante de nuestra moral la traición de Judas y constituye un modelo condenable.

Varias veces he mencionado que en nuestro inconciente existe un fenómeno que se llama metonimia, consistente en que una parte representa a todo (por ejemplo, hablamos de «cabezas de vacunos» cuando queremos decir «vacas»).

Pues bien, si usted busca la palabra plata en el Diccionario de la Real Academia Española (ir) podrá comprobar que en nuestro idioma significa «dinero y riqueza».

Conclusión: Algunas personas rechazan lo que recuerda la infame recompensa que cobró Judas traicionando a quien (según la leyenda-verdad de nuestra cultura) dio su vida para salvarnos. Estas personas hoy en día rechazan la plata como algo demoníaco, condenable, maligno. En su inconciente, ‘plata’ es la metonimia de ‘traición’.

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jueves, 27 de noviembre de 2008

Amores clandestinos

Si el abuelo está comprometido a llevar y traer del colegio a sus nietos, esto le hace acreedor a una cierta consideración por parte de los padres de los niños que encuentran en él una valiosísima colaboración.

Sin embargo el abuelo, que se jubiló (en realidad «lo jubilaron») porque la experiencia ha demostrado que después de cierta edad los trabajadores bajan drásticamente su rendimiento y las remuneraciones que perciben ya no están a la altura de su productividad, asume una tarea que le es pagada con afecto.

Diariamente la hija le dice: «gracias papá, ¿andas bien? ¿necesitas algo? ¿cómo está mamá?»; o es el yerno quien le dice: «gracias don Roberto, ¿anda bien? ¿vio que su cuadro de fútbol nunca puede ganarle al mío, ja-ja-ja? Hasta mañana».

Los supermercados, que trabajan con grandes superficies de exposición y venta, con miles de artículos y miles de clientes, observando situaciones como éstas han inventado un sistema de premiación por puntos que se van acumulando en proporción a las compras que hace el abuelo (o cualquier otra persona).

Portarse bien con un supermercado consiste en comprarle todo lo necesario (y si es posible también lo innecesario). Portarse bien con la familia es hacer favores y ayudar ‘desinteresadamente’.

En la psiquis de don Roberto se establece una comparación inevitable: En un caso ‘trabaja’ gratis y en el otro ‘le pagan por comprar’. Esto logra que en esa psiquis exista un conflicto: El supermercado compite con la hija por obtener los favores de don Roberto, pero ella le paga con un intangible (el afecto) y el supermercado le paga con algo tangible (los regalos que puede retirar cuando haya acumulado suficientes puntos).

Está terminantemente prohibido pensar en este conflicto, es moralmente condenable comparar a una hija con el supermercado, es pecado mortal comparar el afecto intangible con los regalos tangibles, sin embargo nuestra afectividad está todo el tiempo practicando estas actividades clandestinas.

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miércoles, 26 de noviembre de 2008

«Permuto papel picado por Mercedes Benz nuevo»

La paranoia es una desconfianza reforzada en cuanto a intensidad y duración.

El estado de alerta está presente en cualquier animal que pueda ser atacado y convertido en alimento de otro animal hambriento.

El ser humano no escapa a estas condiciones y por eso el instinto de conservación incluye la desconfianza, el estado de alerta, la precaución, la preocupación.

Como ven, esta descripción de la desconfianza no es muy preocupante. La situación inversa sería la ingenuidad, el descuido, la torpeza.

En la paranoia los valores de la desconfianza están inflamados, tienen más importancia, mayor tamaño y duración. En casos muy extremos, podría incluir una pérdida del principio de realidad, esto es, un delirio de persecución.

El dinero —como ya he mencionado— es un papelito que no vale nada por sí mismo sino por lo que todos creemos (o nos obligan a creer) que vale. Los gobiernos emiten sus billetes y nos obligan a creer en ellos. Se dice que la moneda de ese país es legal y de curso forzoso.

Pues bien, todos tenemos claro que nos pueden obligar a muchas cosas y no tenemos más remedio que obedecer, pero cuando nos imponen una creencia las cosas se complican.

En suma: Muchas personas, en su razonable resistencia a creer por obligación, pueden tener un rechazo inevitable por el dinero ya que ese papelito para ellos no vale realmente lo que el gobierno le dice que vale. Sienten, por ejemplo, que entregar el esfuerzo a cambio de esos hojitas rectangulares, es una burla y por tanto no quieren trabajar sólo para no sentirse estafados.

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martes, 25 de noviembre de 2008

El hermano oso y el hermano dinero

En mi artículo de ayer titulado Economía psicoanalítica, sugería que las Ciencias Económicas ya tuvieron su oportunidad de solucionar el problema de la pobreza en los últimos tres siglos y que es hora de que el psicoanálisis pueda hacer su intento.

En el espíritu de muchos contemporáneos existe la creencia de que los semejantes que nos precedieron fueron unos tontos porque no habían inventado la telefonía celular y no habían visitado la luna.

No fueron unos tontos. Por ejemplo, hace tres siglos tenían conocimientos de matemática que hoy no logramos entender aún cuando nos los explican con mucha paciencia.

El totemismo es un complejo sistema de ideas, símbolos y/o prácticas, entre un grupo de personas y un animal, un vegetal o incluso un objeto.

En su origen la palabra tótem indicaba la consanguinidad y la prohibición de casarse entre sí. Por lo tanto el tótem representaba a una madre común que los convertía en hermanos.

Algunos pueblos totemistas se erigían en únicos consumidores autorizados del tótem (por ejemplo, el oso, la manzana, etc.) mientras que otros tenían el tabú de no consumir jamás a ese tótem sagrado.

