jueves, 31 de marzo de 2011

Las necesidades y los deseos son nuestro talón de Aquiles

Seríamos muy poderosos y autosuficientes si no tuviéramos ni necesidades ni deseos. Ambos nos debilitan. Como las necesidades son inevitables, saboteamos nuestros deseos.

A usted quizá ya le ocurrió que intentó vender un cierto objeto por el que le pagaban una suma pequeña pero que cuando lo quiso comprar, su valor era elevado.

Una explicación muy breve requiere el apoyo de algunos artículos que he publicado donde hago mención a las necesidades y los deseo (1).

Resumiré lo esencial para que no pierda tiempo.

La injusta situación que se nos presenta con los distintos valores de un mismo objeto, está relacionada con nuestra necesidad o deseo en tanto y en cuanto, sabido es que todo lo que necesitamos o deseamos nos estimula (excita, impulsa, nos obliga) a realizar un esfuerzo para satisfacerlos.

Una ley fundamental de nuestra especie podría decir: Todos procuramos el esfuerzo ajeno pero no el propio.

Por ejemplo, cuando usted quiere vender un ventilador porque necesita U$S 100.-, todos se dan cuenta qué es lo que usted quiere, entonces le piden que haga el máximo esfuerzo para recibirlos (por ejemplo, entregando el ventilador y otros objetos).

Por el contrario, si usted quiere comprar un ventilador porque siente calor, lo que usted desea es poseer ese aparato. Todos se dan cuenta qué es lo que usted quiere entonces le piden que haga el máximo esfuerzo entregando mucho dinero.

En suma: los humanos tratamos de vivir sumando un mínimo esfuerzo propio con un máximo esfuerzo ajeno (padres, amigos, cónyuge, empleados, empleadores, clientes, vecinos, gobierno, etc.).

A su vez, todos (menos nosotros), se aprovechan (tratan de utilizar, abusan) del estímulo (energía, voluntad, impulso) que tenemos al estar necesitados o deseantes.

Como las necesidades (comer, dormir, abrigarnos) son inevitables, solemos sabotear nuestros deseos porque terminan beneficiando a los demás.

(1) Necesito que me necesites

Por qué hay amores de matan

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miércoles, 30 de marzo de 2011

Las fantasías sexuales y el dinero

Se facilita ganar dinero en tanto podamos convencernos de que trabajar con fines de lucro, no es una felación, ni tampoco una forma de prostituirse.

El cambio de vida que parece más dramático en los jóvenes es dar por terminada la etapa de formación (estudio) para comenzar a ganar tanto dinero que le permita autosustentarse.

Ganar el dinero suficiente como para solventar los propios gastos, eventualmente colaborar con el presupuesto familiar y hasta para fundar un nuevo hogar, constituyen rasgos de adultez relevantes.

Aquellas familias que pueden mantener al hijo hasta que este termine un estudio universitario, suelen observar cómo le cuesta al muchacho rendir el último examen. Este se inhibe porque teme aprobarlo y quedarse sin lo que justifica conservar la agradable dependencia económica. No aprueba el último examen porque lo horroriza tener que asumir responsabilidades adultas de ganar dinero.

La nuestra es la especie más vulnerable, incompleta e ineficiente, aunque por estos mismos motivos no nos damos cuenta.

Funcionamos obedeciendo ciegamente las leyes universales de la naturaleza, sin embargo algo en nosotros nos provoca el delirio de que tomamos decisiones (libre albedrío).

En este contexto traigo a colación algo de otros artículos para encontrar una posible explicación a esa poderosa resistencia a ganar dinero trabajando.

Les comentaba que metafóricamente, la leche materna, el semen y el dinero están asociados inconscientemente (1).

Con estas ideas en estado latente, muchos piensan que trabajar para otro (conseguir empleo) equivale a una felación.

El joven puede sentir que su ofrecimiento es una forma de prostitución, por la cual tiene que excitar sexualmente a quien tiene mucho semen-dinero (cliente o empleador) y eso le resulta aberrante, asqueante, vergonzoso.

En suma: la resistencia a trabajar para ganar dinero, puede surgir de un problema sexual a partir de una asociación inconsciente (semen=dinero).

(1) El dinero es metáfora o símbolo de la leche materna
El dinero es metáfora o símbolo del semen humano
Problemas económicos y/o sexuales

Artículos vinculados:

La desocupación laboral y las fantasías inconscientes

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martes, 29 de marzo de 2011

El dinero es metáfora o símbolo de la leche materna

Nuestro funcionamiento mental puede concebir que la leche materna es una metáfora o un simbolo del dinero y viceversa.

La idea central de este artículo parte de algo que mencioné en un artículo anterior (1).

Me refiero a que la leche humana puede ser simbolizada por el dinero, en tanto y en cuanto ambos son elementos (sustancias, objetos) esenciales para nuestra supervivencia. La leche nos alimenta directamente mientras que el dinero es un intermediario eficaz para obtenerla.

La asociación entre leche materna y dinero permite la reversibilidad, es decir, que nuestra mente también puede pensar (asociar inconscientemente) que el dinero es como la leche materna que nos aportó nada menos que el placer de calmarnos el hambre.

Para apoyar esta idea que les propongo (comparar el dinero con la leche materna) necesito comentar que nuestra mente funciona con altos grados de irracionalidad.

Las metáforas son formas de pensar con las que desplazamos el sentido de las cosas, personas o ideas. Es una comparación entre dos elementos notoriamente distintos pero que la inteligencia del receptor permite entenderla aunque la oiga por primera vez.

Todos entendemos cuando nos dicen «Sus ojos son dos luceros...», o «Aquellos cabellos de oro...», o «En invierno mi casa es un refrigerador».

Existen otras formas de comparar elementos diferentes pero de una forma más popular, colectiva, universal, convencional. Me refiero a los símbolos.

Por ejemplo, la cruz es un elemento de tortura utilizado por los romanos al principio de nuestra era pero también es el símbolo del cristianismo; una balanza de dos platillos es una herramienta para medir el peso pero también es el símbolo de la justicia porque alude al equilibrio y a la equidad.

En suma: Estos funcionamientos mentales (metáfora y símbolo), permiten proponer que el dinero es inconscientemente comparable con la leche materna.

(1) Problemas económicos y/o sexuales

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lunes, 28 de marzo de 2011

Problemas económicos y/o sexuales

La sexualidad está presente en los aspectos más importantes de nuestra existencia. Es su eje.

He creado un blog (1) donde se encuentran los artículo que argumentan a favor de la hipótesis según la cual el ser humano (y cualquier otro ser vivo) tiene por única misión conservarse él y la especie.

Sin embargo esta propuesta no es coherente con las hipótesis reunidas en otro blog (2) y que fundamentan la idea de que el libre albedrío no existe porque estamos totalmente determinados por factores ajenos a nuestro control (genéticos, geográficos, culturales, etc.).

En otra palabras, si el ser humano tiene por lo menos una misión (conservar la especie), entonces tiene algo para decidir, lo cual no puede ser.

Para conciliar ambos conceptos correspondería decir que ni siquiera tenemos la misión de conservar la especie porque la naturaleza nos impone el deseo sexual reproductivo, nos obliga a buscar alivio de los dolores y curación de las enfermedades.

En este contexto de conservación de la especie y determinismo, los humanos tenemos el siguiente desempeño.

— Los senos maternos fijan en cada uno de nosotros las primeras sensaciones de bienestar asociadas a la sobrevivencia (conservación de la especie);

— Los senos dejan de alimentarnos y esa carencia nos instala una sensación de incompletud inespecífica, genérica, inefable, que denominamos deseo;

— La condición de carencia inespecífica, genérica e inefable permite suponer que la leche materna (objeto perdido) puede ser representada en la vida adulta por el dinero porque también satisface genéricamente nuestras carencias;

— Tanto la felación (3) como besar los senos, evocan nuestra lactancia y forman parte de las prácticas sexuales adultas.

