sábado, 28 de febrero de 2009

Retorno al Paraíso

Imaginemos una persona que recibe permanentemente todo lo que necesita: Alimento, abrigo, protección. Cada vez que siente algún malestar, algo se lo alivia automáticamente.

Para muchos esta situación existirá en un futuro si cumplen en vida con una cierta conducta y quien decida esa existencia feliz es un ser superior que llamaremos Dios.

Según parece esta idea no surge de la nada. Todos hemos pasado por una etapa de gestación en el vientre de nuestra madre donde nos tocó vivir en una especie de Paraíso.

Claro que estas experiencias fueron olvidadas, pero no se puede negar categóricamente que en algún lugar de nuestra mente (en el inconciente, por ejemplo) aún conservemos un vago recuerdo que nos aliente la esperanza de volver a repetirlo.

La idea de retorno está en nuestras cabezas. Para muchos la muerte es como un volver a empezar; es como un ciclo que se cierra para recomenzar, como si la vida, en lugar de ser una línea recta que empieza y termina, fuera un círculo que nunca empieza y nunca termina.

Claro que ninguno de nosotros se reune con los amigos para hablar de estos temas, pero cuando en la vida adulta nos enfrentamos a la necesidad de ganarnos el dinero que nos permita subsistir, probablemente lo encaremos con el desgano de alguien que estuvo en un Paraíso y luego fue condenado (no sabe por qué razón), a vivir en esta economía de mercado, en este mundo capitalista, en una guerra de todos contra todos, que bien podría ser el Infierno.

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viernes, 27 de febrero de 2009

Todo tiempo pasado fue igual

Se habla, se escribe, se comentan, se muestran datos, imágenes, situaciones que describen el escenario en que nos tocó vivir.

Por ejemplo, se dice que la globalización es un complejo fenómeno provocado por muchas y variadas causas, que consiste en una pérdida de fronteras no sólo geográficas sino también de nuestra propia vida cotidiana (porque podemos estar muy conectados unos con otros debido a la tecnología de las comunicaciones del tipo teléfono móvil, Internet, televisión).

Este brusco cambio en nuestro escenario habitual, es causante de un estado de ánimo que incluye incertidumbre, ansiedad, angustia.

Resumiendo los conceptos, podríamos decir que por culpa de la globalización “la gente hoy vive peor que antes” y se puede asegurar que ahora como nunca, “todo tiempo pasado fue mejor”.

Yo podría compartir estas ideas pero no puedo porque se me interponen dos argumentos en contra:

1) Si estudiamos la historia de nuestro pueblo o la de cualquier otro pueblo, encontraremos que la sensación de incertidumbre, ansiedad y angustia, siempre estuvo presente, aunque los motivos pudieran ser otros (guerras, epidemias, cataclismos, rumores, vaticinios);

2) El segundo motivo es que no me conviene pensar que esto es algo que nunca pasó porque entonces mi capacidad para resolver los problemas cotidianos se verá deprimida porque no sabré si podré o no resolverlos. Sabiendo que esto siempre le sucedió a la humanidad y que siempre se pudo resolver, dejo de pre-ocuparme y destino toda mi energía a ocuparme.

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jueves, 26 de febrero de 2009

La naturaleza y sus hijos del rigor

Por antipática y temible que sea la muerte, estamos de acuerdo en que la naturaleza cuenta con ella para que haya espacio para las nuevas generaciones.

Sin llegar al trágico extremo de la muerte, suceden otros eventos que también parecen ser naturales y que propenden a perpetuar el dinamismo que posee la realidad que nos rodea.

Los incendios forestales son un fenómeno que siempre existió para que las especies desaparezcan masivamente, preparando el terreno y a las semillas más fuertes para que en pocos años crezca un monte nuevo con ejemplares más vigorosos que los que se quemaron.

La cadena alimentaria está permanentemente matando ejemplares de una especie que son devorados por los ejemplares de otra especie. La muerte y la vida forman parte de una rueda de movimiento continuo.

Las crisis económicas generan el cambio de manos de grandes sumas de dinero: Caen imperios económicos y surgen otros favorecidos por las nuevas circunstancias.

En una especie de exageración, hasta le diría que los ladrones cumplen un rol dentro de las economías, causando pérdidas a las víctimas quienes tiene que hacer un esfuerzo enorme para recuperarse, para tomar mayores precauciones, para evitar que eso vuelva a sucederle.

Estos procesos de muerte o de cualquier otra situación que se le parezca (incendios, destrucciones masivas, epidemias, crisis económicas, delitos contra la propiedad) son parte de una rutina, de una lógica. Por eso la muerte y cualquier pérdida que se le parezca, están previstas, son necesarias, tienen un objetivo benefactor.

Al mismo tiempo son obligatoriamente desagradables porque si fueran agradables no cumplirían el objetivo de hacernos reaccionar estimulando nuestra fuerza vital.

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miércoles, 25 de febrero de 2009

Quizá sí, pero más bien no

Algunas personas se caracterizan por ser muy discretas en todo lo que dicen. En todo lo que NO dicen sería más correcto.