Resumo: Asumiendo que los pueblos primitivos eran tan inteligentes y sabios como nosotros y que creían en las cualidades especiales de algún animal, vegetal u objeto, ya sea consumiéndolo especialmente o privándose de él especialmente, postulo que el dinero (en tanto que con él podemos satisfacer algunas necesidades y deseos, como lo hizo nuestra madre en la niñez) pueda ser un tótem moderno, para el que algunos se sienten únicos consumidores autorizados (ricos), mientras que para otros es un objeto tabú (pobres).

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lunes, 24 de noviembre de 2008

Economía psicoanalítica

El dinero en sí es un objeto muy sencillo: se trata de una mercancía capaz de intermediar en el trueque de todas las demás mercaderías. En lugar de canjear un saco de lana por una cabra, primero vendo el saco de lana (hago la permuta del saco por dinero) y esta mercancía-dinero después la permuto por una cabra.

(Esta idea comencé a comentarla en el artículo titulado Compro cabra urgente).

El tema más importante del dinero —y de cualquier otra cosa— es cómo los humanos nos vinculamos con él. Cada vez que desconocemos el fenómeno psíquico en cualquier situación humana, estamos ignorando torpemente la parte cualitativamente más significativa de ella.

Considerando al dinero como una mercancía más, evaluando solamente si es suficiente o insuficiente, si está bien o mal distribuida, si genera conflictos o no, estamos como estamos: muchos semejantes son muy pobres y unos pocos semejantes son muy ricos y ambos padecen diferentes formas de insatisfacción. Como dice el refrán: «Todos los extremos son malos».

Sin dejar de reconocer que la economía tiene cosas importantes para opinar sobre este factor de disconformidad (el dinero), estoy seguro de que llegó la hora de que reconozcamos que varios siglos de insistencia no han dado frutos suficientes y que es hora de darle la palabra a quienes más saben de este animal psíquicamente condicionado: los psicoanalistas.

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domingo, 23 de noviembre de 2008

Pobreza preventiva

Un lector chileno me llamó por teléfono para contarme que había sido víctima de un hurto con violencia (rapiña).

Dos jóvenes lo habían tirado al suelo de un empellón, quitándole el dinero, un par de lentes de sol y el calzado deportivo.

Como fue a plena luz del día y en una zona relativamente concurrida, la segunda sorpresa desagradable que padeció fue que nadie hizo algo para ayudarlo.

Mis comentarios sobre su peripecia los comparto ahora con ustedes: Le llevará unos días —quizás semanas— restablecer la estabilidad emocional que fue alterada por la experiencia traumática; corresponderá que revea algunos hábitos suyos para disminuir la posibilidades de que esto vuelva a ocurrirle y deberá asumir que la suerte es algo que nos afecta o nos beneficia sin que podamos hacer mucho al respecto.

El tema central está en poder reconocer que el derecho a la propiedad está severamente cuestionado por muchas personas sin que los gobiernos puedan tomar medidas eficaces sin transgredir compromisos internacionales que refieren a los derechos humanos.

Quizá la mejor manera de entender estas circunstancias es compararlas con un quebranto de salud. Por ejemplo, tomamos precauciones para no contraer una gripe y con ellas logramos disminuir las posibilidades de enfermarnos pero cada tanto tiempo tendremos que hacer reposo obligado durante una semana para poder sanarnos.

El chileno me decía indignado: «¿Y por qué yo no puedo tener un coche lujoso si tengo el dinero que gané con mi trabajo honesto?». Sin dejar de comprender su molestia, me permití recordarle que si posee ese vehículo se expondrá a que un vándalo le estropee la pintura rayándolo con una simple moneda, o a que alguien se lo robe para vender sus piezas, o a que el gobierno le impida conducir a la velocidad para la que está diseñado.

De modo similar, es conveniente no desabrigarse para no engriparnos.

La realidad no es como debería ser sino simplemente como es.

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sábado, 22 de noviembre de 2008

Estrellas y estrellados

Jennifer López y Benicio del Toro son dos hermosos ejemplares de nuestra especie que están siendo ilimitadamente solicitados por su belleza física y sus aptitudes actorales.

Éstas —y otras— estrellas son las que nos confirman la creencia en que es posible recibir todo ese amor que anhelamos.

Una vez confirmada nuestra creencia en que es posible ser infinitamente amados, pasamos al mundo real y observamos que nuestras reservas se están agotando porque no paramos de consumir alimentos, luz, teléfono, artículos de limpieza, etc.

Reconocer que aún no ha llegado nuestro momento de ser mantenidos por alguien para quien somos imprescindibles es algo muy doloroso. Es como si la sociedad entera —nuestros semejantes—, nos despreciaran, nos ignoraran, nos trataran con una indiferencia homicida.

Cuando nos resignamos a que las cosas son así —al menos por ahora—, compramos el diario y salimos a buscar compradores de lo que tenemos para vender: espíritu de colaboración, actitud servicial, humildad, modestia, puntualidad, perfil bajo, simpatía, honestidad, buen humor, productividad.

El dolor (herida narcisista) de tener que caer en esta situación puede llevarnos inclusive a pensar si será cierto que las cosas siempre fueron tan fáciles para Jennifer y Benicio o —por el contrario— alguna vez habrán tenido que empezar de abajo como lo estamos haciendo nosotros.

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viernes, 21 de noviembre de 2008

Trabajar es una pesadilla

La vida de los niños es muy dramática pero no nos damos cuenta, entre otras cosas porque de tan horrible, los adultos la hemos olvidado.

Ser paridos debe ser algo muy angustiante, no solamente porque nos expulsan de donde estábamos muy cómodos sino porque todo lo que recibíamos sin tener que hacer algún esfuerzo, tuvimos que empezar a conseguirlo por medio de nuestra respiración, ingestión y digestión.

