El desgano laboral es una enfermedad generalmente no diagnosticada pues trabajar es parte del funcionamiento biológico normal.
En el copete, (o colgado), de un artículo de reciente publicación (1)
digo textualmente:
«Trabajar no depende de nuestra voluntad. Porque formamos
parte de la Naturaleza, trabajar es inevitable».
Como siempre ocurre, quienes no admiten que el libre albedrío no existe sino que estamos inexorablemente
determinados por factores naturales (genética, aprendizaje, escenario actual),
no pueden entender las propuestas que derivan lógicamente de esta hipótesis (el
determinismo).
En el caso del mencionado artículo trabajar es tan inevitable como
cualquier otra acción que debamos hacer porque los factores que nos influyen
dan como resultado esa única respuesta.
En dicho artículo les decía que siempre que nuestro organismo esté
dotado del fenómeno vida existirá un
trabajo sin el cual ese fenómeno vida
(2) se interrumpiría (muerte).
La salud es un estado en el que todos los trabajos se están realizando
adecuadamente: el corazón trabaja bien, los pulmones hacen su tarea, el aparato
digestivo cumple con sus objetivos específicos, y así todas las funciones que,
coordinadamente, nos mantienen con vida y sin malestares ni pronósticos
preocupantes (enfermedad grave).
No trabajar es una forma de enfermedad porque no estamos haciendo lo que
sería necesario para vivir: conseguir alimentos, higienizarnos, conservar
nuestra vivienda en condiciones habitables, desplazarnos de un lugar a otro,
interactuar con otras personas.
Los períodos durante los cuales nuestra
cantidad de trabajo desciende para descansar o no conseguimos una tarea
remunerada por dificultades en el mercado laboral, o estamos afectados por un
desgano que nos impide hacer esfuerzos, son períodos en los cuales
nuestra salud está alterada, ya sea porque necesitamos el descanso para
recuperarnos o porque las condiciones de vida son enfermantes o porque
directamente, tenemos una enfermedad no diagnosticada caracterizada por no
poder trabajar.
(Este es el Artículo Nº 1.777)
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10 comentarios:
Trabajar es invevitable porque todo nuestro cuerpo trabaja, aún para no trabajar: a veces es tanto lo que trabaja nuestro cuerpo (me refiero específicamente a la psiquis) que luego no podemos trabajar. ¿Me explico?
También existe otro problema que no es tema del artículo de hoy y tiene que ver con el que no trabaja por falta de hábitos de trabajo, por falta de modelos y de cultura de trabajo. Para esas personas trabajar es algo extraño, tanto como podría ser una bibiloteca llena de libros adentro del rancho.
Se aprende en primera instancia de las personas que nos cuidan en los primeros años de vida. Luego se aprende del entorno. Si el entorno le llama trabajo al robo, por ej. , el robo será visto como la forma de trabajo más familiar y dará un sentido de pertenecia al grupo.
Me pregunto si en el caso que plantea Evaristo, el quien está enferma es la persona o el sistema social.
En nuestras sociedades es posible vivir casi sin trabajar, e incluso sin trabajar en absoluto. Comencemos por los casos más evidentes: la cárcel y la protección que brinda el estado a los indigentes. En esos casos la enfermedad no se cura, porque no se favorece un cambio de estado. Sin embargo en mi país (Uruguay) se hacen grandes esfuerzos por insertar en el mercado laboral a estas personas. Tanto de parte del Estado como de varias ONG que trabajan con ese cometido. Los logros son regulares, aunque quizás mejores de lo que suponesmos. Los que juntan cartón, plásticos y otros elementos en los carros están trabajando. Una parte de ellos de manera regularizada. No son hurgadores, son recicladores. Tienen un lugar en la sociedad y por lo general no recurren al robo. Incluso incorporan a sus hijos en la tarea para que aprendan el oficio. Otros no, prefieren que vayan a estudiar para tener un futuro mejor.
