jueves, 30 de abril de 2009

Que Dios te lo pague

Según mi propia encuesta entre muchos hispanoparlantes, las predilecciones de la mayoría a la hora de encontrar fórmulas para ganar el sustento se ubican en el siguiente orden:

0º - Recolectar de la naturaleza
1º - Empleo en el estado
2º - Empleo en una empresa privada
3º - Empresa propia sin empleados
4º - Empresa propia con empleados

La explicación que nos surge intuitivamente es que todos buscamos realizar el menor esfuerzo. Suponemos que trabajar para el estado es lo más fácil y así sucesivamente vamos tomando las opciones más complicadas si fallan las más simples.

Esta explicación seguramente es correcta, pero propongo dar un paso más. El psicoanálisis nos permite suponer que a la mayoría les resulta más fácil recibir dinero de una institución sin dueño que de una institución con algún dueño de carne y hueso (con cuerpo).

Quien tiene una empresa unipersonal recibe dinero también de personas de carne y hueso (clientes y pacientes), pero de muchos más que aquellos que trabajan para un solo dueño.

Lo más difícil es hacer lo mismo que el anterior (muchos cuerpos de clientes y pacientes) más el esfuerzo de interactuar con los empleados que nos entregan su trabajo.

Resumo: Lo más fácil es recibir lo necesario de la naturaleza (pero no lo puse en primer lugar porque los recolectores acceden a una calidad de vida aceptable sólo por una minoría) o de un ente abstracto (estado). Obtener dinero directamente de nuestros semejantes es lo menos preferido.

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miércoles, 29 de abril de 2009

La vida es un juego de naipes

El mes pasado introduje el tema de los instintos que gobiernan nuestra existencia en el artículo titulado ¿Los instintos están para ser reprimidos?

Ahí les decía que existen tres instintos que son el de conservación, el de reproducción y el de poder. Muchos lectores han opinado que los tres podrían condensarse en uno sólo: el instinto de supervivencia (individual y de la especie).

Las barajas del tarot aparecieron en el mundo occidental hace varios siglos y como habrán visto, contienen imágenes muy extrañas que permiten muy variadas interpretaciones.

También existen otros tipos de barajas como son la española, la francesa y sus respectivas variantes.

Los juegos con barajas son muy populares y parte de su entretenimiento surge porque se combinan el azar y la destreza para poder ganarles a los demás jugadores.

La destreza consiste en evaluar qué otras cartas están en juego, cuáles son las intenciones de los contrincantes, qué estrategia desplegar para vencerlos. Los jugadores apelan a su inteligencia, astucia, memoria, capacidad de observación y suerte.

Por todo esto es posible pensar que los juegos con barajas imitan los desafíos de la vida real. Especialmente cuando se apuesta dinero en ellos.

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martes, 28 de abril de 2009

La indiferencia es mortífera

En dos artículos de ayer (Mejor no hablemos de dinero y Felizmente existen los feos ) comentaba cómo percibimos apoyándonos en los contrastes: blanco sobre negro, honesto sobre delincuente, lindo sobre feo.

Esta particularidad de nuestra forma de percibir no solamente se apoya en los contrastes sino también en los conflictos: creyentes y ateos; ricos y pobres; hombres y mujeres.

Los conflictos son una consecuencia de los contrastes pero también son una forma de radicalizar los contrastes y por lo tanto una forma de mejorar las percepciones.

Dicho de otra manera, si en una ciudad tenemos católicos y protestantes viviendo pacíficamente, ambos grupos y sus respectivas creencias pasan desapercibidos, pero si combaten en las calles con varios muertos y heridos, entonces las religiones y los religiosos cobran notoriedad planetaria.

Cuando estamos dentro del conflicto solemos no darnos cuenta que al defender apasionadamente nuestras ideas, creencias y colectivo, simultáneamente estamos realzando al oponente. Cuando nos enfrentamos tratando de que desaparezcan de la faz de la tierra, lo que en realidad logramos es darles mayor visibilidad, fama, notoriedad, importancia y eventualmente prestigio.

Esta situación es muy clara en la clásica oposición de las corrientes de izquierda al capitalismo. El capitalismo adolece de muchos defectos y quizá ya habría caído si no fuera por la energía que le aportan quienes lo combaten.

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lunes, 27 de abril de 2009

Mejor no hablemos de dinero

Camuflar es disimular la presencia adoptando el aspecto del entorno. Por ejemplo, los soldados se visten de verde para ocultarse dentro de un bosque.

Por el contrario, en un set de televisión se usa como color de fondo aquel que mejor realce la visibilidad de los actores.

Estas técnicas se apoyan en cómo los seres humanos vemos. El color blanco casi no se ve sobre un fondo gris muy pálido pero se ve perfectamente sobre un fondo color negro.

Esta particularidad de nuestra visión también la encontramos en otras formas de percibir. Por ejemplo:

- Hay personas que se sienten más cuerdas, más racionales, más sanas mentalmente, si viven en una ciudad donde hay un manicomio que encierra a todos los que están locos. Si están afuera de él, suponen que «tienen razón».

- Hay personas que se sienten más honestas cuantas más personas pueblan la cárcel. Imaginan que estar libres equivale a que son buenas, generosas, dignas.

- Hay personas que se sienten exclusivas, diferentes, superiores, si hablan un idioma propio (1). Suponen que esa dosis de extravagancia aporta originalidad, distinción, elegancia.

- Mucho más difícil resulta evitar el uso de la moneda local. El dinero de cada país es «de curso legal y forzoso», es decir, que los ciudadanos están obligados a aceptarlo como forma de pago. Pues bien, para algunas personas es placentero distinguirse aplicando su esfuerzo en no usar ese dinero. Esta forma de ser original es tan cara que generalmente empobrece a quienes la practican.