Dentro del útero vivíamos muy bien pero sin motivo conocido nos mandaron a pelear por la supervivencia.

Piénsenlo un momento: ¿puede comprender lo que eso significa para cualquiera? A lo que se imagine para usted, agréguele la infinita vulnerabilidad del recién nacido.

Los problemas no paran ahí. Después vienen los dolores sin que podamos comunicarlos porque no sabemos hablar, cuando soñamos cosas horribles no sabemos si son verdaderas o imaginarias, no tenemos datos sobre cuán responsables y diestros son nuestros padres. Imagínese internado en un hospital de gente desconocida, que no habla una palabra de nuestro idioma.

Como digo al principio, si no olvidáramos todo esto, viviríamos en un tormento constante.

Claro que el olvido no es total. Lo que realmente sucede es que el recuerdo de aquellas vivencias es reprimido. Todo lo reprimido aparece de una u otra forma. Una de esas formas es la metáfora. Se nos presenta bajo otro aspecto, como si estuviera disfrazado.

Las actividades comerciales, el intercambio de dinero, el ganarnos la vida, son metáforas de la pesadilla por la que pasamos. Por eso suele ser tan perturbador para muchas personas conseguir un buen trabajo y ganar el dinero suficiente. Estas actividades pueden ser para ellas una metáfora de las penurias que tuvieron que pasar al comienzo de sus vidas.

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jueves, 20 de noviembre de 2008

El fantasma transformista

Observado con serenidad, el dinero es una mercancía como cualquier otra (alimento, vestimenta, etc.).

Debemos reconocerle sin embargo que es la única que puede ser canjeada por cualquier otra.

Un quilo de arroz puede ser canjeable por diez bananas, siempre y cuando el tenedor de éstas esté interesado en el quilo de arroz.

Por el contrario, quien tenga un euro puede comprar un quilo de arroz o diez bananas porque los poseedores de estos alimentos seguramente estarán dispuestos a permutarlos por el euro.

Como he comentado en artículos anteriores, la psiquis produce metáforas, es decir, que puede comparar dos elementos parecidos e igualarlos. Alguien puede referirse a «la primavera de la vida» y todos entenderemos que se refiere a una «etapa floreciente» y de ahí sabemos que se refiere a la época más productiva y reproductiva de esa existencia.

Pues bien, el dinero y su poder para darle satisfacción a nuestras necesidades y deseos es una mercancía ideal para que nuestra psiquis la procese en términos metafóricos, sobre todo a nivel inconciente.

Cuando en la adultez recibimos dinero por nuestro trabajo, nunca sabemos con certeza qué es lo que estamos haciendo para merecerlo y por lo tanto, el temor a que algún día nos priven de él nos mantiene en un estado de ansiedad irritante. (¿Qué estoy entregando? ¿Productos terminados? ¿Simpatía? ¿Que mi padre es amigo del dueño? ¿Que soy hermosa y sirvo como adorno?)

El dinero también se compara con nuestra madre en tanto ella fue quien al comienzo de nuestra existencia dio satisfacción a nuestras necesidades y deseos.

La necesidad de amor que todos tenemos nos lleva a suponer que esa mercancía posee en sí misma una característica que desearíamos poseer: que todos nos acepten.

Estas son sólo tres razones por las que el dinero es una mercancía cuyo valor simbólico (por lo que puede representar en nuestra psiquis) es tan perturbador.

En suma: Nuestra psiquis compara cosas diferentes pero las registra como iguales pero resulta que el dinero puede ser comparado con tantas cosas que nos confunde y por tanto, nos causa angustia.

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miércoles, 19 de noviembre de 2008

El amor (solo), no mueve ni un grano de arena

Podemos decir que un adulto es un niño grande pero no podemos decir que un niño sea un adulto pequeño.

Los adultos conservamos en algún rincón de nuestra memoria, de nuestros hábitos, de nuestro inconciente, todas y cada una de las etapas por las que fuimos pasando.

La presencia de esos recuerdos no es pasiva sino que influye en nuestro ánimo, en nuestras conductas, en nuestro carácter.

En términos prácticos usted podría permitirme una comparación a pesar de esa parte ineficiente que tiene toda comparación.

La idea es esta: para poder llevarse bien con usted mismo es necesario que se conozca, así como el mejor usuario de una máquina es aquel que conoce cómo funciona y sobre todo sabe cuáles son todas sus potencialidades y sus limitaciones.

Aunque puede ser muy conveniente que usted haya terminado su educación básica y que tenga al menos nociones de algún oficio o profesión, nada hay más importante en su vida que conocerse, saber con qué cuenta en realidad, hasta dónde puede llegar y hasta dónde no puede llegar, sin ilusiones, sin voluntarismo, sin delirios.

Esta es una conclusión estadística porque muy pocos ilusos viven bien en un mundo capitalista.

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martes, 18 de noviembre de 2008

Matrimonio por conveniencia

Los llamados «matrimonios por conveniencia» son aquellos en los que por lo menos uno de los cónyuges busca en el otro un beneficio determinado. El ejemplo clásico es aquel en el que una persona ambiciosa se casa con una persona adinerada con el único propósito de disfrutar su riqueza.

La literatura (libros, cine, teatro, teleteatros) han usado exitosamente este tema con lo cual podemos asegurar que una mayoría del público disfruta con esa situación aunque muy pocos la deseen para sí mismos.

Me corrijo: una mayoría procuramos realizar «un matrimonio por conveniencia» sólo que no lo hacemos concientemente.

