miércoles, 30 de abril de 2008

Hay una aguja en el pajar

Los motivos por los cuales el dinero es un bien perturbador son desconocidos, pero también es desconocido el antibiótico que combata a los virus y algo tan sencillo como un resfriado se cura cuando el cuerpo puede resolverlo por sí solo y es poco lo que la medicina puede hacer para ayudarlo.

Mis artículos generan varios comentarios que producen una retroalimentación que va esclareciendo el tema y si no podemos hoy en día resolver el tema de la pobreza como sería deseable, es probable que estemos en camino de lograrlo.

La real academia española ya incorporó el vocablo «guita» como significado de «dinero».

Ahora es más legítimo que antes usar públicamente en un blog una expresión que se usaba popularmente. Cuando alguien solicita dinero —y siempre que la confianza lo permitiera— se le puede hacer la broma de preguntarle —¿Así que querés ver-guita? —con lo cual se incluye el doble sentido de «verguita» o sea el diminutivo de verga en su acepción de pene.

Esta broma tiene su efecto porque en alguna parte del inconciente existe una asociación entre el genital masculino y el dinero. No tengo idea cuál puede ser esa o esas asociaciones posibles, pero cuando se dice «Es más difícil que encontrar una aguja en un pajar», se presentan dos opciones: Si se sabe que la aguja está, será difícil encontrarla pero vale la pena buscarla. Si no se está seguro de que la aguja esté ahí, la cosa ya se hace más cuesta arriba porque el esfuerzo puede ser totalmente vano.

En suma: Podemos asegurar que existe una asociación inconciente entre «pene» y «dinero» porque este juego de palabras (¿querés ver-guita?) es utilizado con fines humorísticos. Lo que sigue ahora es buscar cuál es esa asociación (encontrar la aguja en el pajar).

Seguimos en contacto.

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martes, 29 de abril de 2008

«¿Quién orina más lejos?»

Es probable que sea cierto que la niña envidia del varoncito que éste pueda orinar estando de pie y hasta hacer subyugantes dibujos con el orín. En la mentalidad de un niño es muy comprensible, pero con más de 20 años deja de serlo. Se supone que una niña de 20 años debería tener asumido que las diferencias anatómicas de los sexos responden a una cierta lógica reproductiva y que no tiene mucho sentido continuar con aquella envidia infantil.

¿Deja de envidiar entonces la niña de 20 años? ¡Qué esperanza! Desde que la sociedad prácticamente le gritó en el oído que se deje de decir disparates, que cómo se le ocurre que ella pueda orinar estando de pie, es una mujer que escondió en el inconciente estas aspiraciones pero sólo para que no la traten de loca. En el fondo (y el inconciente podría estar en «el fondo») sigue deseándolo, pero ni ella se da por enterada.

Aquella piecita del cuerpo masculino tan desproporcionadamente significativa empieza a tener actividades materiales (urinarias y sexuales) y también actividades simbólicas (representa el poder del género masculino y por extensión, el poder abstracto, el que puede tener alguien independientemente de si es hombre o mujer).

El dinero también simboliza poder y por desplazamiento, el dinero simboliza el pene.

Entonces: cuando vemos que las mujeres ganan menos dinero que los hombres aún cuando realicen las mismas tareas, podemos plantear la hipótesis de que ellas rechazan inconcientemente tener más dinero porque éste simboliza el pene al que ellas tuvieron que renunciar porque la sociedad hasta les gritó en el oído que las niñas no deben desear tenerlo (ni el pene ni -por lo tanto-, el dinero).

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El vividor vivido

Es muy probable que el dinero sea un bien que psicológicamente lo tengamos asociado al deseo en la medida en que muchos deseos pueden satisfacerse usándolo. Casi cualquier deseo que se satisfaga con un bien o un servicio comprable, podrá satisfacerse en tanto y en cuanto se tenga el dinero suficiente.

Agreguemos otro párrafo para decir que en nuestros vínculos, muchas veces nuestro deseo es anulado por el deseo de los demás. Por ejemplo, tenemos el deseo de estudiar alfarería pero terminamos estudiando neurocirugía porque ése es el deseo de nuestros padres.

Si el deseo puede estar psicológicamente asociado al dinero, cuando dependemos de otra persona (padres, cónyuge, hermano, mecenas) para conseguir el dinero que destinaríamos a cancelar nuestros deseos es probable que no solamente recibamos el dinero del otro sino que éste venga con el destino que el dueño del dinero quiere darle a través nuestro.

El deseo es una manifestación de vida esencial y cuando no podemos satisfacerlo, estamos dejando de vivir. Si nos prestamos para que otro nos use para satisfacer su deseo, estamos siendo vividos por él. Si recibimos dinero de alguien que nos impone cuál será el uso que deberemos darle, también estamos siendo vividos por el donador.

En muchos casos se dice que alguien es un vividor cuando funciona como un parásito de quien le provee lo necesario para vivir. Sin embargo, hay casos en los cuales quien se considera parasitado por un vividor, en realidad es alguien que utiliza al vividor para que realice ciertos deseos suyos. Por ejemplo, el marido provee de dinero a la esposa para que ésta no tenga que salir a trabajar pero le impone los criterios de cómo deberá gastarlo.

Lo fascinante de este caso es que este caballero está disfrutando de satisfacer su deseo masculino a través de un cuerpo femenino, lo cual daría para escribir varios libros.

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domingo, 27 de abril de 2008

Se ufana de que afana con afán

De vez en cuando me doy una vuelta por el Diccionario de la Real Academia porque hasta hace unos años estaba dirigido por gente muy conservadora que excluía muchos vocablos de uso corriente como si no pertenecieran al idioma castellano a pesar de tener una gran eficacia a la hora trasmitir conceptos muy necesarios para la comunicación.

Esto ha venido cambiando por suerte. Quizá bajó la edad promedio de quienes toman decisiones o cambiaron el equipo de aire acondicionado y puede respirarse en sus despachos vientos de mayor demo-cracia (gobierno del pueblo).

Fue con gran alegría que encontré en verbo afanar, que yo lo tenía como propiedad del lunfardo rioplatense pero que ahora lo podemos encontrar ocupando un digno lugar en nuestro diccionario de la R.A.E..