(1) Este tema es abordado desde otro punto de vista en el artículo titulado ¿ai que aser los deveres?

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domingo, 26 de abril de 2009

Hay apellidos más caros que otros

— ¿Cómo se llama el odontólogo que me recomiendas?
— Fulano de Tal.
— ¿Y cuánto se llama?
— Cada consulta la cobra cincuenta dólares.

Esta forma graciosa e irónica de modificar el lenguaje sin perder su poder de significación, nos permite suponer que en nuestro pensamiento podemos aceptar que el valor del trabajo de alguien, es una forma de identidad equivalente a su nombre y apellido.

El hecho se parece en algo a la fama. Cuando el nombre de una marca (o persona) es prestigioso en un mercado, genera confianza entre los consumidores y esta confianza equivale a un sobreprecio. Es un sentimiento que vale dinero.

Un caso muy notorio es el esfuerzo que hacen los fabricantes de automóviles para que los clientes asocien su marca a un conjunto de características de valoración: Ferrari, Rolls Royce, Mercedes Benz.

Si bien existe un esfuerzo publicitario explícito para formar esta idea entre los consumidores, son estos los que bautizan a un proveedor para que pueda llamarse cincuenta dólares.

Dicho de otra forma: No alcanza con que alguien diga «Yo me llamo cincuenta dólares» para que los demás lo llamen por ese nombre (compren su trabajo por ese precio).

Para lograr que nuestra denominación (valoración) esperada se concrete, suelen hacer falta muchos años. Por esto digo que en algunos casos, el esfuerzo de toda una trayectoria empieza a dar sus primeros frutos cuando aparecen algunas canas.

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sábado, 25 de abril de 2009

Corín Tellado y el dinero

Ante las infinitas dudas que pueden aparecer a lo largo de nuestra existencia, uno puede tener diversas actitudes, pero las clásicas son dos: averiguar meticulosamente cuál es la respuesta, asegurándose de aplicar la mayor objetividad en la observación o imaginar una respuesta agradable capaz de cancelar la duda.

Las causas de la pobreza patológica seguramente son muchas, pero si llevo publicadas más de quinientas es además porque no estoy seguro de nada. Todas son conjeturas, suposiciones, hipótesis, tanteos, ensayos.

Este esfuerzo mío y el de todos los que agregan comentarios o envían correos, no es en vano, porque ahora sabemos más que antes y me han llegado noticias de que algunos lectores se llevan mejor con el dinero.

El neurólogo y psiquíatra austríaco Viktor Emil Frankl, (1905 - 1997) escribió un libro muy famoso titulado El hombre en busca de sentido, donde figuran las bases de la Logoterapia.

La consigna de sus muy atendibles conclusiones es: «Lo que cura es el vínculo».

Y así como puede ser cierto que el vínculo con el terapeuta sea lo realmente curativo, también es posible pensar que ganamos dinero no sólo por lo que hacemos, no sólo por cómo lo hacemos, sino también por el vínculo que somos capaces de establecer con nuestro cliente o empleador.

He sido testigo de decisiones —para hacer compras, para incorporar a un nuevo colaborador o para ofrecerle un ascenso a alguien—, donde lo que más se tuvo en cuenta fueron rasgos como la afabilidad, el buen carácter, el buen humor, la simpatía, la empatía.

Aunque usted se ría, se lo tengo que resumir así: Para ganar dinero, es muy importante nuestra capacidad de amar.

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viernes, 24 de abril de 2009

Dime cuánto vales … y te diré cuánto vales

En el artículo publicado ayer (La anormalidad rentable) comento con ustedes que la normalidad, si bien es un rasgo deseado en las personas, no carece de efectos secundarios indeseables en tanto que ofrecer lo que todo el mundo ofrece hace que —en una economía de mercado— seamos poco valorados.

Algo parecido sucede con la precisión (exactitud). En algunas dimensiones aspiramos y necesitamos que las mediciones sean exactas y objetivas, pero en otras preferimos la ambigüedad, la imprecisión, la inexactitud.

«¿Mis padres me quieren más a mí o a mi hermana? Notoriamente ella es la mimada de la familia y a mí siempre me echan las culpas por las cosas malas que suceden, pero prefiero quedarme con la duda. No quiero una constancia objetiva de algo que tanto me duele. »

«Con los estudios que tengo debería ganar más dinero. Todos los demás ganan más que yo. Prefiero quedarme con la duda y no enterarme de cuánto más ganan los otros porque sé que me amargaré.»

Uno de los motivos por el que tantas personas odian las matemáticas, es que éstas son capaces de aportar precisión y exactitud justo ahí donde más necesitamos tener dudas: en todo aquello que manejamos mejor en la fantasía que en la realidad. La objetividad de los números suele destruir las ilusiones que le dan un poco de alegría a la existencia.

El rechazo al dinero puede tener idéntica justificación: Por culpa del dinero puedo tener un dato objetivo de cuanto valgo y, peor aún, de cuánto me valoran. El salario que me pagan habla de cuánto me aceptan. El valor de los regalos que recibo, habla de cuánto me quieren, etc., etc..

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jueves, 23 de abril de 2009

La anormalidad rentable

La palabra «normal» indica que algo está bien, que responde a lo natural, que cumple con alguna norma. En general, ser normal es algo positivo.

A pesar de eso, existen algunos rasgos de la normalidad que pueden perjudicarnos.

Estoy pensando en uno de ellos y que se manifiesta como negativo dentro de un régimen capitalista.

Cuando lo que está en juego es la competencia dentro de un mercado de oferta y demanda, quienes hagan lo que hace todo el mundo (por ser normales), se encontrarán con la triste noticia de que su trabajo vale muy poco.

