lunes, 30 de junio de 2008

“Al inmortal lo atendemos si nos sobra algo”

En la economía familiar el dinero nunca alcanza. Siempre hay más necesidades que recursos. Por lo tanto es lógico que se establezcan prioridades: Primero pagamos lo más importante y luego vamos destinando lo que nos va quedando a cosas cada vez más prescindibles.

Uno de los rubros de primera necesidad suele ser la que corresponde a la medicina pre-paga, mutual, sistema de salud o mutualista (según los países).

Muchas personas creen (me animaría a decir que una mayoría) que el ser humano es una suma de cuerpo más espíritu. El cuerpo es la parte mortal mientras que el espíritu es la parte inmortal. Cuando hablo de espíritu estoy refiriéndome también a la psiquis.

En esta idea, es coherente entonces que le asignemos una gran prioridad a los gastos correspondientes a la conservación de la salud corporal y que dejemos para los últimos lugares el cuidado de la salud psíquica.

El razonamiento es por demás correcto si consideramos que primero debemos atender a la parte mortal (el cuerpo que atiende la medicina) y que lo inmortal (la psiquis que atienden los psicólogos) no merece prácticamente ningún tipo de mantenimiento.

Valdría la pena repensar esta creencia en el alma-espíritu-psiquis inmortal, aunque no estaría de más considerar también de qué manera interactúan los aspectos psíquicos con los físicos como para ser mutuamente dependientes: Sin cuerpo no hay psiquis y también una psiquis que funciona mal disminuye dramáticamente la calidad de vida.

No faltarán quienes también hablen de cuantas enfermedades físicas son en realidad psicosomáticas, pero mejor no agreguemos nuevos temas a un asunto que de por sí es bastante complejo.

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domingo, 29 de junio de 2008

Las comparaciones son temibles

Días pasados recibí la llamada de un conocido que se puso furioso porque no participé en un concurso de relatos breves. No creo que le importara demasiado mi abstinencia, pero él había tenido la amabilidad de conseguirme la información y las bases. Yo sólo tenía que ir a mi computadora, imprimir varias copias y entregarlas en un lugar próximo a donde vivo.

Al principio me pareció muy buena idea, después pregunté quiénes eran los integrantes del jurado, seguí pensando que se presentarían miles y que para qué hacer tanto esfuerzo si quizá no llegaran a leerlos a todos, abrumados por la cantidad de relatos presentados.

Este desgano es totalmente inusual en mí y los argumentos eran de una pobreza lamentable. Acá había algo más de lo que prefería no tener noticia.

Conclusión: No quise exponerme al juicio imparcial de un jurado que podría aceptar o rechazar mi trabajo.

Esto mismo ya me había pasado antes cuando daba miles de vueltas para vender mi trabajo como psicólogo y postergaba indefinidamente el comenzar a cobrar las consultas. Naturalmente que mi consultorio estaba lleno de pacientes, pero los ingresos era bajísimos.

Fue entonces cuando con mi analista descubrimos que el cobro de los honorarios correspondientes me enfrentaba a ser juzgado con más severidad y temía que a mi consultorio no concurrieran tantos interesados en mi trabajo. Trabajar gratis, hacer trabajo honorario, cobrar precios irrisorios por cualquier cosa que uno haga, muy probablemente intenta evitar que nos comparen con los realmente buenos y que, por cierto, tienen ingresos dignos.

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sábado, 28 de junio de 2008

Hoy trabajo aquí

— ¿Señor? ¿En qué puedo ayudarle?
— Hoy comienzo a trabajar aquí.
— No me han informado de su llegada.
— Como no tengo trabajo decidí trabajar para ustedes.
— Peroooo... aquí nadie lo contrató...
— Ya lo sé, pero necesito un salario y hoy empiezo a trabajar aquí...

Esta puede ser una conversación disparatada entre un encargado de recepción de una empresa cualquiera y un ciudadano común que pretende trabajar en ella.

Mi intención es comparar este diálogo con el que mantendrían un inmigrante que no fue llamado por el país al que pretende entrar y el funcionario de inmigración que se opone a su ingreso.

Los países latinoamericanos, representados por sus más altas jerarquías, emiten declaraciones de rechazo a la política de la Unión Europea que ha endurecido sus normas respecto a la inmigración no acordada.

De hecho está sucediendo que los países que expulsamos a nuestros compatriotas porque esas mismas jerarquías también son co-responsables de una lamentable incapacidad para generar empleo que le evite a sus habitantes la dolorosa decisión de ir a buscarlo lejos de su país, de su familia, de sus amigos.

En sí parece una actitud hipócrita de estos países expulsadores de sus habitantes en primer grado, estar criticando a quienes se oponen a recibir esa marea humana en un momento en que la Unión Europea la necesitan tanto o menos que a los desechos nucleares.

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viernes, 27 de junio de 2008

Si no molesta, está bien

Con nuestra energía podemos hacer varias cosas pero les comento dos.

1) Aplicarla a soportar el dolor.
2) Aplicarla a satisfacer necesidades.

1) En esta categoría tenemos a quienes se especializan en resistir el hambre, el frío, la humillación, el cansancio, la incomodidad. En general son personas que consideran que el ser humano es el fruto de una suma aritmética de cuerpo más espíritu y que éste último es más importante que aquél. El sacrificio, la abstinencia y la pobreza constituyen sus objetivos de vida.

2) En esta categoría tenemos a quienes se especializan en buscar comida para saciar su apetito, luchan por ganarse el aprecio de los demás, se divierten trabajando y procuran pasarla siempre bien. En general son personas que consideran que el ser humano es un todo indivisible donde hay una parte visible y bastante conocida (cuerpo) y otra, que se puede intuir pero que es menos conocida (la psiquis). El bienestar, el trabajo y la riqueza constituyen sus objetivos de vida.

Quizá usted considera que uno de los dos está bien mientras el restante es condenable. Está bien, pueden aplicarse juicios de valor aunque no sea imprescindible hacerlo. Lo que sí admite un juicio de valor obligatoriamente es que cada uno pueda ser fiel a su deseo y ¡por favor! que no moleste a los demás cuando busca complacerse a su manera.

