jueves, 13 de mayo de 2010

Esta “cosa” me provoca “cosa”

El hijo que pierde a sus padres, es huérfano y el padre que pierde a su hijo, es ... ¡No tenemos un vocablo para designar a quien padece uno de las peores tragedias que nos pueden ocurrir, cual es soportar el fallecimiento de un hijo!

En un terreno menos doloroso, tenemos muchos vocablos para hablar de sexo pero, mayoritariamente, las personas hablamos muy poco de esa función esencial, natural e imprescindible (para la conservación de la especie).

La función del habla tiene más de un objetivo. El más evidente, es el de comunicarnos. También lo usamos para ordenar nuestro pensamiento con la estructura gramatical que poseen los lenguajes.

Existe una utilidad menos conocida aún. Me refiero a representar las ausencias angustiantes.

Por ejemplo, si ahora evoco el nombre de una persona amada, aliviaré la angustia que me causa su ausencia.

Tan importante es esta función del lenguaje, que en algunas épocas y culturas llegó a prohibirse darle nombre a ciertas divinidades.

Los innombrables son aquellos personajes ideales que merecen tanta veneración, que ni siquiera se les puede dar un nombre, ya que dárselo, equivaldría a una forma de disponer de ellos, permitiría evocarlos sin el debido respeto, personas de cualquier rango social, podrían vincularse con él inmerecidamente (un no religioso, por ejemplo).

No faltan quienes llegan a decir que «la palabra mata a la cosa nombrada», exagerando de esta forma su valor representativo (por ejemplo, la palabra «vaso», representa al recipiente de vidrio) y lo que dicen estos extremistas es que, en la mente de algunos, la palabra es idéntica al objeto (persona o idea) que representa.

Como usted ve, hay varias ideas sobre las palabras y su utilidad.

Por alguno de estos motivos, quienes más veneran, idolatran, temen y admiran el dinero, se avergüenzan cuando hablan de él.

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12 comentarios:

Triaco dijo...

Cuando me está por salir un negocio mi cábala es no hablarlo con nadie para que no se arruine.

López dijo...

Y Triaco? es para que no se lo arruinen o para que no se lo roben?

Evangelina dijo...

Venero a Dios y no me avergüenza hablar de él.

Morgana dijo...

La mejor forma de estropear una fiesta es tocar temas tabú. Los invitados empiezan a sentirse incómodos y no saben para dónde mirar. Lo bueno es que en esos casos comen poco.

Rosana dijo...

Nombrar a las personas amadas que se me han ido hace poco, me llena de angustia.

Laura dijo...

Pensando al tiempo que escribo se me ocurrió algo que seguramente se le haya ocurrido a muchos otros que yo no he leído. Es lo siguiente: quizás el discurso de algunos psicóticos, que asocian términos sin nunguna conexión aparente, tenga como función representar ausencias que no terminan de elaborarse, es decir, personas y situaciones asociadas a sentimientos de miedo, desorientación, donde lo que falta es el control que reina y organiza el mundo exterior y por lo tanto también el interior.

Lucas dijo...

a algunas personas deberían suspenderles la función del habla en forma paulatina; usar un método similar al que se utiliza con los adictos

Leticia dijo...

También se les llama innombrables a los personajes que provocan mucho miedo. Como el de la foto.

Irene dijo...

Los enamorados escriben o graban sus nombres en los asientos de los ómnibus, ellas lo hacen en las puertas de los baños públicos, o ambos en los
árboles, en los asientos de las plazas, en las rocas, en sus alianzas, en medallitas, camafeos, etc. Parecería que de esa forma viven la ilusión de perpetuar una situación que en el presente resulta gratificante. La palabra, en este caso escrita, calma la angustia que provoca el miedo a la pérdida del ser amado.

Canducha dijo...

Cuando una está con "el Jesús en la boca" es porque está nerviosa y preocupada. Por este motivo necesita invocar permanentemente una palabra que represente protección.

Lucía dijo...

No entendí eso de que la palabra mata a la cosa nombrada.

Alicia dijo...

Las patologías psiquiátricas que se vuelven crónicas, producen un deterioro progresivo en casi todos los aspectos de la vida del enfermo. Uno de ellos es el lenguaje; este se empobrece y limita su contenido. Estimular el uso de la palabra ayuda al paciente a vincularse con los otros, con su entorno, y a pensarse a si mismos.