martes, 30 de junio de 2009

El arte de vender

En un artículo reciente titulado La pasión de Pedro agregué una historia en la que Juan —habilidoso vendedor— tenía grandes ganancias comercializando mercancía fabricada por otras personas que lograban pequeñas ganancias.

Habitualmente se dice que «los intermediarios siempre se llevan la parte del león».

Carlos Marx (sociólogo, economista, historiador, filósofo alemán que vivió entre los años 1818 y 1883) desarrolló un concepto ya existente llamado plusvalía.

Plusvalía es la diferencia que hay entre lo que vale el trabajo y lo que se paga realmente por él.

En el caso del artículo mencionado, Juan (el vendedor) les paga a los fabricantes de esponjas de alambre una cantidad de dinero muy inferior a la que él cobra cuando las vende.

Marx y sus seguidores condenan la apropiación de esta diferencia y la catalogan de explotación. En el caso del ejemplo, un marxista diría que Juan es un explotador de sus proveedores.

Y acá aparecen una cantidad de interrogantes ¿Por qué los proveedores entregan su trabajo a tan bajo precio? ¿Cuánto vale realmente la habilidad de Juan para encontrar clientes y concretar ventas? ¿Existen trabajos que valen más que otros?

En los hechos, muchos pobres ganan poco dinero porque algo les impide ganar lo suficiente.

Los sociólogos, economistas y filósofos estudian las causas sociales de esa insuficiencia en los ingresos. En este blog —y usando la teoría psicoanalítica—busco causas personales que puedan ser generadoras de lo que llamo pobreza patológica.

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lunes, 29 de junio de 2009

¿Qué es la Pobreza Patológica?

Todos poseemos una cierta capacidad para ganar el dinero necesario para satisfacer nuestras necesidades y deseos comprando los bienes y servicios que nos hagan falta.

La naturaleza nos entregó un cuerpo de cierta fortaleza, capaz de cierto rendimiento, con una cierta resistencia a la fatiga, una psiquis con una cierta imaginación y resistencia a las frustraciones.

Existimos personas fuertes, débiles y muy débiles. El dinero que ganaremos conservará una cierta relación con estas particularidades propias.

Estas características se modifican particalmente (en forma positiva o negativa) por la educación y de alguna manera también por la suerte.

La pobreza patológica surge cuando el resultado de la gestión económica de un individuo es peor al que le corresponde dadas sus dotes naturales, educación y suerte.

Ejemplo 1: Alguien puede ser fuerte, imaginativo y vivir en un país donde la riqueza cuenta con la aprobación social, pero el gobierno tiene que ayudarlo porque su ferrea convicción de que es indigno colaborar con otros a cambio de un salario le impiden acceder al dinero que necesita.

Ejemplo 2: Alguien puede ser un poco débil, contar con gran imaginación y vivir en una sociedad donde solamente se ayuda a los minusválidos totales y sin embargo tener buenos ingresos porque se las ingenia para administrar las pocas horas de vitalidad que tiene diariamente para ganar dinero sin salir de su casa.

En el ejemplo 1 tenemos a una persona afectada por la pobreza patológica y en el segundo no.

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domingo, 28 de junio de 2009

El espíritu y el dinero son inmateriales

El dinero fue creado hace más de dos mil años, pero no todos entendieron cómo funciona.

Hay personas que tienen dificultades en comprender el valor de los billetes y cómo es que esos «papelitos» pueden tener valor suficiente como para ser canjeados por cosas realmente útiles como son los alimentos, la vestimenta y otros bienes y servicios.

De todos modos cada vez son menos los que prescinden de él, pero surgió otro fenómeno que nuevamente creó una legión de rezagados.

Las tarjetas de crédito y de débito («dinero plástico») son instrumentos que vienen a suplir al dinero pero cuyo uso no es comprendido por muchas personas o es comprendido por otras pero no saben usarlas.

Una tarjeta de crédito permite a su dueño hacer compras que luego deberá pagar al emisor de esa tarjeta (generalmente, un banco).

Una tarjeta de débito permite a su dueño hacer compras gastando el dinero que previamente cargó en ella.

Hasta donde he podido observar, la dificultad en el uso de estos instrumentos de pago consiste fundamentalmente en que las cifras no están representadas por elementos físicos como son los billetes y las monedas. Solamente son números cuya acumulación debe ser contabilizada por cada uno, lo cual es una destreza que no tenemos desarrollada la mayoría de las personas.

Lo «temible» de estos medios de pago (las tarjetas de crédito o débito) es perder el control del dinero disponible y caer en la insolvencia padeciendo los onerosos recargos que los emisores cobran por los incumplimientos en los pagos.

En suma: nuevamente se dan las condiciones (invención del dinero plástico) para que una cantidad de gente tenga dificultades intelectuales para comprar o vender bienes y servicios.

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sábado, 27 de junio de 2009

La pasión de Pedro

Pedro es habilidoso con las manos pero más habilidoso vendiendo. Cuando se enamoró de María, hicieron planes para vivir juntos. Entusiasmado, se puso a pensar cómo ganar dinero para concretar ese proyecto.

Conoció a Luis que se dedicaba a la fabricación manual de esponjas de alambre y se ofreció para venderlas.

En poco tiempo Luis no pudo fabricar todas las esponjas que Pedro vendía y éste recurrió a otro fabricante. Las cosas anduvieron tan bien que tuvo que seguir incorporando más fabricantes de esponjas.

Pedro y María se casaron, la fiesta fue muy sencilla, la luna de miel sólo duró un par de días porque él estaba muy interesado en volver al trabajo.

Nadie sabía que lo que Pedro compraba a $ 1.- lo vendía en $ 4.- Esta enorme diferencia le permitió comprar máquinas para que sus proveedores pudieran entregarle más esponjas por el mismo precio.

Desde que incorporó las máquinas, cada esponja pasó a costarle la mitad pero las seguía vendiendo a $ 4.- Las ganancias de Pedro crecían y crecían, mientras que los fabricantes seguían conformes ganando lo mismo.