Es muy divertido ver qué cosas decimos además de las que pretendemos comunicar.

El verbo en cuestión quiere significar tanto robar y estafar como trabajar con pasión.

¿Ustedes no encuentran fascinante el hecho de que en este simple verbo viajen juntos temas tan sensibles como la «seguridad ciudadana» y la «vocación de servicio»?

¿No les parece escalofriante que nuestro idioma haya bautizado de la misma forma acciones que moralmente (parecería que) se encuentran en las antípodas?

Reconozco que puedo pecar de hipersensible al emocionarme con la lectura de un diccionario, pero ¿no tengo un poco de razón?

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sábado, 26 de abril de 2008

Deseo prófugo

El deseo se nos presenta como algo muy agradable cuando tiene un cierto nivel (tamaño, intensidad). Cuando se sale de ese nivel, aparecen las molestias: si es escaso nos sentimos deprimidos, tristes, desganados y si es excesivo nos sentimos agitados, excitados, ansiosos.

Cada uno de estos estados se acompaña de inevitables representaciones mentales propias del nivel: cuando estamos deprimidos nos vemos desvalorizados, quizá enfermos y próximos a la muerte; cuando estamos agitados nos vemos como poseídos por un demonio que nos puede inducir a conductas de las cuales habremos de arrepentirnos.

La cantidad de deseo que tengamos en cada momento nos deja postrados en una cama, nos mantiene productivos, trabajadores, o nos lleva a hacer demasiadas cosas, a tomar decisiones muy riesgosas.

Es una creencia popular bastante acertada que la locura incluye un desborde del deseo. En alguna época se pensó que la psicosis era una especie de posesión demoníaca.

Nuestra cultura trata de que la mayoría de las personas seamos tranquilas, que no tengamos mucha energía porque si es difícil gobernar en condiciones normales, mucho más difícil es gobernar a ciudadanos con mucha energía, con ganas de cambiarlo todo, que nunca estén conforme con nada, llenos de ideas innovadoras, emprendedores, revolucionarios.

Este es un buen motivo para que la locura se vea con temor y se trate de enchalecarlos químicamente para que se queden tranquilos y no molesten. Cuanto más chata es la cultura reinante, más temor se le tiene a la psicosis y cuanto más creativa es la cultura reinante, más tolerancia, comprensión y aceptación se siente hacia este grupo de personas.

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viernes, 25 de abril de 2008

Dios no necesita dinero

(Este artículo es la prometida continuación del que publiqué ayer)

Ayer comentaba con ustedes que algunos psicólogos tienen el estilo Pigmalión en el sentido de que creen saber qué le conviene a su paciente y lo guían hasta ese objetivo. Los que no tienen ese estilo desconocen qué le conviene a su paciente y sólo lo orientan para que pueda rediseñar la parte de la personalidad que les guste menos.

Además de que cada estilo cuenta con su legión de adherentes, está presente acá un tema económico muy importante.

El psicólogo de tipo Pigmalión supuestamente termina amando a su creatura. Como el escultor de la mitología, al final del tratamiento habrá obtenido una persona muy de su agrado. Por supuesto que no se casará con todos los pacientes a quienes les de el alta pero les tendrá un afecto especial, como supongo que alguien tiene por un hijo, por un alumno y también por un cónyuge, por supuesto.

El problema económico que se plantea es que este psico-escultor no podrá cobrarle los honorarios a un personaje tan significativo desde el punto de vista afectivo. En todo caso le cobrará un honorario simbólico, muy por debajo del arancel más razonable.

Y se agrega otra perlita al collar: Quienes dicen que Dios hizo al ser humano a su imagen y semejanza están sugiriendo que Dios fue una especie de Pigmalión. Entonces el psicólogo que “hace a su paciente a su imagen y semejanza” se sentirá Dios y puedo asegurarles que si alguien recibe la gratificación de que lo hagan sentirse Dios, no tendrá ganas de cobrar honorarios por tan placentera tarea. Acá tenemos otra arista preocupante del estilo pigmaleónico porque quedará inhibido de cobrar por su trabajo.

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jueves, 24 de abril de 2008

Paciente diseñador o diseñable

Una buena y divertida manera de aprender psicoanálisis es decodificar la simbología que se encuentra en la mitología de cualquier pueblo. Los hispanoparlantes parece que tenemos preferencia por la griega y la latina.

Pigmalión era un gobernante, sacerdote y escultor de Chipre que esculpió a una bella mujer que llamó Galatea. La hizo tal como el quería que fuera, se enamoró de ella y algún dios le hizo el favor de darle vida, gracias a lo cual logró lo que más deseaba: casarse con la mujer de sus sueños.

A este mito se le puede entrar por varios lados, pero uno de los abordajes posibles es reconocer en él cuánto tenemos los humanos de hacedores de semejantes perfectos. Algunos dicen que Dios nos hizo a su imagen y semejanza y otros dicen que nosotros hicimos a Dios a nuestra imagen y semejanza. Sobre esta última opción es que estoy escribiendo.

Algunos psicólogos creen saber qué le conviene a su paciente y por eso tratan de guiarlo hacia el objetivo que ellos creen que es el más correcto. Estos psicólogos cuentan con sus adherentes y pueden acreditar éxitos terapéuticos que legitiman su práctica clínica.

Valdría la pena dejar mencionado que también existen pacientes que no necesitan que nadie les diga cuál es su mejor objetivo sino que buscan en el psicólogo una oreja y una voz neutrales que le señalen aquello que por falta de distancia óptima no pueden apreciar de sí mismos.

Los psicólogos al estilo Pigmalión atienden a quienes prefieren delegar en el profesional el diseño de su personalidad y los otros atienden a quienes sólo quieren aprender el arte del diseño para convertirse en escultores de sí mismos.

Continuará...
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miércoles, 23 de abril de 2008

Resumen parcial

Como quien hace un alto en el camino para evaluar cuánto recorrió, resumo acá algunas ideas planteadas desde noviembre de 2006.

En primer lugar, creo que todos los hispanoparlantes que leen este blog viven en un régimen capitalista excepto Cuba.

Por capitalismo debemos entender al régimen económico fundado en el predominio del capital como elemento de producción y creador de riqueza.