La persona con la que nos unimos para toda la vida es alguien que nos promete un servicio muy valioso y que incluye fidelidad, honestidad, solidaridad, buen humor, responsabilidad.

Si tiene dudas, piénselo al revés: ¿Usted uniría su vida a alguien que no fuera capaz de ofrecerle esas prestaciones sino todo lo contrario?

Claro que en el momento del casamiento quizá no estén presentes todas esas particularidades pero el recién casado tiene la casi total certeza de que logrará desarrollarlas porque su partenaire dispone de ellas en estado latente o potencial y él se siente plenamente capaz de sacarlas a luz.

Con un criterio similar es que hoy en día se hacen la mayoría de las contrataciones de personal: Se procura que los nuevos empleados tengan la potencialidad de llegar a cumplir satisfactoriamente la tarea para la que son empleados y no les preocupa mucho que tengan los conocimientos específicos, pues capacitarlos es sencillo, pero si no poseen las potencialidades (de ser fieles, honestos, solidarios, con buen humor y responsables) NUNCA alcanzarán un desempeño aceptable.

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lunes, 17 de noviembre de 2008

El animal ambicioso

Los economistas observan la realidad económica desde muchos puntos de vista para tratar de sacar sus conclusiones, hacer previsiones y encontrar políticas que mejoren nuestro vínculo material con el planeta.

Uno de estos puntos de vista consiste en determinar cuanto del presupuesto de una persona está destinado a los gastos básicos (comida, alojamiento, vestimenta).

Estos gastos básicos se componen de lo que cualquier animal necesita conseguir para poder llegar vivo al día siguiente.

Repito algo que ya he dicho en otros artículos: no es denigrante ser un animal y por tanto vivir como uno de ellos. Sin embargo somos una mayoría los que aspiramos a algo más. Vivir como un perro, un caballo o un ave nos resulta desagradable, nos genera malestar, aún cuando respetamos sinceramente a cualquier ser vivo copropietario del planeta.

La inteligencia racional de los economistas también averigua cuánto le cuesta a cada ser humano conseguir lo imprescindible para llegar con vida al día siguiente.

Toman como período de análisis los 30 días de un mes y acá se verifican distintos logros que obtiene cada ejemplar de nuestra especie.

Algunas personas consiguen todo lo que necesitan para vivir un mes en menos de un día y otros trabajan todo el periodo para poder sobrevivir. En este caso se dice que son personas que «viven al día» ... igual que los animales.

En realidad depende de cada uno establecer en qué nivel de confort desea vivir, aunque también son mayoría quienes piensan que las personas no podemos elegir libremente cuánto queremos mejorar nuestra calidad de vida sino que son los demás (la sociedad, el gobierno, los países ricos e imperialistas) los que nos imponen cómo debemos vivir.

Personalmente pienso que lo mejor siempre es más costoso y que adquirirlo nos demanda más energía y esfuerzo. A veces nuestra imaginación nos hace pensar que podemos tener lo mismo que tiene otro sin considerar que ese otro es alguien que posee más energía, fuerza, motivación o suerte.

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domingo, 16 de noviembre de 2008

Investigador privado

¿Dónde está mi príncipe azul? se pregunta ella angustiada. ¿Dónde está mi princesa rosada? se pregunta él anhelante.

Podríamos asegurar que existe por lo menos una persona en el planeta que sería nuestra compañía ideal para toda la vida, pero ¿dónde encontrarla? Más aún: quizás haya muchas personas que tengan esa característica, pero la dificultad en encontrarlas continúa.

Una vez formuladas estas pregunta, podemos hacer dos cosas: apagamos el despertador y reacomodamos nuestro cuerpo para seguir durmiendo, o nos levantamos de una salto a buscar esas personas que tienen en sus manos nuestra felicidad.

La diferencia de actitud y energía que hay en una u otra opción es la decisiva. Para reaccionar como un resorte necesitamos algún incentivo, estímulo, deseo, interés y además algo no menos importante: permitirnos pasar a la acción.

En suma, tienen que haber dos condiciones: que exista algo que nos mueva y que NO exista algo que nos frene. En un vehículo es muy fácil hacer el diagnóstico: el motor funciona o no funciona y los frenos trancan las ruedas o las dejan libres. En nuestra psiquis es menos fácil darse cuenta qué está impidiéndonos salir a buscar a esas personas que nos harán felices.

Pero atención: que sea menos fácil no quiere decir para nada que sea muy difícil y mucho menos imposible.

Exactamente el mismo razonamiento puede aplicarse a la búsqueda de esa fuente de ingresos que nos permita una calidad de vida digna. También existe, sólo que hay que encontrarla.

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sábado, 15 de noviembre de 2008

Semejanzas entre los trabajadores y las mujeres

Existen ciertas condiciones que parecen inalterables, propias de la naturaleza.

Una de las condiciones más trascendentes es que un hombre puede fecundar a una mujer por la fuerza pero ésta no puede hacerse fecundar por la fuerza. Ellos pueden violar pero ellas no.

En el fenómeno de la reproducción (imprescindible para la conservación de la especie), ellas están más comprometidas biológicamente que ellos. El embarazo y la lactancia les imponen severas limitaciones.

Cuando las sociedades gozan de una buena convivencia, ambos géneros se complementan gratamente y ese mayor compromiso de la mujer se ve compensado por suministros narcisísticos, apoyo, estímulo, admiración, prestigio, privilegios.

El capitalismo (o economía de mercado) es una forma de convivencia que podría describirse como una guerra de baja intensidad. La actitud competitiva que le impone a los ciudadanos conduce inevitablemente a que la convivencia no sea todo lo pacífica que sería de desear.