Si alguien hubiera enterado a los fabricantes de cuán grandes eran las ganancias de Pedro, aquel estado de conformidad se habría transformado rápidamente en furia. Quizá esa furia los hubiera llevado a no venderle más esponjas a Pedro, aunque esto les significara quedarse sin ingresos.

El cerebro humano es tan deficiente que no es capaz de entenderse a sí mismo.

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viernes, 26 de junio de 2009

La exaltación vendedora

Aun cuando gocemos de buena salud estaremos de acuerdo en que no hay nada más importante que estar sanos.

La buena salud es uno de los ingredientes imprescindibles de la felicidad.

La felicidad es un estado que todos deseamos porque es el más agradable y sobre todo porque es bastante escaso, poco frecuente, fugaz.

Es probable que entre dos estados de felicidad exista un período de esperanza, o, dicho de otra forma: la esperanza es el sentimiento presente cuando no somos felices.

Quizá esté simplificando el asunto de forma extrema pero procuro ser claro (para complicarlo siempre hay tiempo).

Otro ingrediente infaltable en la tan buscada felicidad es tener las necesidades y los deseos satisfechos.

Concluyo en que para ganarnos la vida es muy probable que una mayoría apliquemos la misma fórmula aunque de infinitas formas distintas: vendemos la esperanza de llegar a la felicidad.

Una primera ganancia que tiene (¿tenemos?) la aplicación de esta fórmula es la de creernos que —al presentarnos ante nuestros clientes como proveedores de «esperanza» y «felicidad»—, nosotros las poseemos en exceso y por eso podemos vender una parte de la «esperanza» y «felicidad» que nos sobra.

Esta creencia hace que los vendedores en general sean personas provistas de un estado de ánimo optimista, en algunos casos también exaltado, quizá maníaco y por que no, delirante.

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jueves, 25 de junio de 2009

Un costoso seguro de vida

El temor a la muerte se asocia al desconocimiento científico sobre qué es el pensamiento para permitir la creación de una creencia con la que es posible suponer que, si bien existe la muerte, esta no es ni total ni definitiva.

No es total porque esa falta de conocimiento nos permite suponer que tenemos una parte no material (alma, espíritu) que no muere.

No es definitiva porque esa parte inmaterial continúa una existencia con otras características diferentes a las que conocemos mientras estamos «atados» a un cuerpo.

Un seguro de vida es algo que pagamos periódicamente para que cuando nos llegue la muerte, alguien reciba una cierta cantidad de dinero.

Por lo tanto existe en nuestra mente la posibilidad de pensar que pagando una cierta cantidad de dinero, obtenemos una prolongación de los actos de nuestra vida: alguien disfrutará gracias a nuestra contribución económica.

Ahora junto las dos ideas y concluyo que algunas personas pueden pensar que si durante la vida material «pagan» una cierta suma (a veces tan alta que los empobrece), estarán «ganándose» una confortable vida eterna.

¿Cómo «pagan»? El pago se realiza cumpliendo con las exigencias de quien determinará esa «confortable vida eterna»: Dios. En general ese pago consiste en rendirle homenaje, amarlo más a Él que a sí mismo, respetarlo, sacrificarse, entregar lo mejor de sí para homenajearlo, «ahorrar» placeres terrenales.

Si las personas que piensan así cambiaran su parecer y aceptaran que la muerte es total y definitiva, dejarían de «pagar» ese «seguro de vida espiritual eterna y confortable», con lo cual tendrían una vida terrenal más confortable y, sobre todo, contribuyendo al bienestar de los demás, porque no olvidemos que el único inconveniente de la pobres patológicos es el perjuicio que le provocan a la sociedad (por lo que no contribuyen y/o por lo que tenemos que donarles).

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miércoles, 24 de junio de 2009

La filosofía rentable

Para muchas personas hay expresiones que les resultan negativas, pecaminosas, censurables, condenables.

Como «no hay efecto sin causa», seguramente el sentimiento que inspiran esas expresiones tiene algún origen, alguna justificación, alguna causa.

De mi experiencia personal extraigo que aún tiene gran influencia el hecho de que Jesús haya expulsado a los mercaderes del templo. En una representación creada por El Greco (imagen), se lo ve muy agresivo provocando una estampida de personas que parecen asustadas.

La palabra «mercader» evoca un personaje ruin, egoísta, extraviado en placeres menores, quizá demasiado cerca de la condición animal.

Por una causa similar, cualquier actitud «mercantil» sugiere la condición de interesado, vil, usurero, miserable, tacaño.

Finalmente, quien tenga «afán de lucro» seguramente es alguien aprovechador, peligroso, utilitario, materialistas, inescrupuloso.

La filosofía es considerada habitualmente una asignatura aburrida que hay que estudiar por obligación, pero que no tiene ninguna utilidad.

Todas estas creencias presentes en una misma persona producen el siguiente efecto:

Cuando no se han desarrollado las destrezas intelectuales que aporta la filosofía, quedan sin descubrir que las dificultades para ganar dinero y para administrarlo inteligentemente están causadas por el rechazo ideológico hacia la actitud «mercantil» y el «afán de lucro».

Estas personas están orgullosas de ser malos negociantes. Lo pregonan, se ufanan de no saber vender, de ganar poco dinero, de ser explotados.

Convencidas de que todo lo que se parezca a un «mercader» es merecedor de ser expulsado por Jesús, hacen meticulosamente todo lo contrario.

La aburridora filosofía nos enseña a tener capacidad crítica, que en este caso se manifestaría preguntándonos si las creencias, prejuicios y definiciones con las que actuamos, son correctas, verdaderas, justas y están actualizadas.

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martes, 23 de junio de 2009

El bosque en mi mano

Encontré una semilla color marrón, un poco más grande que la cabeza de un alfiler.

Supuse que si entraba en contacto con ciertos elementos, podría germinar, crecer y multiplicarse hasta convertirse en una gran extensión de vegetales que se perderían detrás del horizonte.