Me refiero al discurso lleno de evasivas, con abundantes sobrentendidos, con un particular despliegue de la ambivalencias. Por ejemplo: «Hazme acordar que luego tengo que decirte algo muy importante para ti sobre lo que me dijo una persona que me pidió no mencionar su nombre.» o también: «Tu sabes muy bien de qué estoy hablando» o también: «Mejor sería que no simularas no entender lo que es tan obvio que cualquiera lo entiende».

A todas éstas, el interlocutor que recibe estos herméticos mensajes, se pone a meditar sobre qué será lo que el otro quiere decir, quién será el que necesita hablar desde el anonimato, qué será eso que él sabe muy bien pero que no tiene ni noción a qué puede referirse o qué es tan evidente y que no puede ver.

De hecho, el «sacar de mentira verdad» o como se dice metafóricamente «tirar verdes pare recoger maduras», puede ser el único estilo de comunicación con el que se vincula una persona que tiene demasiada inseguridad sobre lo que piensa, o tiene el complejo psicológico de que está condenado a ser malinterpretado y, como consecuencia, teme comunicarse.

La comunicación oscura, llena de misterios, sugerencia, insinuaciones, sobrentendidos, con muchas expresiones enigmáticas, protege a quien teme abrirse a una comunicación franca, honesta, sincera, noble, leal, distendida.

Si todo esto sucede en el plano de la comunicación verbal, donde «a las palabras se las lleva el viento», es casi seguro que cuando las circunstancias obligan a ser concretos, claros, sin dobleces, el miedo llega a extremos paralizantes.

Esto es lo que sucede habitualmente cuando esas personas necesitan hablar de dinero: Un tema en el que la ambigüedad casi no tiene cabida.

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martes, 24 de febrero de 2009

«Soy mi mejor empleado»

En términos generales puedo afirmar categóricamente que estoy mejor motivado para cuidar mis intereses que los intereses ajenos. Si bien soy reconocido como un buen empleado, es claro que trabajo con más pasión por mis cosas que por las ajenas. Seguramente a usted le pasa lo mismo.

Ahora le cambio de tema, pero sólo por tres párrafos.

El embajador de Yolandia en Tulandia tiene concertada una entrevista con un gran empresario que podría instalarse en Yolandia, generando mucha mano de obra para los yolandeses.

El presidente de Yolandia instruye a su Ministro de Relaciones Exteriores (Canciller) para que el embajador en Tulandia encare las negociaciones con el codiciado inversor con un cierto criterio.

Cuando el embajador de Yolandia se entrevista con el inversor, actúa tal cual las instrucciones que recibió del Canciller quien —a su vez— cumplía órdenes de su jefe, el Presidente de Yolandia.

Estas acciones en el plano de política internacional son correctas. Quizá no podrían ser de otra manera.

Lo interesante es que a veces nosotros actuamos de forma parecida pero innecesariamente. Sin darnos cuenta, estamos haciendo lo que nuestros padres desearían que hiciéramos, actuando como un profesor por el que sentimos admiración y repitiendo el discurso de alguna ideología que nos convence.

En los hechos estamos trabajando para otros pudiendo trabajar para nosotros mismos. Como decía al principio, uno está mejor motivado cuando trabaja para sí mismo, que cuando lo hace para terceras personas.

Resumiendo: Sin darnos cuenta podemos estar satisfaciendo el deseo de otros y desatendiendo el nuestro, sin que eso sea necesario y a pura pérdida.

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lunes, 23 de febrero de 2009

La mansedumbre y el hambre

Uno de los tantos mecanismos automáticos que la naturaleza instaló en los seres humanos es lo que podríamos llamar «fijación al trauma». Más sencillamente: Si alguna vez nos quemamos con leche, quizá después le tengamos miedo a la leche y por las dudas, también a la vaca.

En el artículo publicado ayer bajo el título Malo pero rico digo que la riqueza está asociada a la agresividad y que ésta es proporcional a la energía de que disponemos. Concluía que la mayoría de las veces, una persona con poca energía suele ser pacífica y pobre.

El artículo anterior a éste (Arrésteme sargento) termina repitiendo que hacemos cualquier cosa con tal de ser amados.

Ahora procederé a hacer un “cóctel” con estos tres ingredientes, que espero sea de su agrado.

Si cuando somos pequeños, sancionan severamente nuestra agresividad bajo amenaza de que si no la abandonamos, dejarán de querernos, es muy probable que en la edad adulta (y por la «fijación al trauma»), cuando tengamos que salir a conseguir el dinero para nuestros gastos básicos y los de la familia que intentaremos tener, todo nos resultará muy dificultoso y hasta imposible.

En nuestra cultura judeo-cristiana está prácticamente prohibido desplegar nuestra agresividad natural, la que tiene cualquier animal cuando necesita defender su vida de quienes lo atacan o cuando el instinto lo impulsa a buscar comida o a la reproducción (lucha entre machos durante los períodos de celo de alguna hembra).

Dicho de otra forma: Si nuestra educación condena la agresividad bajo amenaza de ser abandonados (no amados), tenemos grandes posibilidades de pertenecer a la clase social económicamente menos favorecida.

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domingo, 22 de febrero de 2009

Malo pero rico

Imaginaré dos personajes. Uno de ellos es muy pacífico, casi nunca se enoja y perdona generosamente los errores de los demás. El otro, es la antítesis: se pelea con mucha gente, se enoja rápidamente y es bastante rencoroso.

