jueves, 6 de mayo de 2010

Dime con quién andas y sabré tu patrimonio

Nuestra relación con el dinero implica un compromiso afectivo. El dinero nos conmueve, emociona, altera.

Algunas personas no pueden hablar de él sin bloquearse, inhibirse o avergonzarse.

Me llegan muchos comentarios referidos a este tema tan emocionante.

El compromiso afectivo que provocan los asuntos económicos, tienen muchos aspectos, uno de los cuales es el estrés que nos provoca no ser amados incondicionalmente sino por lo que tenemos o podemos.

Acceder a ciertos círculos socio-económicos, implica respetar sus reglas, ser aceptado por sus integrantes y sentirse bien con ellos.

Me consta que yo no podría ser integrante de muchas agrupaciones, corporaciones, sindicatos, ideologías, equipos, familias.

Me animaría a decir que tampoco podría ser ciudadano de algunos países o vivir en ciertas ciudades.

La mayoría de las veces, esa dificultad comenzaría porque no me aceptarían por lo que pienso, expreso y hago.

Si fuera aceptado, tolerado, puesto a prueba por un tiempo, es probable que en muchos ámbitos me sentiría incómodo y terminaría yéndome.

En cada comunidad existe un cierto nivel de circulación económica.

Ese nivel está dado por la cantidad de dinero que habitualmente ganan y gastan sus integrantes.

Por ejemplo, en algunas comunidades, la mayoría de la gente gana y gasta 10, en otras gana y gasta 100, en otras 1.000.

En esos comentarios que me llegan, puedo ver que las personas integran grupos donde circulan grandes, medianas o pequeñas sumas de dinero. No faltan las comunidades donde predomina el trueque y las tarjetas de crédito no se usan.

Donde usted está ahora, circula cierta cantidad de dinero y si lo que actualmente usted posee no le resulta suficiente, tendrá que emigrar a otro colectivo.

No es sabio desconocer que somos influidos por la presión social.

Nuestro patrimonio nos hace lindos o feos, buenos o malos, amables o antipáticos.

Nota: encontrará temas complementarios en el blog La envidia: herramienta o arma.

●●●

11 comentarios:

Macarena dijo...

Con mi esposo nos habría gustado anotar a nuestro hijo en un colegio privado muy bueno que está cerca de casa. Luego lo pensamos y desistimos porque sabemos que el nivel de vida de sus compañeritos está muy por encima del nuestro, y eso iba a dificultar la integración de nuestro hijo.

Jorge dijo...

La enorme mayoría de las personas que corresponden a clases socio-económicas altas, miran con desprecio y prejuicios a los de las clases más bajas. Lo mismo sucede al revés.

Luján dijo...

Quiero emigrar a otro colectivo pero el cruce de fronteras está bravo.

Elbio dijo...

Junto al nivel económico van de la mano aspectos como el nivel cultural, los criterios estéticos, los modismos al hablar, la forma de alimentarse, y tantas otras cosas. Por este motivo es que una persona que proviene de familias adineradas pero que "se ha venido a menos", frecuentemente es más tolerado que un "nuevo rico". Dicen que el hombre es un animal de costumbres, y esas costumbres difícilmente te abandonan.

Marta dijo...

Las personas que nos movemos en el amplio rango de la clase media, nos adaptamos con bastante facilidad a distintas situaciones porque la clase a la que pertenecemos tiene muchas gradaciones. La adaptación a otras realidades es más difícil en las dos puntas de la escala.

Anónimo dijo...

Estoy por fuera. No me aceptan en ningún círculo.

Rulo dijo...

me avergüenza tener lo que otros no tienen, pero enseguida se me pasa

Pancho dijo...

Es una macana cuando te aceptan en los lugares donde no querés estar.

Marcia dijo...

Mi hermana es muy dominante, por eso siempre elige parejas de clase más baja a la suya.

Cacho dijo...

El dinero nos junta y nos separa, sobre todo después de algunos sepelios.

Anónimo dijo...

El pobre esa humilde, el rico es sumiso y orgulloso...-
En ninguno d elos dos bandos quiero estar, soy solo y aqui me quedo