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jueves, 26 de junio de 2008

No quiero que me den. Sólo díganme dónde hay.

Como criar a los hijos es una ciencia conjetural, algunos encontraron ahí una tribuna para decir sus discursos pedagógicos contando con que muchas mujeres no confiarían en su instinto porque, en esas circunstancias, todos nos sentimos menos idóneos que cualquier otro animal.

Uno de los que más fama obtuvo en esa tarea se llamaba Donald Woods Winnicott. Él decía algo así como que cuando el bebito llora porque tiene hambre, no hay que salir corriendo para darle de mamar sino que hay que terminar serenamente lo que uno está haciendo y luego de que reclame un buen rato, ahí sí permitirle saciar su hambre de leche materna.

Es algo así como no tomar su exigencia al pie de la letra como si la mamá fuera su esclava sumisa, sino que ésta tuviera el aplomo de respetarse a sí misma, a sus intereses, a sus ocupaciones, dentro de todo lo cual está su hijo.

Las sociedades más prósperas tienden a crear ambientes similares. Todos los ciudadanos son valiosos pero existen algunas cosas más importantes que otras. Cada uno debe hacerse cargo tanto de sus necesidades como de sus deseos sabiendo que pertenece a una sociedad en la que existen oportunidades para satisfacerlas si sabe buscarlas y tiene paciencia de esperar un tiempo razonable.

El concepto más importante que está detrás de todo esto es que para tener buena calidad de vida hacen falta dos cosas: tener necesidades (o deseos) y recursos para satisfacerlas, sin embargo todos pensamos que sólo hacen falta los recursos.

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miércoles, 25 de junio de 2008

Compro cabra urgente

Días atrás comentaba en el artículo titulado Vendo chupete usado de gran valor (afectivo), cuántas dificultades surgen cuando se pretende hacer un trueque.

Decía que el señor que vendía sacos de lana no se sentía cómodo con el dueño de una cabra que él estaba interesado en conseguir.

Sólo con este simple ejemplo podemos deducir rápidamente que la aparición del dinero trajo una ola de pacificación en las ferias, en los mercados, entre los comerciantes. Las discusiones se dulcificaron rápidamente.

Hay otro beneficio de este invento (el dinero). ¿Qué le sucedería al señor interesado en tener una cabra si procurara obtenerla en verano? El dueño del animalito no tendría ningún interés en comprar un solo saco de lana gruesa, bien tejido y de vistosos colores.

Este otro beneficio es que se torna mucho más fácil comprar o vender lo que uno quiere porque ya no es imprescindible encontrar al interesado en lo que nosotros tenemos porque se supone que el dinero es un bien que es aceptado en cualquier época del año y que se intercambia por cualquier otro bien.

Si nuestro señor pudo vender a buen precio los sacos de lana durante el invierno, no solamente que podrá comprar la cabra en verano sino que al pagarla con algo tan deseable y útil como el dinero, no tendrá que sufrir las pérdidas que hubiera tenido al negociar la permuta por sus sacos de lana con 42º de temperatura.

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martes, 24 de junio de 2008

El burlador burlado

Anteayer comentaba cómo los gobiernos nos quitan silenciosamente nuestro dinero devaluando la moneda de curso forzoso que ellos controlan. Ayer iba más al detalle diciendo que los trabajadores pueden devaluar su productividad logrando así un incremento salarial por la vía indirecta.

Si es cierto que el gobierno nos aplica un impuesto sin decírnoslo mediante la devaluación, y si es cierto que el trabajador con su bajo rendimiento logra un incremento salarial disimuladamente, también es cierto que en este segundo caso los damnificados no son los dueños de la empresa donde se produce la devaluación laboral sino que los perjudicados son los propios compañeros.

En general las empresas evalúan la producción por sector y no por individuo. Cada sector suele contar con un equipo integrado por varios trabajadores. Los dueños esperan que cada equipo haga el aporte esperado y no les interesa si adentro del grupo hay personas que están explotando a otras.

Lo que logra directamente el trabajador que retacea su aporte es obligar a sus compañeros a realizar aquello que quedó sin hacer.

Es hasta gracioso ver cómo los compañeros así explotados suelen divertirse con estos abusadores porque suponen que su retaceo está perjudicando al empresario con quien es normal que siempre exista alguna reivindicación insatisfecha.

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lunes, 23 de junio de 2008

Aumento salarial encubierto

En el artículo de ayer titulado Cuando una moneda se convierte en monedita comentaba cómo es el proceso inflacionario y cómo una moneda es devaluada.

Esto también es efectuado por los trabajadores cuando lo que producen es menos de lo que fuera acordado cuando fue contratado y concertaron el salario.

Imaginemos un taller con 2 operarios que ganan 100 Golden diarios cada uno por construir 5 pares de zapatos cada uno.

Si uno de ellos llega tarde, se retira temprano, pasa mucho tiempo hablando por teléfono con la novia y no pierde oportunidad de mirar por la televisión del taller cuanto partido de fútbol sea trasmitido, finalmente no podrá construir más que 4 pares de zapatos, sin embargo seguirá ganando 100 Golden.

De hecho este operario, mediante su desempeño y su producción lo que ha logrado es que el sueldo le sea aumentado porque antes cobraba 20 Golden por cada par de zapatos (100/5 pares=20) y ahora está cobrando 25 Golden por cada par de zapatos (100/4=25).

Es difícil que un operario pueda hacer esta maniobra alegremente cuando la producción de su trabajo es tan visible, pero sí podrá realizarla (y de hecho la realizan muchos trabajadores) cuando el resultado de su tarea no es tan fácilmente evaluable. Por ejemplo, a un empleado de oficina es casi imposible evaluarle su producción.

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domingo, 22 de junio de 2008

Cuando una moneda se convierte en monedita

Los estados (países) crean una moneda y luego imponen la circulación forzosa, es decir, que los habitantes de ese país están obligados a recibirla como adecuado medio de pago.

