domingo, 10 de marzo de 2013

Ser ricos por equivocación




Por múltiples y variados motivos los hechos se organizan para que, si no somos pobres, sea por pura equivocación.

Si nos preguntaran todos diríamos: «Prefiero saber la verdad».

Esta respuesta es verdadera porque refleja lo que un entrevistado cree, pero es falsa si la comparamos con lo que realmente ocurre, esto es, que necesitamos conocer las buenas noticias e ignorar las malas.

El tema de este artículo es el sentimiento de seguridad que necesitamos para fundar una familia y para ganar el dinero suficiente.

Muchas veces ocurre que la necesidad de acertar es tan intensa que actuamos como para que los hechos confirmen nuestras predicciones. Por ejemplo, si pensamos que no tenemos aptitudes para un determinado desempeño, inconscientemente procuraremos fracasar en él porque nos duele más equivocarnos en un pronóstico que arruinarnos económicamente.

Sabido esto, o quizá solo intuido, organizamos nuestras acciones teniendo en cuenta que es más fácil ratificar los pronósticos pesimistas que los optimistas, es decir: será más fácil decir que somos estudiantes fracasados porque imaginamos que nos resultará sencillo presentarnos como malos estudiantes.

Por lo tanto nos pronosticamos como malos estudiantes porque nos tenemos fe para representar ese rol.

Pero este no es el único motivo por el que haremos un esfuerzo para ser malos estudiantes.

Nuestra cultura rechaza a cualquiera que diga lo contrario. Es decir, si alguien dice que es «buen estudiante» tiene muchas posibilidades de ser criticado por engreído, arrogante, presumido.

De esta forma, desde muy pequeños aprendemos que la clásica pregunta de los adultos «¿a qué te dedicarás cuando seas adulto?», deberá ser contestada de tal forma que ese curioso piense que está ante un niño precozmente modesto, con la sabiduría de un anciano monje budista.

En suma: Los hechos se organizan para que, si no somos pobres, sea por pura equivocación.

(Este es el Artículo Nº 1.815)

9 comentarios:

Alicia dijo...

En el videocomentario usted habla de la aternancia del amor y el odio en toda relación. Ese es un enunciado proveniente del psicoanálisis que, los que estamos en el tema, aceptamos como verdadero. De todos modos es cuestionable. Como no sé alemán no he podido acceder a la lectura de las obras de Freud en su idioma original. Lo que los hispano-parlantes entendemos por odio, es muy distinto a lo que entendemos por bronca. Creo que son mucho más frecuentes los momentos de bronca que los de odio, en los vínculos amorosos en general.

Gabriela dijo...

Me pasa que las noticias malas que más deseo ignorar son las que se vinculan a mi salud. Me cuesta ir al médico por ese motivo. Además sé que si voy al médico comienza toda una seguidilla de exámenes costosa en dinero y en tiempo.

Hugo dijo...

En realidad las aptitudes se comprueban en la cancha. Si creemos que no tenemos actitud para algo que no hemos probado, no es más que una creencia, pero una creencia que nos salva del temido fracaso y de la noticia que no queríamos escuchar: de verdad no tengo aptitudes para eso.

Graciana dijo...

A una vidente trucha se la reconoce por su necesidad de acertar.

Damián dijo...

Y cuando una bruja nos lee el futuro, quizás hagamos todo lo posible para convertirlo en nuestro destino.

Damián dijo...

Y cuando una bruja nos lee el futuro, quizás hagamos todo lo posible para convertirlo en nuestro destino.

Silvana dijo...

También puede suceder la contraria, que hagamos todo lo posible para huir de él, sobre todo si el futuro que nos predicen es malo. En ese caso la bruja ayudaría.

Shanti dijo...

Puede suceder que se logre ese sentimiento de seguridad como para formar una familia -lo que implica poder sostenerla económicamente- con el apoyo proveniente desde afuera, ya sea de seres queridos que confían en nosotros, como de personas a las que creemos dueñas de poderes sobrenaturales (que puede que las haya).

Marina dijo...

Creo que usted plantea que tenemos todas las de ¨ganar¨ para creer que seremos pobres como la mayoría. Imagínese en un país como Uruguay, donde somos predominantemente depresivos, nostalgiosos y desconformes, el caldo de cultivo que tenemos como para que eso suceda.