Ahí concurrirían muchas especies a alimentarse, a protegerse de la lluvia, del calor, a esconderse de sus depredadores.

Todo eso estaba en mi mano y podía transformarse en algo muy diferente si entraba en contacto con la tierra de la cual tomara nutrientes y le diera un soporte para afincar las raíces. También esa semilla necesitaba tiempo para lograr todos esos increíbles cambios.

Ciertas ideas se parecen a una semilla porque contienen los elementos necesarios para que, al entrar en contacto con los recursos adecuados y contando con el tiempo suficiente, puedan transformarse en algo muy diferente, capaz de satisfacer las necesidades de muchas personas.

Las ideas suelen necesitar dinero en lugar de tierra y el trabajo de personas que realicen las transformaciones que en la naturaleza sucede de forma automática (la multiplicación de las células en un cierto orden).

Aquellas semillas que no logran germinar o que no logran terminar el desarrollo completo, simplemente se pierden y nadie se preocupa por eso. Cuando nuestros proyectos fracasan, los humanos convertimos en un drama algo que en la naturaleza pasa desapercibido.

El dramatizar nuestros fracasos hace que estos sean subjetivamente mucho más graves y traumatizantes. Nuestra psiquis (por su manera de funcionar), agranda los fracasos y minimiza los éxitos. Este funcionamiento mental nos perjudica pero si lo tenemos en cuenta podemos disminuir el daño.

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lunes, 22 de junio de 2009

La comida es amor

En el artículo titulado Alcancía ultra-light comento que la antigua tradición de inculcar el ahorro a los niños estimulándolos a guardar monedas en una alcancía con forma de chanchito, puede haber caido en desuso porque la moda indica que la obesidad (en este caso, del chanchito) es considerada antiestética y perjudicial para la salud.

Algunos autores piensan que aquella tradición tuvo un origen que también puede ser interesante recordar.

La creencia en dioses responsables de todo lo bueno y lo malo que nos sucede existió en todas las épocas y culturas.

En casi todos los pueblos se ha tratado de recibir su ayuda mediante el sacrificio. En principio ofrendándole la vida de alguien de la comunidad y más recientemente, el sacrificio de algún animal.

Esos autores opinan que la costumbre evoca la tradición de engordar un cerdo para sacrificarlo en honor a los dioses y luego comerlo para estrechar los vínculos entre los participantes del rito.

El estrechamiento de los vínculos mejoraba: a) el clima laboral; b) la productividad y c) la cantidad de recursos (aunque en realidad se consideraba la ayuda del dios).

Conclusión

Nuestra mente parece asociar las siguientes ideas:

1) Para satisfacer las necesidades hace falta un sacrificio. Esto nos permite explicar por qué muchas personas piensan que el trabajo debe ser un sacrificio y lo padezcan como tal.

2) Aún cuando nos ganemos el sustento mediante nuestro esfuerzo, es probable que le terminemos agradeciendo el salario a algún ente abstracto (Dios, suerte, destino). Si fuera así, nuestros ingresos no dependerían de nuestro esfuerzo sino de la simpatía que sienta ese dios por nosotros. Más aún: Es mejor ser simpático y no eficiente.

3) Pese al individualismo característico de sistema capitalista, seguimos disfrutando de compartir nuestro alimento. Entre quienes se practica esta costumbre social se perfeccionan los vínculos que las unen y si comparten alguna tarea es casi seguro que mejoren la productividad.

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domingo, 21 de junio de 2009

Al 13 lo quiero fuera de mi vida

Las fobias son padecimientos que todos tenemos en mayor o menor grado. Si alguien puede acariciar una tarántula, probablemente venda esa destreza a un canal de televisión. Con las víboras pasa algo semejante.

Algunas fobias son más personales aunque muy generalizadas: viajar en avión o hablar en público son bien conocidas por todos.

Algunas personas se desmayan si ven sangre y es clásico el horror que generan los ratones.

Estas dificultades suelen no ser tratadas clínicamente porque producen inhibiciones tolerables.

Generalmente llegan al consultorio otras fobias que realmente molestan: la claustrofobia impide estar en un ambiente cerrado (ascensor, cine, consultorio); la xenofobia se manifiesta con un odio hacia los extranjeros que puede terminar en preocupantes hechos sociales, políticos, legales; una entomofobia puede provocar una crisis de pánico ante la proximidad de cualquier insecto.

Describí entonces fobias tan raras que no molestan; fobias populares que se desestiman porque parecen normales; fobias consideradas patológicas y que justifican ser curadas y dejo para el final una cuarta categoría que es una fobia muy popular pero que a pesar de parecer normal merecería ser tratada.

Me refiero a la fobia al fracaso. ¿Cuántas cosas no hacemos, cuántas oportunidades nos perdemos, cuánta calidad de vida nos hace perder?

Este padecimiento es permanente, no recibe atención terapéutica, nos perjudica.

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sábado, 20 de junio de 2009

El rechazo original del ser humano

Nos llama la atención que nos cuesta hacer ciertas cosas que parecen fáciles.

Por ejemplo, ¿por qué me cuesta tanto invitar a tomar un café a mi compañera de trabajo?

Si quiero invitarla es porque ella tiene algo que yo necesito, no sé si ella querrá dármelo, quizá quiera dármelo pero sólo a cambio de algo, en este caso no sé si ese algo yo lo tendré y lo que es peor aún, ¿cómo me sentiré si ella rechaza mi invitación y además se burla de mí?

Al consultarlo con un amigo de confianza seguramente él me alentará diciéndome: «Lo peor que te puede pasar es que te diga que no», con lo cual se supone que todo es más sencillo de lo que yo puedo ver.

Pero en este caso, mi amigo se equivoca.

Mi inhibición surge porque el inconsciente (encargado de nuestras inhibiciones) me recuerda que alguna vez quise casarme con mi mamá, ella me rechazó, me hirió en el amor propio, más tarde reconocí que fue un vergonzoso intento de transgredir la prohibición del incesto y que nunca más haría una cosa parecida (como es invitar a esta compañera de trabajo a tomar un café ahora que volví a enamorarme como me enamoré de mi mamá).