Pensemos además que ambas personas están dentro de los límites de la salud mental. Descartemos la hipótesis de que alguno de los dos sobrepasa el extremo de sus respectivos temperamentos.

Pues bien, es muy probable (no seguro) que el irritable tenga más energía que el pacífico. Si tiene más energía —y siempre en la hipótesis de que es alguien mentalmente sano— quizá tenga más dinero que el tranquilo.

En general la energía surge de la contrariedad, del desequilibrio, de la irritabilidad, de la intolerancia y la energía no es necesaria y hasta se fuga en las personas que no la necesitan: tranquilos, mansos, tolerantes, algo indiferentes.

Si la naturaleza hiciera un reparto equitativo, le daría más energía a quien la consume en sus luchas y contrariedades personales y no se la daría a quien no la necesita porque todo le cae bien.

Resumo: El mal carácter suele estar asociado a una mayor productividad. La riqueza suele estar asociada a la agresividad y la pobreza a la actitud pacífica.

Insisto: Hablo de personas mentalmente sanas y NO son características que posee el universo de los individuos. Pueden existir agresivos pobres y pacíficos ricos.

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sábado, 21 de febrero de 2009

El dinero y el falo

En psicoanálisis pene y falo no son sinónimos aunque en el lenguaje cotidiano si lo son.

Se ve que hubo necesidad de establecer este distingo para poder explicar lo que habré de comentarles ahora.

El pene sigue siendo el órgano eréctil masculino por el que se orina y que en el acto sexual, entra en la vagina y eyacula el semen cuyos espermatozoides pueden llegar hasta un óvulo para fecundarlo.

El falo es un símbolo, una idea que está en la mente de los seres humanos y que representa algo que fecunda, que tiene poder y autoridad. Ven que con esta definición, la madre es para el niño el falo, porque ella trae hermanitos (fecunda), soluciona sus necesidades (tiene poder) y lo gobierna (tiene autoridad).

Por esa confusión de palabras pene-falo, hay una predisposición muy generalizada a pensar que es el varón quien tiene el falo (fecunda, es poderoso y tiene autoridad), pero con solo pensarlo un poquito debemos reconocer que eso mismo también puede poseerlo (el falo) una mujer.

Y termino con este extraño recorrido comentándoles que el dinero también es un falo porque es capaz de producir cosas (fecunda), da poder a quien lo posee y confiere autoridad a quien lo posee.

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viernes, 20 de febrero de 2009

El trabajo es una enfermedad saludable

Tengo un conocido que en menos de 5 años logró superar mis logros en el plano económico, aunque soy mucho mayor que él.

Vamos a suponer que tuvo un poco de suerte, pero lo que para mí fue esencial fue un tratamiento intuitivo que se hace a sí mismo para no enfermarse.

Su padre y sus dos abuelos fueron hombres que murieron jóvenes y pende sobre él el trágico doble sentido de querer ser un integrante de esa estirpe (porque lo enorgullece) y simultáneamente teme que en la herencia genética esté incluida la muerte prematura.

Además de sentir ese orgullo y ese terror, se dedicó a una profesión en la que él hace todo, no tiene ayudantes y si por algún motivo no pudiera trabajar, no solamente no cobraría sus ganancia diaria sino que en poco tiempo perdería a una mayoría de clientes (quizá son entre mil y mil quinientos), pues los competidores están al acecho.

Pero como decía, él tuvo un poco de suerte y las ventas empezaron a generarle una posibilidad de ahorrar. Ahí apareció el fantasma familiar y pensó que quizá podría ahorrar y amortiguar las pérdidas en caso de enfermarse.

Para evitar esta holgura económica que pudiera concederle el derecho a enfermarse, contrajo unas deudas que asustaron a su propia esposa (que lo conoce y lo sigue en casi cualquier locura).

Ahora lo tenemos trabajando 14 horas diarias a un ritmo frenético, prácticamente bajo amenaza porque si dejara de atender a sus clientes durante seis horas, podría atrasarse en el pago de alguna de las cuotas que tienen intereses moratorios salvajes.

Ya va para 5 años que está en este ritmo y, como decía, ahora tiene mucho más dinero que yo, haciendo lo que para mí tiene todas las características de una enfermedad, pero el hecho es que su salud es más estable que la mía.

Tendré que imitarlo.

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jueves, 19 de febrero de 2009

Banqueros solidarios

La moral es un código de buenas costumbres que suele ser más imperativo que las leyes legisladas por los gobernantes.

No paro de comentar con ustedes cuánto necesitamos ser amados por nuestro grupo de pertenencia.

Si entre «mi gente» existe la costumbre de ser solidarios, generosos, desprendidos, participativos, yo tendré que cumplir con esa norma porque la sentiré como más imperativa que las propias leyes del país.

Hay un precepto que dice: «Quien conserva lo que no va a usar, roba».

Cuando mi grupo de pertenencia sostiene este principio, estaré moralmente obligado a no ahorrar porque el ahorro es una forma de conservar algo que no sé si podré usar (dado que puedo fallecer).

Si no se puede ahorrar, entonces no se podrán comprar bienes costosos o, por el contrario, tendrán que comprarse apelando a una financiación.