Imaginemos un país donde sucede esto y en el que cada unidad equivalga exactamente a 10 gramos de oro. Podemos suponer que cada Golden (imaginemos que éste podría ser el nombre de esa moneda) equivale a 10 gramos de oro. Es tan serio y confiable el gobierno de este país que si uno concurre a su Banco Central con un Golden, ellos le entregan un sobrecito con 10 gramos de oro.

Pasan los años y los pobladores de Goldenia (este podría ser el nombre del país imaginario) son felices, no tiene problema de ningún tipo. Tanta paz un día empieza a resquebrajarse porque el rey que acaba de asumir considera —junto con sus asesores que se los trajo a todos de Estados Unidos— que tienen grandes chances de invadir con éxito al país vecino, apropiándose de toda su fortuna porque —según argumentan— hace 4.000 años estos dos países estuvieron unidos.

Empiezan los gastos de guerra y Goldenia tiene tantos egresos que ya no tiene el oro suficiente para entregar aquellos 10 gramos por cada Golden. Sólo puede entregar 8 gramos. Los otros dos gramos se usaron para comprar armas, para pagar el sueldo de varios mercenarios reclutados en todo el mundo, vestirlos, alimentarlos y muchos etcéteras porque las guerras son muy caras.

Este fenómeno es el que se denomina técnicamente inflación (porque para conseguir los 10 gramos de oro necesitamos más de un Golden) así como también se dice que la moneda fue devaluada (porque el Golden pasó de equivaler 10 gramos de oro a sólo 8 gramos de oro).

Mañana comentaré cómo no solamente las monedas se devalúan sino que también algunos trabajadores devalúan su trabajo para aumentar indirectamente sus salarios.

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sábado, 21 de junio de 2008

Vendo chupete usado de gran valor (afectivo)

El trueque parece muy sencillo pero tiene sus complicaciones.

¿Cuántos sacos bien tejidos con lana gruesa, de colores vistosos correspondería entregar a cambio de una cabra que tendrá entre uno y tres años, que parece estar sana, que puede llegar a dar mucha leche por el tamaño de las ubres? Para mí que con tres estaría bien pagada pero el dueño de la cabra no sé qué se cree que me está pidiendo cinco. ¿Cómo se ve que él no conoce el trabajo que da construir cada uno de estos sacos?

Esta transacción puede llevar entre dos minutos y seis horas, dependiendo de la convicción de los negociadores, de la necesidad que tengan de lo que intentan comprar, de cuánta práctica tengan en intercambiar este tipo de bienes o de cuánto se hayan informado sobre los acuerdos logrados en la comarca por otros dueños de sacos y cabras.

En algún momento alguien inventó el dinero. Lo imagino con mucho tiempo disponible para pensar (es decir, que no tenía nada mejor para hacer), ansioso (o sea nervioso, intolerante, malhumorado, irritable) y con un poco de inventiva. En general los grandes inventos fueron logrados por personas poseedoras de un perfil así aunque después los biógrafos suavizan estas aristas. De hecho, los inventos que vinieron a facilitarle el trabajo al ser humano fueron creados por personas que no quería trabajar (vagos).

El dinero es un documento con un valor arbitrario pero digno de confianza. Se pueden lograr con él casi cualquier importe que uno imagine, es relativamente fácil de trasladar (aunque es muy robable y esto encarece su desplazamiento), no se estropea con el tiempo (la cabra envejece y los sacos pueden apolillarse).

Todos comprendemos que hablar de nuestra sexualidad nos dé vergüenza pero sigue siendo un misterio porqué sentimos pudor ante los temas de dinero.

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viernes, 20 de junio de 2008

¿Cinturón negro? ¿Para qué tanto?

Como en casi todos los órdenes de la vida, las complicaciones aparecen en las situaciones extremas. Una situación extrema es ser ingenuo y otra situación extrema es ser paranoico: en un caso se confía demasiado y en el otro se desconfía demasiado.

Con el dinero pasa también algo parecido: tener muy poco es un problema y tener demasiado también. Mejor dicho: no es que tener demasiado dinero sea en sí mismo un problema, lo que sí sucede es que el dinero a veces no satisface ciertos deseos o necesidades por más abundante que sea.

Cuando estamos molestos porque tenemos demasiado poco es probable que nos surja la convicción de que tendríamos que hacer algo para igualar la fortuna de algún rico famoso. Es muy común que nuestra mente funcione de este modo: cuando algo nos molesta por escaso, nos abrazamos fervientemente a la creencia de que la solución definitiva está en el extremo opuesto.

¿Qué sucede luego? Lamentablemente cometemos un error que nos reafirma en el lugar donde no queríamos estar. Si ganando mil estoy desconforme y mi cerebro me aconseja que debo pasar a ganar mil novecientos, es probable que fracase porque es un objetivo casi imposible para cualquier ser humano. Nuestros problemas se habrían resuelto aumentando nuestros ingresos un poquito, quizá trabajando una hora más por día, pero si se nos ocurre que tenemos que pasar de una estrechez mortificante a una comodidad obscena, entonces no podremos ni empezar a buscar una mejoría en los ingresos: continuaremos ganando los insuficientes mil.

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jueves, 19 de junio de 2008

El rey de copas

Estamos de acuerdo que todo trabajador se merece un salario por su trabajo. Lo que hasta ahora creo que no habíamos comentado es que algunos trabajadores deben estar obligados a tener un salario. Para ellos, no solamente es un derecho sino que también tiene que ser una obligación.

Sucede muy a menudo en los voluntariados. Un grupo de personas bien intencionadas y con tiempo disponible, decide por ejemplo, encargarse de dirigir un club deportivo.

Esta tarea es muy compleja y exige cantidad de horas de esfuerzo muy grande y especializado. Quienes a esto se dedican se hacen responsables de administrar el patrimonio de la institución, de hacer compras, de cobrar una cuota a los socios, atender el fin específico en sus aspectos deportivos y sociales. Habrán muchas reuniones de coordinación y planificación, tendrán que regatear precios con proveedores, administrar personal, mantener el entusiasmo de los socios, imaginar y organizar eventos.

