sábado, 5 de diciembre de 2009

Con la envidia nos igualamos

En algunos pueblos de habla inglesa es popular la consigna: «Estemos a la altura de nuestros vecinos» (1).

En un artículo titulado «Me alegra estar triste» comentaba la «paradoja de Easterlin» según la cual la felicidad no mantiene una proporción directa con el enriquecimiento sino que al bienestar se accede con más dificultad que al dinero.

Según los investigadores que participaron en la encuesta del profesor Richard Easterlin, la felicidad la percibimos a partir de compararnos con quienes nos rodean.

Los angloparlantes aluden a la situación de los vecinos porque la felicidad surge cuando nos sentimos igual o mejor que los demás.

Los ingleses son más irónicos y tienen por consigna: «Estemos a la altura de los Beckhams» (2) aludiendo a la condiciones de bienestar cinematográfico que poseen el goleador británico David Beckham (1975 - ) y su familia.

Estos no son más que comentarios preliminares para compartir con ustedes una observación que me llama la atención.

Tenemos en nuestras ciudades muchos gimnasios llenos de caminadores (cinta de correr hedónica [imagen]).

Cuando varias máquinas están puestas una al lado de la otra, los usuarios se ponen a caminar sin avanzar un centímetro. Todos en hilera, avanzan y avanzan ... siempre en el mismo lugar.

No tendría lógica que personas inteligentes desperdicien tan infamemente su valiosa energía.

Pienso —porque necesito una explicación que me permita creer que tienen una actitud inteligente—, que ese ejercicio les permite teatralizar la consigna de los angloparlantes, es decir, moverse pero sin alejarse de los vecinos.

Este deseo universal de conservar la posición relativa con los vecinos, no es otra cosa que la puja entre hermanos por recibir la misma cantidad de amor de los padres.



(1) «Keeping up with the Joneses»
(2) «Keeping up with the Beckhams»

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12 comentarios:

Leonor Añón dijo...

Está bien, pero se está poniendo complejo señor.

Baje un poco la dureza de sus ideas "para quedar dentro de mi vecindario y que me siga sintiendo feliz con usted".

Besitos y besotes.

Ana Carolina dijo...

Queremos igualarnos pero no superar (visiblemente) a nadie porque la envidia es temible.

Marcia dijo...

La hipótesis parace bastante redondita pero muy rebuscada.

Yoel dijo...

Evidentemente correr en las cintas no tiene una finalidad de trasladarse. Es un recurso al que apelamos los citadinos porque es eso o correr tragando monóxido de carbono.

Guyunusa dijo...

Desearía hacer ejercicio con la finalidad de disfrutar. En mi caso lo lograría escalando cerros, nadando en el mar, en ríos o lagunas, caminando por los montes, buscando leña para azar carne o simplemente disfrutar de una gran fogata.

Lic. Cambre dijo...

Sentir que avanzás, permaneciendo igual y empatado con todos los demás, da un sentimiento de igualdad maravilloso. Hasta te permite imaginar que el mundo es justo, que cada cual va a su ritmo, sin que existan ganadores ni perdedores. Es un oasis en este mundo cruel y competitivo.
Es muy posible que los orígenes de este fuerte deseo estén, así como tú lo dices, en el intento de reparar las heridas que nos proporcionó la rivalidad fraterna.

Paty dijo...

Me gustó como bautizó a los caminadores "cintas de correr hedónicas". Ud nunca nos defrauda, doc.

Lucía dijo...

Paty, otra que está buenísima es "bienestar cinematográfico".

Lautaro dijo...

Cierto que la felicidad siempre es en relación a algo, es en comparación con otra situación propia o ajena. Todo lo que intentamos medir debemos compararlo con algún patrón. (aunque si nos comparamos con el patrón estamos fritos)

Orosmán dijo...

Guyunusa habría sido la compañera ideal de Juan Jacobo Rousseau.

Sebastián dijo...

Si la felicidad la percibimos a partir de compararnos con quienes nos rodean, una buena manera de minimizar la solapada lucha de clases, sería crear ghettos, o para que suene más simpático, barrios privados de gentes con similar situación económica. De todos modos sería un esfuerzo banal porque las diferencias siempre existirán, habrán ricos y pobres en amor, talento, belleza, etc. Además es imposible de llevar a cabo porque hace tiempo que a "los que te rodean" los podés conocer a través de una pantalla, o una revista, aunque vivan en la otra punta del planeta.

la petisa dijo...

El otro día escuche que se ha comprobado que las personas más altas ocupan porcentualmente, lugares de mayor poder y mejor remuneración. Incluso está calculado pulgada a pulgada.
Y bueno, todos corremos con alguna desventaja.