Conclusión: si existe un vínculo entre nuestro deseo (lactancia perdida), el dinero como símbolo de la leche materna y la sexualidad adulta, entonces los problemas económicos pueden estar vinculados a los problemas sexuales.

(1) La única misión

(2) Libre albedrío y determinismo

(3) La felación lactante

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domingo, 27 de marzo de 2011

Sanciones económicas para delitos económicos

La justicia combate los delitos contra la propiedad desestimulando su rentabilidad. Los ladrones, evasores, contrabandistas y demás agentes económicos ilegales, ven afectado su afán de lucro con cárcel (inactividad), multas, desprestigio.

En otros artículos (1) he comentado con ustedes algunas ideas contenidas en nuestro inconsciente sobre la propiedad privada y cómo esos contenidos influyen sobre:

— nuestra filosofía de vida,
— nuestras actitudes frente a los delitos contra la propiedad y
— los sentimientos que padecemos cuando somos víctimas de un robo.

¿Qué hacemos los habitantes de un país para evitar los problemas que causan aquellos ciudadanos que no logran reprimir el deseo de robar, propio de nuestra especie?

Para simplificar la idea, menciono solamente los casos en los que el imputado como ladrón va a la cárcel durante un cierto tiempo.

En otras palabras, alguno de nosotros roba un bien, es descubierto, juzgado, condenado y queda encerrado en una cárcel (inactivo) durante un año.

Seguramente ese robo tuvo fines de lucro, es decir, robamos para revender el objeto o para evitar comprarlo, todo lo cual tiene por objetivo mejorar nuestro patrimonio, aumentar nuestra capacidad económica.

Podemos decir que cuando nuestro natural deseo de apoderamiento no es adecuadamente reprimido por nuestra conducta, educación, disciplina, incurrimos en un delito porque otro ciudadano se ve perjudicado por nuestra actividad. Si no hay perjudicados, el delito no existe.

Como el principal objetivo de los apoderamientos ilícitos es ganar dinero, predomina en nuestra cultura el encarecer las actividades delictivas para desestimular dicho afán de lucro.

Por lo tanto, es posible decir que la justicia apela fundamentalmente a desestímulos económicos (la cárcel impide seguir produciendo) para evitar las apropiaciones indebidas (hurto, rapiña, defraudación fiscal, prostitución, tráfico de drogas, estafas, extorsión, secuestro).

En suma: las sociedades tratamos de perjudicar económicamente las actividades lucrativas que perjudican injustamente a otros ciudadanos.

(1) El cuerpo imaginario

Mi novio me regaló la luna y yo le entregué mi...

El hurto es un delito simpático

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sábado, 26 de marzo de 2011

La mediocridad contagiosa

Viajar a ciertas regiones implica vacunarnos contra nuevas enfermedades; visitar lugares nevados implica abrigarnos y usar lentes oscuros; estar con gente mediocre, inmadura o resignada, también requiere tomar precauciones.

El refrán «Dime con quién andas y te diré quién eres» lo he comentado varias veces en estos blogs (1), especialmente para referirme al obstáculo que constituyen ciertas amistades que tienen intereses, actitudes y estilos de vida que no querríamos imitar.

También he comentado cómo debería ser una familia que teóricamente (según el psicoanálisis) funcione bien (2).

Con ambas ideas podemos formar una tercera, de la cual hablaré a partir de aquí.

Si los amigos de nuestro hijo tienen padres divorciados, que no paran de hacerles regalos y consentirlos como forma de inducir en cada niño una preferencia por conveniencia (soborno, chantaje, adulación), la inmadurez afectiva e intelectual (propia de su edad) de nuestro hijo lo llevará a suponer que tener padres que se aman es una desgracia.

Apartarse de las personas tóxicas —porque su compañía puede inducirnos conductas que nos lleven a elegir estilos de vida mediocres—, no siempre es necesario aunque sería lo ideal.

Cuando el apartamiento definitivo de estas amistades no sea posible, es muy importante tener en cuenta que estamos en un lugar riesgoso.

Por ejemplo, si vamos a viajar a una cancha de esquí, seguramente llevaremos vestimenta abrigada y también lentes oscuros, porque la irritación ocular que nos provocarán los rebotes en la nieve de la luz solar, nos quitarán gran parte del placer del paseo.

Lo mismo ocurre cuando viajamos a lugares donde existen enfermedades que solo conocemos por referencias. Para esos casos tendremos que darnos las vacunas que nos mantengan a salvo.

En suma: disminuiremos los riesgos de contraer mediocridad, irresponsabilidad, resignación y pobreza patológica, si tomamos precauciones suficientes.

(1) Dime con quién andas y sabré tu patrimonio

Adular no tiene precio (es des-preciable)

En todo tiempo pasado fui peor


(2) La normalidad teórica (aunque posible)


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viernes, 25 de marzo de 2011

Qué imitar de los servicios de salud y de las madres

Los servicios de salud y las madres desarrollan destrezas que todos los trabajadores necesitamos para conseguir y conservar nuestros ingresos monetarios.

Mientras perros, gatos y gansos deambulan a mi alrededor porque también prefieren la sombra de la parra y quizá disfruten de la exquisita fragancia de las uvas, pienso sobre qué lindo sería que yo no tuviera tantas fobias.

Pero así son las cosas y debo vivir con esto hasta que algún día mi cuerpo no necesite más rechazar las palabras en otro idioma.

Este ambiente paradisíaco me da la fuerza necesaria para hablarles de algo que necesita palabras extranjeras.

En otro artículo (1) hice una comparación entre las circunstancias de un adulto víctima de un accidente y el parto de un nuevo ejemplar de nuestra especie.

Hay una cierta semejanza entre el desempeño de los servicios de salud expertos en emergencias y la destreza de una madre con su primer hijo.

La diferencia fundamental es que los primeros estudiaron (se formaron) para realizar esa tarea y la segunda se guía por el instinto (el escaso que nos va quedando en nuestra especie).

Las palabras extranjeras son «handling» y «holding» cuyos significados en nuestro amado español necesita una explicación por falta de una traducción exacta.

«Handling».- Tanto los enfermeros y médicos como las mamás saben cómo maniobrar (obrar con las manos) al accidentado o al pequeñito. Los manipulan de forma de no lastimarlos ni causarles dolor.

«Holding».- Tanto los enfermeros y médicos como las mamás saben cómo tratar afectivamente al accidentado o al pequeñito. Los comprenden, se identifican con ellos, se ponen en su lugar, establecen empatía, los contienen, los sostienen emocionalmente.

Aunque los médicos trabajan por dinero y las madres no, el hecho es que todo trabajador necesita desarrollar estas destrezas para conseguir, mejorar y conservar sus ingresos.

(1) El accidente de nacer

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jueves, 24 de marzo de 2011

«Desear es poder»

La pobreza provoca en algunas personas el intenso deseo de terminar con ella. Este deseo es una fuerza que convierte en poderoso al más débil. Cuando la pobreza es satisfactoria, la reacción deseante no se produce.

La «Ley del más fuerte» no está legislada por nadie en particular sino por todos.

Cuando las circunstancias nos obligan a competir con una o más personas, evaluamos cuánta fuerza poseen para prever nuestras posibilidades.

Aunque suena ilógico, la fuerza física no lo es todo. Alguien de gran tamaño y musculatura, puede estar desanimado y ser más débil que otro más pequeño pero muy motivado, más agresivo y combativo.

Un refrán dice brevemente: «Querer es poder».

Una de las interpretaciones posibles es nefasta, capaz de hacer estragos en la economía de cualquiera.

Me refiero a quienes suponen que alcanza con soñar un objetivo con la suficiente nitidez, convicción, intensidad y fe, para que mágicamente surjan de la nada apoyos que nos den la anhelada satisfacción.