Cuando estas tareas se realizan sin un salario, los dirigentes pueden hacer excesivo hincapié en su condición de trabajadores honorarios y suponer que la institución y los demás están a sus órdenes porque esta condición los eleva a la categoría de monarca. Si imaginamos que esta ebriedad de poder se replica en los demás integrantes de una comisión de cinco personas, tendremos a cinco monarcas, portando toda su soberbia, tratando de que los demás monarcas sean sus vasallos, lo cual difícilmente se logre sin pasar previamente por alguna guerra interna que termine perjudicando a la institución deportiva, a los socios, a todos los que tienen en ella su fuente de trabajo y a la comunidad en general.

Por eso, algunos trabajadores están obligados a tener un salario.

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miércoles, 18 de junio de 2008

El polen y los clientes molestos

Cuando yo era niño y adolescente padecía una rinitis alérgica que me mantenía mucho tiempo en un estado muy similar al resfrío.

Los médicos probaron, experimentaron, tantearon, ensayaron pero ¡nada! Como corresponde a mi cultura e ideología, descartadas las posibles causas orgánicas, entramos a buscar explicaciones, causas y soluciones en el nivel psíquico.

En esta segunda etapa de mi rinitis me encontré con algo que me llamó la atención: La palabra alergia deriva del griego y significa «otro trabajo».

Para mi estaba bien llamada así porque hice muchas cosas para sacarme de encima ese resfrío crónico. Trabajé mucho. Finalmente se me fue sin darme cuenta.

Hace años tuve como paciente a un señor muy laborioso que me consultó porque su rendimiento como comerciante de alimentos al por menor estaba cayendo rápidamente. Los conflictos con los clientes eran cada vez mayores por cómo se autodespachaban descuidadamente la fruta, por algunos hurtos menores pero irritantes, por algunas cuentas a crédito que no se pagaban con regularidad y por ciertas quejas porque entre los competidores algunos precios eran menores.

En su momento pensé para mis adentros «Este buen hombre padece una alergia a las frustraciones»: además del trabajo muy exigente que tenía con el comercio, tenía «otro trabajo» demoledor porque no soportaba ciertas pérdidas que son absolutamente normales en su profesión pero que para él eran exasperantes.

La alergia a las frustraciones es muy frecuente, la medicina sólo nos sugiere ansiolíticos que atemperan los síntomas, pero que no curan. Quizá un psicoanálisis sea la solución definitiva. Se lo digo porque casualmente la desaparición de la rinitis coincidió con mi análisis.

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martes, 17 de junio de 2008

La pobre piel de la especie

Podrán darse explicaciones técnicas, académicas, complejas, sofisticadas sobre las causas de la pobreza, pero si estos esfuerzos intelectuales no derivan en un cambio de las circunstancias desfavorables, da para pensar que aún no hemos encontrado la comprensión cabal del fenómeno.

En varios lados encontré que la representación gráfica de la distribución de la riqueza tiene una forma de triángulo (o pirámide), en la cual una mayoría (la base) tiene escasos recursos mientras que una minoría (los próximos a la cúspide, al vértice) tienen más recursos de los que razonablemente necesitarían para vivir dignamente.

Aún no encontré la representación gráfica que les voy a proponer ahora y que quizá aporte nueva luz sobre este doloroso problema de la especie.

Lo veo como circunferencias concéntricas (recordemos que circunferencia es la línea mientras que círculo es la superficie).

La cantidad de puntos que tiene la circunferencia exterior es mucho mayor que la cantidad de puntos que tiene la circunferencia interior. Si cada punto representa a un ser humano, entonces en la parte exterior hay más personas que en la parte interior.

Esta formación representa el hecho de que una mayoría está expuesta en la circunferencia exterior a todas las agresiones que recibe el rebaño humano y de esa manera protege a las personas que se ubican en las circunferencias centrales (que como dije, son cada vez menos a medida que nos acercamos a los círculos centrales).

Quizá la naturaleza está organizada así con el propósito de conservar a los más aptos de la especie a costa del esfuerzo, el sacrificio y el riesgo de los menos aptos, quienes por serlo, no tienen la fuerza suficiente para ubicarse en los lugares centrales más protegidos.

Los pobres funcionarían como la piel que protege al resto de la especie. Esta comparación coincide además con que la piel es el órgano más grande que tiene el cuerpo y decíamos al principio que los pobres constituyen el grupo mayoritario de la especie.

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lunes, 16 de junio de 2008

El hombre no es como el oso

Según parece los osos tienen un organismo que les permite ahorrar en los tiempos de bonanza y están acostumbrados a tener una política de austeridad muy efectiva para sobrevivir en los tiempos de recesión.

Los humanos hablamos de «políticas macroeconómicas contracíclicas» o en lenguaje menos jactancioso: «Ahorremos cuando hay para tener cuando no hay».

Los osos convierten sus ahorros en grasa corporal y la política de austeridad de ellos consiste en dormir durante todo el invierno, bajando al mínimo el consumo de aquella grasa.

Algunos humanos aprovechan los períodos de auge para ahorrar y luego tratan de sobrevivir durante los períodos recesivos gastando lo menos posible aquellos ahorros porque es propio de nuestra especie que la duración de uno y otro período no es previsible como lo es para los osos cuyo auge sucede en verano y cuya recesión sucede en invierno.

Algo extraño entre los humanos es que no todos los ejemplares de la especie tienen en cuenta que hay «épocas de vacas gordas» y «épocas de vacas flacas» (cosa que sí conocen los osos con muchos menos años de formación escolar) y otra cosa que también sucede dentro de nuestra especie es que algunas personas no imaginan que algún día estarán viejas y con muy baja capacidad productiva.

Otra cosa paradójica respecto a estos ejemplares de la especie humana imprevisores es que suelen ser personas inteligentes y educadas. Una vez más debemos reconocer que «el sentido común» aporta muy modestos resultados.

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domingo, 15 de junio de 2008

Sólo acepto el rol de sano y rico

«El Jorgito que usted conoce es uno de mis tres Jorgitos. También está otro que es el que vive en mi casa que se comporta como si fuera el mismísimo demonio y también tenemos a mi otro hijo Jorgito que es el líder de su grupo en el colegio, amado por sus compañeros y el terror de los docentes. Los tres son hijos míos, parecen trillizos, pero es uno sólo. Sí, aunque ni usted ni yo podamos creerlo».