La escasez de bienes o servicios necesarios (que tiene demandantes, compradores, interesados) es un rasgo de a-normalidad pero que en un régimen como el nuestro aporta beneficios.

Piense en un gran concertista o en alguien capaz de producir algo como ningún otro puede hacerlo u otro que puede ofrecer precios increíblemente bajos, son personas que seguramente tienen el éxito asegurado.

Todos tratamos de parecernos a la mayoría (es una forma de sentirnos normales), pero a los efectos de ganarnos el sustento dentro de una economía de mercado, esto es nefasto. Lo que mejor se pagan son ciertas anormalidades.

Si usted tiene en cuenta esta paradoja, podría permitirse ser un poco más anormal cuando esto mejore su posición competitiva.

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miércoles, 22 de abril de 2009

No es inteligente confiar en la inteligencia

Los prejuicios son ideas que alguna vez se aceptaron sin certificar su veracidad, pero que se nos instalan en nuestro pensamiento como si fueran propietarios legales de las neuronas que ocupan. Los prejuicios equivalen a los parásitos que se alojan en otro ser vivo, consumiéndolo. También se parecen a esas personas que se ubican en un cierto terreno y luego se comportan como si lo hubieran comprado.

Uno de estos prejuicios es que nuestra inteligencia tiene la capacidad de entender las cosas como son. Lo que parece verdadero es que somos capaces de entender algunas cosas, pero que la mayoría de las veces actuamos por impulsos no muy lógicos y mucho menos entendibles.


Cyril N. PARKINSON (1909-1993) fue un historiador británico, autor de unos sesenta libros, que se divertía buscando conductas humanas ilógicas.

Comparto con ustedes dos de ellas:

1º. "El trabajo crece hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización". Por ejemplo: Si un obrero tiene que pintar una casa, puede demorar una semana, un mes o un año, dependiendo del tiempo que tenga para hacerlo y no de lo que realmente insuma pintar esa casa.

2º. "Los gastos aumentan hasta cubrir todos los ingresos". Por ejemplo: si alguien gana 100, gastará 100 para vivir, pero si esa misma persona pasa a ganar 1000, gastará 1000 para vivir y no lo que realmente necesite para vivir.

Lo interesante de estos hechos —que cuestionan severamente el prestigio de la inteligencia humana— es poder tenerlos en cuenta para saber contrarrestarlos.

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martes, 21 de abril de 2009

El sobrepeso evitable

Hace más de un año publiqué un artículo titulado La fuerza de la gravedad es algo grave , donde aludía al sobrepeso (gordura) y al rechazo de tener muchos pesos (cuando el signo monetario se llama así).

Continúo con algunas ideas que esbocé en el artículo publicado ayer con el título: $.

Los pueblos hispanoparlantes tenemos en nuestro idioma la palabra PESO y PESETA para mencionar el signo monetario de algunos países.

Cualquiera de los dos remite a la acción de pesar porque originalmente esas monedas valían por sí mismas, es decir que pesaban una cantidad de gramos del metal precioso plata.

Otra hipótesis que agrego —a las más de quinientas que vengo sugiriendo de por qué algunas personas tienen dificultades con el uso del dinero—, es que la palabra PESO nos hace pensar inevitablemente en el esfuerzo necesario para cargarlo.

La natural tendencia a rebajar al mínimo el esfuerzo que tenemos que hacer para seguir viviendo, puede inducir a muchas personas a disminuir la cantidad de dinero (pesos) que tienen.

Y un agregado más: Es reconocido que la pobreza ataca más a las mujeres que a los hombres. Casualmente el cuerpo femenino tiene menos peso que el masculino.

Algo más sutil aún: muchas mujeres manifiestan un placer especial en sentir un moderado sobrepeso del varón acostado sobre ellas (y si se agrega una moderada solvencia económica, mejor aún).

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lunes, 20 de abril de 2009

$

Hércules es un dios de la mitología greco-romana. Parece ser que este personaje, en un ataque de locura, mató a sus hijos y fue condenado a doce años de penitencia.

Durante este período realizó doce grandes trabajos que demostraron su fortaleza física, valentía, nobleza. Terminó siendo divinizado por el bien que le hizo a la humanidad combatiendo y matando a horribles monstruos ... que sólo pueden existir en la mente de un ser humano.

En gran parte de los países que alguna vez fuimos colonia española, llamamos PESO a nuestra moneda oficial (en España, hasta hace poco, la moneda se llamaba PESeta). El signo que la representa es $. Esas dos barras verticales corresponden a las Columnas de Hércules (monumento erigido en Gibraltar en honor a las proezas del dios mencionado).

Como durante muchos años, la moneda española fue la usada por Estados Unidos, su signo monetario también incluye esas columnas (U$S).

Dado que nuestra mente funciona influida por creencias, mitos y demás factores imaginarios, me permito proponerles la siguiente idea:

1) Los que tenemos alguna relación con el signo $ (países cuya moneda se llama PESO más los que usan o piensan en términos de U$S), podríamos asociar inconscientemente dinero con Hércules.

2) Este dios hizo lo peor (mató a sus hijos) y lo mejor (salvo a la humanidad de monstruos terribles).

En psicoanálisis pensamos que alguien puede estar influido por una historia universal sin que alguna vez se la hayan contado, porque la trama central de ella viaja en el lenguaje que hablamos todos los días.

Por lo tanto, es probable que el dramatismo con que algunas personas se vinculan con el peso ($) o con el dólar (U$S), tenga su origen en lo malo y lo bueno de Hércules.