En la mayoría de los países existe un cierto porcentaje de desocupación mínimo debido al cual los trabajadores tienen la libertad más restringida que los dueños de los medios de producción (patrones, empleadores, empresarios). Es más fácil conseguir un trabajador sustituto que un empleador sustituto.

Aunque parecen cosas que no tienen ningún punto de comparación, en realidad sí hay similitudes con la condición de ser mujer.

Ni los trabajadores amenazados por la desocupación ni la mujer comprometida por la anatomía que la vuelve pasible de ser violada (pero no de violar) y le impone un largo compromiso biológico con la reproducción y lactancia, pueden evitar una posición desventajosa frente a los patrones y varones respectivamente.

Estas circunstancias (de trabajadores y mujeres), en tiempos de paz pasarían desapercibidas pero en tiempos de capitalismo (guerra de baja intensidad), se manifiestan permanentemente.

Este artículo tiene el propósito de enunciar una causa de la injusticia social sobre la que no se hace suficiente hincapié a pesar de lo determinante que es.

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viernes, 14 de noviembre de 2008

El grato oficio de fornicar

La hipótesis de que la única misión del ser humano es cuidarse a sí mismo y a la especie, sigue dándome temas para pensar.

No es sencillo entender que la naturaleza tiene sus propias leyes de funcionamiento y que cuando nos referimos a ella no podemos evitar imaginarla como si tuviera comportamientos humanos. El propio lenguaje con el que no tenemos más remedio de comunicarnos, nos obliga a darle formato humano a casi cualquier cosa que pensemos.

Por lo tanto, no es que la naturaleza tenga conductas humanas sino que los humanos tenemos conductas naturales. Lo sepamos o no, lo tengamos en la conciencia o en el inconciente, nosotros le copiamos a ella y los mejores inventos no son más que adaptaciones de lo que ya existe.

Por ejemplo, imagino que el genial inventor de la rueda se inspiró observando como bajaba rodando una roca desde lo alto de la montaña. Lo único que hizo fue alisarle los bordes hasta darle forma circular y ahí tuvimos «nuestro invento».

Como la única misión (trabajo) es conservarnos a nosotros y a la especie, tenemos que las sensaciones voluptuosas que acompañan la eyaculación no aparecen antes de que esta se produzca. Millones de años demoramos en darnos cuenta que nunca se puede pagar por adelantado porque eso desestimula al trabajador.

Como ven, estoy comparando fornicar con trabajar y al placer del orgasmo con el cobro del sueldo.

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jueves, 13 de noviembre de 2008

Lo fácil es enemigo de lo bueno

En un artículo publicado hoy con el título Más amor con menos gasto propongo que revisemos a qué modelo queremos copiar en ese intento que todos hacemos para ser amados.

Digo ahí que los mártires que han pasado a la historia son modelos cuya copia incluye tener una vida muy penosa, llena de carencias, con dificultades de toda índole.

Por el contrario existen otros modelos muy amados que prometen menores padecimientos. Me estoy refiriendo a quienes han llegado a tener éxito económico porque dedicaron mucho amor (hacia sí mismos y hacia los demás) tratando de entregarles los bienes y servicios que satisfacían sus necesidades o deseos.

Claro que por algo una mayoría elige a los mártires, a las víctimas, a los sufrientes, a los pobres.

El motivo está en que siempre es mucho más sencillo igualar hacia abajo que igualar hacia arriba. Emular a quien está mal es más fácil que emular a quien está bien. Convertirse en víctima no requiere amarse a sí mismo y a los demás. Conseguir enemigos que nos victimicen no es tan complicado.

Hacer llorar es más fácil que hacer reír. Arrebatar es más fácil que negociar. Esclavizar es más fácil que estimular la cooperación. Desconfiar es más fácil de confiar.

En suma: Hay más pobres que ricos porque la igualación con ídolos sufrientes (como forma de conseguir el amor que ellos consiguieron) es una tarea accesible a más personas.

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miércoles, 12 de noviembre de 2008

Los que sufren aman mejor

El hambre de comida y el hambre de amor tienen para nosotros una importancia parecida.

Usted puede reaccionar diciendo: «Si alguien no come, se muere y ¿para qué quiere el amor alguien que está muerto?» La explicación está en que cuando estamos vivos no pensamos tan claramente en nuestra propia muerte. Sólo pensamos claramente en la muerte de los demás, pero la propia muerte es un hecho que cae dentro de la convicción de que «a mi no me va a pasar».

Amor significa renunciamiento, padecimiento, esfuerzo. Para sentir que alguien nos ama tenemos que percibir que se sacrifica por nosotros. No es muy convincente que alguien nos diga desde un cómodo sillón: «Te amo». Si alguien llega todo transpirado, con cara de agotamiento por haber caminado durante horas al rayo del sol por caminos polvorientos, sin una gota de agua que aplaque su desesperante sed y lo primero que nos dice es «Te amo», a éste sí le creemos.

Si usted comparte conmigo que el amante debe mostrar dolor (de hecho, la crucifixión de Cristo es el modelo de amor a nuestra especie), entonces es más difícil que sintamos ese maravilloso sentimiento de alguien que nos lo exprese desde una camioneta 4x4, con vidrios polarizados y aire acondicionado.

Como el amor es un sentimiento (subjetivamente) tan importante como el alimento, queremos amar para ser amados y para que nuestro amor sea valioso para nuestro ser amado tenemos que demostrarnos sufrientes. Si me muestro con un buen patrimonio, con una vida cómoda, gozando de excelente salud, mi amor tendrá poco valor para los demás y por lo tanto el amor que me devolverán será también escaso.