Este polémico chico imaginario no es más que uno de nosotros que se ve enfrentado a los diferentes roles asignados por los distintos grupos de pertenencia en los que participamos y que a partir de ese enfrentamiento, terminamos actuando según los roles asumidos.

Meterse en el tema de la dinámica de los grupos es fascinante. Pasan cosas que ni la ciencia ficción ni las religiones esotéricas podrían explicar.

Una vez hace muchos años, mi tía le comentó a su hermana (mi madre): «Che, ¿observaste con cuanta atención escucha Fernandito cuando una le habla?» A partir de ahí quedé como alguien que “sabe escuchar” (rol asignado) y como eso me dio un lugar importante entre la gente que para mi es valiosa, entonces me especialicé cada vez más y ahora terminé la carrera de psicólogo, seguí profundizando en psicoanálisis y me gusta mucho escuchar (rol asumido).

En este caso podríamos decir que les conté una comedia, pero ¿se imaginan lo que pasa cuando esto de rol asignado y asumido tiene que ver con la clase social o económica? ¿se dan cuenta que cualquiera de nosotros pudo recibir y aceptar el rol de pobre, carenciado y otras condiciones que convierten la historia en un drama?
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sábado, 14 de junio de 2008

Otra sobre la metonimia

Si este artículo fuera el último que escribo sobre metonimia, formaríamos una trilogía con los otros dos titulados Todo lo lindo es bueno. O no y Mi mejor esposa fue Marilyn Monroe.

La metonimia consiste en confundir el todo con la parte y en este caso vale la pena señalar algo que puede ahorrarnos muchos dolores de cabeza.

Si nosotros consideramos que el único resultado que determina el éxito o el fracaso de nuestra gestión es el dinero, estaremos dejándonos llevar por ese defecto mental que estoy seguro que las demás especies no tienen pero que puede controlarse (sin medicación).

La situación completa consiste en que cada uno pueda hacer un buen listado de los aspectos positivos y de los negativos de su vida y luego ver si el rasultado le da ganancia o pérdida. Midiendo solo la cantidad de dinero que tenemos le erramos. Es como casarse con un hombre para toda la vida porque jugando al tenis tiene unos saques imparables.

La columna de las pérdidas estaría integrada por cuánto tiempo estoy haciendo lo que no me gusta; qué desgaste físico y anímico me impone el trabajo; cuántas otras cosas no puedo compatibilizar con él (por ejemplo privarme de ver a mi familia o salir los viernes con mis amigos, etc.).

La columna de las ganancias estaría integrada por cuanto dinero gano; cuánto me gratifica hacer esa tarea; cuán agradables son las personas con las que me vinculo, etc.

Si la resta me da ganancia, entonces me sirve; si me da pérdida: no me sirve. O sea que evaluar la eficacia de mi gestión observando solamente el saldo de mi cuenta de ahorro es una metonimia.

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viernes, 13 de junio de 2008

¿Por qué me cobran eso?

Algunos mensajes y comentarios sobre el artículo publicado ayer y titulado El compañero Dinero merece un salario, me dieron pie para agregar un comentario más.

Los bancos suelen ser expertos en prestar dinero y han desarrollado la técnica hasta grados muy sutiles.

El salario del salario o el salario que se merece un dinero excedente que generó un trabajador o el interés de un préstamo como se denomina más concretamente, es calculado haciendo uso de criterios muy interesantes (sobre todo para quienes les gusta el tema).

El interés del dinero se cobra en base a una tasa porcentual. Por ejemplo, yo recibí un préstamo de 1.000 pesos a una tasa del 11% anual.

¿Cómo el banco llegó a determinar este número 11 y no eligió otro cualquiera?

Les sugiero algunos de los componentes de esta tasa 11%.

1) El banco recibió depósitos por los que le paga un interés a los depositantes, por ejemplo, un 4%. Este es uno de los costos del dinero.
2) Los gastos de funcionamiento (sueldo de los bancarios, alquiler, luz, teléfono, etc.), representan un 2%. (Ya vamos en 6% porque sumo 4% + 2%).
3) La moneda peso se devalúa, es decir que si el banco me presta hoy 1.000, cuando se lo devuelva quizá valgan menos y eso tiene que recuperarlo. Supongo que la tasa de devaluación es un 3% (ahora vamos en 4+2+3=9%).
4) Yo represento un determinado riesgo de que no devuelva el dinero (porque las cosas pueden irme mal, porque puedo convertirme en un mal pagador, porque me enamoré perdidamente de una gastadora compulsiva, etc.) y eso es calculable por medio de minuciosas estadísticas. Mi tasa de riesgo podría estar representada por un 1,5% (ahora tenemos 4+2+3+1,5=10,5%).
5) El banco quiere cobrar lo que me prestó aún en el caso de que yo muera y por eso contrata un seguro de vida por esos mil pesos que le cuesta 0,5%. (Y así llegamos a 4+2+3+1,5+0,5=11%).

Como ven, el salario de una persona es el resultado de una negociación entre el trabajador y su empleador, mientras que el interés del dinero (el salario del salario ahorrado) surge de la suma de varios conceptos.

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jueves, 12 de junio de 2008

El compañero Dinero merece un salario

Todos estaremos de acuerdo en que el trabajo genera un salario.

Imaginemos ahora que alguien hace un trabajo para pagar lo que le cuesta vivir. Por ejemplo, sumando todo lo que necesita (comida, vestimenta, alojamiento, etc.) necesita 100 (unidades de la moneda que usted prefiera). Sin embargo, este imaginario trabajador puede hacer jornadas tan extensas que le permiten recibir 120.

Esas 20 unidades que no gastará las guarda (en la moneda que usted eligió) pero recordemos que representan trabajo realizado. Repito: en este ejemplo es preciso entender que dinero = trabajo.

Si usted es amigo de nuestro eficiente trabajador y un día le pide prestados esas 20 unidades monetarias, la pregunta que surge es: Si todo trabajo genera un salario y esas 20 unidades monetarias equivalen a trabajo ¿no sería legítimo que su amigo le cobre intereses por el préstamo?