Pero observemos que esa financiación es el producto financiero más rentable que poseen los bancos.

Si usted fuera banquero, ¿no trataría de que sus clientes fueran tan solidarios que no pudieran ahorrar para autofinanciarse la compra de una casa, por ejemplo?

Observemos que paradójicamente, en casi todo el mundo las personas generosas, solidarias y moralmente obligadas a no ahorrar pertenecen a ideologías «de izquierda», pero su filosofía de vida beneficia el negocio de los banqueros que pertenecen a ideologías «de derecha».

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miércoles, 18 de febrero de 2009

Pedagogía desapasionante

La responsabilidad como padres se nos presenta en algún momento de nuestras vidas y no siempre nos sentimos bien preparados para afrontar tantas tareas con tantas dudas.

La evolución de los niños es tan rápida que suele ir dos pasos adelante de nuestra capacidad de adaptación.

Ellos observan, cuestionan, discuten, negocian, transgreden, lloran, pelean. En todos los casos tratan de satisfacer sus deseos (sentirse amados, jugar, estar en el centro de la atención).

Resumiendo, la lucha es de los adultos contra el apasionamiento de los niños. Es en esta confrontación donde no sabemos cómo actuar.

Una de las soluciones clásicas consiste en presentarse ante ellos como ejemplo de lo que los chicos deberían lograr: ser obedientes y disciplinados.

Y acá surge el problema: Cuando los adultos queremos mostrarnos como obedientes y disciplinados, también nos mostraremos como desapasionados.

Por lo tanto: la necesidad de controlar los desbordes energéticos de los niños, pueden inducirnos la reacción contraria para procurar un equilibrio en el grupo familiar y eso hace que los que están encargados de generar los recursos materiales pierdan creatividad, energía, PASIÓN.

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martes, 17 de febrero de 2009

Los buenos matamos a los malos

Por razones de economía, las sociedades tenemos que alcanzar ciertos objetivos con el menor gasto posible (en dinero y tiempo).

Los objetivos más importantes son lograr que los habitantes estén muy motivados para trabajar con entusiasmo y que la convivencia entre ellos sea pacífica.

Si se cumplen ambos objetivos, los gobernantes de turno podrán cobrar muchos impuestos porque los pobladores serán ricos y dóciles.

Uno de los medios más eficaces y económicos para lograr esos objetivos es la popularización de relatos (cuentos, películas, obras de teatro) cuyo mensaje eduque masivamente en esos valores (laboriosidad y docilidad).

La historia de Jesús de Nazaret quizá sea el relato más cargado en moralejas, sugerencias, enseñanzas, concejos, recomendaciones y sobre todo, logra establecer una diferencia entre el bien y el mal accesible hasta para un niño.

Pero a veces «lo barato sale caro». Esta historia marca con tanta nitidez la diferencia entre lo que es bueno y lo que es malo, que también instala en la mente de los lectores un criterio confrontativo (buenos contra malos) que disminuye la actitud pacífica de los ciudadanos (intolerancia) y como consecuencia, también desciende el entusiasmo productivo y contributivo.

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lunes, 16 de febrero de 2009

Más por menos

¿Cuántas personas conoce usted que disfrutan con las matemáticas? ¿Pocas verdad?

Esta ciencia es un invento del ser humano que se le fue de las manos, quedo fuera de su control, porque la lógica matemática no puede torcerse caprichosamente. Ella es autónoma e independiente. Ella dice que dos por dos son cuatro y no hay ser humano que pueda imponerle un resultado diferente.

Esta rebelde y desacatada hija nuestra (la matemática como hija del ser humano que la creó) no cuenta con la simpatía de una mayoría de personas. Nos da mucho trabajo comprenderla y suponemos que ese esfuerzo no valdría la pena. Sería una pérdida de tiempo.

No es esta una posición tan desacertada porque millones de personas transcurren sus vidas sin haberla entendido (y mucho menos dominado) y de una u otra forma vivieron, realizaron algunos de sus sueños, formaron una familia, se ganaron el sustento, se jubilaron.

De hecho también se puede vivir sin un refrigerador, sin un receptor de radio, sin letrina y otra cantidad de cosas que tenemos para aumentar nuestra calidad de vida.

Por lo que he podido apreciar, quienes han logrado entender a la matemática, han desarrollado la destreza de utilizar más eficazmente el cerebro. Es un hecho. Las destrezas mentales están íntimamente asociadas a nuestra eficacia a la hora de conseguir los recursos necesarios para vivir bien sin tener que realizar esfuerzos sobrehumanos.

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domingo, 15 de febrero de 2009

Las brujas existen

Comenzamos nuestra vida con un sistema nervioso que se desarrolla lentamente y nuestro pensamiento acompasa esa evolución.

Al principio, el pensamiento es mágico y con el desarrollo, deja de serlo hasta cierto punto para dar cabida al razonamiento y la lógica. Por ejemplo, el niño piensa que la rama del árbol se mueve porque éste se está desperezando y el adulto piensa que hay viento.

Nunca deja de ser algo mágico porque ciertas cosas no las entendemos y a falta de comprensión casi seguro que les demos una explicación mágica.

