domingo, 20 de diciembre de 2009

Licencia neuro-dactilar

Me tomo un pequeño descanso pero no se abstengan de agregar o leer comentarios, pues algunos están muy buenos. Vuelvo el 20/01/2010. Un abrazo!

El dinero incestuoso

El dinero es el amor que expresa un colectivo a los integrantes colaboradores.

El cariño, la ternura y la solidaridad son las expresiones de amor que manifiestan los integrantes de una familia a cada uno de sus integrantes.

Utilizaré un ejemplo gráfico: vivimos en dos círculos, uno dentro del otro.

El círculo más pequeño (familia) contiene a los familiares: madre, padre, hermanos.

El círculo más grande (sociedad) contiene a las familias: Los Pérez, los Rodríguez, los González.

La interacción dentro de la familia se realiza en forma solidaria. Todos contribuyen con lo que pueden a las tareas necesarias para la supervivencia y calidad de vida. Esas tareas no son remuneradas sino que existe un acuerdo tácito de cooperación.

La interacción dentro de la sociedad se realiza con un criterio económico. Quienes trabajan para familias diferentes a la propia, son remunerados con dinero.

Si vuelvo al principio podría sintetizar diciendo que el amor no monetario (alimentación, cuidados, mimos) circula dentro de las familias y que el amor monetario circula fuera de las familias.

La pobreza patológica tendría como una de sus causas (quizá existan cientos de causas) el no saber diferenciar la familia propia de las demás familias.

¿Por qué alguien puede confundir a un integrante de la propia familia con los integrantes de otras familias?

La causa más importante y menos obvia refiere a la incomprendida prohibición del incesto.

Efectivamente, quienes tratan a todos como si fueran de la familia creen que eso es pura bondad, bonhomía, solidaridad, cuando en realidad es un intento de transgredir esa insoportable prohibición.

El rechazo del dinero es un intento de considerar a los integrantes de otras familias como integrantes de la propia.

Una vez lograda esta confusión, es posible imaginar que las relaciones incestuosas son posibles pues están autorizadas con esos «familiares» agregados.

●●●

sábado, 19 de diciembre de 2009

El (supuesto) poder de la palabra

El cerebro (o el lugar donde esté ubicada nuestra capacidad de percibir la realidad) tiene mezclado lo que recibimos del exterior y lo que elaboramos por nuestra cuenta.

En condiciones de salud normal, podemos discernir en esa mezcla de ideas, sensaciones, percepciones, qué nos vino de afuera y qué produjimos interiormente.

Esas «condiciones de salud normal» pueden verse afectadas cuando estamos preocupados, angustiados, desesperados.

Cuando algo de esto sucede, es posible que usemos las palabras con tres diferentes intenciones:

1) Suplicante (plegaria);

2) Mágica (ensalmo);

3) Psicológica (sugestión).

Las carencias de salud, trabajo y/o amor constituyen situaciones en las cuales es lógico sentirnos preocupados, angustiados, desesperados.

Muchas personas creen disponer permanentemente de favores especiales de las fuerzas naturales o de alguna deidad (Dios, santos, tótem).

Otras comienzan a creer en esos poderes mágicos solamente cuando las circunstancias graves y duraderas debilitan sensiblemente su racionalidad.

Las palabras usadas con intención suplicante son usadas para dialogar humildemente con esas figuras imaginarias. A veces el pedido de ayuda incluye alguna promesa que consistirá en dedicarle a esa deidad algún sacrificio personal.

Las palabras usadas con intención mágica son usadas por terceras personas (brujo, chamán, curandero) porque supuestamente pueden obligar a la naturaleza (o a la deidad) a que resuelva el problema del consultante.

Las palabras usadas con intención psicológica son las que comunmente recibimos de nuestros seres queridos bien intencionados, para alentarnos, infundirnos ánimo o para reforzar nuestra esperanza.

Aunque ninguna de estas prácticas lingüísticas modifique el curso natural de los acontecimientos, es cierto que nuestro cerebro (debilitado por la adversidad) reacciona con una valiosísima sensación de alivio.

Claro que ese alivio no es más que el bloqueo artificial de los síntomas penosos. La situación, problema o circunstancia difícil no desaparecen.


Nota: La imagen corresponde a San Cayetano, considerado por sus fieles protector del trabajo.

●●●

viernes, 18 de diciembre de 2009

«Einstein era más tonto que yo»

Varias veces he comentado con ustedes que el libre albedrío es una ilusión colectiva.

Mi idea es que tomamos conciencia de nuestros actos segundos después que la naturaleza ordenó a nuestro cuerpo que hiciera algo.

