sábado, 26 de mayo de 2007

¡Derogar el tabú del incesto ya!

Es probable que una pareja de novios se lleve bien hasta que una vez concretada la unión intenten hacer realidad la fantasía que los llevó a ese estado de cosas, esto es, retomar la vida familiar que tenían con sus padres y hermanos, pero ahora incluyendo las relaciones sexuales que antes estuvieron vedadas.

«Matrimoniarse» es la meta de un gran número de personas, pero —según las estadísticas— fracasa demasiadas veces.

Pensando en términos muy elementales, todo comienza con un formato exogámico. Ambos se muestran lo mejor posible ante el otro, intentan seducirse y hacen todo lo posible para que el otro se enamore, se fascine. Ahí tenemos entonces maquillaje, delgadeces, vestimenta atractiva, perfumes, adornos, gentilezas, y otros gestos prenupciales.

El inicio de la unión de tipo matrimonial permite imaginar que ahora sí está permitido el incesto, sólo que el pariente deseado está representado por una persona ajena a la familia. Para mejorar la puesta en escena de esta fantasía incestuosa, comienzan las conductas que los padres toleran solamente a sus hijos y a nadie más: desprolijidad, desconsideración, irresponsabilidad, inestabilidad emocional, berrinches, etc. Ante estas circunstancias, el no-familiar representante del consanguíneo deseado, trata de traer a la realidad al incestuoso desubicado... y aparecen las famosas «riñas y disputas».

El psicoanálisis propone que el ser humano haga siempre lo que desee, siempre y cuando sepa qué desea, porque si no lo sabe, se animaliza.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

me parece que ud piensa muchas cosas y las pone todas juntas y me cuesta entenderle. ya me pasó otras veces. por qué no trata de decir menos y siendo más claro?