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domingo, 19 de abril de 2009

La herramienta monetaria

Hace poco publiqué un artículo titulado Las prótesis espirituales en el que comentaba que así como nuestro cuerpo puede complementarse con agregados artificiales (prótesis dentarias, marcapasos, cirugía estética), también nuestra psiquis agrega pensamientos, creencias, mitos (religiones, supersticiones, leyendas urbanas), para mejorar el estado de ánimo.

En esta misma línea de pensamiento, podemos pensar también en las máquinas y herramientas. Un sólo operario conduciendo la máquina adecuada puede construir un camino transitable en el mismo tiempo que antes lo hacía una cuadrilla de 20 personas.

Las herramientas transforman de infinitas maneras lo que pueden hacer nuestras manos. Un martillo nos permite golpear, una sierra nos permite cortar, un taladro nos permite perforar.

El dinero también puede considerarse una herramienta que nos permite ejercer nuestro poder de compra de bienes y servicios.

Al igual que con las otras herramientas, necesitamos:

1) Contar con él;
2) Tener la madurez psico-emocional suficiente como para evitar accidentes derivados de un uso negligente;
3) Poseer cierta destreza para su uso;
4) Nunca está de más recibir algún adiestramiento que refuerce nuestra destreza natural.

Sin embargo, lo más difícil de todo esto es cómo administramos el poder que nos confiere la herramienta dinero. Quizá este punto sea una causa de que haya tan pocos ricos.

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sábado, 18 de abril de 2009

Los demonios traviesos

El deseo es un motor que nos lleva para ciertos lugares que nuestro pensamiento evita. Si nuestro deseo fuera una persona, sería alguien muy perturbador, que nos invitaría a cometer actos que nuestra moral condena.

Claro que uno puede preguntarse si el equivocado es «el señor Deseo» o «la señora Moral».

Como nuestro deseo tiene esa mala fama dentro de nuestro pensamiento, entramos en conflicto con relativa facilidad.

Les cuento un caso que me llegó hace poco: Una señora joven esperaba que la citaran para una reunión en la que dos empresarios negociarían con ellas las condiciones en que le aceptarían una propuesta laboral que ella les hizo.

Por algún motivo, estas personas se demoraban en agendar el encuentro más de lo que la ansiedad de ella consideraba tolerable.

Se había convencido de que insistirles en estudiar el asunto era un gesto que le daba una mala imagen pues aparecía como desesperada por cerrar el negocio.

Hablamos y pudo asumir que su mente estaba siendo bloqueada por el prejuicio de que «todo lo deseado es peligroso». Entonces se animó a provocar el encuentro y por suerte tuvo un final feliz.

Conclusión: No todas las sugerencias de nuestro deseo tendrán que ser problemáticas. Quizá lo sean solo una pocas.

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viernes, 17 de abril de 2009

«Dólar, cásate conmigo»

En el artículo de ayer (El poder mágico del dinero) comentaba que el dinero participa en la transformación de las cosas, pero él mismo queda inalterado. Alguien cambió vegetales por dinero y este fue cambiado por un par de zapatos. Con el dinero se pudieron transformar vegetales en calzado sin que el dinero se haya modificado.

Hay muchas obras de ficción (novelas, películas) en las que una situación es transformada por el personaje principal (generalmente masculino), quien, al finalizar su actividad bienhechora, se va hacia otros escenarios, a pesar de que alguna hermosa mujer se enamoró de él y desearía retenerlo, transformándolo en su esposo.

En psicología social se denominan «agentes de cambio» a las personas que logran modificar situaciones. Se espera que un psicólogo social haga eso: que participe en un determinado conflicto, que logre todos los acuerdos posibles y que luego se retire para encarar un nuevo trabajo, aunque siempre sucede que los beneficiados con su gestión, le piden que se quede a vivir con ellos.

Con Jesús de Nazaret, los santos, santas y vírgenes sucedió algo parecido. Siendo personas normales pero capaces de producir cambios beneficiosos, luego de fallecidas hubo que transformarlas en no-personas, en seres no humanos.

El dinero se resiste tenazmente a ser transformado en alguna otra cosa. Esa condición, para quienes no toleran lo que se opone a sus pretensiones imaginarias, lo convierte automáticamente en maligno, diabólico, digno del mayor rechazo.

Como una hipótesis más: algunas personas pueden rechazar el dinero porque éste no las obedece y se mantiene inalterado. Aman a Jesús porque se dejó transformar (imaginariamente) en un hombre que no fue totalmente humano.

Nota: Estas personas también rechazan estudiar matemática porque los números tampoco son obedientes.

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jueves, 16 de abril de 2009

El poder mágico del dinero

Son las 8 de la mañana y Juan se levanta como todos los días. Su compañera le sirve el desayuno y le recuerda que el hijo de ambos está creciendo y que varias veces ha mencionado que sus zapatos le aprietan.

Juan vuelve a pensar cómo resolver el problema y luego de terminar su desayuno va a la quinta que tienen en el fondo de la casa, mete en una canasta varias frutas y verduras. Se va a la feria y tres horas después vuelve con el dinero que le dieron por los productos que vendió y se lo entrega a su compañera para que ésta pueda comprar un nuevo par de zapatos para su hijo.

Al día siguiente, el niño se libera del calzado viejo y puede ir a la escuela sin molestias.

Aunque esto sea algo muy sencillo de entender, no deja de existir un hecho que llama la atención: Las frutas y verduras se convirtieron en zapatos por la momentánea intervención del dinero, que estuvo presente durante unas horas y luego desapareció.

Todos habremos disfrutado de las historias fantásticas en las que alguien tiene el poder mágico de transformar la realidad. También nos habremos maravillado con los milagros que hicieron algunos personajes que luego de muertos se convierten en objetos de culto (santos y santas).

