martes, 22 de marzo de 2011

En todo tiempo pasado fui peor

Las revoluciones personales consisten en pelearse con nuestras amadas características infantiles, pobres, defectuosas, tóxicas y abandonar a quienes nos quieren por ellas.

A partir de este momento, será posible encontrar con Google la siguiente frase:

«Quiero dejar de verte porque ya no me gusto».

Hasta este preciso instante, esta cadena de caracteres, este conjunto de palabras, no existía en la web. Acaba de incorporarse. [Hoy, 16-04-2012, compruebo que esta "cadena de caracteres" continúa siendo mostrada por Google].

Este acontecimiento tan inaugural, innovador y refrescante, tiene una explicación que compartiré contigo.

Tu ya conoces el proverbio que dice «Dime con quién andas y te diré quién eres».

Su veracidad (parcial, como cualquier veracidad) radica en que solemos reunirnos con nuestros semejantes y en la medida de lo posible, con nuestros «idénticos».

Con estos comentarios retomo un asunto ríspido, antipático, problemático, ya mencionado otras veces (1): Como naturalmente buscamos aprobación, queremos ser amados tal cual somos (sin que nos critiquen ni quieran mejorarnos) y como nos cuesta demasiado pensar que alguien diferente a nosotros sea confiable, terminamos uniéndonos estrechamente con nuestros idénticos.

Las posibilidades de desarrollo bajo estas condiciones son nulas.

Amamos y respetamos las estadísticas porque queremos ser normales.

¿Qué es ser normal? Tan solo respetar la norma, esto es, hacer lo mismo que hacen los demás.

Como nos rodeamos de personas idénticas a nosotros y la estadística no miente, confirmaremos que todos son como yo y que todos somos normales.

Se agrega un dato muy fuerte: creemos que normal = sano. Por esto es que protegemos nuestra normalidad por razones de salud.

La frase inicial dice: «Quiero dejar de verte porque ya no me gusto».

Es una suerte sufrir la disconformidad con uno mismo, aunque su aspecto exterior tenga todo para mostrarse desafortunado.

En suma: para poder seguir creciendo, lamentablemente precisamos abandonar a toda esa gente que amamos porque son idénticos a nosotros.

(1) Planificación de la lentitud

Dime con quién andas y sabré tu patrimonio

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10 comentarios:

Anónimo dijo...

Abandonar a mi pareja (que me ninguneaba) me permitió asumir un rol adulto.

Alicia dijo...

Puede que abandonar no implique necesariamente alejarse físicamente de una persona. El cambio interior nos lleva a vincularnos de manera distinta. Es ahí cuando se produce el abandono. De nada nos sirve alejarnos de alguien si mantenemos a nivel intrapsíquico, una relación de dependencia.

Eduardo dijo...

Estoy de acuerdo con Alicia. Pienso que su planteo ilustra claramente lo que sucede en la adolescencia, cuando el muchacho/a rompe con los padres de la infancia. Claro que en algunas circunstancias la distancia física ayuda; es más, puede llegar a ser imprescindible. Irse de la casa de los padres, empezar a vivir solo, autosustentarse, son pasos claves para entrar en la adultez.

Leticia dijo...

Ese tatuaje esta genial para un profe de secundaria!

Damián dijo...

"Yo soy así, si no te gusta lo lamento". Muchas veces te dicen eso a manera de reafirmación personal. Sin embargo no hay mejor manera de reafirmarse que ser reflexivo y crítico con uno mismo.

Jacinto dijo...

También pasa que cuando dejás de ser "normal" quieren dejar de verte.

Evaristo dijo...

Las personas de las que nos rodeamos, no son idénticas a nosotros, pero el hecho es que así queremos verlas y así las vemos.

Alba dijo...

En general las estadísticas me muestran todo lo que falta por caminar.

Mirna dijo...

Primero hay que decir la frase inaugural ("Quiero dejar de...") y luego agregar a modo de aclaración la clásica: "no sos vos, soy yo".

Chapita dijo...

Quiero acercarme a personas que son diferentes a mí, pero no hay reciprocidad...