Conclusión: Como cada uno de nosotros necesita tanto el amor como el pan, están dadas las condiciones para que tengamos que dar lástima para que nuestro amor sea creíble y nos genere abundantes créditos en la misma especie, es decir, que nos amen tanto como necesitemos ser amados.

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martes, 11 de noviembre de 2008

«Haz el bien mirando bien a quién»

Muchos de ustedes habrán oído el refrán que dice «El dar es honor; el pedir, dolor».

He tenido la suerte de conocer comunidades donde el dar, el ofrecer, forma parte de la ética obligatoria.

Como he mencionado varias veces, nuestra inteligencia no es muy inteligente y es fácil el autoengaño.

Esta ética de convivencia exige la bondad hacia el vecino y para cumplirla todos actúan 'como si' fueran espontáneamente generosos y desinteresados. La consigna es «hacer el bien sin mirar a quien».

La mayor carencia de la que adolecen estas comunidades es de sinceridad. El 'como si' implica desconocer radicalmente la profunda aspiración que tiene cada uno de recibir más de lo que da, ya sea en este mundo real o en algún mundo imaginario.

El resultado de ignorar sistemáticamente cuáles son los móviles que caracterizan a nuestra especie podría compararse con el fracaso continuado que tendría un agricultor que pretendiera de sus plantíos resultados que éstos nunca podrían entregarle. El dicho popular para este caso sería: «es como pedirle peras al olmo».

Sigue siendo válido que «dar es un honor» como dice el refrán, pero si evitamos los autoengaños, el otro refrán quedaría redactado así: «haz el bien mirando a quien te lo sepa retribuir». Esta es una clave para no padecer la pobreza patológica, es decir, la que se produce por un autoengaño.

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lunes, 10 de noviembre de 2008

Las molestias lucrativas

El cerebro humano tiene muchos defectos de funcionamiento, siendo el más importante el que no se da cuenta cuán impefectamente funciona.

Ya he comentado qué es la metonimia (confundir el todo con una parte de éste, condensar en un detalle las cualidades de la totalidad). Este defecto nos hace pensar que si perdimos un examen entonces «somos malos estudiantes», si un atleta jamaiquino batió un record corriendo pensamos que en ese país la gente es muy veloz; si al día siguiente de comer algo delicioso tenemos malestares digestivos, supondremos que aquella comida no deberemos seguir comiéndola; etc.

La naturaleza se vale del dolor y del placer para que cada individuo actúe procurando la supervivencia suya y de la especie.

El hambre produce malestar que nos impulsa a comer. Comer nos da placer hasta que comemos en exceso y este nuevo malestar nos impone dejar de comer. El cansancio nos produce dolor y buscamos alivio descansando. El placer sexual produce en varios casos la reproducción y las dificultades en mantener una prole numerosa nos impone un control de la natalidad.

La cultura altera en parte esta lógica imponiendo molestias beneficiosas. La obtención de recursos materiales para cumplir el mandato de la naturaleza de conservarnos personal y colectivamente, hace que debamos soportar las molestias de complacer al prójimo para que éste sea nuestro cliente.

Acá deberemos superar la reacción natural de rechazar el dolor y deberemos aprender a tolerarlo. Las reglas de juego de nuestra sociedad nos obligan a disciplinarnos para poder superar el impulso natural de rechazar airadamente a quien nos pide que hagamos algo para él.

No todos lo logran y los que no lo logran suelen padecer la pobreza de recursos materiales. Por no poder soportar la molestia de esforzarse por intereses ajenos (aliviarle el dolor a otro), se someten a penurias económicas que a veces son más dolorosas.

El defecto mental de la metonimia actúa cuando generalizamos la consigna «evitar el dolor» y suponemos que nunca debemos sacrificarnos, esforzarnos, aceptar el dolor, ni aún cuando se presenta como una inversión que nos dará ganancias que lo justifiquen.

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domingo, 9 de noviembre de 2008

«Fabricaré la sopa que más me agrada»

Algo que dio muy buenos resultados económicos hasta hace un tiempo fue la venta de muebles y máquinas para instalar un comercio que al poco tiempo cerraban sus puertas por falta de clientes.

Este negocio ha ido perdiendo rentabilidad porque cada vez está más difundida la técnica de investigación de mercado, evitando la instalación de emprendimientos carentes de futuro.

La técnica de investigación de mercado consiste en averiguar mediante encuestas, estudios estadísticos, observación y entrevistas, cuántas posibilidades de éxito tendrá la intención de vender ciertos productos o servicios para un determinado público.

La incorporación de esta técnica a nivel de las empresas unipersonales o familiares es tan reciente porque hasta hace poco los emprendedores estaban convencidos de que su imaginación era confiable.

Era común que varios amigos se entusiasmaran con algo que sólo a ellos les interesaba o que una familia con necesidades económicas gastara gran parte de sus ahorros en intentar la venta de lo que ellos deseaban producir y vender, suponiendo ingenuamente que —por ese sólo hecho— existirían personas que lo comprarían.

En la incorporación de la «investigación de mercado» ha participado el psicoanálisis porque logró convencer a los agentes económicos de que la percepción subjetiva está cargada de deseos personales que coinciden con la realidad tantas veces como es posible acertar en una lotería.

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«Lléneme el tanque»

En un afán por simplificar lo complejo, muchas personas adhieren al criterio económico neoclásico que se caracteriza por considerar que el trabajo es un insumo más en los procesos productivos.

Para esta corriente de pensamiento —no sólo económico sino también filosófico y político— la producción es una especie de cocktail compuesto por tres ingredientes: materias primas (hierro, madera, plástico, etc.), herramientas y mano de obra.

