Los políticos exhiben su ayuda a las mujeres con hijos y disimulan su ayuda a quienes proveen fuentes de trabajo.
En algunos artículos he
comentado la hipótesis de que los varones servimos para muy poco, si tenemos en
cuenta:
— que la única misión (1) que
tenemos los seres vivos es conservarnos como especie; y
— que es la mujer la que carga
con más del 80% de la responsabilidad de esa única misión, pues biológicamente
puede gestar y dar alimento con su cuerpo.
He llegado a decir que un solo
varón puede embarazar a mil mujeres por año (2), con los cual 999 quedaríamos
por fuera del circuito reproductivo. Así de prescindibles somos.
Sin embargo puede haber una luz
de esperanza para aquellos varones que compensen su natural inutilidad haciendo
cosas que también cumplan con la única misión de conservar la especie.
Me estoy refiriendo a los
empresarios capaces de administrar un emprendimiento que dé trabajo a muchos padres
de familia.
Supongo que la mujer no debería
estar obligada a ganar un salario sino que debería recibir la colaboración
infalible de la sociedad o de algún hombre que gane lo suficiente como para
mantenerla a ella y a su prole.
Si bien estamos preocupados por
la injusta distribución de la riqueza, correspondería también estar preocupados
por la injusta distribución de la responsabilidad biológica pues ellas tienen
un cuerpo que las obliga a asumir enormes responsabilidades en la única misión
(1) que tenemos para realizar (conservar la especie).
Los gobernantes hacen
ostentación cuando cumplen con el deber de ayudar a las mujeres y sus hijos,
pero intentan ser disimulados cuando ayudan a los empresarios capaces de
proveer fuentes de trabajo para los hombres padres de familia.
Parece que los ciudadanos
reconocemos el valor de las madres pero despreciamos el valor de los
empresarios.
(1) Blog que concentra artículos referidos a nuestra Única misión
(Este es el Artículo Nº 1.797)
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11 comentarios:
¡Sí! Ayude a Morgana antes de que sus hijos se independicen. ¡Colabore con su función de mantener la especie!
No sé por qué mi comentario -al que respondió Morgana- no salió publicado. Se lo repito: colabore conmigo. Soy una mujer con hijos, no tengo un esposo que me ayude y si bien no estoy obligada a trabajar tengo que hacerlo porque mi situación económica es precaria. Espero su respuesta por e-mail.
Los empresarios no me ayudan a conservar la especie. Lo que gano es una miseria.
No te ilusiones Morgana. De pronto el Licenciado no es empresario.
Los más pobres son muchas veces los más solidarios. Como conocen la pobreza, la han sufrido, colaboran en lo que pueden con quienes están peor que ellos. Los empresarios lo hacen para evadir impuestos o porque la ley los obliga (como en el caso de incorporar un porcentaje de discapacitados en su plantilla laboral).
Es cierto que los empresarios brindan fuentes de trabajo. Estas son bien pagas cuando se trata de un trabajador calificado.
Son muchos los que no tienen la posibilidad de convertirse en trabajadores calificados. Las razones son múltiples. Una de ellas es porque su capacidad mental no se los permite.
Los políticos buscan generar condiciones favorables a los empresarios que brindarán fuentes de trabajo y generarán servicios o producción que beneficie el crecimiento del país.
¿Por qué los gobernantes disimulan la ayuda a quienes proveen fuentes de trabajo?
Pues por que es injusto. Porque ayudan a los que no precisan ayuda. Colaboran con ellos para que no inviertan en un lugar donde el negocio implique menos inversión. Hacerlo en un lugar que les implique más gastos no los llevan a perder demasiado. Seguirán siendo ricos; un poco menos nada más.
No podemos hablar de los empresarios en general. Tenemos que diferenciar entre grandes y pequeños empresarios. Las de unos y otros son realidades muy distintas. Hay que apoyar a los pequeños y medianos.
Teniendo en cuenta que la educación es también un negocio, les contaré brevemente la siguiente historia: érase una vez un empresario que fundó un colegio. El colegio fue creciendo. Llegó un momento en que el emprendimiento mantenía a cientos de familias. El fundador entró en conflictos. El colegio se había transformado en algo bastante distinto a la idea original que él había tenido cuando lo inició. Pero no pudo retomar esa idea inicial, la que lo llenaba de entusiasmo. No pudo porque las exigencias del mercado lo obligaban a realizar cambios en la currícula con los que él no estaba de acuerdo. El colegio que tanto amaba, se transformó para él en un lugar extraño, un lugar en donde no le gustaba estar.
Este es un pequeño ejemplo de alguno de los dramas que viven a veces los empresarios.
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