Y lo mismo vale para pedir un empleo, para hablar en público, para reclamar que nos devuelvan lo que prestamos y todas esas pequeñas grandes cosas que empañan injustamente nuestra calidad de vida.


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viernes, 19 de junio de 2009

Alcancía ultra-light

Desde siempre supimos que el planeta a veces es abundante y otras es escaso. La economía de los países, que parece estar rigurosamente controlada por los humanos, igualmente tiene períodos de prosperidad y períodos de escasez.

Lo que hacemos ahora es más o menos lo mismo que hacíamos cuando aún no teníamos economistas: ahorrar.

Los adultos que lean esto seguramente conocieron el estímulo de nuestros padres a guardar monedas en una alcancía que tenía la forma de un chanchito.

Teniendo en cuenta la cantidad de cosas que pasan por nuestras cabezas y que nos influyen sin que ni siquiera tengamos conciencia de ellas, es oportuno comentarles una idea.

El cerdo es un animal que parece obeso, gordo, con mucha grasa, tejido adiposo. Alimentarlo con muchas monedas significa engordarlo, aumentarle el peso, el tejido graso, las reservas alimenticias.

La obesidad (el sobrepeso, la gordura) siempre estuvo asociada a la prosperidad y de esta manera la alcancía con forma de cerdo era un buen ejemplo para que los niños aprendieran la sana costumbre de ahorrar.

Ahora que nuestra cultura ha llegado a la conclusión de que el tejido graso es maligno, enfermante, peligroso, aquella idea de engordar la alcancía (ahorrar) puede estar siendo una mala práctica: lo bueno es ser delgado, sin tejido graso, sin reservas, sin ahorros, sin actitud previsora.

De esta manera, no pudiendo (por razones de salud) ser ahorrativos y previsores, somos consumidores del sistema financiero que al prestarnos dinero nos cobra intereses tan altos que convierte a la delgadez en una moda más cara de lo que parece.

Insisto: estas asociaciones entre cerdo-gordura-ahorro y moda de la delgadez-no ahorro, no son conscientes, no pensamos en ellas. Sólo actuamos guiados por un pensamiento influido por estos móviles inconscientes.

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jueves, 18 de junio de 2009

El diseño de los billetes

Las comparaciones son odiosas y por esos es que estamos haciéndolas casi a diario (otros viven mejor que yo; antes yo vivía más tranquilo; los del equipo contrario son peores que nosotros).

Como he mencionado en otros artículos (1), nuestra forma de percibir depende de los contrastes (negro sobre blanco, sonido sobre silencio, amoroso sobre odioso [y es por esto que hacemos comparaciones odiosas: para resaltar lo amoroso]).

Todo lo existente depende de que tenga su opuesto, cada creación es notoria porque ocupa un lugar (categoría, rol) que estaba vacío.

Cada objeto o servicio que satisface una demanda, se hace notorio porque extrañamos su ausencia.

También algo nos demuestra su existencia cuando está molestando y desearíamos que desapareciera.

El dinero tiene características que serían suficientes para que hubieran personas que lo desearan así como también otras que lo detestaran.

En cada billete o moneda aparecen figuras, imágenes, símbolos para inspirar en quienes los posean, respeto, orgullo, aceptación. Por estos contenidos, cada billete o moneda equivale a un mensaje.

Como cada cosa tiene su razón de ser cuando existe su contraria, forzosamente NO es unánime la valoración que infunden esas figuras, imágenes o símbolos. Precisamente, existen (y tienen que existir) personas que sienten todo lo contrario.

Por ejemplo, si en la moneda de un país se muestra la figura de un héroe nacional, seguramente habrán ciudadanos que cuestionan, critican y rechazan a ese personaje.

Pues bien, una de las tantas causas por las que un grupo de personas padece pobreza puede ser que rechazan íntimamente a ese personaje o símbolo que aparece en las monedas y billetes.

(1): Artículos vinculados Mejor no hablemos de dinero y Felizmente existen los feos

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miércoles, 17 de junio de 2009

El canto de las sirenas

Cuenta la leyenda, especialmente la más antigua que conocemos: La Odisea escrita por Homero—, que las sirenas eran personajes femeninos que seducían a los marinos que pasaban cerca de la isla que habitaban.

Los atraían para matarlos por medio de un canto de belleza irresistible.

Algunos sostiene que el sentido más vulnerable es el oído porque sobre los demás tenemos cierto control: podemos cerrar los ojos, taparnos la nariz, no llevarnos algo a la boca, no tocar, pero el sonido se nos impone aunque nos tapemos las orejas.

Seguramente Homero ya lo entendía así hace más de 2.800 años cuando nos cuenta las dificultades que tuvo su héroe (Ulises) para no ceder al encanto de las sirenas cantoras.

Toda esta introducción se vincula con el tema central de este blog porque la publicidad utiliza las música para encantar a los consumidores, para seducirlos con melodías y textos pegadizos que los hagan caer en la tentación de comprar eso que se publicita (lo necesite o no; lo desee o no).

La idea publicitaria se hace extensiva a la venta de candidatos presidenciales, de ideologías, de partidos políticos, de credos religiosos.

Puede ser interesante prestarle atención a los ingresos auditivos (lo que escuchamos) porque el emisor puede ser un heredero de aquellas malignas sirenas o simplemente alguien que solo quiere deleitarnos generosamente con su arte musical.

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martes, 16 de junio de 2009

El conocimiento sublime

Días pasados decía (Los hijos asalariados ) que cuando una pesona se desarrolla intelectualmente, puede matizar su instinto reproductivo (generación de individuos) con actividades productivas (conservación de individuos mediante la generación de empleos, el desempeño de ciencias humanas tales como política, medicina, etc.).