Rezar, pedir, hacer promesas, cumplir con todos los ritos religiosos, tener una actitud sumisa, respetuosa, temerosa y hasta adulona con algún personaje supuestamente dotado de poderes sobrenaturales (Dios, santos, vírgenes), serían los recursos con los que cuenta quien interpreta que todos esos actos pasivos son mágicamente capaces de algún logro concreto.

En esta interpretación, «Querer ... » significa soñar, aspirar en abstracto, tener esperanza, confiar, delegar en una fuerza imaginaria.

Sin embargo, si por «Querer ...» entendemos desear, la situación puede cambiar.

Para estos efectos, defino desear como una

— insoportable percepción de carencia,
— dolorosa sensación de vacío,
— irritante percepción de pobreza injustificable, indignante, cuya solución no admite la menor demora.

Entonces redacto el refrán de esta manera:

— «Desear desesperadamente, es poder»;
— «No poder postergar la satisfacción del deseo, es poder»;
— «La pobreza repudiable, es poder».

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miércoles, 23 de marzo de 2011

El placer incurable

Algunos síntomas son molestos para disimular el íntimo placer que nos aportan. Si ignoramos la utilidad, nunca encontraremos las causas y disfrutaremos de un placer incurable.


Algo que tengo pendiente de solución es mi pánico escénico.

Efectivamente, alguna vez fui capaz de hablar ante un auditorio y ahora ya no puedo.

Busco las causas sabiendo que el día que las encuentre no sabré cuáles eran. Simplemente podré hablar ante una multitud de cien mil personas como si estuviera haciéndolo en una cena con amigos.

Así funciona el psicoanálisis: resuelve inhibiciones de variada importancia pero no da cuenta de cómo se logró el éxito.

La teoría nos orienta sobre las posibles causas, con lo cual se gana bastante tiempo descartando las hipótesis inútiles.

Por ejemplo, ni se me ocurre pensar que el miedo proviene de

— una falta de costumbre,

— descarto de plano que poniendo buena voluntad lo arreglaré de un día para otro,

— nunca se me ocurriría pedirle a Dios que me ayude,

— los sedantes que pudiera recetarme un médico sería un acto de fe tan ingenuo como rezar,

— hacer un curso de oratoria sería útil para no enfrentarme a las verdaderas causas.

Las causas creíbles pero imposibles son varias y nuestro mercado con fines de lucro no para de apoyar tanta credulidad porque la cantidad de incautos que pagan fortunas persiguiendo una ilusión, tonifican el Producto Bruto Interno de todos los países capitalistas.

Yo no logro encontrar las causas tan fácilmente por una única razón global: me conviene tener miedo de hablar en público. Seguramente mi pánico escénico me provee satisfacciones que desconozco y que me conviene desconocer para no perder al placer que siento.

En suma: nuestras inhibiciones y fracasos más persistentes, son gozosos y si no lo parecen es para que demoremos en descubrirlos e interrumpirlos.

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martes, 22 de marzo de 2011

En todo tiempo pasado fui peor

Las revoluciones personales consisten en pelearse con nuestras amadas características infantiles, pobres, defectuosas, tóxicas y abandonar a quienes nos quieren por ellas.

A partir de este momento, será posible encontrar con Google la siguiente frase:

«Quiero dejar de verte porque ya no me gusto».

Hasta este preciso instante, esta cadena de caracteres, este conjunto de palabras, no existía en la web. Acaba de incorporarse. [Hoy, 16-04-2012, compruebo que esta "cadena de caracteres" continúa siendo mostrada por Google].

Este acontecimiento tan inaugural, innovador y refrescante, tiene una explicación que compartiré contigo.

Tu ya conoces el proverbio que dice «Dime con quién andas y te diré quién eres».

Su veracidad (parcial, como cualquier veracidad) radica en que solemos reunirnos con nuestros semejantes y en la medida de lo posible, con nuestros «idénticos».

Con estos comentarios retomo un asunto ríspido, antipático, problemático, ya mencionado otras veces (1): Como naturalmente buscamos aprobación, queremos ser amados tal cual somos (sin que nos critiquen ni quieran mejorarnos) y como nos cuesta demasiado pensar que alguien diferente a nosotros sea confiable, terminamos uniéndonos estrechamente con nuestros idénticos.

Las posibilidades de desarrollo bajo estas condiciones son nulas.

Amamos y respetamos las estadísticas porque queremos ser normales.

¿Qué es ser normal? Tan solo respetar la norma, esto es, hacer lo mismo que hacen los demás.

Como nos rodeamos de personas idénticas a nosotros y la estadística no miente, confirmaremos que todos son como yo y que todos somos normales.

Se agrega un dato muy fuerte: creemos que normal = sano. Por esto es que protegemos nuestra normalidad por razones de salud.

La frase inicial dice: «Quiero dejar de verte porque ya no me gusto».

Es una suerte sufrir la disconformidad con uno mismo, aunque su aspecto exterior tenga todo para mostrarse desafortunado.

En suma: para poder seguir creciendo, lamentablemente precisamos abandonar a toda esa gente que amamos porque son idénticos a nosotros.

(1) Planificación de la lentitud

Dime con quién andas y sabré tu patrimonio

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lunes, 21 de marzo de 2011

La normalidad teórica (aunque posible)

La pobreza patológica parece hereditaria porque los padres neuróticos, sacrificados, masoquistas, cargados de culpas imaginarias, crían hijos igualmente ineficientes para ganar dinero.

En otro artículo (1).comentaba sobre cómo debería ser una familia normal según el psicoanálisis.

Una de las hipótesis más firmes que explica la pobreza patológica refiere a la inmadurez afectiva (2).

Confieso que me cuesta encontrar argumentos capaces de derrocar mi creencia (hipótesis) en que el infantilismo dificulta fuertemente el desarrollo psicológico necesario para poder ganar dinero en una economía capitalista como la que tenemos.

Según lo expuesto en el referido artículo (1), una familia normal debería contar con unos padres que se deseen tanto entre sí, como para acelerar el desarrollo del pequeño y así poder reencontrarse sexualmente lo antes posible.

El niño de esa familia normal no puede contar con una madre obsesiva, siempre presente, interesada sólo en él, que priorice más su maternidad que su deseo de hacer el amor con el marido.

Por el contrario, el niño de esa familia normal necesita una madre atenta, tranquila, afectuosa, hábil, oportuna, activa, pendiente de sí misma, de su compañero de vida, con deseos de divertirse, de seducir, de mantenerse atractiva, que rechace los infaltables consejos de sacrificio, inmolación, frigidez.

El pequeño debe llegar a la adultez sabiendo que fue concebido por placer, que nadie lo ayudó a crecer con abnegación, esfuerzo o postergaciones personales.

En suma: el adulto de una familia normal según el psicoanálisis, no le debe nada a nadie. Sabe que su existencia ocurrió por placer de los padres y que nadie dejó cosas muy importantes de lado por atenderlo a él.

Según las reflexiones anteriores, un adulto tiene madurez afectiva para ganarse la vida, si no se cree el centro del universo ni acreedor de deudas de gratitud imposibles de pagar.

(1) Freud y Drácula

(2)Voy exactamente para allá

Los enanos gigantes

Dame ahora que algún día te premiaré

Paternalismo para niños eternos

¿Falta mucho?

«E’mío»

Los tiernos diablillos

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domingo, 20 de marzo de 2011

Mi novio me regaló la luna y yo le entregué mi...

Si repudiamos a quienes roban, la frustración de nuestro deseo inconsciente de poseerlo todo se alivia. Por eso los ladrones resultan ser necesarios y disimuladamente patrocinamos su existencia, rol y actividad.

En algunas ocasiones (1) he comentado con ustedes el paradójico fenómeno de la resistencia a la cura causado por invisibles beneficios secundarios de la enfermedad.