Las transformaciones mágicas, las curaciones milagrosas, las apariciones increíbles, continúan siendo causantes de nuestra sorpresa. Sin embargo, el dinero, que logra algo semejante, no es visto conscientemente como algo mágico pero causa en muchas personas extrañas emociones, que le impiden hablar de él llanamente, ganarlo y conquistarlo como cualquier otro objeto, atesorarlo sin sentirse culpables.

Algo de ese aparente poder mágico quizá perturbe el inconsciente de algunas personas.

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miércoles, 15 de abril de 2009

Paternalismo para niños eternos

Los niños no deben trabajar porque eso retrasaría su normal crecimiento pero también porque sus inteligencias tienen una percepción equivocada de la realidad.

La inmadurez de su cerebro los hace imaginar, creer y percibir la realidad como algo muy fantasioso. Se imaginan omnipotentes, creen en poderes mágicos y son presa fácil de los ilusionistas.

Sin olvidarme que muchos adultos conservan algunas de estas características porque su desarrollo se ha visto interrumpido por algún motivo (escasa educación, padres sobreprotectores, debilidad neurológica, disfunciones glandulares), también es cierto que algunas normas de convivencia favorecen el infantilismo de algunos ciudadanos.

Los servicios gratuitos que suelen prestar ciertas instituciones, se presentan como la mejor solución para que los menos favorecidos económicamente tengan acceso a servicios que mejoren su calidad de vida.

Aparentemente es bueno que los médicos puedan restituirle la visión a quien no tiene recursos económicos para pagar ese servicio, pero esa persona —y todos los que fueron testigos de esta gratuidad—, quedan educados, inducidos y hasta fascinados con que alguien es responsable de su bienestar.

Ese acto quirúrgico se presenta como algo muy apartado de la realidad y quien ahora recuperó la vista simultáneamente queda con la sensación de que si no logra los recursos para solucionar sus problemas personales, alguien lo hará.

Los servicios gratuitos son registrados como soluciones maravillosas sólo porque no se tiene en cuenta que infantilizan, es decir, hacen que existan adultos tan incapaces de trabajar como un niño.

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martes, 14 de abril de 2009

Lo que no digo yo sino mi boca

Usamos el idioma con gran soltura porque tenemos incorporados automatismos que nos da la práctica. Este beneficio tiene la particularidad de hacernos decir cosas que no sabemos que las estamos diciendo.

Una interjección según el Diccionario de la Real Academia Española es (copio y pego):

"Clase de palabras que expresa alguna impresión súbita o un sentimiento profundo, como asombro, sorpresa, dolor, molestia, amor, etc. Sirve también para apelar al interlocutor, o como fórmula de saludo, despedida, conformidad, etc.; p. ej., eh, hola."

Según el mismo Diccionario, cuando vamos a las definiciones de la palabra POBRE nos encontramos con dos interjecciones que la usan:

¡pobre de mí! que significa: triste, infeliz; y

¡pobre de ti! (o de él, etc.) que se usa como una amenaza.

Cuando hablo de pobreza patológica, no es una creación mía sino que sólo estoy rescatando algo que todos decimos sin darnos cuenta.

Si decimos ¡pobre de mí! estamos recordando el sentimiento de tristeza e infelicidad propio de una de las pérdidas más importantes: de la salud. Si decimos ¡pobre de tí! como forma de amenazar a otro, también estamos aludiendo a una eventual pérdida de la integridad física.

Parecería ser que está incluida en nuestro idioma la noción de que la pobreza es una condición emparentada con la pérdida de salud (patología).
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lunes, 13 de abril de 2009

¡Nunca más!

«Mal principio, buen fin» afirma la sabiduría popular. Esto no siempre es cierto, pero por lo menos nos alienta cuando algo empieza de la peor manera.

Hay muchos indicios de que nuestra mente conserva algún tipo de recuerdo sobre la vida intrauterina, sobre el parto y sobre todo ese primer período de vida cuando todavía no disponíamos de un cerebro tan desarrollado como para que hoy podamos evocar lo que sucedió.

En otras palabras, es muy probable que nuestro cerebro tenga los registros, que estos influyan sobre nuestro pensamiento pero que no podamos recordarlos. Según dicen los informáticos, dentro de cada computadora hay mucha información de la que el usuario no llega a enterarse, pero que sin ella no funcionaría como funciona.

Nuestra vida comienza de la peor manera. Todo empieza con un estrepitoso fracaso. El parto no es más que una expulsión del vientre materno. Somos desalojados del mejor lugar, sin saber por qué, y es nada menos que el personaje más importante de nuestra vida la que puja para que nos vayamos de ahí cuanto antes.

No debería extrañarnos que nuestra conducta, nuestras ideas y en general nuestra forma de ser sean tan difíciles de entender si tenemos en cuenta un comienzo tan traumático.

Si consideramos que empezamos con un fracaso tan doloroso, no es de extrañarse que todos busquemos formas de evitar que se repita.

Unos acaparan posesiones de las que no puedan ser desalojados nuevamente (estrategia de algunos ricos), mientras que otros se aseguran de estar tan mal que nada ni nadie pueda llevarlos a estar peor. La estrategia de algunos pobres consiste en «no tener nada para perder».


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domingo, 12 de abril de 2009

Soy el hijo predilecto de mis acreedores

El deseo es un impulso del que generalmente no sabemos casi nada (dije «casi»).

A pesar de eso, influye de manera determinante en nuestras vidas. Nuestras acciones están determinadas por lo que necesitamos para seguir viviendo (alimentos, abrigo, etc.) y lo que deseamos (ser amados de determinada manera y por cierto tipo de personas, creer en ciertas historias como si fueran verdaderas, tener fe, más un denso etcétera).