Al capital podemos definirlo como el conjunto de inmuebles, maquinaria o instalaciones de cualquier género, que, en colaboración con otros factores, principalmente el trabajo, se destina a la producción de bienes.

Dinero es un bien que puede transformarse en cualquier otro bien que sea comprable.

Esta polifuncionalidad del dinero lo convierte en un símbolo del deseo y por eso su obtención, posesión y administración son tan perturbadores como el deseo mismo. En ciertas personalidades este bien genera una sobreexcitación psíquica que le produce daños similares a los que padecería un niño si quedara expuesto a un estímulo sexual que —por su inmadurez emocional— es incapaz de procesar.

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martes, 22 de abril de 2008

Te perjudicaré obedeciéndote

Algunos piensan que un paro de actividades por razones gremiales es una medida muy dura contra los intereses de quien se pretende conmover con esta actitud (dueño, jerarca). El paro también pretende hacer ver cuán valioso es el trabajo ya que se ponen de manifiesto todas las pérdidas y contratiempos que produce la inactividad.

Si aceptamos la idea propuesta en el párrafo anterior, estaremos de acuerdo que la huelga es una medida aún más fuerte contra los intereses de quien se pretende conmover. Constituye un aumento cuantitativo del paro, que de por sí, ya habíamos consignado como bastante agresivo.

De todos modos quien padece el paro se resarce parcialmente en tanto no paga los salarios que corresponden a todo el tiempo no trabajado (por paro o huelga).

La lógica de los acontecimientos hace que exista una medida aún más agresiva que esta y que es el “trabajo a reglamento”.

Toda empresa o institución tiene algún reglamento sobre cómo espera que los trabajadores hagan las cosas. Sin embargo la paradoja está en que esta medida sindical de realizar todo el trabajo ‘a reglamento’ durante el tiempo que dure el conflicto, hace que el patrón tenga que pagar los salarios (ya que los trabajadores realizan alguna tarea), no puede denunciar legítimamente porque los reclamantes lo único que hacen es cumplir estrictamente lo que el mismo patrón estipuló por escrito, pero resulta que la productividad cae de tal manera que el perjuicio equivale al paro o a la huelga, pero teniendo que pagar los salarios.

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lunes, 21 de abril de 2008

La parábola del hijo avivado

Cuenta San Lucas en su evangelio lo que después dio en llamarse “La parábola del hijo pródigo” que yo llamaría más bien “La parábola del hijo arrepentido” y así se entendería mejor.

Esta narración se la contó Jesus a sus discípulos cuando estos le preguntaban en tono recriminatorio por qué trataba igual a “justos y a pecadores”.

Dicha parábola cuenta que el hijo menor de un hacendado le pidió al padre que le diera el dinero que le correspondía como hijo y con ese dinero se fue a pasarla bien. Cuando le sobrevino la ruina económica, volvió arrepentido y el padre hizo un festejo que puso celoso al hijo mayor que siempre lo había acompañado y que no había dilapidado el dinero como había hecho este hermanito licencioso.

Jesús pretendía transmitir la gran capacidad de perdón que tiene Dios para con los arrepentidos pero hoy, en el siglo XXI, la estructura de este relato sigue funcionando aunque de forma algo diversa que paso a explicar:

Cuando alguien tiene una mala conducta y demuestra realizar un cambio favorable a partir del pedido de una persona poderosa (padre, madre, jefe, patrón), este personaje poderoso suele ponerse tan contento que olvida la persistente buena conducta de quienes nunca tuvieron que ser encarrilados.

Estos suele conceptualizarse como «selección adversa» porque un gesto fortuito termina beneficiando injustamente a alguien en desmedro de quienes siempre se merecieron la más alta consideración y estima. En otras palabras: A veces gana más un ex-malo que un bueno full time.

Es interesante conocer este rasgo tan humano para que cuando suceda en perjuicio nuestro, podamos tener las ideas claras como para gestionar eficazmente el resarcimiento que pudiera correspondernos.

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domingo, 20 de abril de 2008

Gato encerrado en una sola canasta

Es una política prudente «No poner todos los huevos en la misma canasta».

¿Qué se quiere decir con esto? Que no tengas un sólo proveedor porque algún día, si te falla y no tenés otro, vas a tener problemas.

¿Qué más se quiere decir? También significa que los monopolios no son buenos. Ni públicos ni privados. Cuando en un país hay sólo en proveedor de un bien o servicio, existe el riesgo de que, por falta de competencia, se vuelva ineficiente. Si fijara tarifas abusivas nadie puedría abstenerse de pagarlas porque es el único proveedor. Los países tampoco deben «poner todos los huevos en una sola canasta».

Pero estas aseveraciones —seguramente compartidas por todos— encubren algo trágico, insospechadamente maligno y traidor. ¿Qué sucede con la monogamia? ¿Eh?

Ambos cónyuges están jugados a un criterio monopólico absolutamente contraindicado por los criterios más razonables.

Los pensadores que nos aconsejan sabiamente evitar las exclusividades, ¿por qué no dicen nada sobre la monogamia? ¿A qué interés responden para mantener silencio sobre un tema que nos toca a casi todos?

Yo acabo de percatarme de esta sospechosa omisión y los invito a que difundan esta inquietud entre quienes ustedes conozcan porque podemos estar ante una equivocación histórica.

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sábado, 19 de abril de 2008

Vilma Picapiedra

Todavía está presente en nuestra cultura el gen que compele a las mujeres a ser administradoras austeras y honestas de los recursos económicos que logre traer su hombre al hogar.

Logrará comprar bienes y servicios a precios increíbles logrando que su familia tenga un maravilloso bienestar con los escasísimos recursos que pueda aportar su hombre.

Mantendrá la higiene en niveles de excelencia, será experta en quitar manchas, en preparar menús exóticos con dos papas y un boniato, la bolsa de los residuos será prácticamente inexistente porque todo sabrá ella cómo aprovecharlo.

Su destreza manual se expresará en rutilantes tejidos, confección de prendas de tela —queda exonerada de la confección de calzado—, la cocina incluirá repostería bellamente decorada, tendrá una habilidad natural para que su casa parezca un palacio de fino buen gusto.