Como nunca falta alguien que trate de simplificar lo simplificado, algunos dicen que la mano de obra y las materias primas podrían considerarse como una misma especie.

Es bastante claro que el ser humano es el objetivo de todo esfuerzo que se haga. Conservar al individuo y a la especie es la única misión que tenemos. Todos pretendemos que la sociedad y sus gobernantes nos reconozcan estos derechos y que actúen en consecuencia.

Cuando alguien piensa que nuestro esfuerzo es una mercancía más, nos tratará como a objetos, como a cosas inertes, provocándonos una desvalorización no solamente molesta sino que para muchos equivaldrá a un intento homicida.

En la fantasía de muchos gobernantes (sin distinción de ideologías), los trabajadores somos máquinas cuyo tanque de combustible es la billetera. Pero lo más grave no es esto. Lo más grave es que muchos trabajadores suponen que trabajan sólo por el dinero y se creen muy inteligentes cuando centran sus reivindicaciones laborales exclusivamente en torno de los aspectos económicos.

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viernes, 7 de noviembre de 2008

La pobreza no patológica

La obtención de buenos ingresos tiene aspectos negativos. La riqueza en general los tiene. El más notorio es que existe una proporcionalidad entre la fortuna y la responsabilidad. Quienes más poseen, más tienen para perder.

Comento algunos ejemplos. Si a un espía le raptan a un ser querido, puede llegar a perjudicar los intereses del país para el que trabaja. El perfil preferente para estas funciones tan especiales debe incluir un escaso o nulo nivel de relaciones personales en términos afectivos y un fuerte desapego por los bienes materiales.

Hay quienes opinan que en el periodismo es necesario tener salarios bajos porque es de la única manera que pueden ser libres de escribir lo que tienen que decir, sin estar acobardados por el riesgo de perder un salario alto.

Cuando la televisión entrevista a las personas que viven en la calle, podemos entender que prefieren la dureza de esas condiciones a tener que soportar las restricciones asociadas al confort (compromisos, pagos, obediencia a normas de convivencia rígidas, disciplina).

Estas tres consideraciones son buenos ejemplos de como la pobreza puede ser un camino hacia un cierto tipo de libertad y que no tenga por qué ser calificada de patológica ya que responde a una opción personal (siempre y cuando no incluya el propósito de constituirse en una carga para el resto de la sociedad).

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jueves, 6 de noviembre de 2008

La fortaleza de los débiles

Hay por lo menos dos manera de sentirnos fuertes:

1) Teniendo fuerza (física y anímica, pero especialmente esta última).

2) Logrando que otro nos ayude.

Quizá la sensación de tener fuerza, energía, vitalidad, poder, sea la señal más clara de salud (física y mental). Por eso somos muy sensibles a la existencia de esta cualidad: Admiramos a quienes tienen fuerza, procuramos tenerla, nos angustiamos cuando nos abandona.

Seguramente la importancia que tiene para todos sentirnos fuertes y poderosos, no necesite mayores explicaciones. De ahí que el punto 1) no necesite comentarios.

Sin embargo el punto 2) es menos obvio, por eso me explico mejor.

Los niños poseen naturalmente esta fortaleza. Por algún instinto del que estamos dotados, ellos logran que tengamos ganas de ayudarlos y cuidarlos, especialmente a los que pertenecen a nuestro círculo más próximo.

Los enfermos y ancianos inspiran un sentimiento parecido aunque no tan marcado como en el caso de los niños.

Las mujeres también inspiran ese sentimiento entre los varones naturalmente dotados de una complexión más fuerte.

Finalmente, existe una cierta actitud ante la sociedad que también obtiene fuerza haciendo sentir fuertes a los demás, como es el caso de los (material o espiritualmente) pobres. Se ha llegado a decir que el trabajo de los menesterosos es lograr que otros se sientan bien ayudándolos y que esta tarea es la que justifica un salario en forma de donación o limosna.

Por lo tanto, algunas personas logran compensar con creces su debilidad haciendo que otros se sientan estimulados para prestarles ayuda. Su fortaleza es lograda inspirando a otros para que le entreguen parte de la suya.

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miércoles, 5 de noviembre de 2008

«Necesito un bombón»

Cuando el niño es pequeño y aún no habla, llora sin que los adultos podamos entender qué es lo que le pasa: ¿tiene hambre?, ¿tiene frío?, ¿está angustiado?, ¿está mojado?, etc., etc..

Cuando aprende a comunicarse todo parece mucho más sencillo: Dice claramente lo que le pasa entonces los adultos acudimos a resolverle el problema para que deje de llorar.

La realidad no es así tampoco. Cuando aprendemos a hablar aún subsiste una dificultad. Caemos en la metáfora sin darnos cuenta y ahí todo se vuelve más complejo.

Por ejemplo, el niño pide un bombón pero en realidad lo que quiere es saber si la mamá todavía lo quiere, sólo que no puede hacer esta pregunta por algún motivo (timidez, no se le ocurre, supone que la madre no lo entendería) (Este concepto está ampliado en el artículo titulado Los antojos son sagrados)

Las consecuencias de este pedido de un bombón-metáfora-del-amor es que la madre puede darle un bombón pero el niño no siente que así como lo recibió represente realmente al amor que estaba pidiendo. Puede suceder que la madre no le dé un bombón pero que lo siente sobre sus rodillas, lo abrace y lo bese tiernamente y ahí ya no necesitará más el bombón. También es probable que la madre no haga ninguna de las dos cosas generándole una frustración.