Si el libre albedrío existiera, podríamos detener el funcionamientos de nuestro corazón por voluntad propia. Si existiera el libre albedrío pacientes con esquizofrenia -con los que trabajo hace algunos años- y que desean más que nada volver a trabajar como lo hacían cuando estaban sanos, podrían empezar a trabajar apenas surgiera ese deseo, pero no es así. Dificultades para relacionarse, para obtener cierta estabilidad emocional que les permita asiduidad y puntualidad, momentos de ira incontrolables, etc, arruinan esos intentos.
No es cierto que ¨querer es poder¨. Cuando eso se lo decimos a alguien que quiere y no puede, lo herimos profundamente.
Si un cachorro de lobo, pongámosle, nace débil o se vuelve débil por alguna herida o accidente, queda inhabilitado para trabajar (cazar), y termina por perder su vida. La manada no puede hacerse cargo de él.
Los humanos tenemos otra forma de ver las cosas. En general valoramos mucho la vida, logramos empatía con el otro, buscamos protegerlo y recuperarlo en esos casos.
Entonces, si eso nos parece humano o humanitario, no nos quejemos cuando nos aumentan los impuestos con el fin de proteger a los más débiles.
Los períodos en que nuestra capacidad de trabajo desciende, por lo general no son contemplados por nuestros patrones. En muchos lugares directamente te echan porque suponen que estás haciendo cebo (hacerse el vivo descansando). En algunos otros lugares hay un departamento de recursos humanos donde se trata de ver qué está pasando con ese trabajador. No se prejuzga, sino que se indaga y se intenta ayudar al trabajador para bien de la empresa y de la persona. El punto de vista es muy distinto, se parte de la idea de que el rendimiento ha bajado porque ¨algo le pasa¨.
Creo que existe un grupo importante de adolescentes que se niegan a trabajar. Generalmente el trabajo que tienen es estudiar y se niegan a estudiar. A muchos de nosotros nos pasó ¿no?.
Además de la rebeldía natural de la edad, quizás haya otra cosa. De pronto no se trata de rebeldes sin causa. A veces creo que ellos son capaces de ver un montón de aspectos absurdos en la forma de vivir de los adultos. Y no quieren entregarse así nomás a esa ¨tontería¨que les resulta tan irritante. Luego las causas los ¨vienen cercando¨, como dice Silvio Rodríguez. Deben pasar a pertenecer al grupo adulto porque de lo contrario quedan exiliados, sin pertenecia. Entonces se ponen razonables, aceptan las cosas como vienen, encuentran justificaciones a lo injustificable que incluso luego defienden a muerte frente a sus hijos.
Pienso que deberíamos permitier que nuestros hijos nos rejuvenescan. Ser capaces de oír lo que nos dicen con sus actos y sus palabras. Y cuestinarnos.
Ser reflexibos ante temas tan importantes, tan centrales no da miedo. Si vamos muy profundo se nos puede caer la débil estructura que hemos construido para adaptarnos y sobrevivir, para sentirnos seguros. De pronto no se trata de que cambiemos esa estructura, sino que esa reflexión puede ser favorable para restablecer la comunicación con ellos. Cuando dicen ¨nadie me comprende¨ y van a buscar refugio entre sus pares, no está bueno tomárselo a la ligera.
Mi funcionamiento biológico dejaba mucho que desear, tanto que una vez mi médico de cabecera me sugirió amablemente que hiciera psicoterapia.
Fueron muchos años de psicoterapia, sesiones en las que me quedaba mudo y otras en las que hablaba hasta por los codos.
Fue pasando el tiempo y se puede decir que descubrí cosas en mi mismo que me dejaron pasmado (muy asombrado). Algunos de mis problemas - a los que yo suponía netamente biológicos - fueron cediendo hasta desaparecer por completo. Llegado ese punto creí que me había curado, agradecí el trabajo de mi terapeuta y me fui a empezar una nueva vida. Para mi sorpresa y la de mis allegados, el bienestar no duró demasiado tiempo. Dudé si volver o no a la terapia. Decidí que no. Pero ya había aprendido algo muy valioso: sabía mirarme para adentro. Comprendí que cuando mi cuerpo hacía síntoma, debía escucharlo y hacer algún cambio en mi vida. Así, por ensallo y error, fui logrando sentirme mejor.
TRABAJAR ES DISFRUTAR. TRABAJAR COMO CASTIGO ES VIVIR ESCLAVO.
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