domingo, 30 de mayo de 2010

La autoridad del dinero

Varias veces les comenté sobre cómo nuestro pensamiento aplica criterios metafóricamente iguales.

En el artículo titulado La cuidadosa preservación de los objetos rotos les decía, por ejemplo, que es posible pensar que las mujeres son un territorio del hombre porque este siembra semen en su cuerpo (1); o podemos pensar metafóricamente que las tareas manuales son como la construcción de un nuevo ser que realiza el útero (2).

A estas ideas del funcionamiento metafórico, le agregaré ahora un comentario sobre nuestra necesidad de tener límites, frustraciones, normas, disciplina.

Los límites siempre generan una opinión desfavorable, pero a veces, si están demasiado ausentes, podemos llegar a pensar que «nos hubieran hecho falta».

El ejemplo clásico es la lucha feroz contra un padre (o madre) muy severos, pero que, cuando por algún motivo, dejan de imponer sus restricciones, quienes se sentían víctimas, pueden notar lo difícil que es vivir en la anarquía.

Muy pocas personas entienden, aceptan o defienden las limitaciones, la disciplina, las normas, las restricciones o prohibiciones.

Dentro del grupo de los que no reconocen la necesidad del orden, hay un grupo que se auto-impone restricciones indirectamente y quizá, sin darse cuenta.

Son los que optan por tener escasez de dinero mediante el sencillo procedimiento de no trabajar lo suficiente o de gastar en exceso.

La falta de dinero aporta indirectamente una disciplina que no se podría aceptar de otra forma.

A veces los padres que ideológicamente no aceptan las normas, o no tiene la fortaleza de imponérselas a sus hijos, frustran sus interminables demandas de golosinas, juegos o cualquier otro antojo, alegando que no tienen dinero.

La pobreza patológica puede cumplir la función de compensar la carencia de autoridad o la creencia en que frustrar a los hijos es una señal de egoísmo desamorado.

(1) La mujer de Juan Pérez

(2) La creatividad y el miedo

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10 comentarios:

Canducha dijo...

Yo trabajo poco porque me canso mucho.

Esteban dijo...

Reconozco que gasto en exceso pero, no con mis hijos, para no malcriarlos.

Graciana dijo...

Los hijos de Esteban van a percatarse de la contradicción y va a perder el respeto de ellos.

Filisbino dijo...

Para imponer normas a nuestros hijos, es necesario que estemos muy convencidos de su importancia. A su vez, para poder actuar de ese modo, nuestra experiencia anterior nos tiene que haber demostrado que esas normas nos ayudaron a vivir mejor.

Marta dijo...

Si nos salimos de nuestro rol de padres e intentamos ponernos en el lugar de nuestros hijos, dejaremos a nuestros hijos huérfanos y no seremos capaces de frustrarlos nunca.

Jorge dijo...

El voto de pobreza ayuda a que el religioso se imponga a si mismo una fuerte disciplina.

Damián dijo...

Mis padres nunca tenían dinero. Mi vida no tuvo grandes carencias pero sí mucha austeridad. Deseé intensamente juguetes y ropa que no pude tener. Tempranamente, en mi adolescencia, me juré a mi mismo que no seguiría viviendo así. La pobreza de mis padres fomentó en mí la necesidad de enriquecerme.

Sandra39 dijo...

Algunos hombres mantienen su matrimonio, aunque este sea muy desdichado, porque no aceptan la idea "ceder su territorio" a otro hombre.

Mariana dijo...

Con la facilidad que existe para obtener créditos y préstamos, pienso que quien se restringe en sus gastos, lo hace por una fuerte necesidad interna.

Yenny dijo...

Ustedes los psicólogos, primero pusieron de moda a los padres castradores y luego vino la onda de los límites.