¿Cómo fue que mis padres me concibieron? ¿Pensaron en gestarme? ¿Fornicaron en un descontrolado momento de pasión? ¿Fui deseado por ellos? Cuando mi madre supo que estaba embarazada, ¿se alegró, se preocupó, lloró desconsoladamente porque no quería eso? ¿Cómo se lo informó a mi padre? ¿Se alegraron, se amargaron, qué cara puso él?

Nuestro deseo suele ser algo así como que ellos dos desearon tener un hijo para amarlo. Impulsados por el deseo de gestar ese niño (yo), tuvieron relaciones sexuales gozando con la esperanza de estar fecundándolo (no gratificándose por las propias sensaciones corporales del momento).

Como mi deseo (generalmente inconsciente) es que ellos me concibieron para darme la vida y no porque estaban excitados sexualmente, entonces también debo pensar que «les debo la vida». Ellos hicieron algo muy importante por mí.

Para que a esa fantasía no le falte energía, hago ciertas cosas que aparentemente no tienen ninguna vinculación con ella. Por ejemplo, vivo endeudándome permanentemente, pago cantidades enormes de intereses, siempre estoy «corriendo de atrás» en mi presupuesto, nunca me alcanza el dinero.

El estar en deuda con mis padres —que según mi fantasía «se sacrificaron» teniendo relaciones sexuales para darme la vida y no porque se desearan físicamente— me lleva a recrear esa situación, endeudándome realmente.

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sábado, 11 de abril de 2009

Con éxito existo

Las personas nacemos con ciertos talentos que quizá puedan ser utilizados para conseguir lo que necesitemos y deseemos.

Por ejemplo: La península arábiga cuenta con yacimientos petrolíferos pero carece de tierra fértil. Si fuera una persona, su «talento» sería la extracción y venta de hidrocarburos y debería comprar productos agrícolas.

Además del talento, las personas recibimos la influencia de nuestro grupo de pertenencia (formación en valores, creencias, mitos, supersticiones).

El éxito personal es lo que sucede cuando podemos disfrutar desempeñando una actividad. Cuando hacemos algo sin darnos cuenta de cómo pasa el tiempo, esa actividad seguramente nos complace.

El éxito social es lo que sucede cuando ocupamos un lugar que una mayoría desearía ocupar. En este caso el deseo que se satisface no es necesariamente el propio.

El éxito personal puede o no coincidir con el éxito social. Si coincide, todo está en orden. Si priorizamos el éxito social, entonces estaremos sacrificando nuestro deseo con tal de satisfacer deseos ajenos. Es una opción de vida como cualquier otra.

¿Para qué sirve haber leído esto? Para precisar con mayor claridad si usted es amo o esclavo.

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viernes, 10 de abril de 2009

Envidia terminal

Si yo le digo que todos los medicamentos son venenos mortales, quizá usted diga «¡No, no puede ser! ¡Son curativos!». Entonces insisto y le digo: En ciertas dosis, todos son venenos mortales: hasta la aspirina. Ahí estoy seguro que nos ponemos de acuerdo.

La envidia es algo similar. Es bueno observar atentamente lo que otros han logrado y desearlo para sí mismo. Es malo cuando ese mismo deseo es tan desproporcionado que incluye la intención de robar o matar.

Una sobredosis de envidia puede ser una causa de la pobreza patológica.

Es bastante popular pensar que las personas que tienen una buena calidad de vida la han logrado gracias a procedimientos condenables (robo, estafa, corrupción).

¿Qué logramos con esta «medicina»? En principio un alivio porque nos permite pensar que nuestra mala calidad de vida no obedece a que somos ineficientes sino que es una consecuencia lógica de nuestra bondad.

El fenómeno se vuelve irreversible por la propia morbosidad que lo generó. A partir de que se instala en nuestras creencias que toda persona que tenga una buena calidad de vida es ladrón, estafador o corrupto, ya nunca más podremos acceder a una buena calidad de vida por razones morales.

La sobredosis de envidia nos condena a que la pobreza patológica se convierta en crónica.

Artículos asociados:
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Bill Gates no puede gestar
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jueves, 9 de abril de 2009

El río de la plata

En el lenguaje de los economistas existen algunas expresiones dignas de recordar y comentar.

Se habla de «dinero circulante» a esa masa de dinero que está dentro de una economía, pasando de mano en mano, de cuenta en cuenta.

Se habla de «liquidez» para mencionar el dinero que alguien tiene disponible para afrontar sus compromisos.

Se habla de «flujo de capitales» para describir la concurrencia de inversiones a una cierta economía.

Como vemos, en nuestro pensamiento está presente la comparación del dinero con un líquido. Ahora le propongo aceptar que el líquido más popular es el agua y el más angustiante, la sangre.

Retomo lo que digo en el artículo titulado ¿Qué hora es señor?: , « En el funcionamiento de nuestro pensamiento ocupan un lugar importante las comparaciones, metáforas, analogías. »

Con estos ingredientes, podemos pensar:

1) Que el agua es buena cuando fluye (circula) en ciertas cantidades, pero es dañina cuando produce inundaciones (el exceso de dinero lo devalúa);

2) Que es buena cuando se acumula (no se gasta) pero si queda demasiado tiempo estancada, se deteriora (dinero ocioso, improductivo);

3) Que si pensamos en términos de sangre, ésta siempre debe circular (el dinero, hay que ganarlo para gastarlo. Si no se piensa gastar, es preferible no ganarlo).

Nota: este artículo se vincula con Vidas circulantes o estancadas.
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miércoles, 8 de abril de 2009

La arrogancia de los espirituales

En un artículo publicado el lunes pasado (Pobreza ¿mérito o padecimiento?) , termino comentando que el afán de algunos por despreciar el cuerpo y glorificar la psiquis (alma o espíritu), los lleva a auto-imponerse la pobreza para demostrar y demostrarse que esa psiquis es más poderosa que el cuerpo.