Tomar conciencia significa que un cierto proceso neuronal incluye esa sensación por la que nos enteramos qué haremos (cambiar de trabajo, comer, estornudar).

Desde este punto de vista, las creencias también están determinadas por algún fenómeno físico de nuestro cuerpo que necesita creer en Dios, amar el comunismo o no pasar por debajo de una escalera.

La lectura de este blog modifica el funcionamiento mental sólo en aquellas personas que se producen asociaciones con contenidos mentales que ya tenían.

Es habitual que cuando nos reunimos con nuestros amigos incluyamos como uno de los juegos más divertidos criticar a los ausentes.

Ese entretenimiento posee como elemento placentero el sentirnos superiores.

Es clásica la crítica a personajes públicos que han ganado notoriedad por alguna característica que los destaca (poder político, económico o deportivo, capacidad de liderazgo, protagonismo).

El entretenimiento tiene un efecto secundario que puede ser interesante tener en cuenta.

Si colectivamente nos convencemos de que el presidente es un tonto o un corrupto o un incapaz, saldremos de ese encuentro con la creencia de que somos superiores a una persona que objetivamente posee más talento, capacidad o valentía que nosotros.

Esta satisfacción nos ubica en un lugar que no merecemos, nos sobrevalora, pero sobre todo nos distorsiona la realidad en la que vivíamos antes del juego.

Dicha distorsión no es ni más grave ni menos grave que cualquier otra pérdida de realismo. Lo único que digo es que dicha pérdida existe, pero consolémonos con que no todas pueden ser ganancias y con que sentirse superior es maravilloso.

●●●

jueves, 17 de diciembre de 2009

Las comparaciones son saludables

Sentimos por comparación: sonido sobre silencio, salado sobre desabrido, blanco sobre negro.

Por lo tanto, como primer conclusión —y a pesar de que «las comparaciones son odiosas»—, es necesario comparar.

También comparamos felicidades.

Si veo que mi amigo está muy contento con su auto nuevo, seguramente pensaré que yo podría estar tan feliz como él si cambiara mi ruidoso vehículo por uno nuevo.

Esta comparación de felicidades es el componente principal de la envidia.

Si dejamos de lado los juicios de valor («la envidia es un sentimiento negativo», «no deberías ser envidioso»), concluiríamos que ese sentimiento nos estimula para progresar, para estar mejor y en definitiva, para trabajar en beneficio individual y de la especie (única misión de cada individuo de cada especie).

Pero este incomprendido sentimiento (la envidia) es más importante aún de lo que acabo de señalar.

La medicina en todos los países occidentales es una institución importantísima. Podríamos llamarla «policía sanitaria» porque sus criterios científicos suelen tener fuerza de ley.

Uno de los procedimientos clásicos de esta institución consiste en determinar qué es un cuerpo sano.

Para ello decreta que el nivel de azúcar y colesterol en la sangre deberá ser uno determinado, o decreta que el peso de una persona debe ser alguno en particular y no cualquiera.

Con esos datos decretados hace comparaciones y nos dice a cada uno si estamos bien o mal.

Si estamos mal, nos sugiere igualarnos con esos modelos aceptables.

Para tener los valores exigidos por la medicina, tenemos que envidiar a quienes los poseen y hacer lo mismo que ellos.

En suma: la envidia es un sentimiento oficial e institucionalizado.

●●●

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Trabajo molesto y seguro

Como digo habitualmente (1) el fenómeno vida funciona estimulándonos con el dolor y el placer.

Si la naturaleza fuera nuestro jefe o nuestra madre, estaría contenta si nos viera respondiendo con rapidez a sus estímulos (castigos y premios).

Por el contrario, si nos viera indolentes, lentos, apáticos, no tendrá más remedio que aumentar la intensidad de los castigos y los premios.

Muchos de nosotros padecemos enfermedades crónicas, dolores intensos e inexplicables, pensamientos mortificantes. Algunos llegan a pensar que la vida es un tormento, un calvario, el castigo por algún delito olvidado.

Quizá todo sea más simple que eso: para seguir vivos necesitamos recibir los estímulos suficientes o morimos.

Como el dolor es un estímulo más efectivo que el placer, es al único que registramos y del cual nos quejamos tratando de socializarlo entre nuestros conocidos y amigos.

Quien haya dicho «el trabajo es salud» seguramente se ganó el repudio generalizado y hasta quizá se haya ido a un país donde no lo conocieran.

Trabajar es molesto pero está alineado con la metodología natural consistente en causarnos molestias para seguir vivos. Sin ir más lejos, muchos moriríamos de hambre si no trabajáramos.

Una de las molestias más constantes del trabajo es precisamente la inseguridad laboral.

