viernes, 21 de enero de 2011

Equivocarse es humano, envidiar es inevitable

Nuestra calidad de vida depende de que los demás estén igual o peor que nosotros.

La pobreza patológica es un concepto inventado por mí, para denominar esos problemas económicos que no pueden ser superados por quien los padece, a pesar de intentarlo.

El concepto no tiene una definición concluyente (definitiva) porque está y estará en estudio durante muchos años.

En teoría, ningún tema de estudio puede darse por terminado ya que es arbitrario aislar un fenómeno de los demás a los que está asociado directa o indirectamente.

No soy el único dedicado a este tema, aunque sí el único que lo aborda desde un punto de vista psicoanalítico lacaniano.

La consigna de esta búsqueda asegura que «la pobreza es curable».

La pobreza material a la que me refiero, nos impacta tanto objetiva como subjetivamente.

Desde el punto de vista objetivo, nos genera privaciones a necesidades básicas (alimento, abrigo, alojamiento) y

Desde el punto de vista subjetivo nos provoca frustraciones a los deseos básicos (divertirnos, viajar, estudiar).

También podemos decir que algunas carencias comprometen nuestra supervivencia y otras comprometen nuestra calidad de vida.

En orden de importancia, requieren solución más urgente aquellas que ponen en riesgo nuestra supervivencia.

A pesar de existir este indiscutible orden de prioridades, nuestra mente reacciona con gran vehemencia cuando las necesidades básicas están habitualmente cubiertas y es excitada por la envidia.

Este sentimiento hace que aún cuando nuestra supervivencia está asegurada, tengamos una sensación de muerte inminente cuando constatamos que alguien de nuestro entorno incorpora a su vida alguna ventaja (compra un auto, asciende en el trabajo, ostenta algún gasto significativo).

Por lo tanto, la noción de pobreza patológica puede prescindir de los aspectos absolutos (tengo o no tengo para alimentarme), y puede estar fuertemente marcada por aspectos relativos (tengo más o menos que otros).

Artículo vinculado:

«¡Me alegra estar triste!»

Blog vinculado:

La envidia

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14 comentarios:

Lautaro dijo...

Como los demás son la gente de nuestro entorno, se puede ser pobre y no envidiar.

Blanca dijo...

Algunas personas detectan con mucha facilidad la envidia propia, pero la mayoría creemos verla sólo en los demás. Me asombra descubrir la delgada línea que existe entre mis sentimientos de admiración y los de envidia. Creo que a menudo disfrazo a la segunda con los ropajes de la primera.

Martina dijo...

Estudiar es un deseo básico???!!!!

Sebastián dijo...

No entiendo como la envidia puede significar una sesación de muerte inminente. Por qué envidiar a nuestros superiores, al líder? Ellos cumplen un rol protector respecto a la especie.

Verónica dijo...

Sebastián no está tomando en cuenta la incoherencia de nuestro pensamiento. Además eso de que nuestros líderes cumplen un rol protector, no me parece muy claro.

Hebert dijo...

Yo aprendí a mantener mi calidad de vida, aún comprometiendo mi supervivencia.
Para qué sobrevivir sin calidad de vida? Me gusta ganarle la pulseada a los instintos.

Graciana dijo...

Si Hebert realmente cree que puede ganarle a los instintos, debe sentirse muy poderoso.

Adela dijo...

Los deseos básicos son subjetivos, Martina.

Olivia dijo...

Es placentero transformar la envidia en civilizados sentimientos que simulen madurez.

Paty dijo...

Si usted inventó la pobreza patológica... por qué la quiere eliminar?

Carolina dijo...

Él no quiere eliminarla! Quiere curarla!

Mauricio dijo...

Cuánta estupidez; se confunde la realidad con el concepto.

Nilda dijo...

Los "ventajeros" son especialistas en sacar ventaja de los demás. Son personas obsesionadas por la envidia.

Anónimo dijo...

la riqueza es tener tiempo.
y saber qué hacer con él.