Esto ocurre todo el tiempo y a cualquier edad. La pregunta correspondiente al tema central de este blog surge entonces diciendo que cuando nosotros nos presentamos ante la sociedad diciéndole que necesitamos trabajar porque necesitamos dinero, ¿qué es en realidad lo que estamos pidiendo? ¿trabajo? ¿dinero? ¿reconocimiento? ¿tiempo ocupado? ¿integrarnos a un grupo? ¿cumplir un horario? ¿someternos a un jefe? ¿salir de nuestras casas?

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martes, 4 de noviembre de 2008

¡Tenga el cuerpo de Miss Universo en una semana!

En una actitud digna de ser ovacionada, la Real Academia Española se está democratizando e incorpora expresiones con mucho arraigo popular.

El verbo currar es de uso frecuente en el Río de la Plata y ya fue oficializada su inclusión en nuestro idioma castellano.

Los significados asignados son trabajar y estafar (en el sentido de pedir o sacar dinero con engaños).

El psicoanálisis tiene demostrado que la semejanza de los vocablos ejerce una fuerte influencia en nuestras psiquis, al punto que por el sonido o escritura se producen asociaciones inevitables, algunas de las cuales suelen ser inconcientes.

En este caso el verbo currar es demasiado parecido al verbo curar. Apenas tiene una «r» de menos.

Con estos elementos podemos suponer que muchas ofertas de curación son una forma de estafa porque nos piden o sacan dinero con engaños.

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lunes, 3 de noviembre de 2008

Protección gratuita pero con canje

El lucro es el provecho o la ganancia que se saca de algo o de alguien.

Muchas personas rechazan (en sí mismos y en los demás) el «afán de lucro».

La sensación de vulnerabilidad es realista cuando somos pequeños pero la sensación de debilidad puede durar toda la vida. Es la principal causa del miedo.

El miedo es un sentimiento muy molesto que se alivia cuando nos sentimos protegidos por alguien que nos inspira confianza (padres, hermano mayor, cónyuge, amigos, institución, gobierno). Este sentimiento tan molesto se agudiza cuando nos enfrentamos a alguien con afán de lucro, porque sabemos que esta persona intentará sacarnos algo.

Además, tenemos la creencia de que los verdaderos personajes protectores de nuestra vida, nos protegen porque nos aman tal como somos, sin desear sacarnos algo, sin aprovecharse de nosotros ... y que si alguna vez le entregamos algo (bienes, dinero, nuestro esfuerzo) lo hacemos porque nos gratifica hacerlo, porque nos complace expresar nuestra gratitud de todas las formas posibles, no porque tengamos que pagar el favor de recibir la protección que tanto necesitamos para aliviarnos del miedo.

Bueno, al menos, así es como preferimos interpretarlo.

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domingo, 2 de noviembre de 2008

Odio mi moto, mi casa, mis herramientas, ...

¿Cuál puede ser el tamaño del amor que un motoquero tiene por su Harley Davison reconstruida a nueva, con mil sacrificios, privándose hasta de comer para poder comprar las piezas originales y dejarla igual que una joya?

¿Cuánto ama una familia la casa que construyó “ladrillo a ladrillo”, con la participación de hasta los más pequeños, familiares y amigos?

¿Qué valor tienen para el artesano las herramientas viejas, gastadas, remendadas, que lo ayudan día a día a construir esos objetos que —además de darle alegría de sólo verlas terminadas— le permiten conseguir lo necesario para mantenerse él y a toda la familia?

¿Cuánto ama un camionero a su camión con el que hace miles de kilómetros en total soledad, donde vive las 24 horas y que también le aporta lo necesario para vivir él y su familia?

Vehículo (Harley), vivienda, herramientas, máquinas (camión): todos objetos inertes por los que se puede sentir amor, cariño, afecto, valoración. Estos sentimientos logran dos cosas: un afán por conseguirlos (también cuidarlos) y un gran placer en usarlos para desplazarse, alojarse y trabajar.

Pues bien, el dinero también es un objeto inerte, también es un instrumento útil, con él podemos conseguir lo necesario para vivir, pero un grupo considerable de personas no lo ama, no le siente cariño, no le tiene afecto, no lo valora, y lo que es peor, se sienten orgullosas de odiarlo, despreciarlo, tomar distancia de él.

Esta relación adversa (odiar lo útil) es patológica en tanto es perjudicial.

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sábado, 1 de noviembre de 2008

El Correcaminos y el dinero

Si «El tiempo es oro», ¿es lógico que alguien tenga tiempo y carencias materiales a la vez? No es lógico pero así sucede en muchas personas.

Una de las formas más frecuentes de desaprovechar el tiempo-oro consiste en no poder usarlo por ansiedad.

Para muchas personas es casi imposible esperar que algo suceda. Si lo que necesitan no lo consiguen inmediatamente, lo abandonan.

La ansiedad es un síntoma presente en muchas disfunciones psíquicas. Se manifiesta por un nerviosismo desgastante que termina por debilitar a quien lo padece, dejándolo sin tolerancia para esperar la evolución de aquellos procesos que inevitablemente demandan más tiempo del que están dispuestos a utilizar.

Existen causas orgánicas que producen estos fenómenos pero sólo quiero señalar las causas psicológicas.

En la cultura que vivimos está mal visto tener paciencia y es condenable la lentitud. Por el contrario, los dictados de la moda en cuanto al carácter que deberíamos tener incluyen la agilidad mental, tener reflejos rápidos y tomar decisiones instantáneas. Los héroes más apreciados son personas que se enfrentan a dificultades muy grandes y todo lo resuelven con agilidad, rapidez y decisiones carentes de meditación previa.

Para poder estar a la moda, es preciso no saber esperar, actuar atropelladamente, tomar decisiones en forma compulsiva.

No podemos olvidar que las fuentes de ingresos que funcionan con esta actitud, son poquísimas.

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