lunes, 21 de enero de 2013

Explicaciones milenarias del malestar actual


Existen leyendas que explican por qué el ser humano fue feliz, pero algo hizo que lo condenó a ser infeliz.

La pobreza patológica (que tanto me interesa!!) es la escasez aparentemente evitable que padecen algunos seres humanos.

Este es el artículo número 1767 que publico proponiendo distintas causas probables de este fenómeno que los economistas y políticos no han podido resolver en miles de años.

El arraigo popular de algunas creencias suele ser un hecho que propicia la eficacia de muchas causas de la pobreza. Por ejemplo, la creencia cristiana según la cual es bueno ser pobre, mantiene a muchos pobres patológicos viviendo en el subsuelo del planeta, como si eso les generara ventajas que recién aprovecharían después de la muerte.

Pero no solo el cristianismo patrocina la pobreza, la austeridad, el apartarse de una calidad de vida «privada de privaciones» innecesarias, que provocan sufrimiento por el solo gusto de pasar mal.

Observemos otras creencias milenarias que nos explican por qué es lógico que ahora pasemos mal. Son leyendas que nos hablan de un pasado de esplendor que, por algún motivo que la propia leyenda explica, se perdió para siempre.

1) La leyenda del Rebis (1) nos informa que originalmente éramos perfectos, iguales a Dios, pero que este temió por nuestra competencia y nos dividió en dos. Por eso ahora somos tan débiles y tenemos que buscar a nuestra otra mitad.

2) Antes del Pecado Original (2) vivíamos en el Paraíso, pero los abuelos (Adán y Eva), comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal y acá estamos, fuera del Paraíso;

3) Antes todos hablaban el mismo idioma, pero quisimos conocer el cielo y Dios nos impuso idiomas diferentes.

En suma: según estas leyendas milenarias parece lógico e inevitable que ahora tengamos carencias, pobreza y una baja calidad de vida.

     
(Este es el Artículo Nº 1.767)


11 comentarios:

Gabriela dijo...

Me interesa especialmente la leyenda de la Torre de Babel. Para mí es casi como un sueño que todos pudiéramos hablar el mismo idioma, si eso implicara que nos entendiéramos. Metafóricamente la leyenda admite esa interpretación. Si fuera cierto que todos pudiéramos llegar a entendernos... que por ej. cuando uno dice amor, el otro entienda exactamente lo mismo que uno quiere decir. Si los humanos nos entendiéramos así muchos problemas se evitarían. Con mayor armonía, la utopía de conocer el Cielo, la perfección, podría sentirse más cercana, más posible. ¿Qué hay de malo en buscar la perfección? ¿No es acaso buscar la santidad? Dios tendría que ser el primero en aplaudirlo. Quizás lo que la leyenda quiere transmitir es que nadie puede atreverse a la sobervia de creer ni por un sólo minuto que alcanzó la perfección. La sobervia nos lleva al desprecio del otro. De todos modos, habalndo entre todos un mismo idioma, la sobervia no tendría por que exsitir. Uno aceptaría las críticas bien intencionadas. La leyenda de la Torre de Babel es bonita; como lo son la mayoría de las leyendas, pero no tiene para mí, demasiado sentido.

Norton dijo...

Si usted cree que la pobreza es evitable, cree en la esperanza.

Elena dijo...

Las leyendas que usted menciona pueden ser desconocidas por la mayoría de los habitantes del planeta. Pueden haber quedado en el olvido. Sin embargo es posible que sigan operando en el inconsciente colectivo, si es que existe. Más posible aún es que de algún modo se hayan podido transmitir aunque nunca se hayan narrado. Pueden haberse transmitido a través de conductas y valores. Las conductas y los valores arraigados cambian lentamente, me parece. Pueden pasar siglos o milenios sin cambiar. Lo que es de todos se toma como propio porque uno -uno que en definitiva está solo- se siente tan insignificante...

Filisbino dijo...