Aunque trabajar sea penoso, el temor a perder el trabajo es como una piedra en el zapato (o en el preservativo como dirían los más sensibles a este riesgo).

Esta es una causa suficiente para que la mayoría de los ciudadanos del mundo aspiremos a ser empleados, en lo posible de empresas muy grandes y sanas económicamente, siendo las oficinas del estado las que mejor califican con estos atributos.


(1) La naturaleza es hermosa pero antipática; (Maldita)Felicidad publicitaria;Somos marionetas de la naturaleza; Loción infalible contra las molestias; La disconformidad universal.

●●●

martes, 15 de diciembre de 2009

La cotización de mamá

Al pensar que existe algo que pueda denominarse pobreza patológica estoy asumiendo que algunas dificultades económicas son un síntoma, la consecuencia de un funcionamiento inadecuado de nuestra psiquis (pensamiento, razonamiento, afectividad).

La propia hipótesis de que algunas dificultades económicas sean el síntoma de una patología psicológica incluye la expectativa de que sean tratables y curables.

La mayoría de (por no decir «todos») los intentos por solucionar la escasez de recursos materiales no aprovechan sistemáticamente las poderosas herramientas disponibles en las ciencias psi (psicología, psicoanálisis, psiquiatría).

Este artículo es otro comentario a los más de setecientos que llevo publicados en este blog.

El dinero y la madre tienen en común que «satisfacen necesidades y deseos».

Es perfectamente posible que el funcionamiento mental confunda (condense) inconscientemente una y otra institución tomándolas (creyéndolas, usándolas, considerándolas) como iguales.

Esta similitud y condensación inconsciente de ambos conceptos (dinero y madre) puede llevar a que los portadores de esa condensación (fusión conceptual inconsciente) no quieran traficar con dinero para no transgredir la prohibición del incesto.

No me canso de pedirles a los lectores menos familiarizados con las ciencias psi que toleren la lógica disparatada que opera en nuestra psiquis.

Las personas no iniciadas pueden sentir horror y rechazo hacia una propuesta que compare nada menos que a la madre con el dinero.

Sin embargo, este horror y rechazo no haría más que confirmar lo que estoy proponiendo puesto que el hermetismo del inconsciente se vale de esos diques (horror, moral, asco) para seguir siendo inconsciente (es decir, no-consciente, ignorado, olvidado, inaccesible).

En suma: algunas pobrezas podrían estar provocadas porque el paciente tiene fusionados en su inconsciente los conceptos madre y dinero, no pudiendo traficar con dinero porque tampoco podría tener comercio sexual con su madre.

●●●

lunes, 14 de diciembre de 2009

Filosofía culinaria

Algunos dicen que para hacer tortilla hay que romper los huevos. Mi abuela —muy católica y llena de vergüenzas—, me explicaba lo mismo de otra manera.

Ella me enseñaba que para hacer una rica comida, no se pueden economizar ni tiempo ni esfuerzo. «Se ensuciarán todos los utensilios que sean necesarios. Ya vendrá tiempo de limpiarlos y dejar la cocina tan higiénica como un quirófano» —decía sin parar de moverse con la mirada atenta en lo que hacía.

Ella era maestra jubilada pero había nacido con el talento de la docencia. La admiraba, le estoy agradecido y siempre traté de imitarla.

Lo que te diré a continuación es un intento de copiar su capacidad pedagógica.

Para elaborar un pensamiento no tenemos que detenernos en las incoherencias o en las contradicciones.

Las ideas contradictorias, reñidas con la lógica o notoriamente falsas, pueden ser simplemente una etapa en el camino hacia una conclusión interesante, valiosa, útil.

Tolerar la incoherencia equivale a usar todos los utensilios y el tiempo que haga falta para cocinar una rica comida.

Si para tomar una decisión notas que se acumulan factores a favor y en contra, si observas que estás aplicando juicios con los que siempre estuviste en desacuerdo, si te oyes defendiendo principio que siempre combatiste, no importa.

Claro que, antes de poner en práctica la conclusión, convendría chequear ese resultado final, de modo similar a como mi abuela probaba la comida antes de servirla.

A veces nos ponemos extremistas, perfeccionistas y desconsiderados. Eso sucedería en este caso si alguien pensara que “el fin justifica los medios”.

Mi abuela no era necia.

●●●

domingo, 13 de diciembre de 2009

Los que reinan sobre los mejores

Somos la especie más vulnerable.

El período de gestación de un ser humano toma años para alcanzar el desarrollo que otros seres vivos alcanzan en horas o días.

Estoy considerando como período de gestación a la suma de las primeras cuarenta semanas que anidamos en el útero más todo el tiempo que nos tomamos después de nacer.