Algo que no se entiende del todo es qué quieren de nosotros. Me refiero más concretamente al plano laboral o comercial.

Vivimos bajo los criterios del capitalismo, la economía de mercado, en régimen de libre competencia y necesitamos obtener recursos para vivir (alimentos, vestimenta, alojamiento, etc.).

La gran pregunta es: ¿Qué tenemos que hacer para que un empleador nos dé trabajo? o ¿Qué tenemos que ofrecer para que nuestros clientes nos compren lo que vendemos?

Aunque se pueden llenar varias bibliotecas con libros que dicen dar la respuesta, en realidad no contienen más que inciertos balbuceos de posibles explicaciones.

Tengo datos de que personas muy racionales, que jamás podrían ser sospechadas de creer en brujas, no solamente que tienen sus dudas sino que además las consultan.

Con la mayor discreción, estos lógicos fundamentalistas consultan el horóscopo, asignan una partida de su presupuesto empresarial al pago de tarotistas, adivinos y ¿por qué no? alguna bruja que discretamente «limpie» el local comercial, instale buenas ondas y colabore en cuanto pueda, ya que, como alegan cuando son descubiertos por algún amigo burlón: «aunque no sirva, probar no cuesta nada».

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sábado, 14 de febrero de 2009

Plan estratégico vital

La filosofía es un Conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano. (Copiado del diccionario de la R.A.E.)

Pocas personas creen dedicarse a la filosofía pero somos muchos más de los que figuran como filósofos. Estaremos de acuerdo en que muchas reuniones sociales o uno mismo, en momentos de angustia, tratamos de entender cómo son las cosas en realidad o «cuál es el sentido del obrar humano».

Algo muy frecuente en estas ocasiones es preguntarse sobre cómo empezó todo, ¿por qué llegué a esta situación que me hace sentir tan mal?, ¿qué sentido tiene que yo esté sufriendo ahora?, ¿alguien hizo que yo naciera para cumplir una misión importante que justifique tantas molestias?, ¿hasta cuándo va a durar esto?, ¿tendré algún resarcimiento, beneficio, premio, reconocimiento?

Les cuento mi filosofía por si alguien puede sacarle alguna utilidad.

1) Estamos vivos porque en la naturaleza existen este fenómeno natural que llamamos vida. Tiene esta característica: cada individuo de cada especie, procura conservarse y está motivado para reproducirse. Las hormigas, las golondrinas, las ballenas, los seres humanos.

2) El cerebro de los humanos funciona segregando pensamientos útiles para una mejor adaptación al entorno (somos la especie que mejor se adapta a las más variadas condiciones de vida), pero algunos de esos pensamientos segregados quizá no tengan ninguna utilidad práctica o la tienen a tan largo plazo que no le encontramos para qué están.

3) Lo urgente es atender los pensamientos que segregamos para mantenernos vivos acá y ahora, pero es importante considerar los pensamientos filosóficos porque nos organizan en el largo plazo (plan estratégico) para que los urgentes de todos los días estén mejor organizados, permitan obtener los mejores resultados con el menor esfuerzo y eviten perjudicarnos en el futuro.

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viernes, 13 de febrero de 2009

Budismo zen

Parecería ser que la manera en que la naturaleza mantiene su dinamismo es mediante la continua provocación de desequilibrio en seres que sufren con esos desequilibrios.

Un león en la selva está muy cómodamente tirado debajo de un árbol hasta que algo le produce un dolor en el estómago que lo desequilibra. Como el león rechaza ese dolor y sabe por instinto que se alivia rápidamente comiento carne, sale a cazar (dinamismo que interrumpe la siesta), consigue su alimento predilecto, lo come, queda saciado, se alivia el dolor de estómago (hambre), recupera el equilibrio y vuelve a dormir la siesta.

Por lo tanto, todo lo que sea equilibrio es paz, tranquilidad, confort y siesta, mientras que todo lo que sea desequilibrio es actitud conquistadora, ansiedad, incomodidad, trabajo.

No son muchas las similitudes que tenemos los humanos con los leones, salvo que somos mamíferos y que ambos vivimos en algún tipo de selva (el capitalismo es una especie de selva).

Entonces, aquellas personas que buscan la manera de conservarse permanentemente en estado de equilibrio, lo que están buscando en realidad es un estado de paz, de tranquilidad, de confort y de siesta, y lo que están rehusando en realidad es la actitud conquistadora, la ansiedad, la incomodidad y el trabajo.

Si me dejan elegir, yo prefiero decir que practico yoga y no que rechazo el trabajo.

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jueves, 12 de febrero de 2009

Razonemos al revés

Aunque a nadie se le ocurriría planchar una camisa primero y lavarla después, hacemos algo parecido y no nos damos cuenta.

Lo planteo en uno de los ejemplos más trágicos a los que nos vemos enfrentados todos y que algunas personas resuelven al estilo de quien plancha primero y lava después.

El más grave de nuestros inconvenientes es la muerte.

La forma de razonamiento al revés que planteo al principio consiste en decir: «No quiero la muerte, por lo tanto debo encontrar alguna forma de pensar que me permita concluir en que no existe o que es superable.»