Los conocimientos sobre el cuidado infantil serán innatos y muy sabios. Deberá destacarse por su particular carisma a la hora de educar a los hijos hasta que contraigan matrimonio y si la casa es amplia, también sabrá cómo educar a las nueras y a los yernos.

Durante su juventud pudo haberse recibido de ingeniera, abogada, médica o psicóloga, pero luego sabrá abandonar estas destrezas porque tendrán prioridad para ella el éxito laboral de su marido y la crianza de los hijos.

El único dinero que podrá tocar sus manos será el que traiga el esposo porque el que ganara ella empañaría la habilidad del cónyuge además de generar una sórdida sospecha sobre qué tuvo que hacer para ganárselo.

Repito: el gen que trae este conjunto de ideas aún está circulando en nuestros cuerpos ‘del siglo pasado’ e ignorar la tara que conlleva sólo sirve para agravar las consecuencias.

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viernes, 18 de abril de 2008

Dificultar las dificultades

Los países avanzan luchando contra las dificultades en todos los frentes posibles. Uno de esos frentes son las inversiones en investigación para que su ventaja comparativa (ganadería, industria petrolera, turismo) pueda desarrollarse en todo su potencial.

La otra forma de luchar contra las dificultades es procurar que los ciudadanos tengan las máximas oportunidades y acceso a los recursos productivos.

¿Y por qué digo en el título «Dificultar las dificultades»? Porque las personas en general tratamos de conseguir lo máximo haciendo el mínimo esfuerzo. Así es nuestra especie. Para poder tener cierto éxito en el crecimiento humano de una nación hay que llegar al extremo de ofrecerles a los ciudadanos ventajas tan convenientes que se les vuelva vergonzoso rechazarlas.

Cuando a nuestra natural indolencia se le presenta un ámbito lleno de dificultades, incertidumbres, complicaciones burocráticas, escasez de crédito, costos tributarios desmoralizantes, los seres humanos lo que hacemos es protestar en voz alta contra todas esas dificultades pero alegrarnos íntimamente porque nos están ofreciendo un buen pretexto para quedarnos tranquilos, haciendo el mínimo esfuerzo y no teniendo que soportar la humillación de que la responsabilidad de nuestro fracaso sea exclusivamente nuestra.

Los gobiernos que logran ofrecerle al ciudadano las mejores condiciones para su desarrollo humano cuentan con la sorda resistencia de quienes prefieren contar con pretextos para no complicarse la vida aunque su confort sea escaso. Esta resistencia la vencen sólo los mejores gobernantes.

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jueves, 17 de abril de 2008

3 años de comunismo y 97 de capitalismo

Esta es una teoría que ya la habrán planteado otros pero nunca me enteré y si lo hicieron, es imposible que la hayan descrito como lo haré seguidamente:

Ella (la teoría) dice que los seres humanos tenemos dos etapas bien marcadas en nuestras vidas de relación:

Durante los 3 primeros años nos quieren porque si, porque existimos, porque somos. Los 97 años siguientes nos quieren por lo que hacemos, por lo que servimos, por lo que trabajamos, por lo que aportamos.

Ese primer tramo de aproximadamente 3 años, el niño no hace más que satisfacer sus necesidades a costa de los adultos: come, duerme, juega y los adultos lo alimentan, le proporcionan lo que necesita a cambio de nada. Luego empieza el período escolar y ahí empiezan la etapa en la que el ser humano tiene que dar cumplimiento a una serie de tareas y asumir ciertas responsabilidades porque los servicios que recibe (repito: comida, abrigo, etc.), no es que estén estrictamente supeditados a su conducta estudiantil, pero él teme que si no se porta bien, dejarán de quererlo.

Lo cual es bastante cierto porque los niños son queridos de diferente manera según cuán gratificantes son para la persona que los ama. Algunos son más queridos que otros y cualquier alegato hacia el igualitarismo es demagógico.

A tan tierna edad los niños empiezan a negociar (con sus pares y con los adultos, con el formato «yo hago esto si tu haces esto otro», «te presto esto si tu me prestas aquello») porque se les terminaron las vacaciones pagas a una temprana edad.

Así son las cosas. Comenzamos con un breve y maravilloso comunismo y terminamos viviendo en un calvario capitalista.

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miércoles, 16 de abril de 2008

Cueste lo que cueste

El diálogo sobre lo que esa persona piensa comprar suele recorrer todos los temas más importantes: Marca, prestaciones, garantía, posibles colores y tamaños. Sobre el final, casi como un dato accesorio surge la pregunta ¿cuánto cuesta?

Un comprador que se precie de inteligente tiene organizadas las preguntas en orden de importancia, por lo tanto es fácil comprender que el precio es lo que menos le importa.

Lo mismo sucede para la contratación de un servicio (abogado, médico, arquitecto, odontólogo, escribano, etc.).

Por qué algo tan desesperadamente importante como el desembolso de dinero que tendríamos que hacer en caso de concretar la compra, se ubica en un triste final, queriendo demostrar con ese gesto que para el consultante éste no es un dato relevante.

Pensemos en un caso en que este dato realmente no sea un dato importante: Un millonario como Bill Gates, alguien que termina de cobrar una herencia inesperadamente grande, otro que sacó el premio mayor de la lotería y pocos casos más.

Como estos casos son demasiado poco frecuentes, tenemos que barajar otras hipótesis. Arriesgo algunas para que usted evalúe si estoy muy descaminado. El comprador que nos preocupa:

Quiere hacer creer que es millonario.
Quiere hacer creer que a él no le cuesta nada ganar dinero.
Quiere hacer creer que el dinero es una cosa que no le importa mucho.
Quiere hacer creer que si el objeto o servicio le sirve, paga por él lo que sea.
Quiere hacer creer que es de los pocos que son muy ricos y muy humildes.
Quiere hacer creer que si no lo compra es porque el objeto o servicio no colma sus expectativas, que son muy altas por la sencilla razón de que es casi perfecto, ... aunque no lo parezca.

Se me deben estar escapando algunas otras opciones pero quiero hacer creer que no soy exhaustivo.

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martes, 15 de abril de 2008

Compro esposa al contado

La matemática es una construcción exclusivamente humana. Si no existiera el ser humano no existiría la matemática.