Como nuestro instinto es tan precario, tenemos que aprender casi todo lo que necesitamos saber, cuando otras especies nacen con casi todo sabido.

Uno de nuestros recursos psíquicos compensatorios de esta debilidad (prematuridad) consiste en distorsionar la realidad para «percibir lo que necesitamos percibir» y no la realidad tal cual es.

Si pudiéramos observar a los demás animales, aves e insectos con la suficiente objetividad, nos sentiríamos muy deprimidos, desmoralizados y hasta avergonzados de ser tan incompletos, lentos, retrasados, falibles.

Para que esto no suceda, nuestra psiquis distorsiona los datos que recibe de la realidad.

La modificación que le hace nuestra psiquis a esos datos no es superficial, pequeña, sutil. Es drástica. Tan drástica que convierte lo negativo en positivo, la debilidad en fortaleza, la estupidez en inteligencia.

En esta subversión que hace defensivamente nuestra psiquis para apartarnos de la realidad más insoportable para nuestra autoestima, se incluye la creencia de que somos tan superiores que no dependemos del mundo material.

Somos tan superiores al resto de las especies, que poseemos una parte inmortal (espíritu), que somos los hijos predilectos del gran creador (Dios) o que tenemos derecho a explotarlos (hacerlos trabajar, cazarlos como deporte, destruirles su habitat).

Me hace gracias que algunos ejemplares de nuestra especie van un poco más allá y en lugar de cobrar dinero por su trabajo (para poder comer, vestirse y otras necesidades materiales), cobran honorarios, es decir, algo que representa el honor, la dignidad, la importancia, el prestigio, la superioridad.

●●●

sábado, 12 de diciembre de 2009

Para la zorra los dólares están verdes

En un artículo publicado con el título La felicidad delictiva les contaba la historia de un hombre (Eróstrato) que hace 2.300 años le prendió fuego a una de las siete maravillas del mundo y que fue condenado a que nadie registrara su nombre.

Del dinero tampoco se habla, como si sobre él también pesara un castigo similar al que se le aplicó al incendiario.

Es gracioso que en las consultas comerciales, los compradores y los vendedores hablan del precio al final de la conversación, como si éste fuera un tema secundario, un detalle insignificante.

Si el precio se pudiera mencionar al principio de la conversación, se ahorraría mucho tiempo porque la disponibilidad económica suele ser la que determina si podrá haber o no una compra-venta.

En una suerte de autopsia psicológica, podría pensar que el móvil de Eróstrato fue llamar la atención porque no encontró una manera mejor de recibir amor (llamar la atención, ser mirado, generar algún sentimiento en los demás).

Tampoco es frecuente que la gente divulgue su necesidad de amor.

Aunque suena descabellado para el sentido común, podría decir que el amor y el dinero tienen aspectos en común.

Uno de esos aspectos en común que tienen el amor y el dinero es que no nos gusta confesar que los necesitamos.

De todos modos la resistencia a confesar (y confesarnos) esta necesidad no es igual para ambos conceptos. Al menos las consecuencias son diferentes.

Si no podemos publicar que buscamos amor, quizá nos quedemos solos, mientras que si tenemos dificultades con el dinero, quizá tengamos una mala calidad de vida.

Hasta donde sé (y siento), es preferible tener dificultades económicas y no tener dificultades amorosas.

Con la suerte suficiente, es posible librarse de ambas carencias.

●●●

viernes, 11 de diciembre de 2009

Me casaría con tu sombra

Si con los cánones estéticos de hoy observamos los pies de una mujer china embellecidos a la vieja usanza, seguramente no podremos creer que esa atroz deformación haya sido realizada a millones de personas durante siglos.

Pero sin embargo hoy encontramos hermoso ciertos tatuajes, algunos pearcings, cirugías, levantamiento de glúteos mediante cordeles invisibles y un sin fin de prácticas invasivas que algún día también parecerán atroces.

Los seres humanos tenemos dificultad para diferenciar «lo que es» de «lo que debería ser».

Nuestro funcionamiento mental es defectuoso. Lo valoramos porque es el único que tenemos.

La incapacidad para no reconocer con facilidad la diferencia que hay entre «ser» y «deber ser», nos lleva a buscar cosas que no existen.

Imaginen una persona que no sepa diferenciar al objeto de su sombra. Por ejemplo, si fuera carpintero, tanto golpearía sobre el clavo como sobre la sombra que proyecta el clavo.

Esta introducción tiene por objeto pensar sobre nuestra vida laboral, sobre cómo ganamos el dinero suficiente para vivir dignamente.

Los seres humanos deberíamos ser honestos, generosos, solidarios, coherentes, cumplidores, sinceros, monógamos, disciplinados, responsables y varias cosas más.

