Las pérdidas y disgustos que nos provocan los ladrones, se deben a que no conocemos ni a la naturaleza humana ni a nosotros mismos.
Si una persona lava una prenda de ropa recién comprada y observa que ésta perdió el color, la forma y el tamaño, obviamente omitió leer las instrucciones de lavado provista por el fabricante.
Si una persona se zambulle en el océano con el celular en el bolsillo de su traje de baño, lo habrá estropeado y nadie podrá repararlo. Este impetuoso bañista cometió un error mayor que el lavador inexperto porque el sentido común indica que casi ningún teléfono es sumergible.
Si una persona transita por una calle concurrida mientras cuenta el dinero que acaba de sacar del cajero automático, no sería raro que alguien se lo arrebate y huya corriendo. El desprevenido ciudadano cometió el error más grave porque no se conoce a sí mismo.
Y «no se conoce a sí mismo» porque él supone erróneamente que los seres humanos somos naturalmente honestos, excepción hecha de algunos semejantes cuya enfermedad mental incluye el síntoma de apropiarse de bienes ajenos.
Este error de su parte es grave porque está ignorando su propia tendencia a robar siempre que no sea descubierto.
Efectivamente el derecho de propiedad no forma parte del animal humano. Es un rasgo incorporado por la imperatividad cultural, la ley y mediante amenazas disuasivas que sólo pueden ser ignoradas por personas entrenadas expresamente para eso.
Casi todos los ladrones pertenecen a familias o grupos humanos dedicados a tal actividad y sus personalidades están preparadas para enfrentar las medidas represivas creadas por la cultura.
Si alguien facilita —por autodesconocimiento— la tarea de los ladrones, se expone a que la realidad se manifieste tal como es, causándole disgustos y pérdidas posiblemente evitables.
●●●
13 comentarios:
me gusta este razonamiento, estoy de acuerdo que uno no se conoce. esto me va a servir mucho.
Tendrías que controlar que el tamaño de tus verdades no aplaste a alguna de tus lectores.
Yo sería incapaz de robarme nada, salvo una vez que le saqué a mi prima una máscara para las pestañas... y al tío Olegario el libro del diario del Che... y bueno, a mamá siempre le robo las panty... pero ta! son cosas que quedan en familia!
Más seguridad y precauciónes de los que he adoptado imposible. Y ya me robaron cinco veces.
No robo por temor a Dios.
Quien infringe las normas consensuadas de nuestra cultura, puede tener una psicopatía, no?
Tengo que admitir que muchas veces me vi tentada a robar. Es algo que olvido con mucha facilidad; me lo refrescó haber leído este artículo.
Soy un despistado, por ejemplo eso de contar la plata en la calle, montones de veces, pero le aseguro que no creo en la honestidad de la gente. Sólo intento tener buena fe cuando la situación lo amerita.
Una vez me zambullí con el celular y me llamó un pez que había equivocado el número. No pude ayudarlo porque no conozco nada de la telefonía oceánica. Pero yo quice colaborar, eso sí.
Me dicen cleptómana porque no ven la viga de la usura en el ojo propio.
El respeto de la propiedad privada se ha vuelto natural BAJO AMENAZA. Eso no sólo sucede con la especie humana, está presente en la mayoría de las especies.
El segundo comentario habla de "algunA de tus lectorEs".
Acaso ese "anónimo" piensa que las mujeres somos las más propensas a sentirnos aplastadas, dentro de su grupo de lectores?
Siempre, siempre, saltan a la vistas los vestigios del machismo más recóndito... ufa!
Si lavás una prenda y te queda así de estropeada, los que te robaron fueron el vendedor y el fabricante.
Publicar un comentario