En otro artículo (2) les decía que cuando padecemos un descuido que le facilita la tarea a un ladrón, estamos demostrando qué poco nos conocemos, pues todos somos potencialmente ladrones aunque sean relativamente pocos quienes efectivamente roban.

Existe un beneficio secundario que nos vuelve más vulnerables a ser robados.

La idea de propiedad privada no está en nuestra naturaleza sino que es impuesta por la cultura.

Más precisamente, todos deseamos ser dueños del planeta entero, pero la cultura nos obliga a reconocer que otros también sean propietarios, al menos de una partecita (dinero, vehículo, casa).

En otras palabras, los humanos no somos potencialmente ladrones sino que nuestro inconsciente cree que todo nos pertenece.

La cultura nos impone aceptar que otros también deseen ser propietarios.

Para evitar que nos matemos mutuamente, la cultura nos ayuda a cuidar (mediante leyes, jueces, policías, cárceles) el pequeño trocito de planeta (casa, auto, dinero) que podamos haber adquirido.

El derecho a la propiedad privada es un tibio paliativo a nuestra ambición más profunda (la propiedad total).

Por lo tanto, el deseo inconsciente de propiedad total está frustrado y sufrimos por ello. Para peor, no acostumbramos confesar esto que nos pasa.

Esta frustración a nuestro deseo de apoderamiento global se alivia parcialmente poseyendo algunas pocas cosas (útiles, casa, terreno) mientras que la imposibilidad de confesar nuestro profundo fracaso (desahogarnos) lo apaciguamos descargando nuestra furia legal contra los ladrones ... que si no existieran, trataríamos de crearlos para poder culparlos y aliviarnos.

(1) «Enfermé en defensa propia»
Vamos a venir
Monumento al antidepresivo
La solidaridad y la pobreza

(2) La honestidad del temeroso
Algunos ciudadanos merecen ser reconocidos
El hurto es un delito simpático

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sábado, 19 de marzo de 2011

La madre explotadora y reaccionaria

Quienes no logran elaborar el duelo por la pérdida de su infancia y el vínculo con los padres protectores, pueden rechazar sistemáticamente a los empleadores que no sean ni maternales ni paternales.

Contamos con una inteligencia que está supeditada al deseo para percibir, entender y aprender.

Por ejemplo, una persona tarda quince segundos en comprender que su casa se cotiza mejor y quince meses en aceptar que se desvalorizó.

Esto provoca zonas de la realidad para la que estamos ciegos y sordos. Nuestro cerebro no verifica su existencia. Para él no están en el mundo real.

Luego de millones de años de evolución hemos llegado a este estado quizá porque es muy poco y nada lo que podemos hacer para cambiar la naturaleza.

En otras palabras, la inteligencia no necesita ser más realista porque, sepamos o no cómo son las cosas en realidad, nuestra influencia es insignificante, innecesaria o contraproducente.

Entre empleadores y empleados puede establecerse una asociación para producir más y mejor, repartiéndose las utilidades en beneficio mutuo.

Por el contrario, ambos pueden estar en una permanente litigio, desconfianza, tensión, malestar, conflicto, violencia.

¿Por qué se crea y se conserva un vínculo perjudicial para ambas partes?

Dejemos de lado el caso de empleadores ineptos para su rol, incapaces de negociar, torpes. Esta categoría está escasamente poblada porque el capitalismo extermina a los ejemplares no viables dentro de su lógica despiadada.

Cuando un empleado ignora tenazmente que su empleador no es su madre, entonces se enoja con él porque lo hace trabajar para pagarle un salario mientras que aquella santa mujer, lo alimentaba, vestía y mimaba desinteresadamente.

Quienes no han logrado elaborar el duelo de su vida infantil (amor, protección y suministros incondicionales de los padres), quedan incapacitados para entender gran parte de la vida adulta.

Nota: La imagen corresponde a Margaret Tatcher (La dama de hierro), quien fuera Primera Ministra de Inglaterra entre 1979 y 1990, recordada por su dureza con los sindicatos.

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viernes, 18 de marzo de 2011

La honestidad del temeroso

Las pérdidas y disgustos que nos provocan los ladrones, se deben a que no conocemos ni a la naturaleza humana ni a nosotros mismos.

Si una persona lava una prenda de ropa recién comprada y observa que ésta perdió el color, la forma y el tamaño, obviamente omitió leer las instrucciones de lavado provista por el fabricante.

Si una persona se zambulle en el océano con el celular en el bolsillo de su traje de baño, lo habrá estropeado y nadie podrá repararlo. Este impetuoso bañista cometió un error mayor que el lavador inexperto porque el sentido común indica que casi ningún teléfono es sumergible.

Si una persona transita por una calle concurrida mientras cuenta el dinero que acaba de sacar del cajero automático, no sería raro que alguien se lo arrebate y huya corriendo. El desprevenido ciudadano cometió el error más grave porque no se conoce a sí mismo.

Y «no se conoce a sí mismo» porque él supone erróneamente que los seres humanos somos naturalmente honestos, excepción hecha de algunos semejantes cuya enfermedad mental incluye el síntoma de apropiarse de bienes ajenos.

Este error de su parte es grave porque está ignorando su propia tendencia a robar siempre que no sea descubierto.

Efectivamente el derecho de propiedad no forma parte del animal humano. Es un rasgo incorporado por la imperatividad cultural, la ley y mediante amenazas disuasivas que sólo pueden ser ignoradas por personas entrenadas expresamente para eso.

Casi todos los ladrones pertenecen a familias o grupos humanos dedicados a tal actividad y sus personalidades están preparadas para enfrentar las medidas represivas creadas por la cultura.

Si alguien facilita —por autodesconocimiento— la tarea de los ladrones, se expone a que la realidad se manifieste tal como es, causándole disgustos y pérdidas posiblemente evitables.

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jueves, 17 de marzo de 2011

Milanesa grande con abundantes papas fritas

La pobreza puede estar provocada, favorecida o conservada, por causa de una erotización del aparato digestivo, propia de las primeras etapas de la vida humana (lactancia).

En otro artículo (1) comento que nuestra idiosincrasia personal (personalidad, temperamento, carácter) son determinantes de nuestros gustos.

Les decía que existen dos grandes categoría de restoranes:

— Los que ofrecen comida abundante y barata; y

— Los que ofrecen comida escasa y costosa.

En este contexto podemos detenernos brevemente para observar un dato interesante.

Es posible deducir que:

— las clases económicamente más beneficiadas, pueden concurrir a cualquier restorán. Sólo precisan tomar la decisión.

— las clases económicamente menos beneficiadas, NO pueden optar. Sólo tienen dinero suficiente para comer en restoranes de precios módicos.

La coherente búsqueda de maximizar el rendimiento de su escaso dinero, induce a los pobres a elegir los restoranes que ofrecen porciones muy abundantes.

En el artículo ya mencionado (1) deducía que los placeres gastronómicos denotan una nostalgia de la primera etapa de nuestra vida, cuando las principales actividades y sensaciones tenían mucha vinculación con el aparato digestivo (comer y evacuar).

No es temerario agregar que las personas con esta predilección por la alimentación, conservan en los órganos correspondientes una especial sensibilidad neurológica.

En otras palabras, es probable que la sensibilidad natural de nuestras zonas corporales más eróticas (vagina, vulva, clítoris, glande, senos), también estén presentes en los órganos del aparato digestivo.

Si hacemos el camino inverso en las ideas expuestas en estos dos artículos, es posible proponer que las personas dotadas de una sensibilidad erótica en el aparato digestivo (boca, esófago, estómago, intestino, ano), hagan del comer una actividad muy placentera, con especial nostalgia de su lactancia, todo lo cual, directa o indirectamente, los orienta hacia las clases sociales económicamente menos favorecidas (pobres).