Cuando digo que existe una pobreza patológica también podría decir que existe una pobreza por error. En este segundo punto de vista la variante consiste en que imaginarnos como superiores al resto de los seres vivos, termina sumiéndonos en conductas ineficaces, incompetentes, empobrecedoras.

La neurociencia es una especialidad en desarrollo y que ya cuenta con datos como para suponer que nuestra conducta (ideas, sentimientos, reacciones) es una consecuencia del funcionamiento cerebral, con lo cual desaparecería la suposición de que existe algo inmaterial en nuestra constitución humana.

En otras palabras, es posible pensar que somos sólo materia pero que ignoramos algunos de sus desempeños. Esta falta de conocimientos sobre algunas funciones de nuestro cerebro es lo que habilita la creencia en un componente inmaterial de nuestro ser.

Quienes puedan asumir que somos sólo materia y que científicamente no hay razón para tener que poner a luchar nuestro pensamiento contra nuestro cuerpo, imponiendo frustraciones a las apetencias de éste (optando por la pobreza, la escasez, la incomodidad), puede liberarse de un obstáculo imaginario que lo mantiene en una calidad de vida por debajo de lo posible.

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martes, 7 de abril de 2009

Competencia entre perros y gatos

Hace un tiempo que me intereso por saber qué sucede con las mascotas. La convivencia con animalitos es algo que hace una mayoría de personas.

Mi pregunta es: ¿cómo están repartidas las preferencias entre perros y gatos?

Unos y otros pueden gratificar a su amo con su compañía, pero se diferencian sustancialmente en que los gatos son más independientes que los perros. Por este motivo pueden quedarse solos quizá hasta 3 días, comiendo y evacuando en los lugares de la casa que le fueron destinados. Los perros son más dependientes y requieren ser atendidos cada pocas horas.

En esencia, ambos pueden proveer similares cuotas de amor pero el gato «cobra» más barato.

Como tendencia, se viene observando que los felinos son cada vez más preferidos. Hace unos años quizá la proporción era que había un gato cada nueve perros y hoy ya están siendo preferidos casi indistintamente.

Reflexión: Es posible pensar que esta actitud de los dueños de mascotas revela un cambio en las preferencias y a la hora de pensar qué se espera de nosotros, concluyo: Las mascotas se ganan la comida haciendo compañía (de hecho es como si ese fuera su trabajo y su salario).

En suma: nuestros empleadores o clientes quizá esperan de nosotros que le brindemos un buen servicio causándoles cada vez menos dificultades.

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lunes, 6 de abril de 2009

La pobreza: ¿mérito o padecimiento?

Las personas (y todos los seres vivos) vivimos porque tenemos un cuerpo que funciona consumiendo energía.

La cantidad de energía que cada uno consume es variable dentro de ciertos límites y depende de si es hombre o mujer, la edad, su estado de salud, en qué parte del planeta viva, el tipo de actividad que desarrolle.

Cuando alguien no puede satisfacer esta demanda mínima de energía, se dice que vive en estado de indigencia.

Pero, si bien existen muchos indigentes, convengamos en que esto no debería realmente llamarse «vivir». Vivir incluye otras necesidades no alimentarias: la vivienda, la educación, la asistencia sanitaria, no ser discriminado.

Cuando alguien accede a estos recursos mínimamente, se dice que vive en estado de pobreza.

En este límite tan bajo ya aparecen las dudas, las interpretaciones subjetivas, las diferentes opiniones y opciones.

A los largo de la historia y en diferentes colectividades, la pobreza ha sido padecida por algunos y buscada por otros.

Si bien para una mayoría la pobreza es una situación negativa y que corresponde ser evitada, para algunos constituye una forma de dominio de la psiquis sobre el cuerpo.

La pobreza, la castidad y la obediencia son una opción predilecta para un grupo de personas que de alguna manera se constituyen en modelos que deberían ser imitados por todos aquellos que busquen optimizar lo que serían los rasgos exclusivos de nuestra especie: la psiquis (espíritu, alma).

En suma: la creencia en que estamos constituidos por una parte material más una parte inmaterial, permite suponer que ésta (psiquis, espíritu, alma) es la verdaderamente humana en desmedro de la otra (el cuerpo) y que por tanto, buscar la pobreza es una forma de sentirnos verdaderamente humanos (no animales).

NOTA: Este artículo está vinculado con ¿Ella habla sola?
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domingo, 5 de abril de 2009

Todo tiempo pasado fue peor

En un artículo de febrero 2009 titulado Todo tiempo pasado fue igual comento que no es tan cierto que hoy estemos peor que antes ya que en todas las épocas las personas padecieron dificultades, angustias, ansiedades, frustraciones.

Hoy me animo a decirles que Todo tiempo pasado fue peor y trato de fundamentarlo diciendo que:

1) Antes había más posibilidades de morir que ahora por la sencilla razón que la medicina ha tenido un desarrollo fantástico en los últimos 10 años. Si bien seguimos muriéndonos, cada vez padecemos menos enfermedades y sufrimientos.

2) La mayoría de los emprendimientos que podemos encarar para ganarnos la vida, cuentan con un mercado de compradores o empleadores que no se limita a nuestra ciudad, provincia o país sino a todo el mundo.

¿Por qué algunas personas no aprovechan estos beneficios?

1) Por falta de información y de formación. Quienes realizamos nuestra formación básica antes de 1980, tenemos serias dificultades para pensar el mundo globalizado tal cual es (sin fronteras, sin horarios, en redes, a gran velocidad)

2) Las poblaciones están más envejecidas y esto es una bendición en muchos aspectos pero es negativo cuando las personas mayores de 50 años conservan gran parte del poder en desmedro de quienes poseen una formación posterior a 1980.

