domingo, 20 de diciembre de 2009

El dinero incestuoso

El dinero es el amor que expresa un colectivo a los integrantes colaboradores.

El cariño, la ternura y la solidaridad son las expresiones de amor que manifiestan los integrantes de una familia a cada uno de sus integrantes.

Utilizaré un ejemplo gráfico: vivimos en dos círculos, uno dentro del otro.

El círculo más pequeño (familia) contiene a los familiares: madre, padre, hermanos.

El círculo más grande (sociedad) contiene a las familias: Los Pérez, los Rodríguez, los González.

La interacción dentro de la familia se realiza en forma solidaria. Todos contribuyen con lo que pueden a las tareas necesarias para la supervivencia y calidad de vida. Esas tareas no son remuneradas sino que existe un acuerdo tácito de cooperación.

La interacción dentro de la sociedad se realiza con un criterio económico. Quienes trabajan para familias diferentes a la propia, son remunerados con dinero.

Si vuelvo al principio podría sintetizar diciendo que el amor no monetario (alimentación, cuidados, mimos) circula dentro de las familias y que el amor monetario circula fuera de las familias.

La pobreza patológica tendría como una de sus causas (quizá existan cientos de causas) el no saber diferenciar la familia propia de las demás familias.

¿Por qué alguien puede confundir a un integrante de la propia familia con los integrantes de otras familias?

La causa más importante y menos obvia refiere a la incomprendida prohibición del incesto.

Efectivamente, quienes tratan a todos como si fueran de la familia creen que eso es pura bondad, bonhomía, solidaridad, cuando en realidad es un intento de transgredir esa insoportable prohibición.

El rechazo del dinero es un intento de considerar a los integrantes de otras familias como integrantes de la propia.

Una vez lograda esta confusión, es posible imaginar que las relaciones incestuosas son posibles pues están autorizadas con esos «familiares» agregados.

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14 comentarios:

Macarena Allende dijo...

(Pregunta para un psicoanalista de un país en serio)

Parecería que escribes con sencillez, pero ¿por qué me cuesta tanto entender lo que parece tan claro?

Ocaño dijo...

Le contaba a mi madre que desearía que desaparezca el dinero del mundo y me contestó que mi abuelo, antes de morir, con demencia senil, estaba seguro de que el dinero ya no existía.

Rolando dijo...

Para algunos integrantes del colectivo, el amor que se les profesa puede llegar a confundirse con el desprecio.

Marta dijo...

Si rechazo el dinero no podré invitar a comer a los de mi propia familia, ni tampoco a los Pérez, los Gómez, los angoleños, etc.

Sandino dijo...

Cuando uno vive hace muchos años en un barrio o en un pequeño pueblo, las familias vecinas pasan a integrar en cierta forma a la propia familia. Eso es muy importante porque aporta un sentido de pertenecia que fortalece al individuo.

Olegario dijo...

Mire, mientras todo eso de las relaciones incestuosas con los "familiares agregados", permanezca en el inconsciente, la cosa... uy! no sé si es más jodida o no pasa a mayores.

Isabel dijo...

Es posible que tú tengas razón en lo que dices porque el ideal de muchas comunidades, como las hippies, los kibutz, la comunidad del Sur (de vuestro país), y todas las que habrán existido y existen, que desconozco, han tenido como común denominador darle un papel secundario al dinero.
Deseo aclarar que a pesar del fracazo de estas comunidades, estoy de acuerdo con muchos de los principios que sustentan.

Catalina dijo...

El comentario de Ocaño me da a entender que soñar con la extinción del dinero se vincula a un estado senil.
Sin comentarios; allá él.

Sandra39 dijo...

Tal como estamos organizados, lo más lógico es que cada cual se ocupe de su propia familia. Eso no quita que se pueda tener una antenita atenta a lo que pasa alrededor.

Martín dijo...

Mi madre pretendía que colaborara con la organización familiar haciendo control de esfínteres al año.

Elbio dijo...

El comentario de Martín me dio para asociar que la colaboración que se espera de los niños en cada familia es muy distinta. Se les puede pedir que levanten bolsas de Portland a los 12 años, o a esa misma edad prepararles una agenda de actividades para que sean futuros astronautas (digo para poner 2 ejemplos bien extremos). ¿Cuál de los niños de estos ejemplos será más feliz? No podemos saberlo. De lo que sí podemos tener certeza es que los resultados de infancias tan distintas, darán por resultado seres tan diferentes que se mirarán entre si, como un soldado puede llegar a mirar a un osito de peluche.

Emiliano dijo...

Mi hermano contribuye para la supervivencia y la calidad de vida, cerrando la puerta de su cuarto.

Carlos dijo...

Yo le lavo el auto a mi padre y gano 10 euros.

Guillermina dijo...

He leido algunos artículos (muy interesantes) y me parece que la moral cristiana pregona la pobreza y la gran familia, entonces se cumple su hipótesis.