(1) Buen provecho

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miércoles, 16 de marzo de 2011

Los universitarios son ignorantes maduros

Los empleadores buscan profesionales, no por lo que sepan más que otros, sino porque posiblemente sean personas maduras intelectual y emocionalmente.

La gente estudiosa, desde mediados del siglo 19 para acá, suele tener mejores remuneraciones que los no estudiosos.

Según la capacidad de cada uno (talento), los no estudiosos acceden a resultados buenos y muy buenos, cuando trabajan solos o tomando personal a su cargo (empleador).

Por el contrario, los no estudiosos que trabajan en relación de dependencia (como empleados) tienen resultados promedialmente menores a quienes han estudiado y poseen algún título de niveles secundario (educación media, liceo) o terciario (educación universitaria).

Las empresas dedicadas a la selección de personal (y la población en general) puntúan mejor a los postulantes estudiosos, provistos de títulos habilitantes, suponiendo que estos candidatos saben más que los no profesionales.

En otras palabras, parecería ser que tener un título de contador, economista, abogado, informático, significa poseer muchos conocimientos sobre la especialidad de cada uno.

Ahora le pido permiso para exagerar un poco. Le aseguro que no abusaré de su autorización.

No es cierto que el mayor valor que (supuestamente) tienen los trabajadores profesionales provenga de lo que saben.

Lo que sí es cierto es que los profesionales (supuestamente) son más obedientes que los trabajadores que han aprendido lo que saben por su propia cuenta y gana.

Los liceos y universidades están entregando egresados que han podido tolerar la insoportable frustración de aprender algo que no les gusta, de repetir como propio algo con lo que están en desacuerdo, de cumplir horarios incómodos, rígidos. Han perdido exámenes y perseveraron.

No importa casi nada lo que sepan porque capacitar a un trabajador es fácil y económico.

Lo que no se puede generar tan fácilmente es la madurez intelectual y emocional de los futuros colaboradores.

Artículos vinculados:

No sé mucho pero me conocen

Mi talento es vivir en sueños


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martes, 15 de marzo de 2011

Idealistas y racionalistas

Es posible proponer que los trabajadores idealistas están mejor preparados para satisfacer los deseos de sus clientes y que los racionalistas están mejor preparados para satisfacer las necesidades de sus clientes.

Los idealistas son personas que disfrutan tratando de percibir la realidad como ellos entienden que debería ser.

El idealismo es una respuesta adaptativa eficaz para obtener y conservar una buena calidad de vida aunque su aptitud para influir sobre la realidad sea moderada o baja ya que tienen dificultad para registrar lo que no les gusta.

Los racionalistas son personas que disfrutan esforzándose por tolerar lo desagradable, aferrados a la creencia de que la verdad es accesible a los humanos.

Idealistas o racionalistas, percibimos nuestro entorno distorsionando los hechos según alguna creencia, teoría, prejuicio, ideología o preferencia.

Dicho de otra forma y a modo de resumen, los idealistas hacen hincapié en lo que debería ser (un modelo ideal de mundo) y los racionalistas hacen hincapié en que las cosas son como son y no como deberían ser.

— Los idealistas disfrutan de la vida retocando (maquillando, disfrazando) la realidad para que les resulte más presentable (todas las artes, filosofía, religión) y

— Los racionalistas se jactan de poder aceptar la realidad cruda, se enorgullecen por sentirse con fortaleza para tolerar lo desagradable y se vanaglorian de ser más efectivos a la hora de hacer transformaciones del medio (medicina, ingeniería civil, arquitectura, astronáutica, genética).

En un artículo anterior (1), les comentaba que los trabajadores dedicados a satisfacer deseos cuentan con una menor estabilidad laboral que los trabajadores dedicados a satisfacer necesidades.

Si vinculamos ambas propuestas, podemos concluir que los idealistas están mejor preparados para atender la satisfacción de deseos (intangibles e indeterminados) y que los racionalistas están mejor preparados para atender la satisfacción de necesidades (tangibles y determinadas).

(1) Curso de astronauta. Inscripciones abiertas

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lunes, 14 de marzo de 2011

Curso de astronauta. Inscripciones abiertas.

Nuestra seguridad laboral aumenta si podemos ofrecer la satisfacción de necesidades y es menor si sólo podemos atender la satisfacción de deseos.

Nunca he hablado con gente que descree del libre albedrío como yo.

Quizá he intercambiado algunas ideas pero aún no sé qué piensan quienes dedican todo su esfuerzo a pensar en el determinismo.

Por eso mi suposición de que estamos totalmente determinados por factores ajenos a nuestro control (igual que el resto de las cosas —dotadas o no del fenómeno vida—, del universo), se va confirmando a medida que pasa el tiempo sin cruzarme con ideas opuestas y convincentes.

En varios artículos (1) he mencionado cómo el fenómeno vida (que nos diferencia de los objetos inanimados) depende de las molestias que padecemos a causa de las necesidades y deseos.

Con estas premisas, observemos algo de lo que ocurre con la oferta y la demanda, tratando de encontrar explicaciones para nuestros vínculos laborales, afectivos, afectivos.

Las necesidades son específicas: el hambre demanda comida, el frío demanda abrigo, la intemperie demanda vivienda, el miedo demanda protección, el exceso de trabajo demanda colaboración.

Los deseos no son específicos: el deseos de dibujar demanda papel y lápiz, o aprendizaje con profesores, o concurrir a museos, o comprar cuadros, o leer biografías de grandes maestros, o crear una galería de arte que se dedique al trato profesional con artistas y compradores. La lista puede ser muy extensa.

Estas reflexiones nos permiten suponer que tendremos más probabilidades de ser requeridos (demandados, solicitados, contratados, empleados) si somos capaces de satisfacer adecuadamente necesidades y que nuestra capacidad para satisfacer deseos probablemente vaya acompañada de una mayor inestabilidad en los vínculos (laborales, afectivos, familiares).

En cualquier caso, los vínculos se establecen para satisfacer necesidades y/o deseos, aunque los idealistas demoran un poco más en aceptarlo.

(1) Vivir duele

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domingo, 13 de marzo de 2011

El atractivo de un espacio vacío

Los cuerpos femeninos actualmente a la moda, son deseados porque tienen mucho para dar y para recibir (como un buen mercado).

Un mercado es un lugar público donde se compran y venden mercaderías.

Los asistentes a estos sitios se encuentran con un gran movimiento, gente que ofrece sus bienes gritando, otros que regatean en voz alta, abundante movimiento de personas, desplazamiento de bultos, cajones, toldos, cuerdas.

La mayoría de los regateos se resuelven con algún tipo de acuerdo y dinero que cambia de manos.

Los agentes económicos concurrentes al mercado son personas dotadas de necesidades y deseos. La energía humana que se despliega en las ferias (rastros, zocos, plazas) surge de la carencia que «padecen» los participantes.

Unos tienen carencia de dinero y otros de ciertas mercaderías. El dinamismo desplegado en los mercados es singularmente atractivo, circulan sensaciones vitales contagiosas, que provocan bienestar, alegría, entusiasmo.

En suma 1: estos estados de ánimo tan positivos se producen porque un mercado «tiene mucho para dar y para recibir».

Ahora cambio radicalmente lo que estoy comentándoles (el mercado), para observar lo que ocurre con una mujer delgada con senos grandes (imagen).

Este formato de cuerpo está a la moda. Las modelos los exhiben, muchas ciudadanas prueban diferentes técnicas para lograrlo (gimnasia, dieta, cirugía).

Según les comentaba en otro artículo (1), las mujeres son deseadas por los varones porque tienen órganos huecos (vagina, útero, boca) que ellos instintivamente quieren llenar con su pene y semen para embarazarlas.