Ella es muy psicológica porque todas sus construcciones son exclusivamente mentales: razonamiento, deducción, inducción,... sin embargo, los profesionales psi solemos ignorarla tanto como a la astronomía, como si la matemática no tuviera nada que ver con la psiquis.

El único profesional psi que la estudió en profundidad fue Lacan ¡y así le fue! Hoy en día es admirado por unos pocos y denostado por la mayoría. ¡Paradojas de la vida!

Este rodeo es el prólogo de un tema diferente. Con criterio matemático propongo sustituir la palabra amor por la expresión «me sirve».

Si con criterio amplio, libre de ataduras culturales, éticas, religiosas, románticas o de cualquier tipo, me permito pensar que sólo amo a quien me sirve, me provee, me aporta, me da ganancias, placer, seguridad o cualquier otra cosa que yo necesite, el resto de mis valoraciones cambian mágicamente de lugar y la vida adquiere otro diseño muy diferente al convencional, al clásico, al común, al normal.

La conveniencia puede ser tangible o intangible: Me sirve una mascota porque es hermosa, me sirve un hijo porque me veo representado en alguien más joven y que vivirá después de mi muerte, me sirve un proveedor porque me facilita mercadería “buena, bonita y barata”. Cambiando los términos: amo a mi perro, a mi hijo, al almacenero.

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lunes, 14 de abril de 2008

¡Qué trabajo tan desagradable!

Algunos trabajos son más feos que otros.

Para mí el trabajo más feo de todos es el de conducir un camión atmosférico o barométrica. Estos trabajadores vacían los pozos donde se acumulan los excrementos humanos de las casas que no acceden a la red cloacal pública.

Otro trabajo desagradable es el de basurero o recolector de residuos domiciliarios. En este caso, si bien es un trabajo relativamente saludable cuando tenemos en cuenta que muchas personas hacen el mismo ejercicio físico pero sólo para cumplir con un propósito aeróbico, en este caso —repito— el problema es más de prestigio social porque una mayoría piensa que es un trabajo sucio, poco digno, de baja categoría.

Pero si bien la categoría social que tenga una actividad no es lo que nos da de comer diariamente, tiene mucho peso en nuestra conformidad o disconformidad.

Seguramente las enfermeras cuentan con un prestigio social superior a los trabajadores de las barométricas o los recolectores de residuos domiciliarios, pero en la práctica tienen un contacto con la suciedad mucho más estrecho y continúo. La higiene de enfermos, de niños y ancianos las obliga a manipulaciones seguramente más asqueantes.

Pero ahora observo con sorpresa que muy pocos trabajadores tienen más prestigio social que los médicos y sin embargo están en permanente contacto con la enfermedad y con la muerte que, si lo evaluamos con independencia de criterio, es mucho más desagradable que operar una máquina que extrae excrementos de un pozo o que tirar en un contenedor la basura envuelta en bolsas de polietileno.

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domingo, 13 de abril de 2008

Este jockey no me sirve

Existe literatura sobre explotación del hombre por el hombre de la época que usted pida. En nuestra privilegiada especie siempre alguien está explotando a otro.

Simultáneamente a este abuso se ha producido siempre una resistencia, algún intento de rebelión que ha puesto en movimiento la agresividad, la inteligencia y la exposición al riesgo de los injustamente sometidos.

Se han venido haciendo progresos en éste último sentido pero ¿con qué nos encontramos? Con que los despóticos opresores también han ido mejorando su metodología para proseguir con su siniestra actitud.

Uno de los síntomas de la explotación es el agotamiento de la víctima. Más específicamente aparecen dolores, insomnio, taquicardia, baja autoestima, ansiedad, falta de concentración, agresividad, paranoia, distanciamiento afectivo, y muchos otros fenómenos por el estilo.

Quizá la metodología más sofisticada que han encontrado los opresores es el anonimato, el ejercicio de la presión indirecta.

Ésta consistiría en generar condiciones para que el trabajador esté poseído por un afán de trabajo desmedido, por la búsqueda de objetivos muy ambiciosos, por una actitud tan competitiva que la propia víctima se autoflagela... igual que los esclavistas golpeaban con un látigo a los esclavos, como un jockey chicotea al caballo.

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sábado, 12 de abril de 2008

Adivina adivinador

El análisis de las tendencias tendría como modelo esencial el siguiente razonamiento: Estoy seguro de que hoy es jueves; estoy seguro de que ayer fue miércoles; supongo que mañana será viernes.

Con este ejemplo anda todo bien, pero la prospectiva (que algunos también llaman futurología y se entiende mejor) pretende tener un nivel de acierto parecido pero en situaciones más complejas.

Por ejemplo, si en la historia de un país (retrospectiva) vemos que ante ciertas circunstancias acontecieron ciertos fenómenos, podemos inferir que ahora, con una situación parecida, quizá suceda otra vez lo mismo.

En nuestro país (Uruguay) cada vez que hubo un período de auge, algunas veces se hicieron obras sociales profundas y otras veces se aplicó a invertir en áreas productivas. La que históricamente dio mejores resultados fue la primera opción, por lo tanto, ahora que volvemos a tener un período de auge nos convendría hacer obras sociales profundas: más educación, construir viviendas, invertir en salud pública.

Esto sucede así y los lectores mayores de treinta años podrán conocer más de un caso en los que en su país el gobierno piensa con estos criterios. ¿Qué habría que tener en cuenta cuando vemos que nuestro gobierno razona con este método?

Por ejemplo, si los que hacen la futurología de nuestro país tienen poder para tomar decisiones, es casi seguro que harán lo posible para que sus predicciones se cumplan por el simple hecho de que desean acertar, les da mucho placer haber adivinado el futuro, se sentirían muy mal si se equivocaran.

Pero puede suceder algo peor: Si los futurólogos ven que es imposible que sus predicciones se cumplan, harán lo posible por hacernos creer que ésto que está sucediendo es exactamente lo que ellos dijeron que sucedería. Sustituyen la falta de hechos con un discurso falso. Este discurso falso a veces uno no lo detecta porque no se imagina que alguien con poder sobre los medios de comunicación pueda estar distorsionando la realidad por un interés personal del cual casi nadie recuerda que existía excepto el propio futurólogo frustrado.