Sólo podrán responder afirmativamente esta pregunta quienes logren comprender que interés = salario. Si usted estuviera de acuerdo en esto último, entonces nunca sentirá que los intereses de un préstamo están injustificados porque ya habíamos aceptado que «el trabajo genera un salario».

Es muy frecuente encontrar personas que defienden con indisimulado fanatismo que «todo trabajo genera un salario» pero que con similar pasión se oponen a que les cobren intereses por el dinero que les prestan.

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miércoles, 11 de junio de 2008

Gran colección de billetes vigentes

En el artículo de ayer El juicio divino me parece divino, comento que el dinero es cruel porque define fríamente cuánto vale cada cosa de una forma bastante inapelable y desconsiderada.

Si me dedico a la alfarería y pongo todo mi amor en conseguir los mejores materiales, en estudiar las técnicas usadas por mis colegas desde los etruscos para acá, tengo horas de insomnio pensando en nuevos diseños, invierto en las mejores herramientas y cuando voy a venderlo me dicen que pueden pagarme U$S 1.- por cada uno, con dos cheques diferidos a 60 y a 90 días, tendré ganas de llorar. (A propósito, no dejen de leer La Caverna de José Saramago).

Luego de que uno se da cuenta cómo las cosas que amamos profundamente son canjeables por muy pocas monedas, tan pocas que no alcanzan para comprar lo imprescindible, no se demora mucho tiempo en pensar que el dinero, si bien es definido como un medio de pago, en la práctica funciona de tal manera que es lógico convertirlo en un fin en sí mismo.

Si fuera un medio, yo podría pensar: «Haré este trabajo extra porque a mi hija le hace falta una campera que la abrigue cuando va al colegio», pero en tanto corresponda considerarlo un fin en sí mismo, el razonamiento será: «Trataré de tener todo el dinero posible para que a mi hija no le falta nunca nada».

Una vez instalada en nuestra cabeza la filosofía de que debemos esforzarnos por tener dinero, fácilmente perderemos de vista cómo fue que empezamos en este emprendimiento y estaremos acumulando papelitos que indirectamente podrán solucionarnos muchos problemas, pero no dejaremos de coleccionar papelitos.

Cuando la distancia mental entre el motivo original de ganar dinero y el motivo que se nos impuso sin que nos diéramos cuenta, es muy grande, tampoco esa colección de papelitos servirá para solucionarnos muchos problemas porque intentaremos no gastarlo pues equivaldría a perderlo.

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martes, 10 de junio de 2008

El juicio divino me parece divino

«Las comparaciones son odiosas», sin embargo vivimos comparando y para peor, algunas personas exageran.

Cuando vivimos en una sociedad religiosa, en la que el único objetivo de las personas es serle grato a Dios y la estrategia principal consiste en tener todo arreglado para cuando llegue el triste momento de la partida, las comparaciones son muy elásticas y pueden acomodarse fácilmente al gusto de cada uno.

La idea de Dios, por más que hay personas que tratan de encontrarle precisión, exactitud y se enfrascan en largas discusiones sobre qué debe interpretarse de tal o cual pasaje del libro sagrado, finalmente permite que cualquiera pueda tener la última palabra en lo referente a cuánto amor merece de Él.

Sin embargo el dinero es tan objetivo y cruel que arrasa con todas las alegrías que uno puede obtener imaginando lo mejor para sí. Cuando el mercado no nos paga mucho por nuestro esfuerzo, no hay manera de ocultar la triste realidad.

El dinero es una unidad de medida que no perdona y por tal motivo, aleja a gran cantidad de personas que no resisten su severidad calificadora. La acción de huir del dinero por supuesto que se manifiesta en forma de pobreza económica.

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lunes, 9 de junio de 2008

En 30 años te comunico mi decisión

En otro artículo publicado hoy —titulado «El soltero casa quiere»— aludo a que los jóvenes parecen estar utilizando criterios financieros para suavizar los cambios que se van produciendo en sus vidas.

En otro orden, también los jóvenes de varios países están tomando decisiones de tipo financiero y que se refieren al sueño universal de «la casa propia».

Hasta hace veinte años atrás, la mayoría de las personas alquilaba un inmueble para alojarse junto a su familia y unos pocos, luego de grandes ahorros, sacrificios y privaciones, lograban cumplir el referido sueño universal.

Actualmente ese alquiler puede ser tomado como parte de pago de la casa que algún día puede llegar a ser propia.

En sustancia parece que el cambio ha sido pequeño pero sin embargo ha sido importante. El alquiler se vivía como un dinero perdido mientras que el mismo importe pagado hoy se siente como dinero invertido.

Efectivamente, el desarrollo de la industria financiera ha incorporado la modalidad leasing por la cual alguien paga un importe parecido a un alquiler y luego de un cierto plazo, pude optar por pagar un saldo y constituirse en propietario del inmueble. De esta manera, cuando los habitantes deciden pagar el saldo y quedarse definitivamente con la casa, aquellos importes pagados mes a mes deben considerarse como el pago de cuotas de un préstamo y cuando los habitantes deciden devolver el bien, entonces aquellos importes pagados mes a mes deben interpretarse como alquiler.

La aparición de estas opciones han aportado flexibilidad a la toma de decisiones, a los compromisos, a las responsabilidades, a la disciplina con la que las personas tienen que actuar. Hemos ganado libertad, tranquilidad, calidad de vida.

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El dinero es un amuleto que da suerte

El dinero tiene una existencia real y una existencial ideal.

La existencia ideal está muy vinculada con su eficacia, para qué sirve, qué siento yo cuando lo tengo y cuando no lo tengo.

Si no lo tengo puedo sentirme más vulnerable con una actitud temerosa mientras que si lo tengo puedo adoptar una actitud confiada.

Sentirse débil o fuerte genera consecuencias reales. Actuar con miedo parece que nos expone más a los fracasos que cuando actuamos confiadamente.