En suma 2: deseamos mujeres con cuerpos a la moda, porque:

— el vientre plano invita a ser llenado de semen e hijos, y

— los senos grandes prometen que el hijo fantaseado no sufrirá hambre.

Conclusión: La vitalidad desplegada en un mercado es subjetivamente similar a un acto sexual intenso desplegado por una pareja de futuros padres.

(1) Mi marido me tiene harta

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sábado, 12 de marzo de 2011

Dos formas de encarar un siniestro

Las personas con temperamento científico, ven la catástrofe de Japón como un fenómeno renovador que potenciará su desarrollo (humano, industrial, comercial). Las personas con temperamento idealista, ven la catástrofe de Japón como una desgracia deprimente y llorarán como si les hubiese ocurrido a ellas.

En estos días (marzo de 2011), Japón está padeciendo las consecuencias de un sismo cuya fuerza destructiva supera varias veces a las bombas atómicas que Estados Unidos dejó caer sobre ellos en Hiroshima y Nagasaki (agosto de 1945).

Otros países han sufrido estas pérdidas causadas por fenómenos naturales o bélicos.

También las personas podemos sufrir pérdidas que, a nuestra escala individual, sean tan difíciles de enfrentar como estos desastres lo son para una nación.

En otro artículo (1) les decía: «Todo lo que nos provoque necesidad o deseo, es tan valioso e imprescindible como todo lo que nos permita su satisfacción, pero tiene que estar en ese orden: primero precisamos necesitar y desear y luego tenemos que encontrar cómo satisfacerlos.»

La diferencia que hay entre una persona con temperamento científico y otra con temperamento idealista, es que la primera disfruta reprimiendo sus preferencias personales y la segunda disfruta satisfaciéndolas.

Es por eso que un científico cristiano, si el método deductivo lo conduce a que no existe Dios, lo aceptará aunque le cueste sangre, sudor y lágrimas, mientras que el idealista, antes que llegar a una conclusión que lo moleste, se detendrá para tomar otro camino más placentero.

Por lo tanto, quienes de ustedes posean un temperamento científico, aceptarán que, tanto este infortunio de Japón como cualquier otra desgracia —colectiva o individual—, genera, provoca, estimula, favorece el fenómeno vida.

Quienes de ustedes posean un temperamento idealista, lamentarán la desgracia, intentarán colaborar en recuperar los daños, hablarán mucho del asunto porque poner en palabras disminuye la angustia.

(1) El paradójico negocio de ayudar

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viernes, 11 de marzo de 2011

Los pobres ¿son imprescindibles?

Los pobres son una parte de la humanidad tan imprescindible para conservar la especie como la perpetua insatisfacción es imprescindible para conservar al individuo.

En otro artículo (1) hacía una comparación entre un individuo y un colectivo de individuos, indicando que existen elementos comparables entre el funcionamiento de uno de nosotros y un grupo de personas.

Brevemente, la idea es que en un grupo,

— algunos producen sustancias alimenticias (materias primas tales como vegetales, carnes) para alimentarnos y de forma similar, nuestra boca mastica alimentos para que el estómago y el intestino extraigan lo que necesitamos para reponer energías;

— algunos procesan esos alimentos (las industrias dedicadas a la preparación y venta de alimentos prontos para ser comidos) y de forma similar, nuestro estómago digiere lo que recibe de la boca para extraer lo que el cuerpo necesita para reponer energías;

— algunos limpian, acumulan y retiran residuos del proceso industrial y de los preparados hogareños y de forma similar, nuestro intestino acumula y prepara para evacuar los elementos carentes de sustancias proveedoras de energía.

Continúo con esta comparación entre individuo y colectivo, pero ahora para observar una correlación de ambos desde el punto de vista de las necesidades y deseos que nos ponen en actividad para conservar el fenómeno vida.

Dije en otros artículos (2) que los deseos (estudiar, divertirnos, viajar) existen porque en nuestra infancia dejamos de recibir los servicios completos que nos proveyó nuestra madre (falta, corte del cordón umbilical, castración), dentro del útero durante 40 semanas y fuera de él durante los primeros 18 meses.

Pues bien, la pobreza es la característica colectiva que equivale a nuestra sensación de carencia (falta) y por eso son los pobres quienes mantienen el fenómeno vida de la especie así como son nuestras insatisfacciones las que mantienen el fenómeno vida en cada individuo.

(1) Huelga de vagos por tiempo indeterminado

El paradójico negocio de ayudar

La vida es placentera gracias a la placenta

(2) Vivo con ella porque es mi madre

Los ciudadanos con pañales

El acoso del deseo


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jueves, 10 de marzo de 2011

Tres mentiras verdaderas

Muchos mentirosos nos cuentan historias sobre sus éxitos económicos o financieros, postulándose como talentosos y dotados de recursos sobrenaturales que nos hacen sentir incapaces, torpes, ineficientes.

Existen tres mentiras clásicas que suelen ser bastante creíbles y que eventualmente pueden hacernos perder las referencias sobre cómo estamos manejando nuestros asuntos económicos y financieros.

Una de esas mentiras verdaderas la recibimos cuando alguien nos dice que logra un nivel de vida excelente, superior al nuestro, aunque podríamos jurar que sus ingresos no son tanto mayores que los nuestros.

En este caso el fabulador nos dice y se dice (él necesita escuchar eso que él mismo dice) sobre su excepcional capacidad administrativa de recursos escasos.

Otra de las mentiras verdaderas la recibimos cuando alguien nos dice que pagó muy poco dinero por algo que notoriamente cuesta mucho más.

Este cuentista dice ser un experto comprador y que además está protegido por algún ser superior e imaginario (pensamiento mágico) que lo ayuda a tener tanta suerte.

Finalmente, otra de las mentiras verdaderas la oímos por los medios de comunicación masiva, cuando algún realizador cinematográfico no puede parar de (filmar) contar historias maravillosas y nos dice ante cámaras que su película costó una cantidad de dinero increíblemente alta o increíblemente baja.

En ambos casos, quiere hacernos creer y creerse el mismo, que mucha gente lo ama porque invierte (arriesga) en sus proyectos o que —por el contrario—, mucha gente le dona lo mejor de sí para ayudarlo a triunfar y sin cobrarle honorarios o prestándole máquinas, locales, vehículos.

Si al escuchar estas historias ponemos cara de admiración (ojos muy abiertos, cejas levantadas, maxilar inferior caído), el nivel de vida del mentiroso no mejorará en absoluto pero sí obtendrá una sensación subjetiva menos penosa sobre su triste aunque verdadera situación económica y financiera.

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miércoles, 9 de marzo de 2011

Los deseos sexuales están casi-prohibidos

Los ricos y poderosos no padecen (respetan) tanto la represión sexual como los pobres. Es posible suponer que la represión sexual provoca una caída de la productividad con la inevitable pobreza … que los transgresores (irrespetuosos) productivos evitan.

El sustantivo «promiscuidad» significa «Mezcla, confusión» y también «Convivencia con personas de distinto sexo».

A pesar de que el significado de la Real Academia Española no parece digno de generar escándalo, conmoción o tumulto, una persona «promiscua» es considerada indecente, inmoral, peligrosa, perversa, condenable.

Estamos hablando de personas de ambos sexos que incluyen entre sus prácticas habituales, tener comercio sexual con varias personas, generalmente en diferentes ocasiones aunque también las hay que lo hacen simultáneamente (relación swinger, orgía, intercambio de parejas).

No conocemos muchos escándalos sexuales como

— la felación de Mónica Lewinsky al presidente norteamericano Bill Clinton (1995);

— el actual (2011) primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi está siendo procesado por prostitución de menores (además de evasión fiscal y abuso de poder).

— Fernando Lugo —actual presidente de Paraguay— es reconocido como padre de varios hijos con varias mujeres mientras era sacerdote.