Siguiendo con el ejemplo, esta es la sombra del ser humano: No es el ser humano. Es un ser humano imaginario, ideal, fantaseado.

Cada cosa que hagamos con la sombra de algo o alguien, será —en el mejor de los casos— tiempo perdido. También podremos perder dinero, oportunidades, calidad de vida.

●●●

jueves, 10 de diciembre de 2009

¿Una mujer presidenta?

En nuestro idioma, la palabra «puta» no es el femenino del vocablo «puto».

Una puta es una prostituta mientras que un puto es una gay pasivo.

Casi todas las culturas maltratan a las prostitutas y creo que esto es así por dos motivos:

1) Porque le tenemos envidia a alguien que puede hacer lo que no nos animamos pero desearíamos fervientemente (tener sexo con todas las personas que nos atraen físicamente);

2) Porque (hombres y mujeres) suponemos que las mujeres son objetos sexuales que deben pertenecer a un sólo hombre ... aunque éste tenga un harén. La que copula con muchos hombres hace pensar que podría ser dueña de su propio deseo, lo cual ofende nuestra cultura machista («los objetos no desean»).

Casi todas las culturas maltratan a los homosexuales pasivos (putos) y creo que esto es así por dos motivos:

1) Porque todos los hombres tenemos un componente femenino u homosexual pasivo reprimidos y los putos son hombres que dejan en evidencia a todos los varones porque en el fondo nos hacen ver que podríamos ser o hacer lo mismo que ellos;

2) Porque penetrar es digno y ser penetrado es tan vergonzoso como ser mujer. Inclusive el homosexual activo (el que penetra a otro hombre) no padece tanto desprestigio como el pasivo.

Cada vez es más impopular el predominio logrado por la fuerza física. Esto va contra el machismo presente en ambos géneros.

Muy lentamente ganan terreno la negociación, la inteligencia, el conocimiento, el diálogo y pierden terreno los ejércitos, la violencia, la brutalidad.

El proceso es lento por dos motivos:

1) Porque los hombres y las machistas nos resistimos a perder el poder que siempre tuvimos;

2) Porque muchas mujeres aún no saben administrar el poder al que están accediendo y se les escapa de las manos o lo ejercen con torpeza.

●●●

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Prueba de supervivencia

Un refrán dice: «Lo que ataca, si no mata, fortalece».

Por muchos motivos es legítimo pensar que la naturaleza es la que determina la ocurrencia de cada acontecimiento.

Todo funciona bien aunque la mente humana lo interprete como un caos. Tenemos dificultades para comprender la inmensidad del universo, la historia de millones de años y la lógica de lo que sucede.

Es posible suponer que la autorregulación propia de la naturaleza, se valga de ciertos accidentes para probar la viabilidad de los seres vivos.

En nuestra especie padecemos cataclismos, epidemias, guerras y crisis económicas.

Cada tanto algo termina con la vida de muchas personas.

Todo haría indicar que la mayoría de las víctimas vivían en condiciones precarias, por ser genéticamente más débiles, por estar enfermos u otras causas de vulnerabilidad.

Cuando las circunstancias atacan a grandes grupos humanos, mata a los más débiles pero fortalece a los más fuertes.

En el plano económico, las empresas funcionan como personas y también están expuestas a perecer o fortalecerse cuando se ven sometidas a una crisis.

Las empresas más débiles se caracterizan por deteriorar su vínculo con la sociedad, con los proveedores (dejan de pagar o no hacen acuerdos de pago), con los bancos, con la calidad del servicio a sus clientes y con sus empleados.

De una forma muy parecida a como reaccionan los individuos frente a los infortunios, las empresas pueden entrar en un círculo vicioso o pueden implementar estrategias de supervivencia que les permita llegar con vida al comienzo de tiempos más propicios.

●●●

martes, 8 de diciembre de 2009

Los sentimientos químicos

Es muy conveniente para la convivencia creer que el libre albedrío (1) existe.

Las neurociencias son aquellas ramas de la biología que estudian las causas orgánicas de nuestro funcionamiento psíquico.

Recientemente se han hecho descubrimientos realmente interesantes que podrían llevarnos a pensar que todas nuestras ideas, creencias y sentimientos responden a fenómenos químicos, circulatorios, hormonales.

La oxitocina es una hormona de efectos bastante conocidos pero que sigue sorprendiéndonos con algunas de sus acciones.

Es clásico su uso para inducir el parto. De modo similar se sabe que tiene una gran influencia en el establecimiento de los vínculos.

De hecho algunos la llaman «la hormona del amor» porque aumenta su presencia en el organismo cuando se tienen relaciones sexuales.