Cuando un fracaso puede ser el principio de complicaciones dolorosas, tenemos que tomar tantas precauciones que eso nos lleva a ser lentos, imprecisos, distraídos, ambivalentes. Cuando un fracaso no tiene casi consecuencias dolorosas, es probable que podamos concentrarnos mejor en lo que vamos a hacer y que podamos realizar acciones más rápidas.

Se dice popularmente que «el dinero atrae al dinero» y acá hay una explicación de por qué esta injusta paradoja que nos presenta la vida, puede ser cierta.

También puede pensarse desde otro punto de vista: Las circunstancias parecen organizarse en forma de círculos viciosos o virtuosos, es decir que cuando nos va mal quizá nos vaya peor y cuando nos va bien quizá nos vaya mejor.

Tener en cuenta estas predisposiciones que suelen acompañarnos a lo largo de la vida nos pueden permitir tomar la medidas compensatorias que sean del caso.

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sábado, 7 de junio de 2008

Si pero no

Según cuenta la historia (que prefiero creer sin salir a confirmar), cuando uno le pone a un burro delante de sí una zanahoria, él comienza a caminar hacia ella sin darse cuenta que está unida al carro del que tira.

El burro, atraído por la zanahoria, en realidad se mueve porque tiene la expectativa de alcanzarla. Supongo que él no se da cuenta del esfuerzo que está haciendo al tirar del carro (que inclusive imagino muy cargado y en una cuesta) porque está concentrado en la expectativa de alcanzar lo que tanto desea.

Este ejemplo se utiliza para muchos casos y yo haré lo mismo. Pienso que es un ser humano el que hace un gran esfuerzo sin darse cuenta porque está atraído por algo que lo mueve, por ejemplo, cobrar el sueldo a fin de mes, recibir el pago por el mueble que le encargaron, besar a la mujer de sus sueños, enamorar al hombre más hermoso y buen compañero de la tierra con quien tener hijos sanos, lindos y fuertes, y así hasta el infinito.

La zanahoria entonces representa a todos aquellos anhelos tan intensos como para ponernos en marcha. Y además, cosa bien interesante, el burro no es neurótico, porque quiere la zanahoria, se pone en marcha por ella y no piensa en otra cosa que en la zanahoria. Es más, si será sano el burro que si le sustituyéramos esa zanahoria por un jugoso bistec o un delicioso pescado hecho al horno con todo tipo de sabores, el burro, ya que no está interesado en esas carnes, seguramente no dará un paso.

Ahora volvamos a nuestro amigo el ser humano y pensemos, cuando este bípedo genial tiene adelante un interesante montón de billetes, dice que anhela tenerlos pero no da un sólo paso para conseguirlos, entonces tenemos ante nosotros a un entrañable neurótico: Lo que dice que quiere no es en realidad lo que quiere. ¿Qué quiere entonces? Sólo el psicoanálisis puede responder esta pregunta.

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viernes, 6 de junio de 2008

¿Ser o hacer?

Una fantasía que muy a menudo está en la mente de los estudiantes universitarios pero que difícilmente usted la encuentre descripta en algún lado, es la siguiente:

Papa y mamá se aman y por eso me concibieron a mi. Yo vengo a ser el símbolo del amor entre dos grandes personas. La felicidad que les produce desde entonces que yo exista, los lleva a cuidarme, alimentarme, mimarme, hacerme regalos, mandarme a estudiar, y muchas cosas más que a ellos les cuesta conseguir pero que el gran amor que se tienen y la felicidad que sienten porque soy su hijo, son motivos suficientes para que ellos resuelvan todas mis necesidades.

En determinado momento, observo que los hijos como yo, cuando cumple más o menos 18 años, tienen que empezar a hacer algo para conseguir eso que hasta entonces lo entregaron los padres con mucho placer.

Lo que hay que hacer entonces es tratar de salvar entre 30 y 50 exámenes que me impone un instituto de enseñanza superior para que al aprobar el último, me entreguen un comprobante llamado «Título profesional», con el cual la sociedad pasará a ocupar el lugar de mis padres y se encargará de darme todo lo que antes me daban ellos.

Lo único que tiene que hacer un ser humano (siempre según esta fantasía) es SER. Primero ser hijo y luego ser un profesional. La fantasía estalla como una copa que pega contra el suelo cuando alguien le susurra que para ganarse la vida es preciso HACER y no simplemente ser.

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jueves, 5 de junio de 2008

El dinero fecal

En mis intercambios vía e-mail con colegas criminólogos de habla hispana, me contaban sobre los cambios verificados en la conducta de los ladrones de viviendas.

Hasta hace unos 15 años, estos delincuentes estaban orgullosos cuando podían entrar a una finca muy bien protegida por diferentes técnicas de seguridad y era una anécdota predilecta la incursión delictiva sin despertar a los moradores.

Sin embargo, los nuevos ladrones están comenzando a tener una actitud diferente. Son más violentos, sienten que ganan puntos ante sus pares cuando reducen a los dueños de casa, los atan, actúan a cara descubierta dejándose ver, despliegan actitudes despectivas y humillantes ante las víctimas.

El aumento en la severidad de las penas también aumenta la agresividad y temeridad de estas personas porque para ellos el riesgo no es disuasivo sino estimulante. No es casual que esto coincida con un desarrollo de los deportes extremos realmente importante (surf, caida libre, carrera de supervivencia, descenso de ríos, escalada vertical, paracaidismo amateur, skate acrobático, ciclismo acrobático, submarinismo a pulmón libre, etc.).

Es muy curioso que estos actos depredadores suelen incluir la extraña costumbre de defecar en la casa robada, a veces escriben graffiti ofensivos con esos excrementos o usan juguetes de peluche como papel higiénico.

Como Freud encontró que el dinero simboliza a los excrementos fecales, estas nuevas conductas darán más trabajo a los psicoanalistas.

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miércoles, 4 de junio de 2008

Los cuatro jinetes de la gripe

Mientras la humanidad creía que las enfermedades eran el resultado de un ataque recibido de espíritus malignos, lo que hoy llamamos medicina no pudo desarrollarse.