La lista es extensa pero es posible suponer que el poder que detentan estos personajes es tal que sus casos toman estado público por casualidad, porque alguien cometió un error.

Por lo tanto podemos pensar que existen muchos más casos que nunca conoceremos.

En otro artículo (1) sugería que las creencias y prácticas contemporáneas (simultáneas, sincrónicas) a la existencia de grandes poblaciones que padecen pobreza, podrían tener una relación del tipo causa-efecto.

En otras palabras, la libertad sexual de los ricos y poderosos ocurre mientras miles de personas de su entorno padecen necesidades insatisfechas.

Conclusión: Es posible pensar que la represión sexual genera pobreza entre quienes la aceptan (sometidos, esclavos) y riqueza entre quienes la ignoran (amos, liberados).

(1) La pobreza existe gracias a Dios

Nota: el pueblo norteamericano tiene la convicción (nunca demostrada) de que su presidente John F. Kennedy y la actriz Marilyn Monroe (imagen), fueron amantes cuando él estaba casado.

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martes, 8 de marzo de 2011

¿La pobreza existe gracias a Dios?

La prohibición del incesto, la creencia en Dios, el dualismo cartesiano, podrían ser responsables de la pobreza.

Si desde hace milenios no podemos distribuir las riquezas con mayor justicia, es posible suponer que TODO lo que hemos hecho hasta ahora, es culpable (o cómplice por omisión).

Por lo tanto asumo que es una actitud respetable y responsable rever nuestras ideas, principios, creencias, hasta que demuestren su inocencia.

Una de esas ideas grandes e inamovibles como una montaña, es la prohibición del incesto.

Es probablemente el principio de convivencia más parecido a un fantasma terrorífico.

Nadie sabe a ciencia cierta por qué los parientes consanguíneos no pueden tener relaciones sexuales. El tema en sí mismo es un tabú. No sólo sería transgresor esa fornicación sino que este acto de mencionarlo genera un rechazo irracional, fóbico, de espanto.

En segundo lugar, pero muy alejado, con mayor tolerancia, encontramos a millones de personas de incuestionable capacidad mental y cultura, que organizan sus vidas suponiendo que existe un personaje fabuloso, que nos ayuda o nos perjudica según ciertos criterios (dios).

Este segundo lugar incluye la creencia en la inmortalidad, en una vida posterior a la muerte. No todos los creyentes en dios creen en su inmortalidad, pero quienes creen en la inmortalidad necesitan creer en otros mundos gobernados por uno o más dioses.

En tercer lugar encontramos que más de la mitad de los seres humanos creen en el dualismo cartesiano, esto es, que estamos compuestos por la suma de un cuerpo material y un alma, espíritu o psique inmaterial.

Si bien esta suposición es necesaria para quienes creen en una vida post mortem, también la encontramos entre los ateos.

En suma: Si estas grandes ideas han convivido con un mal reparto de la riqueza, es legítimo sospechar de ellas (causa, responsabilidad, culpa).

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lunes, 7 de marzo de 2011

La neurosis nos ayuda a fracasar

Para poder operar en un mercado laboral capitalista, es preciso —entre otras disposiciones—, evitar el gasto de energía que provocan las neurosis, prejuicios, supersticiones.

La principal herramienta que necesitamos para ganarnos el dinero suficiente para vivir dignamente, somos nosotros mismos.

Como estoy hablando de una actividad económica (ganar dinero), están presentes los conceptos de energía, desempeño, eficacia, ahorro, rendimiento.

Es útil compararnos momentáneamente con un vehículo para decir:

Un medio de transporte consume energía para cumplir dos objetivos principales:

1º) Trasladarse él mismo que, dependiendo de su tamaño puede llegar a pesar toneladas; y

2º) Trasladar la carga, que en definitiva es el rol más importante.

La comparación que les propuse es para decir ahora que los humanos también tenemos que cumplir dos objetivos principales:

a) Atender todas las funciones que hacen a nuestra existencia, para que el cuerpo se mantenga activo la mayor cantidad de tiempo posible (resistencia a la fatiga y longevidad): y

b) Desempeñar todas las funciones por las cuales cobraremos algún tipo de remuneración (trabajar por un salario) que destinaremos a nuestros gastos.

Estoy pensando algunos ejemplos para ilustrar esta comparación hombre-máquina.

Si los frenos rozan permanentemente las ruedas, aumenta el consumo de combustible y el desgaste anticipado de lo que frena.

Si alguien está inhibido inconscientemente para superar los escasos éxitos de su papá, algo lo hará fracasar sistemáticamente.


Si la computadora regula mal la mezcla de aire (combustible gratuito) con nafta (combustible costoso), el gasto por ese concepto será innecesariamente excesivo.

Si alguien está obsesionado con que no podrá disfrutar de las comodidades mientras exista un semejante con hambre, cualquier esfuerzo será inútil.


Si la adherencia al suelo de la cubiertas es baja, las posibilidades de accidente aumentan.

Si alguien cree que «querer es poder» (voluntarismo, omnipotencia), tomará riesgos irracionales.

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domingo, 6 de marzo de 2011

Algunos ciudadanos merecen ser reconocidos

Los desocupados, holgazanes, discapacitados, ladrones, también aumentan el Producto Bruto Interno de las economías.

Luego de haber publicado un par de artículos (1) en los que elevo el estatuto de los mendigos, desocupados y ladrones al rango de agentes económicos, argumentando que estas personas, al provocarnos necesidades (reponer lo robado o trabajar más para pagar impuestos solidarios) y deseos (de ayudar al semejante o de no caer nosotros en una condición similar a los menesterosos), nos estimulan, motorizan, dinamizan a quienes sí podemos producir.

Estos agentes económicos son estimulantes, aunque no lo son de una manera elegante, agradable, sublime, sino que por el contrario, nos inspiran lástima, miedo y para algunos ciudadanos, ganas de matarlos.

Reconozco que puede resultar difícil de comprender esta idea porque a todos nos pasa lo mismo: cuando damos por verdadero que un rol social (agente económico) es positivo, creemos que está prohibido asignárselo a personajes que tienen una imagen colectiva negativa (ladrones, menesterosos, haraganes).

En este caso las cosas son distintas.

Yo no estoy proponiendo que los insolventes e irrespetuosos con la propiedad privada sean asignados a tareas de alta responsabilidad o que sean premiados.

Lo que sí digo es que ellos ya son agentes económicos, porque logran hacernos trabajar más a quienes podemos trabajar.

Lo que sí digo es que esos ciudadanos nos mantienen en vilo, nos excitan, nos ponen ansiosos, nos mantienen en estado de alerta, todo lo cual dispara muchas actividades económicas

— seguridad (guardia personal, alarmas, armamento, blindaje, cerrajería);
— psiquiatría, psicología y demás servicios de salud;
— farmacéutica;
— seguros;
— turismo;
— arquitectura;
— construcción;
— O.N.G.s, Teletón, voluntariados
— periodismo (crónica roja en radios, diarios y televisoras);
— asistentes sociales
— … y varios más.

Todas estas actividades lucrativas no existirían sin ese grupo de personas que nos quitan el dinero en forma legal (impuestos, subsidios, limosnas) o ilegal (robo).

(1) El paradójico necogio de ayudar

Huelga de vagos por tiempo indeterminado

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sábado, 5 de marzo de 2011

El paradójico negocio de ayudar

Los desocupados, inválidos, ladrones y demás dependientes del trabajo ajeno, son también agentes económicos.

Recientemente (1) les decía que « las personas desocupadas por falta de trabajo, discapacidad o que se niegan a trabajar, sólo consumen (reciben subsidios, piden limosna, roban), desempeñando una función evacuativa, similar a la intestinal, no menos importante, imprescindible y complementaria.»

Otro día (2) dije que «Lo que nos falta puede constituirse en nuestra mejor ofrenda (obsequio, entrega, riqueza).»

