lunes, 11 de marzo de 2013

El mercado de los servicios adivinatorios



 
Como la verdad no existe y solo es una ilusión tenemos un mercado razonablemente lucrativo para comercializar los servicios adivinatorios.

Para las personas ansiosas, que temen el futuro porque les cuesta esperar a que llegue (por eso son ansiosas), utilizan un recurso tan antiguo como la humanidad misma: la adivinación (predicción, pronóstico, vaticinio, presentimiento, previsión, auspicio, oráculo).

Como dicen algunos economistas: «la demanda genera una oferta», es decir, si en el mercado existen compradores de algo (muebles, alimentos, casas, ...), no pasará mucho tiempo sin que aparezcan proveedores interesados en fabricar muebles, o en preparar alimentos, o en construir casas, ...

Del mismo modo, si existen personas interesadas en conocer el futuro (demanda), no pasará mucho tiempo sin que aparezcan adivinos, nigromantes, hechiceros, brujos, videntes, magos, encantadores, augures, agoreros.

Dije «aparezcan» para remarcar que estos profesionales ya existían y se mostraron cuando observaron que alguien los buscaba.

La economía es una ciencia tan poco firme que sigue sin ponerse de acuerdo sobre cómo funciona este fenómeno: Son los ansiosos (demanda) quienes provocan la oferta de servicios adivinatorios o acaso son los videntes (oferta) quienes, apasionados en conseguir interesados en su talento (la adivinación) generan ansiedad en la gente para que demande información de lo que aún no ocurrió.

Como la verdad no existe y solo es una ilusión digamos que «hay un poco de todo». Como dice el refrán: «Dios los cría y ellos se juntan», los ansiosos buscan a los adivinos y los adivinos buscan a los ansiosos, y ahí tenemos armado y funcionando el intenso mercado de la futurología, de las predicciones, de los oráculos, liderado por el insuperado Nostradamus.

Esta es la clave: «como la verdad no existe y solo es una ilusión», tenemos un mercado real, dinámico, serio y razonablemente lucrativo para comercializar los servicios adivinatorios.

(Este es el Artículo Nº 1.816)

10 comentarios:

Carina dijo...

Se puede acudir a un adivino por diversos motivos: ansiedad, desesperación, curiosidad, entretenimiento, inseguridad, desconcierto, exceso de inocencia.

Mª Eugenia dijo...

Si la verdad no existe, ¿porque me molestaron tanto de chica para que dijera siempre la verdad?

Lautaro dijo...

Mª Eugenia tienen razón. Es difícil acceder a la verdad. Cuando a un niño le preguntan ¿por qué hiciste eso?, es frecuente que te responda ¨no sé¨. Y en la mayoría de los casos es cierto. Del mismo modo que los adultos no conocemos, las más de las veces, la verdad del por qué de nuestras acciones.

Laura dijo...

Pero lo que sí sabemos es lo que hicimos. Ahí es cuando podemos decir la verdad o mentir. Aunque ese tipo de verdad es la que menos le interesa al psicoanálisis.

Marcos dijo...

Pagar un servicio adivinatorio es perder dinero, a no ser que lo hagas por curiosidad o divertimento; para ver cómo se manejan en esos lugares, cómo son las adivinas, de qué manera decoran su lugar de trabajo. Todos esos datos pueden decirte muchas cosas acerca del funcionamiento del psiquismo humano.

Filisbino dijo...

Existen unas cuantas verdades en común para cada especie. Cada especie tiene sus verdades, así como cada cultura y cada ser humano.

Evangelina dijo...

La verdad se experimenta, no se razona.

la gordis dijo...

Le juro que soy muy ansiosa pero no busco adivinos; busco chocolate.

Oriente dijo...

Creo que la oferta y la demanda se fueron amalgamando juntas. Aunque es posible que lentamente haya habido un proceso de aumento de la demanda que llevó, lógicamente, a un aumento de la oferta.

Gabriela dijo...

Algunos dicen -creo que con buen tino- que cuando uno encuentra su talento, la vida te cambia de manera significativa. Soy una convencida de que todos tenemos talentos, y la clave está en valorarlos y desarrollarlos. Es probable que el don de la videncia sea una capacidad humana que sólo unos pocos han desarrollado, quién sabe por qué.
De todos modos conviene tener en cuenta que ese don no alcanza para descubrir verdades operativas para nuestra vida. El proceso interno de búsqueda de la verdad, es muy valioso.