El genial Esopo ganó su fama por su talento y porque
a los ricos les resulta beneficioso
invertir en publicitarlo.
Una fábula de Esopo (1) cuenta
que un avaro canjeó todos sus bienes por monedas de oro y las guardó en un
cofre que enterró en un lugar secreto.
Diariamente iba a visitar la
fortuna acumulada en su vida y soñaba con hacer esto o aquello utilizando las
posibilidades reales que le permitía aquel enorme capital.
Alguien que observó la
conducta del avaro, esperó el momento oportuno y robó el tesoro.
Podemos imaginar el duelo del
avaro cuando constató que todos sus proyectos, sueños y posibilidades habían
desaparecido para siempre.
Un vecino, apenado por la
congoja del avaro, le dio una solución muy inteligente, diciéndole: «Ya que ninguno de
tus proyectos realistas pensabas ponerlos en práctica porque solo atinabas a
soñar con ellos, pon un ladrillo en el hueco que dejó el ladrón e imagina que
ese es tu cofre con oro».
Lamentablemente el avaro no se consoló mirando el ladrillo.
Comentarios:
1) Algunos se regocijan observando lo que han logrado, tanto sea la
fortuna material, como la familia que los rodea, como el prestigio que han
sembrado en el colectivo al que pertenecen;
2) Por el contrario, algunos se regocijan tan solo imaginando que
podrían haber logrado esa misma fortuna, esa misma familia y ese mismo
prestigio.
El vecino que sugirió poner un ladrillo en lugar del cofre, pertenece a
este grupo de soñadores que prescinden cómodamente de la realidad material pues
con imaginar les alcanza;
3) Que el personaje realista sea un antipático avaro nos permite
entender que la fama de Esopo se debe a su talento y al patrocinio de los ricos
que necesitan la existencia de muchos pobres, imaginativos y soñadores
desinteresados en luchar por ganar dinero.
(Este es el Artículo Nº 1.836)
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