Su presencia es fundamental en el establecimiento de un buen vínculo entre la madre y el recién nacido así como también en la producción de leche y la aptitud del pequeño para alimentarse.

En un par de artículos anteriores (2) les comentaba sobre cuáles parecen ser las condiciones necesarias para acceder a la felicidad y nuevamente ahí aparece esta hormona (oxitocina).

Efectivamente, no hace mucho los israelíes (3) descubrieron cómo influye esta hormona no solamente en los vínculos amorosos sino también en la envidia.

Claro que culturalmente este sentimiento está mal visto, pero me animo a defenderlo pues nuestro progreso como especie depende en gran medida de ese malestar que nos produce (la envidia provocada por la oxitocina según los israelíes) cuando otros logran estar mejor que nosotros.

Pero eso sí, en el caso de que el amor y la envidia fueran realmente provocados por esa hormona, nuevamente tengo que pensar que el libre albedrío es una ilusión en tanto nuestras acciones y móviles son la consecuencia de fenómenos químicos.


(1) ¿Qué libertad?, Soy libre de hacer lo que deba, Lexotán con papas fritas, Cállate que estoy hablando, Lo que la naturaleza no da, nadie lo presta.

(2) «Me alegra estar triste» y Con la envidia nos igualamos.

(3) Este link contiene un artículo sobre la investigación de la Universidad de Haifa.

●●●

lunes, 7 de diciembre de 2009

El negocio de la bondad

Una pareja en una isla desierta genera una situación ideal para ambientar una historia erótica (y probablemente humorística).

En este siglo 21 es un hecho universal que los lugares de trabajo tienen casi la misma cantidad de hombres y mujeres.

Este hecho es un desafío para los encargados de la administración del personal porque cuando dos trabajadores se enamoran entre sí, surgen problemas

— de rendimiento (porque se prestan más atención entre sí que a la tarea) y

— de clima laboral (cuando las disputas amorosas ingresan al lugar de trabajo).

Cuando el tamaño de la empresa lo permite, es clásico el traslado de uno de los enamorados a otro lugar físico.

Naturalmente que la organización tiene que evitar que uno sea el jefe, supervise o audite al otro porque la oposición de intereses es una relación que debe ser preservada.

El bienestar de los trabajadores es imprescindible para obtener el mejor desempeño. Los enamoramientos se convierten en una mala noticia cuando se producen rupturas conyugales que podrían haberse evitado.

Con horarios muy extensos y tareas estresantes, aumentan vertiginosamente los divorcios porque los compañeros de trabajo ocasionales se enamoran más fácilmente entre sí.

Por lo tanto es interés y responsabilidad de los administradores de personal evitar las dificultades familiares de sus trabajadores, buscando horarios de trabajo que permitan una mejor relación con su cónyuge e hijos.

Las empresas que atienden el bienestar de sus empleados (salud, estrés, familia) no son filantrópicas, ni ideales, ni generosas: simplemente son eficientes.

Quien ayuda al prójimo para sentirse bueno y recibir el aplauso es un hipócrita que padece una confusión.

Quienes ayudan al prójimo porque entendieron que es más conveniente que ser egoísta, son mejores ciudadanos durante más tiempo.

En suma: Atender los intereses de los colaboradores es más rentable que disfrazarse de generoso.

Nota: este artículo está vinculado con Estrés: demonio último modelo,
●●●

domingo, 6 de diciembre de 2009

Si SOY enfermo no TENGO dinero

La sugestión es curativa. El cerebro puede reaccionar de maneras espectaculares ante una creencia.

Cuando estamos más vulnerables que de costumbre (enfermos, tristes, desorientados, confundidos), el cerebro está dispuesto a perder racionalidad dado el estado de excepción.

En lugar de ser riguroso, estructurado, escrupuloso, puede convertirse en místico, crédulo y supersticioso.

El circuito de curadores por medio de la sugestión (curanderos, chamanes, brujos, magos) suele no cobrar honorarios y cuando los cobra, no son preestablecidos por él sino determinados por la voluntad y la capacidad económica del paciente.

Hace semanas recordaba con ustedes (1) la famosa frase dicha por el artista español Pablo Picasso (1881 - 1973): "A los doce años sabía dibujar como Rafael, pero necesité toda una vida para aprender a pintar como un niño."

Uno de los contenidos de esta idea refiere a la portentosa capacidad del cerebro infantil para creer, sugestionarse y confiar (tener fe).

La recuperación de la salud perdida pasa a ser un objetivo prioritario. Nuestro instinto de conservación así lo impone.

Cuando la racionalidad nos lo permite, accedemos a la autocuración asistida que nos ofrecen los curadores místicos, religiosos, mágicos.

Y en este contexto el dinero cambia de categoría porque para curarnos recurrimos a la infantilización (mecanismo psicológico llamado regresión).

