No es cierto que cuando uno gana otro inevitablemente pierde.
Fue el químico francés, Antoine-Laurent Lavoisier (1743-1794), quien enunció la ley de la conservación de la materia: «Nada se crea, nada se pierde; todo se transforma.»
Si esta ley se refiere exclusivamente a lo que ocurre en nuestro planeta (y no se refiere a lo que ocurre en todo el universo), tendríamos que hacer un par de salvedades.
No podemos olvidar que cada tanto enviamos al espacio naves espaciales que no retornan y que en última instancia, son trozos de planeta que perdemos.
Tampoco podemos olvidar que cada tanto se incorporan meteoritos que aumentan nuestro peso y volumen.
Estas salvedades no son suficientes para invalidar la ley de Lavoisier, pero al menos le quitan aquella inmaculada exactitud que tenía cuando fue enunciada en el siglo 18.
Aceptar esta Ley como incuestionable, nos lleva a la intuición de que vivimos en una especie de burbuja hermética que flota en el espacio.
Nuestra inteligencia, al tomar como dato verdadero que estamos encerrados, fácilmente llega a la conclusión de que los únicos intercambios posibles entre los seres vivos así encapsulados, consisten en que cuando uno gana, otro pierde.
Esta lógica suele llamarse «de suma cero» (1).
En otras palabras, cada vez que yo gano con mi trabajo un billete de 100, debería suponer que otro ser humano perdió un billete de 100.
Así debería suceder cada vez que un bien cambia de mano dentro de un ámbito hermético, en el que «Nada se crea ni nada se destruye, ...».
Sin embargo, no existen tales pérdidas porque continuamente estamos reciclando (transformando) partes del planeta (minerales, vegetales, animales), para incorporarlos al uso humano.
Por eso, mi alimentación no tiene por qué ser causa del hambre ajena, ni mi vestimenta provocar alguna desnudez.
Nota: La imagen corresponde a un cultivo sin suelo (hidroponia)
(1) La poligamia comercial
¿Quién tiene lo que me falta?
Un trozo de PBI con Coca-Cola
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10 comentarios:
No, claro. Cuando uno gana también hay otros que ganan, sólo que unos ganan más que otros.
Respecto a lo que plantea Lautaro, pienso que está criticando una situación inevitable y que además no es mala de por si. Así como no ganamos igual en el aspecto económico, tampoco ganamos igual en ningún aspecto de la vida. Caín y Abel ya lo sabían. Pero no es necesario llegar a situaciones dramáticas.
La justicia tampoco pasa por la igualdad. La igualdad para individuos diferentes es injusta. Por otro lado, ganar o perder pasa por el punto de vista de cada uno, depende de cómo se juzgue la situación. No sé, es un tema que da para pensarlo a fondo.
Todo se transforma, al menos en nuestro planeta, como dice Fernando. Pero es bueno tener en cuenta que cuando algo se transforma, deja de ser lo que era.
Si yo gano con mi trabajo un billete de cien, otro perdió un billete de cien y ganó ciento cincuenta con mi trabajo. Ese billete de cincuenta es la plusvalía.
Le aseguro que a veces mi vestimenta provoca alguna desnudez desesperada.
Envidio la autoestima en alza de Lola.
Lamentablemente hay un montón de bolsas de nylon que no se transforman en nada y andan por ahí volando y ensuciando las calles.
Pasa con frecuencia que se pierde en lo económico para ganar con la eliminación de la ansiedad. La ansiedad te lleva a hacer malos negocios, pero cada cual sabe hasta donde puede soportarse a si mismo.
En el amor es terrible que uno gane y otro pierda. Por eso mi sentido de la justicia me lleva a optar por la poligamia. Hay lugar para todas!
Le pido a Alicia que lea con atención. Mieres explicó por que aún en nuestro planeta, no es del todo cierta la ley de Lavoiser.
Un tipo que se anima a criticar a Lavoiser, sin ser siquiera químico, merece el mayor de mis respetos.
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