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viernes, 11 de abril de 2008

Me llamo María Sinapellido

Durante el año 2007 dediqué cientos de horas a realizar una encuesta telefónica consultando sobre si alguien tenía una mascota con nombre y apellido. Finalmente los resultados obtenidos me informaron que uno de cada diez mil mascotas tiene apellido. Concretamente la que encontré es un perro de raza multimix que lo llaman Batuque Pastorino (como dato anecdótico les comento que no es éste el apellido de la familia humana a la que pertenece sino una sutil referencia a su opción urinaria).

Esta encuesta que hice trataba de identificar la cultura lingüística sobre los nombres y los apellidos. Llegué a una hipótesis primaria según la cual sólo los seres humanos se denominan con nombre y apellido porque se tiene la idea de que en nuestra especie es importante la pertenencia, el linaje, la ascendencia familiar mientras que en los objetos y los animales eso no es relevante.

Durante el año 2006 me sentí bastante perturbado por algo que venía registrando desde años anteriores pero sobre lo que no había prestado debida atención, a saber: Es abrumadora la mayoría de mujeres que cuando se les pregunta cómo se llaman sólo indican su nombre y muy rara vez mencionan su apellido.

Afinando más la observación, creo haber encontrado una correspondencia entre la ubicación social de la mujer y su hábito. En general las profesionales universitarias tienden a identificarse incluyendo el apellido; las mujeres casadas con hombres de apellidos prestigiosos suelen usarlo como propio. Pero repito, es una mayoría de mujeres la que se auto nomina por su nombre de pila y nada más.

Fusionando las observaciones del 2006 con el resultado de la encuesta del 2007, quedo autorizado a pensar (dejando los preconceptos, las conveniencias y lo «políticamente correcto» de lado), que las mujeres que sólo usan su nombre de pila sin mencionar algún apellido, están posicionándose en la categoría de cosa o mascota.

Esto no termina acá. Todavía queda mucha tela para cortar en este interesante tema, sobre todo teniendo en cuenta que las mujeres tienen una importancia fundamental en la formación psíquica de todos los ciudadanos. Por ejemplo, no es lo mismo ser el hijo de una mujer que el hijo de una cosa.

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jueves, 10 de abril de 2008

La vida vale más que una banana

Hay ahorros que son demasiado costosos. O dicho de otro modo: lo barato sale caro. ¿Recuerda aquella historia en la que se dice que una tribu africana caza a los monos poniéndole una banana dentro de un recipiente de boca tan chica que si no sueltan la banana no pueden sacar la mano?

A los humanos nos pasa algo parecido. En el Río de la Plata les decimos «agarrados» a los que padecen muchas pérdidas por no gastar lo necesario en el momento adecuado.

Muchos no me creen cuando les digo que la psiquis humana funciona con criterios económicos y que los contadores saben mucho de la psiquis pero no saben qué saben y mucho menos que lo saben. (Releer si es preciso)

Uno de los “ahorros costosos” que hacemos los humanos es el de no aceptar que somos mezquinos, egoístas y depredadores. Pensar que somos generosos, solidarios y benefactores nos lleva a tener permanentes tropiezos contra la realidad y pasamos muchas horas del día y décadas de la existencia tratando de disimular lo que está en nuestra propia naturaleza.

La fórmula sería: Aceptad que somos mala gente pero los únicos dignos de ser amados. Cuando llegamos a esta infernal conclusión y actitud (somos un desastre pero dignos de amor) las piezas comienzan a acomodarse en forma lenta pero sin pausa.

Recuerde que por no soltar la banana de que somos maravillosos, vivimos atrapados en una trampa. Es un gran negocio manejarse con la realidad por más fea que parezca al principio. Después vienen tiempos mejores. ¡Délo por hecho!

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miércoles, 9 de abril de 2008

Emigración del país Malo al país Bueno

Todos los lectores de este blog viven en alguna república entendiéndose por tal la forma de organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos directamente o por un Parlamento que a su vez fue elegido por los ciudadanos directamente.

¿Que significa este estilo de organización? Varias cosas pero voy a mencionar la que generalmente no se menciona. Esos gobernantes nos representan. Los que toman las decisiones lo hacen en nombre nuestro. Nosotros los designamos (mediante el voto) para que tomen decisiones en lugar nuestro.

¿Qué beneficios tiene este estilo de organización? Varios beneficios pero voy a mencionar el que generalmente no se menciona: Gracias a esta forma de organización puedo pensar y decir que esos representantes son los culpables de una gran cantidad de cosas malas que nos suceden.

Si no tengo dinero, no es porque soy poco productivo, es porque ellos están administrando mal el país, no están generando fuentes de trabajo, no están haciendo lo que corresponde con la redistribución de la riqueza.

Si tengo la mala suerte de ser robado por un ladrón, no es porque me descuidé, porque hice ostentación de poseer bienes codiciables, por haber dejado la puerta abierta, es porque los gobernantes no están pudiendo lograr una seguridad ciudadana mínima.

Si la localidad donde vivo está sucia, desprolija, mal iluminada, no es porque yo tire papelitos en la calle, ni porque exprese mi arte pictórico sobre los muros de la ciudad o porque mi hijo se divierta tirándole piedras a los focos de luz, está todo mal porque el alcalde o el intendente no está haciendo las cosas que debe hacer en tiempo y forma.

Resumo: La lista de beneficios de este tipo que tenemos en una forma de organización de tipo representativa es enorme y nos permite olvidarnos de que nuestro alivio en la responsabilidad personal es transitorio porque a la corta o a la larga tanta comodidad termina por perjudicarnos. Excepto cuando decidimos irnos a otra comarca y empezar de nuevo. Éste es un buen motivo por el cual la gente emigra, aunque seguramente diga que donde estaba no había gobernantes que hicieran las cosas bien y que se va a otro lugar donde los gobernantes son mucho más eficientes.

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martes, 8 de abril de 2008

Justicia tributaria por mano propia

Hasta donde he podido averiguar, en casi ningún país democrático está permitido plebiscitar asuntos tributarios. Es un hecho demostrado que las personas no estamos bien dispuestas a pagar impuestos. Nos oponemos a su existencia, cuando existen tratamos de estar exonerados y cuando no ocurre nada de esto, los pagamos resignadamente, bajo protesta y tratando mal al cajero que tiene que hacer el trabajo sucio de cobrarnos.