Una de las características de ese niño al que quiso acceder Picasso, es la ausencia del dinero. Los vínculos entre el enfermo y los sanadores más efectivos deja de ser por lo que el consultante tiene (dinero) y pasa a ser por lo que el consultante es (un semejante que necesita ayuda porque está enfermo).


(1) Pablo Picasso pregunta:

●●●

sábado, 5 de diciembre de 2009

Con la envidia nos igualamos

En algunos pueblos de habla inglesa es popular la consigna: «Estemos a la altura de nuestros vecinos» (1).

En un artículo titulado «Me alegra estar triste» comentaba la «paradoja de Easterlin» según la cual la felicidad no mantiene una proporción directa con el enriquecimiento sino que al bienestar se accede con más dificultad que al dinero.

Según los investigadores que participaron en la encuesta del profesor Richard Easterlin, la felicidad la percibimos a partir de compararnos con quienes nos rodean.

Los angloparlantes aluden a la situación de los vecinos porque la felicidad surge cuando nos sentimos igual o mejor que los demás.

Los ingleses son más irónicos y tienen por consigna: «Estemos a la altura de los Beckhams» (2) aludiendo a la condiciones de bienestar cinematográfico que poseen el goleador británico David Beckham (1975 - ) y su familia.

Estos no son más que comentarios preliminares para compartir con ustedes una observación que me llama la atención.

Tenemos en nuestras ciudades muchos gimnasios llenos de caminadores (cinta de correr hedónica [imagen]).

Cuando varias máquinas están puestas una al lado de la otra, los usuarios se ponen a caminar sin avanzar un centímetro. Todos en hilera, avanzan y avanzan ... siempre en el mismo lugar.

No tendría lógica que personas inteligentes desperdicien tan infamemente su valiosa energía.

Pienso —porque necesito una explicación que me permita creer que tienen una actitud inteligente—, que ese ejercicio les permite teatralizar la consigna de los angloparlantes, es decir, moverse pero sin alejarse de los vecinos.

Este deseo universal de conservar la posición relativa con los vecinos, no es otra cosa que la puja entre hermanos por recibir la misma cantidad de amor de los padres.



(1) «Keeping up with the Joneses»
(2) «Keeping up with the Beckhams»

●●●

viernes, 4 de diciembre de 2009

La resaca del éxito

Se denomina «estado de sitio» al régimen por el que quedan momentáneamente suspendidos los derechos y garantías consagrados en la Constitución (libertades de expresión, de circulación, de reunión).

Un «estado de sitio» es un régimen de excepción que puede estar justificado en caso de invasión, guerra exterior o civil.

En nuestra psiquis existe una especie de «estado de sitio» porque la educación y sobre todo la experiencia, nos han persuadido de que ciertos deseos (libertades) deben ser inhibidos, silenciados, frustrados.

Por esta represión interna es que sentimos vergüenza, retraimiento, miedo (e inclusive asco).

Los seres humanos nos acostumbramos a las peores condiciones de vida, pero eso no quita que procuremos el mayor bienestar.

El alcohol es una sustancia que altera todo nuestro organismo pero lo que mejor percibimos es una agradable sensación de libertad y el consiguiente descenso de vergüenza, retraimiento y miedo.

En las reuniones sociales es clásica la ingesta de alcohol para disfrutar de un transitorio levantamiento del abrumador «estado de sitio» en el que vivimos.

Sin embargo algunas personas son abstemias (no ingieren bebidas alcohólicas) porque rechazan categóricamente la resaca (malestar que padece al despertar quien ha bebido alcohol en exceso).

Pues bien, tener dinero también aporta libertad, desinhibición y alegría.

Algunas personas pueden temerle a estas sensaciones porque están convencidas de que luego padecerán algún tipo de resaca (culpa, arrepentimiento, excesiva responsabilidad).

●●●

jueves, 3 de diciembre de 2009

«¡Me alegra estar triste!»

Los seres humanos nos esforzamos por acceder a la felicidad. Quizá ésta sea la tarea que nos consume mayor cantidad de energía.

Como he mencionado en otros artículos anteriores (1) la naturaleza nos provoca dolor y nos ofrece el placer para que hagamos cosas necesarias para conservar el fenómeno «vida».

La búsqueda de la felicidad que nos consume cantidad de energía, es una consecuencia de esa metodología que utiliza la naturaleza para conservar el fenómeno «vida».

Una de las ramas del saber que mejor sintoniza con el tema de este blog es la economía.

Para muchos es conocida la «paradoja de Easterlin». Por si no fuera su caso, se la cuento.

El economista Richard Easterlin es un profesor de la Universidad Southern de California.