Los cristianos que eligen la pobreza no son pobres patológicos. Han tomado una decisión libre, dentro de los límites de la determinación, o del destino, si se quiere.
Libertad y multideterminación. Libertad y destino, parecen opuestos irreconciliables, pero puede que no lo sean. Si concebimos la libertad como una sensación más que como una posibilidad real, podemos decir que existe; existe como sensación.

Marcos dijo...

Hay cristianos que no eligen la pobreza. No ven contradicción entre la riqueza material y una vida cristiana. Otros son primero pobres y luego se toman del cristianismo para reconfortarse y guardar esperanzas de una vida futura mejor. Y otros siguen por inercia, sin cuestionamientos, lo que hace el rebaño.

Irene dijo...

Imaginar un pasado de esplendor significa que no podemos aceptar la miseria que vivimos: enfermedad, muerte, carencias materiales, padecimiento psíquico, guerras, privaciones, etc. Creemos que la vida en algún momento tiene que haber sido feliz porque somos capaces de imaginar la felicidad perfecta. ¿Y si somos capaces de imaginarla, por qué no podemos vivirla? ¿Qué hicimos para merecer esto? Entonces ahí es que buscamos todo tipo de explicaciones. Porque nuestras emociones hacen uso de la razón para obtener paz. Lo ilógico, injusto, inesperado y doloroso nos angustia enormemente.

Oriente dijo...

La leyenda de Rebis habla de un Dios con características humanas porque es un Dios temeroso que quiere mantener el poder supremo.
Por otro lado eso de buscar la otra mitad, resalta antes que nada que somos débiles e incompletos; lo cual es cierto. Lo que no es cierto es que otro, aportándonos su mitad, nos convierta en seres más fuertes. Sin embargo esa creencia sigue muy arraigada aún. Pensamos que nuestra pareja nos va a completar y como eso es imposible, la frustración concomitante lleva al desengaño y la separación.

Álvaro dijo...

En muchas partes del mundo y aún en el lugar donde vive cada uno de nosotros, sigue vigente por aquí y por allá que las culpas se heredan de generación en generación. Muchas veces pasa que nos peleamos con un primo y eso nos lleva a que automáticamente empecemos a mirar al tío de reojo, con recelo y perspicacia. Familias enteras se separan cuando una pareja se separa. Se traslada a los vínculos de parentesco e incluso a amigos, el conflicto surgido con uno, el cual pasa a adjudicarse a todo el grupo que rodea a esa persona. No parece tener mucho sentido, pero sucede.

Mª Eugenia dijo...

¿Si Adán y Eva no conocían el bien y el mal, cómo diablos hacían para portarse como Dios manda?

Lautaro dijo...

Con respecto a lo que plantea Mª Eugenia, me parece que ese mito da por sentado que el ser humano en estado natural es bueno y que el conocimiento lo corrompe. Mito muy favorable al clero que monopolizaban el saber en la Edad Media. Y si en lugares como Francia esto sucedió casi hasta la misma revolución, imagínense en otros lugares.
Aunque el Mito sea muy anterior, seguramente durante varios siglos han seguido sacándole provecho.

Olegario dijo...

En el videocomentario usted habla de la sugestión. Creo como usted que la sugestión comanda muchas de nuestras acciones, si no todas. Claro que la sugestión no es el único factor que nos determina, es uno más pero tiene mucha fuerza. Cuando se trata de corroborar nuestras creencias, la sugestión puede llevarnos a hacer con nuestro cuerpo, de manera inconsciente, las cosas más estrafalarias. Todo eso quizás porque en este misterio en el que vivimos, donde el sólo hecho de estar vivos y el hecho de luego dejar de estarlo, es tan angustiante, que cualquier certeza nos sirve como tabla de salvación para seguir adelante. Es terrible tener conciencia de la inmensidad del universo, de la certeza de la muerte, de las posibilidades de tener un accidente, ser atacados, lastimados, enfermarnos. Si nos sugestionamos con soluciones; soluciones que pueden pasar por alimentarse de determinado modo, tomar ciertos medicamentos, evitar ciertas conductas; lo que sea lo haremos. Eso es más que humano y es inevitable.