Como los medios
de comunicación venden más cuando nos provocan indignación, difundir el índice Gini
es ideal. Por ejemplo, nos dicen: en este país las 68 personas más ricas poseen
una riqueza igual a la que tienen los tres millones de habitantes más pobres.
Esta desigualdad enfurece a las personas de izquierda y cristianas, pero los de
derecha ateos preguntamos: “¿Los pobres viven mal?” y no nos preocupa que
alguien tenga demasiado.
Si quisiéramos
dar una respuesta más compleja, agregaríamos: “Es bueno que los más capaces administren
lo más valioso, porque no es bueno que los menos capaces administren lo que no
saben generar.”
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