También comenté que «… cuando en un país la desocupación baja demasiado, es difícil conseguir buenos trabajadores (porque están todos ocupados), y para lograrlo, es preciso pagar salarios más altos, con lo cual las ganancias disminuyen y ya no es tan interesante arriesgar capital.»

Aunque hay más antecedentes, trataré de explicarme sólo con estos.

El verdadero motor de los seres vivos, es la necesidad: de comer, de beber, aliviarse, descansar.

Los humanos tenemos el motor de la necesidad complementado (reforzado) por el deseo, que se parece a la necesidad en cuanto a que nos compele a satisfacerlo, pero es más inespecífico, puede satisfacerse de formas variadas. Mientras que la necesidad es muy específica: hambre, sed, el cansancio, el deseo de protagonismo puede saciarse diciendo chistes o ayudando al menesteroso.

Por lo tanto, los humanos necesitamos la necesidad reforzada por el deseo para poder funcionar.

Todo lo que nos provoque necesidad o deseo, es tan valioso e imprescindible como todo lo que nos permita su satisfacción, pero tiene que estar en ese orden: primeros precisamos necesitar y desear y luego tenemos que encontrar cómo satisfacerlos.

Los desocupados, inválidos, ladrones, son agentes económicos que participan en el imprescindible rol de proveernos necesidades (reponer lo robado) y deseos (de ayudar), estimulando nuestra vida.

Estoy seguro de que estas ideas son raras y antipáticas. No estoy seguro de que sean equivocadas.

(1) Huelga de vagos por tiempo indeterminado

(2) Necesito que me necesites

(3) Origen de la desocupación laboral

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viernes, 4 de marzo de 2011

Comunismo + $ = consumismo

El comunismo es más saludable que el capitalismo. Es más tranquilo, menos productivo, menos estresante. El capitalismo es irritante, angustiante y por eso genera más riqueza material.

Si usted tiene que escribir la palabra comunismo y sólo cuenta con la palabra consumismo, ¡tiene el problema solucionado!

Más le digo, le sobrará una «s», que es la única que está de más en consumismo.

Claro que personas imaginativas como usted y como yo no demoraremos ni un segundo en decir que esa «s» que sobra en realidad es «$».

Con este juego de letras y palabras, llegamos a la irresponsable aunque divertida conclusión que el consumismo no es otra cosa que el comunismo con más $.

En otros artículos (1) he comentado sobre cómo reaccionamos en la vida adulta a partir de cómo vivimos la gestación y la niñez, en cuanto a que nuestro inmaduro cerebro nos hizo ver y creer que estábamos fusionados, que mamá, yo, papá y cualquier otro estímulo de nuestra percepción, formábamos parte de un todo indivisible, indiscriminado, solidario.

Dije también que el advenimiento del desarrollo mental nos trajo la mala noticia de que en realidad somos individuos próximos pero separados, discriminados, no solidarios.

Algo que podemos pensar es que el comunismo es una filosofía que organiza a los integrantes de un colectivo creyéndolos —como en la primera infancia—, todos uno, fusionados, pertenecientes a un cuerpo común: el social, el pueblo, la masa indiscriminada, compañeros, camaradas, copropietarios de un único patrimonio.

El capitalismo, padre del consumismo, cree —por el contrario— que todos somos individuos, que cada uno es dueño de lo suyo, donde la solidaridad es una extravagancia, una transgresión o una confusión de algunos ciudadanos capitalistas-consumistas.

El consumismo genera más $ porque todos trabajamos más, con más entusiasmo, con más angustia, más estrés, más sufrimiento.

(1) Vivo con ella porque es mi madre

Los ciudadanos con pañales

El acoso del deseo

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jueves, 3 de marzo de 2011

Huelga de vagos por tiempo indeterminado

Quienes no trabajan y viven a costa de quienes sí lo hacen, cumplen una función imprescindible.

Nuestro colectivo tiene un cuerpo y un funcionamiento. En muchos aspectos se parece a un cuerpo humano.

En uno de los aspectos que no se parece, es en la forma.

Efectivamente, el conjunto de personas que vivimos en esta ciudad, país, continente o planeta, no tenemos forma humana, pero algunos funcionamientos sociales, se parecen a cómo funciona el cuerpo de cualquiera de nosotros.

Es obligatorio aclarar esto.

Por ejemplo: nuestro cuerpo tiene la función digestiva gracias a la cual recuperamos algunas energías de las que gastamos para vivir (trabajar, hacer el amor, divertirnos).

Esa función digestiva tiene órganos y funciones especializados: la boca mastica, el estómago transforma los alimentos en otras sustancias y el intestino evacúa los excedentes innecesarios.

Más simplificado: imposible.

¿Podríamos decir que alguno de esos órganos es más importante que el otro? No, no podríamos: todos son imprescindibles y complementarios.

Ahora observemos las semejanzas con nuestra organización social.

Nuestra sociedad tiene gente trabajando en:

— la obtención de insumos primarios: agricultura, ganadería, industrias extractivas (comparables a la boca de un individuo);

— el procesamiento de esos insumos, para fabricar alimentos, combustibles, máquinas (comparables al estómago de un individuo); y

— la eliminación de los residuos industriales y hogareños: recolectores de basura, procesadores de chatarra, reciclaje de papeles, eliminación de excrementos fecales (comparables al intestino de un individuo).

¿Podríamos decir que alguno de esas tareas es más importante que las otras? No, no podríamos: todas son imprescindibles y complementarias.

Con estas ideas presentes, les comento la siguiente

Hipótesis: las personas desocupadas por falta de trabajo, discapacidad o que se niegan a trabajar, sólo consumen (reciben subsidios, piden limosna, roban), desempeñando una función evacuativa, similar a la intestinal, no menos importante, imprescindible y complementaria.

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miércoles, 2 de marzo de 2011

¡Rápido! ¿Qué hora será dentro de un rato?

La publicidad nos conmina a ser ineficientes en beneficio de quienes la contratan.

Muchas veces decimos que el cuerpo humano es una «máquina casi perfecta» aunque sería más adecuado decir que las máquinas son una copia imperfecta del cuerpo humano.

Pensar a nuestro cuerpo como una máquina nos permite manejar conceptos biológicos como si fueran mecánicos, entonces, en lugar de alimentarnos correctamente decimos que usamos el mejor combustible; en vez de decir que vamos al médico buscando recuperar la salud, podemos metaforizar diciendo que «entramos a taller»; en vez de decir que padecemos ansiedad, decimos que andamos un poco acelerados.

El principal motivo de este apego a las metáforas automotrices está provocado porque las máquinas no mueren. Si podemos convencernos de que somos «máquinas casi perfectas», quedaremos arrumbados (fuera de uso), pero nunca fallecidos.

Utilizaré esta comparación tan popular para referirme a otro tema afín a este blog sobre la pobreza patológica.

Se denomina ralentí a la mínima aceleración que tiene un motor sin que se detenga. Como puede deducirse, el ralentí es el funcionamiento de menor consumo de combustible. Asimismo es el funcionamiento menos potente. Para mover el vehículo hace falta aumentar la aceleración.

Un vehículo es económico si logra las mayores prestaciones con el mínimo consumo.

El principal objetivo de los avances tecnológicos en mecánica automotriz consiste optimizar la productividad, es decir, más velocidad, carga, duración y seguridad, a menor precio.

La publicidad nos convence de que debemos comprar objetos y servicios cuyo costo nos demandará más horas de trabajo y cuyo uso nos demandará más horas de vigilia.

Un auto acelerado mientras espera la luz verde, aumenta las ventas de los países petroleros y una persona ansiosa dentro de un ascensor, aumenta las ventas de psiquíatras, psicofármacos, antisudorales, relojes, celulares, gastroenterólogos, champús anticaspa, asesores matrimoniales, psicoanalistas.

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