Probablemente el ser humano esté obligado a sublimar porque no es como el resto de las especies que parece no tener conciencia de la muerte. Una explosión demográfica entre los humanos es más grave que entre otras especies porque está en nosotros evitar todas las muertes posibles.

Existe otro motivo que nos obliga a sublimar. El instinto de poder descontrolado nos compele a la acumulación irracional de dinero. El fenómeno es tan grave para la distribución de la riqueza como el que provocan las personas que se abandonan a su deseo sexual reproductivo.

Si bien las políticas tributarias parecen la solución más razonable para contrarrestar los desequilibrios provocados por quienes acumulan fortunas improductivas, no deja de ser un factor patológico la concentración de riqueza en personas que no han podido sublimar su instinto de poder.

La forma de sublimar el instinto de poder puede consistir en que ese poder económico sea reemplazado por el poder del conocimiento. Quienes padecen ese afán de poder ignoran que no les servirá para lograr lo que desean, que es salvarse de lo que más temen: el dolor y la muerte.

Estas condiciones inevitables de nuestra existencia, sólo pueden enfrentarse con sabiduría y no con riqueza material. Por esto el conocimiento es una forma de sublimar el instinto de poder.

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lunes, 15 de junio de 2009

La pandilla productiva

Decimos que «la unión hace la fuerza».

A veces las personas nos agrupamos por tener intereses similares.

Cuando ese interés es económico, formamos empresas comerciales o industriales. Cuando es ideológico, formamos partidos políticos, sindicatos, entidades religiosas, sectas o sociedades secretas.

Cuando nos interesa reunirnos o jugar juntos, formamos clubes sociales y deportivos.

En todos estos casos el objetivo es satisfacer de mejor forma los intereses corporativos aprovechando que «la unión hace la fuerza».

Pero esa fuerza que nace de la acumulación de personas interesadas en un objetivo común, ¿es solamente un fenómeno de orden cuantitativo o también es cualitativo?

Sabemos que en estos casos, el todo es superior a la suma de las partes. O sea que si sumáramos la «fuerza» que aporta cada individuo, nos daría un resultado menor a la fuerza que tiene la corporación por ellos integrada.

La diferencia está en que esa corporación, por ser una persona jurídica (asociación) y no ser una persona física (individuo), «no tiene alma para condenar ni cuerpo para castigar».

Cada individuo hace algo más de lo que haría solo porque dentro de la corporación se siente menos responsable, menos enjuiciable, menos condenable, menos reprimido, corre menos riesgos. Integrar un equipo desinhibe, nos permite actuar con menos represión. Nuestra psiquis se libera dentro de un grupo.

Entonces podríamos decir que «la unión logra el desen-freno».

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domingo, 14 de junio de 2009

Su majestad Don Dinero

El psicoanálisis supone que existe una parte de la psiquis (el inconsciente) que nos influye pero que no sabemos cómo lo hace.

Si bien no sabemos cómo nos influye, tenemos algunas ideas que parecen ser bastante confiables porque los hechos se encargan de confirmarlas.

El instinto de conservación es un impulso que nos obliga a cuidarnos (y cuando nos abandona por enfermedad, podemos llegar a suicidarnos).

Es casi seguro que muchos contenidos inconscientes estén influidos por el instinto de conservación.

Un impulso muy visibles en los seres humanos es el deseo de poder. Si bien muchas personas parecen evitar toda acción de mando, sabemos que la aceptarían si esto no les significara compromisos, responsabilidades, preocupaciones, riesgos, esfuerzos desmedidos.

El afán de poder es un deseo que surge del instinto de conservación. Tenemos la creencia que pudiéndolo todo, evitaríamos el dolor y hasta la muerte.

Si bien esta fantasía es muy alocada, anida en el fondo de nuestro corazón (el inconsciente).

De todos modos, como el poder se asocia al dinero y si tenemos en cuenta lo que digo más arriba, es probable que algunas personas rechacen el dinero cuando en realidad lo que quieren es evitar el poder.

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sábado, 13 de junio de 2009

The Beatles escolares

En algún lugar confiable —aunque no recuerdo dónde—, leí que un político inglés estaba preocupado porque el sistema educativo británico no había detectado tempranamente la genialidad musical de quienes luego formaron el grupo musical más exitoso de todos los tiempos: The Beatles.

Eso me llevó a pensar varias cosas pero le comento las que sintonizan mejor con el perfil de este blog.

Una de esas asociaciones refiere a que los humanos solemos prestarle mayor atención a lo urgente en desmedro de lo importante.

En este caso, el sistema educativo inglés seguramente prioriza —como en todos los países— el cumplimiento de un cierto programa que debe estudiarse durante el año lectivo y dejó de lado lo importante, que en este caso sería detectar a tiempo el talento de cada niño para ayudarlo a convertirse en un ciudadano que se enriquezca en beneficio propio y del país.

Otra de las asociaciones refiere a que los humanos huímos espantados de cualquier semejanza con el resto de la fauna del planeta.

Me explico mejor:

En todos los países se trabaja con mucho cuidado el perfeccionamiento de los animales que integran la producción económica. Se hacen estudios de genética, se optimiza su alimentación, se cuida la reproducción.

Estos mismos cuidados hacia los animales se realizan con las personas pero eludiendo tomar conciencia del fin económico que se persigue.

Los estados y los gobernantes deberían aceptar que el cuidado de los seres humanos no tiene solamente un fin humanitario sino también económico y sería razonable que ningún humano reciba menos atención que la que reciben los animales económicamente valiosos.

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viernes, 12 de junio de 2009

Mediocridad planetaria

En el artículo publicado ayer (Tonto y re-tonto) le comento que venimos sufriendo un círculo vicioso desde Adán y Eva por el cual se nos estimula para ser mediocres.

Anteriormente había publicado otro artículo titulado Ni hombre ni mujer, sino todo lo contrario donde le comentaba que el establecimiento de categorías definidas es la base de toda discriminación (hombre-mujer, rico-pobre, heterosexual-homosexual, raza blanca-raza negra).