Piensen en un indígena que se siente atacado por un demonio que lo vuelve hipersensible a la luz, otro que le produce dolores en todo el cuerpo como si lo hubieran golpeado, un tercero que se le instala en la cabeza y le genera un dolor mortificante, quizá es una diablesa la que le provoca una congestión nasal que lo obliga a respirar por la boca y que cada tanto, cuando ella se enoja, él tiene que estornudar intentando desalojarla. Para redondear la imagen, estos personajes de pesadillas vienen montados en enormes caballos.

Seguramente esta patota de cuatro seres malignos lo están atacando porque la víctima cometió algún error, quizá los ofendió, les faltó el respeto, transgredió alguna de sus caprichosas y exigentes pretensiones. Se siente atacado, culpable, temeroso, arrepentido no sabe bien de qué, pide ayuda a quienes lo rodean y entre estos los hay quienes acuden solícitos para procurarle alivio pero habrá otros que son más reticentes y pensarán «algo habrá hecho para estar así».

Toda esta historia, cuando la víctima sabe que está engripado y que haciendo reposo durante una semana seguramente se curará, cambia radicalmente la interpretación que todos hagan del fenómeno.

Algo parecido sucede con la pobreza: Si suponemos que la pobreza es causada por seres malignos, ladrones, explotadores, avaros y mezquinos, todo suena muy coherente pero la situación se vive con el mismo dramatismo mágico de aquel pobre engripado que se creía atacado misteriosamente por cuatro espíritus diabólicos.

Si le hubiéramos explicado a aquel primitivo que estaba cursando un proceso viral, hubiera continuado buscando un exorcista que le quitara a los cuatro enemigos invisibles. Si hoy yo les digo que la pobreza es un fenómeno social en el que ciertas causas psicológicas producen efectos económicos, muchos seguirán pensando que un pequeño grupo de ricos tienen la culpa de que existan una mayoría de pobres.

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martes, 3 de junio de 2008

Cadena laboral

La organización socio-económica que tenemos reclama la especialización de las personas y de su trabajo; esta especialización hace que cada individuo se vuelva incomparable a otro y que cada uno de ellos se vuelva indispensable en el mayor grado posible. Sin embargo, esta especialización hace que cada persona dependa más directamente de las actividades complementarias de todos los demás. Desde otro punto de vista esto lo comento en el artículo anterior titulado Malabaristas con fuego.

Más drásticamente: se hace preciso capacitarse intensamente en algo como para ser indispensables y esto trae como consecuencia que nos volvemos inútiles para varias destrezas que tendremos que salir a comprarle a otros imprescindibles.

El factor clave —una vez asumido que tenemos que convertirnos en muy especialistas— es que nuestra destreza sea realmente necesaria para los demás. Esto tiene mucho que ver con qué es lo que nuestra comunidad efectivamente necesita y está dispuesta a comprar. Por ejemplo, todo lo que una máquina pueda llegar a hacer a un precio competitivo, eso no nos sirve. Por ejemplo, si somos capaces de entregar en la casa de nuestros clientes una pizza exquisita y con la temperatura adecuada en 25 minutos, eso puede convertirnos en indispensables porque la mayoría demora 30 minutos como mínimo y la temperatura a veces no es la adecuada.

Un factor menos significativo es que estemos dispuestos a contratar a otros especialistas ya que el sistema depende de que todos podamos ser útiles al resto para lo cual será preciso vender soluciones y también comprar soluciones. Para no cortar la cadena laboral que nos permite obtener nuestros ingresos, habría que comprar artículos o servicios importados sólo en caso de necesidad fundamentada.

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lunes, 2 de junio de 2008

Los tiernos diablillos

En el otro blog hoy incluyo el artículo titulado Los cristales de mis gafas que refiere a la violencia recibida o entregada.

El tema puede tener infinitos puntos de contacto con la agresividad que se utiliza en la vida empresarial, muy competitiva y despiadada.

Sin embargo, también es cierto que algunas formas de ineficacia económica responden a un subdesarrollo en la personalidad de algunos ciudadanos. Quienes sólo pueden seguir dependiendo de otros adultos, de la limosna o de las políticas sociales del estado aún cuando no presentan inhibiciones objetivamente constatables, también son personas que se mantienen en la etapa infantil en la que sí es esperable la dependencia económica.

Es normal que los niños parezcan sádicos porque no tienen noción del dolor ajeno y hasta los divierte pellizcar, tirar del pelo, usas sus juguetes como proyectiles y se ríen cuando alguien se cae o tropieza.

La inmadurez que se expresa en el plano económico con una dependencia típica de la infantilidad tiene su natural correlato en el uso de la violencia por inconciencia del dolor ajeno.

Un último detalle: No olvidemos que personas infantiles (dependientes y sádicas) se encuentran en todos los estratos socioeconómicos.

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domingo, 1 de junio de 2008

Quien paga, manda

Cuando vemos o escuchamos un programa que cuenta con empresas auspiciantes, debemos entender que los costos de la realización de eso que nos entretiene, nos instruye, nos informa, lo pagamos cuando compramos algún producto de esas empresas auspiciantes.

Quiere decir entonces que la sensación de gratuidad no es más que eso: una sensación. De hecho el costo de nuestro entretenimiento, instrucción o información está incluido en el producto que publicitan durante las tandas.

Suele suceder que alguna insatisfacción provocada por ese programa nos estimula para hacer llegar algún comentario, alguna sugerencia y quizá también alguna queja.

Los que realmente luchan en todos los terrenos por mejorar su calidad de vida, llaman o envían un e-mail a los conductores del programa para dar trámite a su inquietud. Los que realmente no luchan, sólo se quejan.

Esto está parcialmente bien. Lo verdaderamente eficaz es enviar un correo a todas las empresas auspiciantes con copia visible a los conductores del programa. Esto debe ser así porque son los que pagan esa producción (auspiciantes, anunciadores, fabricantes del producto que nosotros compramos con el costo de la publicidad incluido) los que deben estar enterados de su disconformidad.

El verdadero trato está entre los compradores y los anunciantes. Estos pagan a los medios de comunicación para estimular nuestras compras y el costo de ese estímulo lo pagamos nosotros. Si el estímulo que estamos comprando no nos satisface, debemos reclamarle a quien nos lo está cobrando y no a quien nos lo está entregando.

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