A partir de esa conclusión (la muerte no existe), me fabrico una creencia razonable que me haga concluir que «bueno, está bien, quizá algún día moriré, pero me reencarnaré en otra persona para estar mejor que ahora».

Este ejemplo es uno de los más frecuentes pero no produce consecuencias lamentables. El inconveniente aparece cuando validamos esta forma de pensar para situaciones más concretas y «razonamos» diciendo, por ejemplo: «Si fulano pudo comprarse un auto, ¿por qué no podré yo?» o «No aguanto más a mi jefe, como conseguí este trabajo, ya conseguiré otro, ¡renuncio!» o «No tengo preservativos, pero por una vez ¡qué nos puede pasar!».

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miércoles, 11 de febrero de 2009

Amor cotizable

En diciembre publiqué un artículo titulado Una sociedad no es la suma de ciudadanos donde, entre otras cosas comentaba que si los laboratorios farmacéuticos tuvieran la chance de vender su producción para atender las enfermedades de la sociedad, habría menos enfermos individuales.

Cuanto más estudio en libros y personas el sufrimiento humano, más me convenzo de que el amor es un sentimiento que contrarresta eficazmente al dolor y a las enfermedades.

Los que me conocen saben que estoy decididamente en contra de todo lo que se parezca a magia, supersticiones y religiones. El amor es un sentimiento que algunos grupos ideológicos tratan de monopolizarlo, pero en realidad amar amamos todos. Es algo que nos surge espontáneamente y que sólo puede asociarse a una buena calidad de vida (a pesar de que en algunas patologías mentales parece optimizarse con el autocastigo).

Acá nuevamente tenemos el mismo inconveniente planteado en el artículo referenciado. Vivimos en colectividades organizadas según criterios capitalistas y aunque tengamos la mejor solución del mundo, si no puede comercializarse, no puede aprovecharse.

Obviamente que no estoy considerando a la prostitución como una forma de «amor comercializado» porque, si bien los trabajadores sexuales cumplen una tarea muy importante, no venden amor sino que venden una actuación.

En suma: lo que parece ser la mejor medicina preventiva y curativa del dolor y las enfermedades, no puede aprovecharse porque aún no encontramos la manera de hacerla compatible con el capitalismo.

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martes, 10 de febrero de 2009

Cimientos desechables

Hace 12 años mandamos hacer una cabaña que nos tenía enamorados a mi compañera y a mí porque cumplía todos nuestros sueños.

Ubicada a metros del Océano Atlántico, es muy rústica y sencilla. Por ejemplo, el techo es de una fibra vegetal que crece en la zona, ideal por sus cualidades térmicas y sobre todo por cómo amplifica el sonido de la lluvia.

Algunos inconvenientes con esta vivienda nos llevó a consultar con una arquitecta sobre un posible reciclaje. Ese techo requiere un continuo tratamiento contra plagas y sobre todo para disminuir al máximo su capacidad combustible. Por este mismo motivo, el seguro contra incendio tiene una tasa muy elevada. Por su misma precariedad, es casi imposible protegerla contra robos.

El diagnóstico profesional fue desalentador. El techo no se puede sustituir por uno mejor porque éste es más pesado y no sería sustentado ni por las paredes ni por los cimientos. La única solución es desarmarla y construir una casa nueva desde cero.

Esto nos hizo recordar otras vivencias parecidas porque tienen en común el haber construido ideas, creencias, mitos y convicciones basados en la omnipotencia que sentíamos cuando aún no habíamos tenido suficiente contacto con la realidad.

En términos más económicos, cuando hay que volver a empezar de cero se produce un cierto retroceso (pérdidas) que pueden evitarlo aquellos jóvenes menos afectados por el idealismo.

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lunes, 9 de febrero de 2009

Más cambios permanentes

En el artículo de ayer titulado Cambiar para seguir igual, comentaba que el instinto de conservación nos obliga por un lado a tener una actitud «conservadora» (de nuestra existencia) y que por otro lado, las circunstancias normales de la vida nos obligan a cambiar.

Socialmente suelen criticarse algunos cambios que tenemos que hacer. Esta idea me la inspiró un comentarista radial que criticaba despiadadamente a alguien diciendo que esa persona «se va con el sol que más calienta» (en algunos países también le dicen «cambiar de chaqueta»).

El caso concreto se refería a un conocido personaje que ahora adhería a la causa de otro político distinto al que apoyaba antes.

Confieso que a mi también me gusta que los demás estén siempre en el mismo lugar, que no cambien de ideas, de posición, de discurso. Me dan tranquilidad cuando tienen una trayectoria inmutable y me irritan los que hoy están a favor de uno y mañana está a favor de otro diferente.

Sin embargo, debo reconocer que mi aspiración de que nada ni nadie cambien no es razonable. Todos tenemos que aceptar los cambios para poder seguir viviendo. Lo que probablemente esté mal es arriesgar la vida por una idea o una causa que quizá esté equivocada, sea mejorable o inoportuna.

En suma: Parece conveniente cambiar la resistencia a los cambios.

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domingo, 8 de febrero de 2009

Cambiar para seguir igual

Retomo mi propuesta de que las únicas obligaciones que la naturaleza nos impone a los seres humanos son — al igual que en el resto de las especies —, conservarnos vivos el mayor tiempo posible y reproducirnos.