Le recomiendo que invierta veinte minutos de su tiempo en escuchar una humorística charla de Sir Ken ROBINSON (1) donde él expone su idea de que los sistemas educativos de todos los países están concebidos para anular nuestros talentos, para atrofiar nuestra creatividad y para ignorar nuestro cuerpo (excepto el cerebro).

Las categorías inteligente-tonto, obediente-revoltoso, amistoso-huraño, sano-enfermo, sirven para que nos entendamos fácilmente pero su efecto secundario indeseable es que provocan discriminaciones.

Si usted está desconforme con algo de su personalidad, no deje de preguntarse hasta qué punto no está padeciendo una discriminación. Puede suceder que alguien lo haya definido alguna vez con un adjetivo negativo que usted aceptó mansamente pero que le está quitando calidad de vida injustamente.

(1) - Charla de Sir Ken ROBINSON

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jueves, 11 de junio de 2009

Tonto y re-tonto

No le voy a comentar la película de Jim Carrey (Dumb & dumber) sino algo menos divertido.

Muchos estudiosos de la inteligencia sostienen la hipótesis de que somos capaces de mucho más de lo que parecemos.

Una buena comparación es la de una tierra desértica, donde nunca llueve hasta que por algún error de la naturaleza algunas nubes se descargan sobre ella y no se sabe cómo, aparecen una cantidad insospechada de plantas cuyas semillas habrían estado ahí durante años, en las peores condiciones, pero que con una mínima cantidad de agua, germinan.

Es probable que efectivamente estemos viviendo en condiciones sociales muy parecidas a esa sequía. La falta de estímulos no permite que germinen talentos que todos traemos.

Una posible explicación es la siguiente:

Imaginemos que Adán y Eva tienen varios hijos, sanos y fuertes. Los padres, que se molestan con los más rebeldes, le hacen demostraciones de amor a los más dóciles y se enojan con los inquietos.

Como los inquietos necesitan tanto amor como los dóciles terminarán convirtiéndose en dóciles.

Cuando a su vez sean padres, casi seguro que tendrán la misma intolerancia de Adán y Eva, domesticando a los rebeldes y alentando con amor a los mediocres.

... que es lo que seguimos padeciendo hoy porque estamos en un círculo vicioso.

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miércoles, 10 de junio de 2009

Hay mentiras con patas largas

La sabiduría popular enunció un proverbio que dice «la mentira tiene patas cortas».

Esta eficiente redacción nos lleva a pensar inmediatamente que con la mentira no se puede ir muy lejos. Es menos popular otra sentencia que dice «la justicia tiene brazos largos».

Me parece justificado que nos adoctrinen con estas creencias para que no hagamos abuso de la mentira. Si estuviera totalmente despenalizada no podríamos convivir porque la comunicación sería imposible.

Sin embargo todos sabemos en el fondo de nuestro corazón cuán útil puede resultar una mentira, cuántos inconvenientes pueden evitarse, qué insignificante pueden ser ciertos falseamiento de la verdad.

Existe una regla económica según la cual «las utilidades son proporcionales al riesgo» (o sea: cuanto más se arriesga más se gana ... o se pierde).

Si combinamos esta regla económica con el riesgo que implica mentir (ser descubiertos y condenados), podemos deducir que algunas personas mienten para ver incrementada su ganancia.

El proverbio «la mentira tiene patas cortas» es efectivo con la mayoría de las personas y con esto queda demostrada la utilidad que nos brinda, pero no podemos olvidarnos que la mentira es una recurso utilizable para mejorar las ganancias de quienes se animan a correr ese riesgo.

La sinceridad por miedo al riesgo no es sinceridad, es simplemente miedo.

Muchos pobres condenan a los ricos alegando que estos han hecho fortuna mintiendo. Con esa crítica están publicitando disimuladamente «¡Miren que honesto que soy!» cuando muchos de ellos deberían decir «¡Miren que cobarde que soy!».

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martes, 9 de junio de 2009

Dios proveerá

Si usted sigue la publicación diaria que hago sobre la pobreza patológica, ya estará familiarizado/a con la idea según la cual «algunas personas se ven perjudicadas por la doctrina cristiana» (aquellas que exageran el desprecio a los aspectos materiales de nuestra existencia).

Menos veces he mencionado que es normal nuestra tendencia a realizar el menor esfuerzo posible por lo que no me parece condenable la búsqueda de estrategias facilitadoras de nuestra supervivencia.

Insisto en que resulta fundamental que para poder ganarnos la vida sepamos de nosotros mismos como única forma de conocer a los demás. Es ofreciendo nuestro trabajo a quienes lo necesitan que logramos lo necesario para sustentarnos económicamente.

Dicho de otra forma: para saber qué ofrecer tenemos que saber qué necesidades tienen los demás y para poder conocer a los demás tenemos que conocernos. Es imposible conocer al otro sin conocernos.

Y vuelvo al comienzo: Uno de los ejes de la ideología cristiana es la Divina Providencia, según la cual Dios es con los humanos un buen padre de familia, con la salvedad nada menor de que Dios todo lo puede.

Según el psicoanálisis, esta creencia está provocada por la nostalgia que sentimos inconscientemente de nuestra maravillosa vida intrautrina.

Pero la Divina Providencia cuenta con otros dos referentes importantes: nuestros padres cuando se hacen cargo de nuestras necesidades materiales (y ahí si son buenos padres de familia pero en sentido literal) y algunos gobiernos paternalistas, populistas, asistencialistas, proteccionistas, cuando satisfacen con sus políticas a quienes no pueden, no saben o no quieren ganarse el sustento.

Los gobernantes que aplican estas políticas logran ser endiosados por quienes, además de beneficiarse, creen en la Divina Providencia.

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lunes, 8 de junio de 2009

Un maestro a favor y otro en contra

Los padres y maestros canalizan y estimulan el desarrollo de los niños y jóvenes para que logren el mejor desempeño social e individual.