Sin embargo, es muy grande la cantidad de personas que está dispuesta a ayudar económicamente a otro, con la diferencia de que este beneficiado por la generosidad es un ser querido y cercano al donante.

El amiguismo (tendencia y práctica de favorecer a los amigos en perjuicio del mejor derecho de terceras personas, según RAE) nos lleva a que prefiramos aplicar las políticas sociales directamente, sin la intermediación del aparato estatal. Aún cuando el gobierno de turno haya sido votado por nosotros y cuente con nuestro máximo apoyo, respeto, confianza y adhesión, igual preferimos eludirlo a la hora de entregarle nuestro dinero para que lo redistribuya entre quienes más lo necesitan.

¿Por qué todo esto? Una de la explicación es que no queremos entregar nuestra generosa colaboración gratuitamente. Sabemos que el aporte que podamos hacer equivale a nuestras horas de esfuerzo y a la abstinencia de darnos ciertos gustos y por eso el valor del dinero donado es cualitativamente superior a su valor de canje. Detrás de cada unidad monetaria hay trabajo, sudor, abstiencia, responsabilidad, esfuerzo, frustración, cansancio.

En suma: la mano que no se abre ante las arcas del Estado más solidario y responsable, se abre ante el pariente o el amigo necesitado.

Existe un motivo no menor. En el fondo (muy en el fondo) pretendemos que la donación sea una inversión. Alentamos la esperanza de que el beneficiado de nuestra solidaridad algún día nos retribuya (si es posible con creces o intereses) aquel gesto que originalmente pareció desinteresado y generoso.

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lunes, 7 de abril de 2008

Rolls Royce 600 cc

Es interesante saber qué tipo de combustible usa usted. Es bueno conocerlo porque a partir de ahí tiene acceso a optimizar su rendimiento, que a la postre es cumplir con la famosa ley del menor esfuerzo.

Hacer esfuerzos innecesarios, consumir más recursos de los imprescindibles, no tener racionalizadas las acciones parece ser impropio de alguien inteligente, incapaz de extraer la mejor calidad de vida de cada minuto de su existencia.

Una manera de entender esto de saber cuál es nuestro combustible (estímulo) preferido es señalar dos categorías posibles: 1) Usted actúa cuando se ve presionado por la necesidad, ó 2) usted actúa cuando se ve presionado por la ambición.

Quienes funcionan presionados por la necesidad son personas que viven al día, consiguen lo que precisan para el momento, salen a la caza de lo que calme su necesidad como hacen, por ejemplo los grandes mamíferos cada vez que tienen hambre.

Quienes funcionan presionados por la ambición son personas que viven el presente y el futuro casi como si fueran uno sólo. Generalmente consumen aquello que ganaron en el pasado y dedican sus energías a reponer lo que consumieron hoy agregándole algo más para cuando surjan las necesidades futuras.

Los que son estimulados por la necesidad no generan más recursos que los estrictamente necesarios para cancelarla (a la necesidad) mientras que los estimulados por la ambición tienen en cuenta las mismas necesidades que el grupo anterior pero a eso agregan otras necesidades menos naturales y más culturales: artículos que además de prestar la función específica sean bellos, lujosos, símbolos de status; servicios de cobertura de riesgos comunes, especiales y muy poco probables; viajes, capacitación, información, entretenimiento.

Los que actúan a partir de la necesidad no son mejores que los que actúan por la ambición ni viceversa. Cada categoría cuenta con sus adeptos y detractores. En esencia, son valorativamente iguales, pero con características, resultados y exigencias muy distintas.

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domingo, 6 de abril de 2008

Pobreza saludable y reproductiva


Cuando un ser humano está enfermo es probable que parte del tratamiento curativo incluya un fuerte empobrecimiento alimenticio. En su gran mayoría las personas enfermas recuperan la salud comiendo menos variedad y menos cantidad.

La pregunta que me surge es: ¿Podría pensarse que una mayoría de personas tienen escasez económica porque la naturaleza tiende a que una mayoría de personas esté naturalmente sana?

La riqueza económica y alimentaria, ¿no será un factor de riesgo para la salud y por tanto para la subsistencia?

El sentido común (del cual recelo hace ya mucho tiempo) señala muy confiado que los pobres no tienen más remedio que comer poco porque la incapacidad de la especie para hacer un reparto equitativo de los bienes ... pero ahora estoy pensando que quizá todo no sea más que una estrategia protectora que tiene la naturaleza para que una mayoría de ejemplares esté bien.

Es observable que es también entre las capas sociales menos favorecidas económicamente donde encontramos las mejores tasas de natalidad.

Si nos ponemos a pensar que la naturaleza no tiene criterios humanos para diseñar y ejecutar sus planes sino que la vida es simplemente una sustancia química que se caracteriza por tener mecanismos de perpetuación, podríamos pensar la hipótesis de que existe una mayoría de personas que está en condiciones de conservarse y reproducirse. Esa mayoría son los que sociológica y económicamente llamamos «pobres».

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sábado, 5 de abril de 2008

La fuerza de gravedad es algo grave

En mi persistente búsqueda de los motivos por los que tantas personas tienen dificultades para relacionarse con el dinero, he encontrado muy variados motivos que, por el sólo hecho de enunciarlos, de describirlos, de ponerlos en palabras, han empezado a ser superados por quienes «padecían» ese tipo de obstáculo inconciente.

Está comprobado que una de las preocupación más importantes del ser humano es la infalible muerte. Es cierto que en general sólo se percibe claramente cuando le ocurre a otros pero en el fondo todos tenemos el temor de ser alcanzados por ella y este temor nos impulsa a tomar medidas con lo cual desciende nuestra angustia porque tenemos la esperanza de haber encontrado la fórmula para ser la excepción a tan dramática regla.

En muchos países el signo monetario se llama «Peso» y entre quienes usan una moneda llamada así es fácil que inconcientemente piensen que cuanto más peso tengan más atraídos estarán al centro de la Tierra, lo cual equivaldría directamente a ser enterrados.

De manera más universal, el concepto «exceso de peso» hace estragos en la psiquis de millones de personas por el mismo motivo y varias industrias engordan sus patrimonios lucrando con esta preocupación cuyo origen no está tan desvinculado con el temor a la muerte porque, además del problema gravitacional sobre el que estoy haciendo centro, se agrega que la medicina dice desde su púlpito que el sobrepeso es un factor de riesgo vital.

