sábado, 12 de mayo de 2007

La conspiración más grande de la historia

En un país que no merece ser mencionado, se reunieron hace muchos años un grupo de personas de gran poder político. En ese cónclave deliberaron y tomaron decisiones que aún nos afectan.

Lo llamativo del hecho es el hermetismo con el que todos ellos se manejaron cuando el periodismo los asedió a la salida del histórico recinto.

Unos pocos trascendidos fueron apareciendo a lo largo del tiempo y dada la importancia de aquellas decisiones, los he ido juntando para publicarlos ahora en este blog.

La idea central era procurar que una mayoría de personas estuviera dispuesta a renunciar a la cuota parte de los bienes del planeta que matemáticamente le correspondería. «La torta» —como llaman los economistas a la producción global— tenía que repartirse en forma desigual para que los participantes del cónclave tuvieran mucho y todos los demás poco. Pero el objetivo —que finalmente se alcanzó— era que esa mayoría de pobres abandonara voluntaria o negligentemente lo que le tocaba en el reparto igualitario.

Este objetivo se logró a través del sistema educativo y de la religión. En el primero se difundieron noticias sobre héroes magníficos que entregaron su vida desinteresadamente para que los actuales ciudadanos gozaran de libertad y la religión se encargó de instalar la creencia en que la pobreza equivale a un pasaporte a la vida eterna en el paraíso.

El sistema educativo agregó comedidamente densos cursos de matemática para que esa mayoría asumiera que su inteligencia es tan escasa que no está capacitada para administrar la fortuna que le correspondería. Además, observen ustedes que el signo más importante en esa ciencia es el que representa a la igualdad (=), que es lo que precisamente se quiere evitar. Es decir: quienes terminan aborreciendo las matemáticas, combaten —sin saberlo— la igualdad.

Las ideas en sí fueron muy sencillas pero lo más inteligente viene siendo el sigilo de su implementación. Los herederos de aquellos participantes del cónclave, actúan como si efectivamente estuvieran decididos a revertir la pobreza. El sistema educativo revé los planes de estudio, aplica nuevas metodologías pedagógicas, aumenta la carga horaria de los cursos y la religión parece desvelarse por compensar en algo la miseria a la que están condenados tantos feligreses.

Por su parte los pobres se han adaptado de tal forma, que lo vienen tomando como un estilo de vida. Así como un camellero del Sahara difícilmente se adapte a vivir en un apartamento de Pocitos (1), la inmensa mayoría de pobres ya no hace nada por cambiar su situación y vive relativamente feliz recordando viejas glorias deportivas y con la esperanza de un futuro mejor.

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(1) Populoso barrio de clase media en Montevideo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bien reflex.El que no lo entienda es por que ¿necesita un psicologo?. O es un pobre descendiente de aquellos que no ligaron una invitación para el cónclave original.?
Sugiero una ampliación de este artículo partiendo de la "MODERNIDAD LIQUIDA" mencionada por Zigmunt Bauman. Felicitaciones por la claridad y simpleza.