No haré comentarios sobre las destrezas prácticas (hablar, caminar, control de esfínteres, vestirse, bañarse) sino sobre otras más sutiles como por ejemplo las capacidades de saber esperar, controlar la ansiedad, aceptar que alguien autorice o no la satisfacción de los impulsos.

Es normal que los pequeños ignoren al resto y que sólo presten atención a su deseo: si quieren algo, simplemente lo toman (aunque otro lo esté usando); si desean hablar, simplemente lo hacen (aunque interrumpan a otros); si se interesan por algo, le prestan atención (aunque alguien les esté hablando).

Sería muy bueno (para la sociedad y el individuo) poder desarrollar estas destrezas (saber esperar, poder trabajar en grupo, concentrar la atención), pero algo se opone tenazmente a que eso suceda.

El esfuerzo de padres y maestros está contrarrestado por los comerciantes que (con una actitud propia de un niño inmaduro), llaman nuestra atención con sus ofertas estridentes, vistosas, humorísticas, tentadoras pero además procurando lo que los expertos en comercialización llaman la «compra por impulso».

Esta poderosa corporación integrada por fabricantes-vendedores de millones de objetos y servicios, no quieren que el niño aprenda a esperar, a trabajar en equipo y a concentrarse. Hacen todo el esfuerzo posible para que ese niño y el futuro adulto seamos ansiosos, individualistas e impulsivos.

Cada uno de nosotros recibe ambas presiones (de los padres-maestros y de la publicidad) y nuestra formación es el resultado de ellas.

Si usted se da por enterado de este fenómeno podrá entender mejor porqué es como es, por qué gana lo que gana y por qué gasta lo que gasta.

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domingo, 7 de junio de 2009

Los hijos asalariados

Vamos a suponer por un momento que el desarrollo intelectual es algo que beneficia a nuestra especie.

No lo planteo como una certeza porque realmente no la tengo. Sólo sé que a mí me parece bueno hacerlo, pero reconozco que es un gusto personal compartido por muchos, pero no necesariamente debe ser el objetivo de todos.

El desarrollo intelectual incluye el acceso al pensamiento abstracto (entender ideas como libertad, amor, belleza) y contar con la función simbólica (sobre todo en el uso experto de por lo menos un idioma).

Como una consecuencia de ese desarrollo, el individuo puede hacer uso de la sublimación que consiste en que ciertos deseos pueden satisfacerse indirectamente.

El ejemplo más notorio refiere a la prohibición del incesto: quien puede sublimar se sentirá satisfecho uniéndose matrimonialmente a una persona ajena a su familia.

No todos los que respetan la prohibición del incesto lo hacen porque subliman. Muchos lo hacen por temor a la sanción legal y social.

Otro beneficio de sublimar es canalizar la sexualidad reproductiva sin necesidad de tener muchos hijos. Por ejemplo generando riqueza para ayudar a los niños en situación de pobreza, o con un emprendimiento que le dé trabajo a otros (como si sus empleados fueran hijos), o a realizar obras de arte, máquinas, soluciones de diferente orden (político, social, técnico).

En suma: con el desarrollo intelectual que permite sublimar es posible satisfacer el deseo sexual re-productivo mediante una actividad productiva. Por el contrario, quien no puede sublimar necesita tener muchos hijos que quizá no pueda mantener.

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sábado, 6 de junio de 2009

Libertad para los que no molesten

En el artículo publicado ayer con el título Lo que la naturaleza no da, nadie lo presta, continúo con el tema de que es probable que los ricos estén dotados genéticamente de ciertas particularidades intransferibles. Por eso el intento de copiar sus formas de ganar dinero no dan tanto resultado como se podría esperar (sobre todo en los libros de auto-ayuda).

La psiquis también funciona con cierta lógica aunque es algo diferente a los mecanismos orgánicos.

Por ejemplo, es por todos sabido que algunos alimentos están poco menos que prohibidos para ciertos organismos (azúcar para los diabéticos, harina de trigo para los celíacos, carnes rojas para los gotosos).

De modo similar podría pensarse que las personas que exageran el énfasis en sus aspectos espirituales pueden padecer insuficiencia económica.

Naturalmente que un diabético es libre de comer todo el azúcar que desee así como también alguien que padezca penurias materiales puede donar lo poco que tiene.

Más allá de que ambos deben ser respetados en sus decisiones, lo que no debería suceder es que su inconducta nos obligue al resto de sus conciudadanos a tener que pagarle la amputación de una pierna al diabético irresponsable o sentirnos moralmente obligados a evitarle las carencias materiales que padezca el generoso insolvente.

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viernes, 5 de junio de 2009

Lo que la naturaleza no da, nadie lo presta

En el artículo publicado ayer con el título Los economistas caninos comentaba que la naturaleza no nos entrega a todos el mismo «capital inicial» (talento, salud, fortaleza).

Existe la posibilidad de que las especies que tienen todas sus acciones predeterminadas por el instinto hagan lo correcto, que en este caso consiste en dejar que cada ejemplar se las arregle como pueda.

También existe la posibilidad de que la ausencia en nuestra especie de un instinto tan completo y predeterminante, nos habilite para corregir esa irregular distribución de recursos que hace la naturaleza.

Los que estamos embarcados en esta segunda posibilidad (corregir las injusticias distributivas de la naturaleza) no tenemos la seguridad de hacer lo correcto a pesar de que para darnos ánimo podamos insistir en que existe el libre albedrío, que el ser humano es el único responsable de su destino, que «querer es poder», y otras creencias igualmente indemostrables pero estimulantes.

Cuando para mejorar la calidad de vida de los que están peor, tratamos de copiar las prácticas de quienes son exitosos en el plano material, también tenemos que saber que esa quizá no sea la solución.

La duda surge porque no sabemos si a esa persona le va bien porque aplicó un cierto método (que podríamos copiar) o es una consecuencia de que es naturalmente más fuerte, resistente a la fatiga, inteligente, sereno, bondadoso (condiciones tan imposibles de copiar como su estatura, los rasgos faciales o el color de su piel).