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sábado, 4 de abril de 2009

Nacer es feo

En el artículo titulado La desilusión es frustrante, comento sobre cuáles son las dos reacciones que podemos tener ante una frustración (por ejemplo, no encontrar algo que sabíamos dónde estaba) o una desilusión (por ejemplo, con un amor que no es correspondido).

La preocupación que tenemos todos por evitar estas penosas situaciones, hace que los psicoanalistas le dediquemos mucho tiempo y esfuerzo a encontrarle una explicación con la esperanza de que esta explicación nos permita encontrar algún alivio.

Cuando alguien dice que las personas «somos como somos», está sugiriendo que es nuestra naturaleza, nuestra condición, que si somos combativos o depresivos, eso no se puede cambiar.

Para agregar un poco de optimismo a esta postura tan fatalista, hay quienes opinan con justificada razón que el nacimiento es en sí un hecho frustrante porque significa la pérdida de todas las comodidades que uno pueda imaginar de la vida intrauterina.

Quienes reaccionan depresivamente ante las frustraciones y desilusiones pueden comenzar a pensar que quizá esa fue su primer reacción ante el nacimiento y que luego siguen repitiendo la misma conducta (pasiva) porque no se han dado cuenta de que tienen la otra opción, es decir, que podrían cambiar el modelo reaccionando en forma activa, enfrentando el problema, haciéndolo propio, prescindiendo de una imaginaria ayuda que nunca volverá a llegar.

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viernes, 3 de abril de 2009

Algunos se calientan con la nieve

Desde hace unos días estoy centrándome en los posibles beneficios de las necesidades, los deseos, las frustraciones, las insatisfacciones. Pienso que sin estos estímulos nuestra vida no funcionaría.

Para fundamentar este punto de vista hoy veo que los países más desarrollados son apenas 8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia.) de un total que no llega a 300.

Excepto Canadá, los otros 7 han participado intensamente en guerras y parecen ser pueblos agresivos, invasores, violentos.

Los 8 tienen un clima bastante cruel. La naturaleza los trata con dureza y es muy agresiva con ellos.

Excepto Canadá y Estados Unidos, son culturas muy antiguas.

Todo esto me lleva a elaborar algunas hipótesis que pueden tener utilidad para nuestra existencia individual.

1) El tener una vida difícil, puede fortalecernos.

2) El clima muy inhóspito ha obligado a que esos pueblos tengan extensos períodos de reclusión forzosa —que habrán utilizado para pensar—, seguidos de períodos donde era posible actuar —con celeridad y energía porque los inviernos obligan nuevamente a la reclusión forzosa—. Por lo tanto, el clima los obligó a pensar primero y actuar después.

3) La antigüedad de esos pueblos nos permite suponer que es poco probable acceder a una buena calidad de vida en corto tiempo. A nivel individual, es probable que los resultados de un esfuerzo continuo puedan cosecharse después de los 50 años.

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jueves, 2 de abril de 2009

¡Qué suerte para la desgracia!

Hoy juntaré algunas ideas para formar una síntesis.

En el artículo titulado Pobreza epidémica menciono la clásica imagen del burro que avanza tratando de alcanzar una sabrosa zanahoria que por estar atada a su lomo, nunca podrá alcanzar.

¿Qué representa esa anhelada zanahoria? Representa nuestra fantasía de llegar a una satisfacción completa y definitiva, el Paraíso, el Nirvana, el Cielo, la vida intrauterina.

En casi todos los países existe alguna forma de lotería que ofrece un premio mayor tan grande que el que tenga la «suerte» de obtenerlo, podrá dar por terminada su fatigosa tarea de ganarse la vida.

En un artículo anterior titulado El dinero o la vida, digo que una existencia es patológicamente pobre tanto si padece carencias excesivas como si cuenta con tantas satisfacciones que se queda sin necesidades y deseos que la estimulen.

Por lo tanto la vida funciona siempre que estemos en una contradicción, en un doble discurso, en una incoherencia. Por un lado queremos solucionar todas nuestras necesidades y deseos y por el otro reconocemos que sin ellos la vida dejaría de funcionar.

No sé si será casualidad o causalidad, pero cuando digo que todos nuestros problemas se terminarían si tuviéramos la «suerte» de ganar en la lotería, la palabra «suerte» sólo se diferencia por una letra de la palabra «muerte».

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miércoles, 1 de abril de 2009

La riqueza de la pobreza

En un apretado resumen les cuento cuántas pobrezas he encontrado en estos últimos tiempos.

1) Pobreza metafísica: Es la que padecemos todos por ser tan vulnerables, enfermables y mortales.

2) Pobreza moral: Es de la que hablan los cristianos cuando opinan que todos somos pecadores. Más genéricamente también puede aplicarse a las personas cuando carecen de nobleza, fidelidad y sinceridad.

3) Pobreza espiritual: Cuando priorizamos innecesariamente la obtención de bienes materiales en desmedro de los vínculos con nuestros semejantes y el resto de la naturaleza.

4) Pobreza material: Es la que todos entendemos cuando hablamos de «pobreza» a secas. Corresponde a la carencia de lo necesario para tener una vida digna (alimento, abrigo, salud, vivienda, educación).

5) Pobreza vital: En el artículo titulado El dinero o la vida comento que «Para que nuestra vida siga funcionando, necesitamos el estímulo de las necesidades y el deseo.», por tanto «pobreza vital» es la escasez de «necesidades y deseos».

De esta última acepción de la palabra «pobreza» se desprende una paradoja: los ricos podrían ser vitalmente pobres en tanto su riqueza los privara de las necesidades y deseos que son el verdadero estímulo de la vida.

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