En suma: El sobre peso induce a muchas personas a suponer que están permitiendo que la tumba los convoque con mayor énfasis, suponen que si fueran pájaros serían inmortales (o por lo menos maravillosamente longevos) y por eso tratan de tener poco dinero cuando éste se llama «Peso» (además de preferir la delgadez, pero ese es otro tema).

La imagen corresponde al cuadro de Fernando Botero "Odalisca".
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viernes, 4 de abril de 2008

La familia Ingalls

No estoy para nada seguro pero quizá usted pueda compartir conmigo que existe un personaje prototípico que se caracteriza por su humildad, bondad, modestia, pobreza material, disciplina y pulcritud. Es probable que además sean rigurosos practicantes de algún culto religioso.

Si esta descripción la llevamos a nivel de familia, tenemos un matrimonio muy unido con varios hijos (más de tres), todos ellos muy sanos, juiciosos, respetuosos.

Si usted conoce la serie televisiva norteamericana La casa en la pradera, podrá recordar las características de la familia Ingalls.

Esta exitosa y lacrimógena serie realza la fuerza del amor, de la solidaridad, de la perseverancia, de la abnegación, de la tolerancia y del espíritu de sacrificio coincidentes con la escasez de recursos materiales.

En el Río de la Plata suelen usarse las expresiones «no tengo un peso» y/o «estoy limpio» para significar la falta de recursos económicos por la que se esté pasando.

Resumo: la falta de dinero asociada a la pulcritud ofician (para muchas personas) como características que por sí solas procuran tener o ganar el derecho a ser considerados como un posible integrante de aquella mítica familia que tanto aprecio y admiración supo ganarse entre la teleaudiencia. Esas «muchas personas» creen que estando sin dinero, están limpios y que por eso serán tan amados como aquellos personajes de ficción.

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jueves, 3 de abril de 2008

La esperanza es lo último que se pierde

Hay muchas religiones y filosofías que prometen la vida después de la muerte. Afirman que nada se termina con el fallecimiento sino que, por el contrario, puede ser que éste sea solo el principio de algo mejor.

Estas ideas consumen para su funcionamiento grandes dosis de esperanza. Al mismo tiempo que esos ideólogos afirman la vida en el más allá, defienden las bondades de la esperanza como si ésta fuera un sentimiento saludable, positivo, digno.

Como cualquier moneda, cada aseveración incluye su contraria. El hecho de que existan suicidas integrados a religiones fundamentalistas vienen provocando desde hace décadas muchos fenómenos terribles que para muchas personas deberían ser evitados. Sólo mencionando los ataques realizados a Estados Unidos en 11 de setiembre de 2001, alcanza para comprender de qué estoy hablando.

Por otro lado la esperanza como sentimiento tiene su aspecto negativo porque quien la posee vive fuera de su época (contando con un futuro aún inexistente), Quién tiene esperanza puede abandonar lo que realmente tiene para apoderarse de algo que quizá nunca tendrá. También es cierto que los más esperanzados son aquellos que padecen de un temor. Ambos sentimientos se complementan y ahí cabe preguntarse: ¿No sería bueno combatir el temor en lugar de ocultarlo con la esperanza?

Reconozco que estoy proponiendo algo difícil, sobre todo en una cultura que patrocina el miedo y la esperanza de la mayor cantidad de personas, pero usted que me está leyendo, ¿no viviría mejor si pudiera superar los miedos y dependiera menos de la esperanza?

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miércoles, 2 de abril de 2008

Me gustó el protagonista porque es como yo

Se que me estoy repitiendo a mi mismo cuando digo que los libros son escritos por sus lectores ya que la industria de las editoriales, aprovechando la fama y destreza de los escritores famosos, presionan sobre ellos para que escriban lo que mejor se venda.

Lo mismo sucede con cualquier otra forma de arte u objeto de consumo. El último arrogante exitoso fue Henry Ford cuando dijo: «Mis clientes pueden comprar un Ford del color que quieran siempre que sea negro». Hoy en día esta petulancia sería inviable. El mercado manda y tenemos que fabricar lo que nos compren abandonando la estúpida actitud de tratar de vender lo que deseemos fabricar.

Lo trágico es que de este modo entramos en un círculo vicioso. El espectador quiere ver filmes en los que sus creencias sean ratificadas; al verlas en pantalla grande y con sonido estereofónico, supone que lo que él piensa es lo correcto porque el protagonista piensa igual que él; luego, se afirma en sus convicciones sin imaginarse que los productores de la película le dijeron lo que él quería escuchar porque sólo les importaba que pagara el precio de la entrada.

En suma: Cuando participamos en el circuito cultural donde predominan los fines de lucro, debemos tener presente que lo que estamos comprando son autorretratos y no otros modelos alternativos que nos cuestionen, o que nos hagan ver otras realidades, o que nos propongan opciones. Nos dicen solamente lo que ellos saben que queremos escuchar.

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martes, 1 de abril de 2008

Te mataré porque me odio

La envidia es un tema reiterado por mí porque es para las personas un yacimiento energético tan importante como el petróleo para la humanidad. Por ella se hacen grandes cosas (buenas, regulares y malas).

La potencia generadora de energía que produce no es tan evidente como sucede con los hidrocarburos pero podemos esbozar algunas hipótesis que, a falta de verdades incuestionables, pueden ser útiles para orientar hasta cierto punto nuestras acciones.

Uno de los motivos por los que la envidia es tan energizante es porque el deseo de poseer lo que el otro ya tiene, nos predispone al combate por conquistarlo por el medio que sea pero también —y acá la novedad que incorpora este artículo— por la furia que nos causa ser tan incapaces de no haberlo conseguido antes, con menor esfuerzo y riesgo.

O sea que parte de la energía que produce la envida corresponde al rubro auto-crítica. El dolor que nos provocamos al acusarnos de incompetencia, falta de suerte, indolencia y vaya uno a saber cuantas flagelaciones más, terminamos socializándolas entre quienes nos rodean, con especial dedicación a quien posee el cuestionable privilegio de ser quien nos provoca tal sentimiento.

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