Muchas sensaciones de disconformidad que nos atacan, que nos debilitan, que empobrecen nuestra calidad de vida, provienen del incontrolable efecto de querer hacer coincidir lo que ocurre con lo que creemos que debería ocurrir.
La ciencia que hoy ocupa el pedestal más prestigioso, es la anglosajona, la que pregonan las universidades más caras de Estados Unidos e Inglaterra.
Sus egresados son verdaderos apóstoles de lo que les enseñaron y el estilo de pensar la realidad se propaga como una peste.
Son tan idealizados, que hasta cobran abultadas cifras de dinero por sus sermones, que en definitiva, no hacen otra cosa que repetir lo que ya dijeron en los libros, que compraron y recitan los diáconos regionales y que los monaguillos periodísticos nos hicieron llegar de una manera por demás entendible, fácil y gratuita.
La verdad anglosajona, se basa en estadísticas y las estadísticas resultan de ordenar datos que provienen de miles de encuestas y de cientos de casos observados.
Las encuestas son respondidas por devotos del pensamiento oficial y los investigadores ven en sus observaciones, lo que creen que van a encontrar en ellas.
En otras palabras, las miles de encuestas que fundamentan la verdad sacrosanta anglosajona, están respondidas por quienes saben lo que deben pensar y lo que deben responder para sentirse «normales».
Por su parte, la casuística es observada por científicos que no admitirían otra verdad que la que ya publicaron, comentaron e hicieron propia. En definitiva ven lo que necesitan ver para no contradecirse.
Un ejemplo grotesco: si el Papa tuviera evidencias de que Dios no existe, es difícil que él lo aceptara e imposible que lo publicara.
De esta forma, todo sigue igual, nada cambia, los ricos siguen siendo ricos y los pobres siguen siendo pobres.
Al menos, eso dicen las estadísticas.
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13 comentarios:
Me gusta mucho su sentido del humor y como está abierto a pensar aceptando las contradicciones en lugar de ocultarlas. Eso es lo que permite avanzar a la ciencia.
De haber invertido una fortuna para estudiar en Oxford, le aseguro que sería un apóstol, un arcángel, un santo defensor a capa y espada, de todo lo que me hayan enseñado
Me hizo acordar... La revista Selecciones, se sigue publicando?
Usted me hace sentir anormal y sola y eso no me gusta.
Sólo creo en las estadísticas que sorprenden, que arrojan resultados inesperados.
Hoy la mayoría de los padres sabemos que debemos pensar que nuestros hijos son hiperquinéticos.
No se nos ocurre que podrían necesitar más espacio para jugar.
Ese sombrero chato que les ponen cuando se gradúan, simboliza el nivel hasta el cuál pueden crecer sus ideas. Capaz que simbolizan otra cosa y yo no sé... ni siquiera sé cómo se llaman, lo que pasa es que no me gusta compartir el hediondo saber de la mayoría.
Mi estilo de pensar la realidad es muy florido. Pero esas flores del pensamiento son atacadas por numerosas pestes. Yo las cuido y las defiendo amorosamente porque lo que más me motiva de la realidad, es la posibilidad de transformarla.
Yo creía que en mi provincia iba a ganar el partido x, y veía por todos lados banderas del partido x, me parecía que todas las personas con las que hablaba votarían al partido x, y al final ganó el partido z.
Nos gusta creer que todo cambia cuando cambiamos nosotros.
Lo que dice usted es que las encuestas son respondidas por super-mercados del pensamiento oficial.
Sólo Dios sabe lo que piensa el Papa... siempre y cuando Dios crea en él.
Todo lo que se muestre con números, provoca la seguridad de que debe estar bien, sobre todo porque no podré entenderlo en un siglo.
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