Por lo tanto los dos instintos que predominan en nuestras existencias son el de conservación y el de reproducción (sexual). El resto de nuestras preocupaciones no hacen más que remitirse directa o indirectamente a estos dos únicos objetivos vitales.

La búsqueda de nuestros recursos materiales para atender estas dos exigencias principales hace que a veces tengamos que movernos, cambiar de actitud, de mercado, de país, de amistades, de clientes, de proveedores y sobre todo tengamos que cambiar nuestra forma de ser.

Observe que el conflicto acá es inevitable porque el instinto de conservación por un lado nos obliga a conservarnos, pero resulta que este mismo instinto, enfrentado a ciertas circunstancias, nos obliga a cambiar (que es una forma de no conservarnos como éramos).

Cuando sabemos que nos enfrentamos a un conflicto previsto por la naturaleza, éste puede vivirse con menor desgaste emocional porque el conocimiento siempre disminuye el dramatismo.

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sábado, 7 de febrero de 2009

Euro S.A.

Al observar un billete de banco cualquiera (dinero de papel), veremos que está lleno de datos identificatorios: País, institución emisora, número, serie, varias firmas. Sin embargo, se dice que «el dinero no tiene marcas».

Si usted encuentra un billete en la calle, seguramente nadie podría reclamarlo excepto en el improbable caso de que el propietario hubiera conservado los datos identificatorios mencionados recién.

Por lo tanto ese papel que tiene el poder de ser canjeable por infinitas mercancías y servicios, es un objeto anónimo.

Cuando realizamos algún acto generoso, estamos dispuestos a darnos a conocer, o al menos, no corremos ningún peligro si al hacer una donación informamos nuestra identificación.

Por el contrario, cuando realizamos algún acto perjudicial, nos cuidamos muy bien de hacerlo bajo el más estricto anonimato.

Por lo tanto: el anonimato es legítimamente asociado con lo condenable.

De esta particular deducción, podemos pensar que algunas personas quieran tomar distancia inconcientemente del dinero porque, como «no tiene marcas», es anónimo y por tanto condenable.

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viernes, 6 de febrero de 2009

Amor incondicional y gratuito

El artículo de anteayer titulado ¿Cuánto me cobras? generó unos comentarios que me llevaron a una idea complementaria, que paso a contarles:

En el fondo de nuestro corazón desearíamos ser queridos por lo que somos y no por lo que tenemos. Parece que el primero (también llamado «amor incondicional») es el más elevado, sublime, puro. En contraposición a éste, el amor que inspiramos por lo que tenemos parece vil, interesado, sórdido.

También en el fondo de nuestro corazón desearíamos que todos nos amaran por lo que somos y no solamente nuestros familiares más allegados (mamá, papá, algún hermano). Anhelamos que nuestra novia-compañera-esposa nos ame así. Como ella quizá quiera lo mismo de nosotros, es muy probable que ambos simulemos amarnos desinteresadamente.

Digo «simulemos» porque la vida terrenal tiene algunas exigencias que sabotean estas aspiraciones. Para conseguir lo necesario para vivir es preciso capacitarse, vincularse, cumplir horarios, satisfacer exigencias de gente desconocida y todo esto implica dejar de ser como somos para transformarnos en lo que nuestros patrones o clientes quieren que nosotros tengamos.

A partir de esta situación, seremos queridos gratuitamente por quienes nos aceptan como somos pero sólo recibiremos una remuneración de quienes nos quieran por lo que tenemos (una profesión, una destreza, una trayectoria, prestigio, confiabilidad).

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jueves, 5 de febrero de 2009

El dinero excitante

No es muy fructífero comprender la conducta humana abusando de nuestra racionalidad. Las personas intentamos ser coherentes y previsibles pero no tenemos mucho éxito. Finalmente hacemos cosas fuera de toda lógica y del sentido común. Somos así a pesar nuestro.

Los varones (mucho más que las mujeres) nos sentimos atraídos fuertemente por ciertas zonas corporales de ellas (piernas, glúteos, senos) y también por ciertos objetos que ellas usan (zapatos, lencería, perfume).

Unos pocos se conforman con eso y ahí empieza y termina su actividad sexual, pero lo normal es que esos detalles (piernas, perfume) sólo sean generadores de una excitación que luego termina en una relación sexual completa.

Esas partes u objetos predilectos suelen llamarse fetiches y a quien los utiliza como fuente de excitación, fetichista.

En una distorsión que se enmarca dentro de lo que decía al principio (que somos bastante ilógicos), es probable que para algunas personas (mayoritariamente hombres como dije) el dinero sea un fetiche, un objeto que, si bien no es asociable a la mujer directamente, sí es un objeto que provee placeres, satisfacción e indirectamente también, experiencias sexuales.

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miércoles, 4 de febrero de 2009

¿Cuánto me cobras?

Sépanlo, no siempre estoy de acuerdo con lo que escribo y pienso. Muchas veces me siento mal, incómodo, contrariado. Ésta es una de esas veces.

¡Fíjense que problema! Llegué a la conclusión de que la prostitución posee aspectos positivos.

Brevemente contada la historia es ésta:

Si mi esposa me quiere por lo que soy, no existo, porque para que ella tenga ese sentimiento debe considerarme una parte suya (un brazo, una pierna).