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jueves, 4 de junio de 2009

Los economistas caninos

Cuando yo tendría entre 8 y 10 años estuve viviendo dos semanas en un establecimiento de campo.

Quedé fuertemente impresionado por el hábitat tan distinto a la ciudad.

La mayor emoción la tuve cuando a poco de haber llegado me permitieron presenciar el parto de una perra.

Lo que viene al caso de tan bello recuerdo es el comportamiento de los cinco cachorritos a la hora de mamar. Algunos notoriamente eran más voraces, insistentes, fuertes y por supuesto se alimentaban mejor.

Esa escena la seguí viendo hasta hoy pero en las conductas humanas.

Algunas personas son notoriamente más fuertes que otras, más audaces, más trabajadoras, más ambiciosas, más serviciales, con más riqueza acumulada.

Pero esto sería demasiado sencillo: los perros y los humanos tenemos semejanzas en tanto ambas especies son mamíferas.

Lo que sí me llama la atención es que aquella perra no hacía nada por ayudar a los más débiles y los humanos sí hacemos.

En casi todas las culturas existen políticas que procuran ayudar a los indigentes y a los pobres, pero el hecho es que seguimos teniendo un reparto de la riqueza muy desparejo.

Ya he compartido con ustedes la hipótesis de que quizá la especie humana sea una de las menos desarrolladas mientras que los animales dotados de instintos completos y eficaces sean superiores a nosotros (y que no poder aceptarlo ratifique nuestra inferioridad).

En esta hipótesis me pregunto ahora si esa perra prescindirá de ayudar a los más débiles porque en su especie ya habrán llegado a la conclusión de que es inútil.

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miércoles, 3 de junio de 2009

Lavado de dinero

El dinero que usamos diariamente está controlado por los bancos centrales de nuestros respectivos países. Esos billetes son de «curso legal y forzoso», es decir que su uso es legítimo y estamos obligados a tomarlo como forma de pago.

Los mismos billetes son usados tanto en transacciones legales como ilegales.

¿Cuáles son las ilegales? Son: robo, tráfico de drogas, prostitución, contrabando de armas, corrupción (coimas, sobornos), desfalco, fraude fiscal, malversación pública, extorsión, tráfico de inmigrantes, terrorismo y quizá me esté olvidando de algunas.

Como una forma de impedir que el dinero obtenido por estos medios pueda ser usado, los bancos centrales exigen a los bancos comerciales que hagan controles especiales cuando se muevan importes superiores a un cierto valor (U$S 5.000.- por ejemplo).

Los que han obtenido dinero de esta forma («dinero negro» o «dinero sucio») necesitan «blanquearlo» o «lavarlo».

Como en todos lados se aplica el refrán que dice «hecha la ley, hecha la trampa», los delincuentes realizan el «lavado de dinero»,

— fraccionándolo en partidas inferiores a los U$S 5.000 mencionados;

— sobornando a los banqueros para que omitan los controles bancocentralistas;

— dedicándose a negocios legales que parecen muy competitivos porque están dispuestos a vender por debajo de los costos para luego declarar supuestas ganancias espectaculares que no son otra cosa que dinero «sucio» que está siendo «lavado».

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martes, 2 de junio de 2009

Dios y el azúcar

Para algunos lectores no debería estar llevando adelante esta especie de campaña contra la creencia en Dios y las religiones.

Seguramente tienen razón porque esta creencia constituye para esas personas un valioso aporte a su calidad de vida.

En mi investigación sobre las posibles causas de la pobreza patológica creo haber detectado que la creencia en Dios y la ideología católica en particular pueden ser factores que para ciertas personas son perjudiciales.

Por otro motivo decía en otro artículo (¿Quién ocultó las causas? ) que el azúcar es un excelente alimento pero que a los diabéticos les hace daño.

Conozco católicos muy prósperos que hacen una interpretación del credo cristiano (rechazo de la riqueza, confiar en que Dios proveerá) que no los desmotiva sino todo lo contrario (son honestos, generosos y ganan lo suficiente como para demostrarlo con hechos).

A quienes se sientan incómodos con mis señalamientos de que la creencia en Dios y la religión católica son factores que agravan la natural dificultad para ganarse el sustento de algunas personas, va entonces esta precisión: algunas personalidades se ven perjudicadas (así como el azúcar le hace daño a los diabéticos) y otras se ven beneficiadas.

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lunes, 1 de junio de 2009

Si supiéramos leer

Hagamos un recorrido de lo más fácil a lo más complicado.

Si pongo el signo S junto al signo I, todos quienes saben leer pueden interpretar que ahí dice SI.

Por lo tanto acá tenemos signos que alguien entiende (puede interpretar).

Si en lugar de tener los signos del abecedario tenemos signos del cuerpo humano más alguien que sabe interpretarlos, tendremos otro resultado.

Por ejemplo: Tenemos el signo fiebre junto al signo dolores musculares junto al signo irritación de la mucosa nasal y junto al signo decaimiento, alguien que sepa interpretarlos (un médico) puede decir que se trata de un «cuadro gripal».

Hasta aquí compartimos signos muy conocidos, cuya combinación también nos resulta familiar a todos, pero la cosa se complica cuando no es tan fácil conocer los signos y mucho menos interpretarlos.

Le propongo otro ejemplo: Fulano siente veneración por su padre (signo 1). Su padre fue alguien que padeció muchas frustraciones en todos los negocios que emprendió (signo 2). Inconscientemente Fulano no desearía tener más suerte que su padre (signo 3). La pobreza en la que vive Fulano (a pesar de los esfuerzos que hace por salir de ella) está causada por la combinación de los tres factores mencionados.

La pobreza patológica de Fulano es el resultado de la combinación de tres factores (signos 1, 2 y 3), que él no conoce y por lo tanto no sabe interpretar. En estas condiciones lo que pueda hacer por salir de su pobreza patológica seguramente no dará resultado (por ejemplo, despotricar contra el imperialismo yanqui, combatir el modelo capitalista, robar a los ricos, hundirse en la depresión, resignarse).

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