Algunas personas se caracterizan por ser muy discretas en todo lo que dicen. En todo lo que NO dicen sería más correcto.
Me refiero al discurso lleno de evasivas, con abundantes sobrentendidos, con un particular despliegue de la ambivalencias. Por ejemplo: «Hazme acordar que luego tengo que decirte algo muy importante para ti sobre lo que me dijo una persona que me pidió no mencionar su nombre.» o también: «Tu sabes muy bien de qué estoy hablando» o también: «Mejor sería que no simularas no entender lo que es tan obvio que cualquiera lo entiende».
A todas éstas, el interlocutor que recibe estos herméticos mensajes, se pone a meditar sobre qué será lo que el otro quiere decir, quién será el que necesita hablar desde el anonimato, qué será eso que él sabe muy bien pero que no tiene ni noción a qué puede referirse o qué es tan evidente y que no puede ver.
De hecho, el «sacar de mentira verdad» o como se dice metafóricamente «tirar verdes pare recoger maduras», puede ser el único estilo de comunicación con el que se vincula una persona que tiene demasiada inseguridad sobre lo que piensa, o tiene el complejo psicológico de que está condenado a ser malinterpretado y, como consecuencia, teme comunicarse.
La comunicación oscura, llena de misterios, sugerencia, insinuaciones, sobrentendidos, con muchas expresiones enigmáticas, protege a quien teme abrirse a una comunicación franca, honesta, sincera, noble, leal, distendida.
Si todo esto sucede en el plano de la comunicación verbal, donde «a las palabras se las lleva el viento», es casi seguro que cuando las circunstancias obligan a ser concretos, claros, sin dobleces, el miedo llega a extremos paralizantes.
Esto es lo que sucede habitualmente cuando esas personas necesitan hablar de dinero: Un tema en el que la ambigüedad casi no tiene cabida.
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15 comentarios:
He tenido demasiados problemas por ser esclava de mis palabras. Ahora decidí ser la ama de los silencios.
Los que hablan no saben, los que saben no hablan... porque la verdad se oculta en el silencio de las palabras que no se dicen.
Hable como se hable, hay quienes no entienden de ningún modo.
Me asustan mucho la enorme cantidad de cosas no dichas que suelen acumularse en una pareja. A veces sucede que ambos desean que todo salga bien, pero la realidad no se corresponde al deseo. Entonces lo que se hace es un agotador trabajo de autoconvencimiento: "cómo me divertí" "qué bien la pasamos" etc, etc, y la realidad de que no la pasaste nada bien y te aburriste como un hongo, queda sepultada debajo de montones de palabras que sólo expresan deseos. Enfrentarse a la realidad puede ser demasiado duro.
Tengo que plantear en mi trabajo pasar a trabajar la cantidad de horas que estipula mi contrato. Eso implica indirectamente un aumento de sueldo. Regalo 20hs al mes y como yo no encaro, los que tendrían que regularizar la situación se hacen los osos.
¡Cosa que me embronca que traten de sacarme de mentira verdad! Quizás reaccione de manera exagerada porque en esos casos corto el vínculo inmediatamente. La cosa se complica cuando los que se comportan así son familiares, porque ahí las rupturas traen secuelas.
De a poco he aprendido a hablar con más franqueza del dinero. Ya no me tensiona pero noto que a muchas personas les molesta la claridad.
Si no te abrís a una conversación franca, una de dos: o tenés cosas para ocultar o sabés de antemano que no vas a ser entendido.
Una vez le pregunté a mi padre cuánto cobraba y él me respondió "lo suficiente" . Aquí la ambigüedad está al servicio de la privacidad.
Nada mejor que uno de los integrantes de la pareja sea sordo mudo, y si además es ciego, cartón lleno!
Ayer recibí un mensaje super-hermético. El mensaje venía impreso en papel, como la cuenta de teléfono. Pero no era ninguna factura. Por curiosidad quise abrirlo ¡y de veras que lo intenté! Cuando desistí, aún sin recuperarme de mi asombro, vi que el sobre era una propaganda de envases de plástico. El sobre era todo blanco y en la esquina derecha decía en letra pequeña "si cierra bien, no se te escapa nada"
Mi novia, de tan discreta, nunca me preguntó mi nombre.
Los mensajes herméticos de los que ud habla, no importa a qué se refieran, el contenido final que traen es un reproche. A veces es todo un complejo de reproches que vienen en combo.
A mí siempre me malinterpretan. Eso antes me fastidiaba mucho. Ahora lo veo como algo que no tiene vuelta, porque es inherente a la comunicación. Cada palabra tiene los 3 o 4 significados del diccionario más es matiz particular que le da el que te escucha. Si a eso le sumás los prejuicios y la animosidad en contra que puede haber en algunos casos, llegás a la conclusión de que la comunicación no es posible.
Sabés que todo lo que he leído, y leo de vos me suena extremista.
Trabajo en comunicación desde los 18 años (hace 9)...
No creo que se llegue a un miedo "paralizante" por tener que ser claro (cuando no se está acostumbrado).
La forma de comunicarse es propia de cada uno, tirar verdes, frases con doble sentido, son simplemente métodos de quien tiene un objetivo... quiere llegar a algo,
y no necesariamente lo hace por que es temeroso...
Con todo respeto.
Besos
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