Si mi esposa me quiere por lo que tengo, existo, porque ella no me considera una parte suya. Soy alguien que está fuera de su control y que tiene autonomía.

Estas conclusiones parten de la premisa de que es seguro que todos nos amamos a nosotros mismos porque el instinto de conservación así lo impone. Nos cuidamos, nos mimamos, nos protegemos, nos complacemos.

O sea: Si aceptamos que el instinto de conservación es el más poderoso e incontrolable, tenemos que reconocer que el amor a nosotros mismo es el sentimiento más fuerte, permanente y determinante de nuestra personalidad.

Cuando amamos a alguien por lo que es, entonces lo estamos confundiendo con una parte nuestra. Cuando amamos a alguien por lo que tiene (dinero, coraje, fuerza, ternura, sabiduría), lo estamos amando porque viene a complementar en nosotros algo que nos falta y lo reconocemos como externo a nosotros, alguien que tenemos que conquistar, seducir, es decir: pagarle de alguna forma. De ahí que la prostitución sea algo más aceptable de lo que parece.

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martes, 3 de febrero de 2009

La guerra y la paz

A medida que vamos creciendo, tomamos opciones según lo que sentimos como más agradable.

Cuando somos niños, preferimos ir a un colegio con un gran parque de juegos y también preferimos evitar que mamá nos grite porque hicimos algo que ella no acepta.

En base a estas definiciones ajustadas a lo que deseamos tomar porque nos gusta como lo que deseamos evitar porque no nos gusta, se van definiendo nuestras predilecciones, vocación y estilo de vida.

Finalmente, cuando optamos especializarnos en arquitectura, por ejemplo, lo haremos porque paulatinamente los estímulos simpáticos y antipáticos que fuimos conociendo, construyeron sutilmente el camino de nuestra vocación.

Cuando a los 30 años nos vemos rodeados de planos, mesas inclinadas, materiales de construcción, obreros o inversionistas, sabremos que nuestro bienestar dependerá de cuán ajustada a nuestras simpatías y antipatías esté tal estilo de vida laboral.

Uno factor decisivo para determinar cuál será nuestro nivel de ingresos, tendrá que ver con la antipatía o simpatía que tengamos hacia el estrés. Si las tensiones nos atraen, nos divierten, nos estimulan, nos dan placer, es altamente probable que lleguemos a un escenario donde haya riqueza material.

Por el contrario, el apego a la tranquilidad, el romanticismo, la espiritualidad, la paz, el sosiego, es altamente probable que nos lleve a un escenario donde haya pobreza material.

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lunes, 2 de febrero de 2009

«No gracias, soy casado/a»

Varias personas me han comentado que rechazan dinero impulsadas por un sentimiento difícil de describir.

Por ejemplo, alguien tiene que cumplir una tarea encargada por otra, ésta le ofrece el pago de un viático que cubra los gastos inherentes al encargo, entonces aparece ese extraño deseo de no recibir el viático.

Podría parecerse al orgullo, en cuyo caso el diálogo interior diría: «No necesito que usted me ayude con su dinero. Puedo arreglármelas solo/a».

Podría parecerse a un acto de fe, en cuyo caso el diálogo interior diría: «Yo pagaré con el dinero que tengo lo que necesite y después vemos si le pido que me lo reintegre o no».

Podría parecerse a un delirio de grandeza, en cuyo caso el diálogo interior diría: «Yo pertenezco a un nivel muy superior al suyo y por eso lo que usted pueda ofrecerme siempre me parecerá una insignificancia en comparación con lo que otros me dan desinteresadamente».

El título reclama una explicación: A todos nos halaga ser solicitados por otra persona. Muchas veces no importa mucho cuán importante sea quien nos demuestra su interés por intimar con nosotros sino que sólo nos interesa haber despertado ese tipo de actitud.

Para muchas personas la felicidad es completa cuando pueden «despreciar» —con la mayor delicadeza posible— ese interés, alegando que ya están dando satisfacción a una oferta muy superior.

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domingo, 1 de febrero de 2009

Conozca a su oponente

Los seres humanos somos psíquicamente bastante complicados y esto explica por qué habemos tantas personas dedicadas día a noche a entendernos con resultados escasos.

Una de esa complicaciones se llama «trastorno narcisista de la personalidad».

Algunos adultos se aman demasiado, se ofenden con mucha facilidad y cuando se frustran se ponen furiosos y se deprimen.

Como en ellos predomina la búsqueda de grandiosidad y de éxito arrollador (para contrarrestar una autoestima muy dañada) pero se vinculan con muchas dificultades, pueden ser personas que busquen sus ingresos en el mundo empresarial con personal a su cargo.

Trabajar para personas así no es fácil pero su propia patología los obliga a no tener fracasos, convirtiéndolos en empresarios que ofrezcan oportunidades laborales aceptables.

Si usted trabaja para una persona así, puede servirle profundizar este tema, para que los beneficios que usted pueda obtener sean más duraderos y al menor costo emocional posible.

Es una regla básica en los ámbitos competitivos el conocer minuciosamente a quien defiende con pasión y legitimidad intereses opuestos a los míos.

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