Este señor hizo una investigación en la década del 1970 por la que concluyó que un aumento en la riqueza de un pueblo no se corresponde con un aumento similar de su felicidad.

Más concretamente, si el patrimonio de alguien aumenta un 10% su nivel de felicidad aumenta sólo un 6% y si aumenta un 20%, la felicidad sólo aumentaría un 9% (son cifras inventadas por mí para explicar la idea).

Es muy probable que la naturaleza dependa en gran medida de que nuestra sensación de felicidad sea lo más limitada posible porque ella (la naturaleza) necesita este recurso (nuestra infelicidad) para mantener funcionando el fenómeno «vida».

En suma: Cuando estamos infelices debemos ser incoherentes para movernos en búsqueda de la felicidad (porque para eso existe el malestar) y simultáneamente alegrarnos al comprender que esa infelicidad es por nuestro bien.

(1) El budismo zen y La administración del desequilibrio .

●●●

miércoles, 2 de diciembre de 2009

El canibalismo heroico

Mi inseparable amigo el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Joan Corominas dice textualmente que el verbo chupar significa «sacar con los labios el jugo de una cosa aplicándolos con fuerza».

Agrega que este verbo es uno de los más antiguos de nuestro idioma y que es «imitativo del ruido que producen los labios al chupar».

Al buscar las causas de la pobreza patológica donde no es habitual que otros busquen, llegué a este verbo que me aportó una reflexión paradojal.

La acción de sorber es la que nos permite alimentarnos al nacer. Por lo tanto es de las más primitivas, elementales e instintivas.

Alimentarnos depende en muchos casos de que algún ser vivo muera. No es el caso de la madre que alimenta con sus glándulas mamarias pero es el caso de otros alimentos de origen animal o vegetal.

Por lo tanto, alimentarnos incluye un monto significativo de agresividad.

Aunque la agresividad tiene mala prensa, la que está equivocada es «la prensa» porque sin esa agresividad moriríamos y desaparecería la especie.

En el ambiente laboral donde existe la relación empleado/empleador, se dice que un empleador es chupasangre cuando explota a sus empleados.

Así como la agresividad descontrolada es digna de censura, la explotación del hombre por el hombre también lo es.

Lo paradojal que les mencionaba surge de la seducción que produce en millones de personas el vampirismo.

Desde la novela de Bram Stoker (1847 - 1912), Drácula, basada en un personaje real (Vlad Draculea III, Rumania, entre 1431 y 1476) que torturaba hasta la muerte a sus víctimas y bebía su sangre, el gran público se deleita con las aventuras de un chupasangre (máxima expresión de la explotación del hombre por el hombre).

En suma: toda explicación simplificada de la conducta humana, es un fraude.

●●●

martes, 1 de diciembre de 2009

Rico pero sano

Podría definir a un pobre patológico como un rico sin dinero.

Cuando digo rico, no aludo a quien tiene una fortuna obscena sino más sencillamente a un no-pobre.

La percepción de pobreza incluye sentir la incomodidad de la escasez.

Por lo tanto, la única persona idónea para determinar si alguien es un pobre patológico es uno mismo (pues nadie más sabe qué nos molesta).

¿Y por qué un pobre patológico es un «rico sin dinero»?

Porque todos tenemos necesidades básicas propias del funcionamiento del cuerpo (aire, agua, proteínas), a las que pueden sumársele necesidades cuya frustración no ponen en riesgo la supervivencia (educación, diversión, vehículo).

La riqueza (no obscena) es un estado de salud, es decir la ausencia de pobreza patológica.

Si el razonamiento fuera correcto, estaría concluyendo que la riqueza es el único estado correcto.

Como somos todos diferentes, usted está «sano» poseyendo 100, yo lo estoy con 200 y el otro lo está con 300.

Teniendo en cuenta esta diversidad, los tres tendremos pobrezas patológicas diferentes (99, 199 y 299, por ejemplo).

Pero estas ideas tan aburridas podrían dejar de serlo si le prestamos atención al rechazo que surge en nuestro ánimo ante la idea de que deberíamos sentirnos ricos para no ser enfermos.

Si usted repele la idea de que «riqueza es salud» y de que «pobreza es enfermedad», entonces algo dentro suyo puja para que sea pobre, pierda dinero o tenga carencias.

Cuando esto sucede podemos decir que la frustración es auto-generada.

La humorada muy popular que dice «prefiero ser rico y sano que pobre y enfermo» causa gracia porque incluye una transgresión a lo que deberíamos pensar.

Nuestra cultura suele inculcarnos que no debemos aspirar a la riqueza y a la salud simultáneamente.

¿No le llama la atención esta publicidad tan negativa?

●●●