La multitudinaria asamblea de mujeres iba a empezar. No había más que un punto en el orden del día. ...Sonó una campanilla y se hizo el silencio. Desde el estrado, la presidenta, con gesto severo pero a la vez mostrando algo de complicidad interna, se dirigió a la concurrencia:
—¡Buen día, compañeras! Estamos reunidas en forma extraordinaria para cambiarle el nombre al aparato reproductor masculino.
(Gritos, muchos gritos, y aplausos de todas las asistentes).
— …¿Por qué decirle "pito" si no suena? (gritos y aplausos...) ¿Por qué decirle "pájaro" si no vuela? (gritos y muchos aplausos..) ¿Por qué decirle "palo" si no es de madera? (más gritos y más aplausos...) ¿Por qué decirle "pistola" si no mata? (aumenta el griterío...) ¿Por qué decirle "banano" o "plátano" si no es una fruta? (ruido ensordecedor por los gritos...) ¿Por qué decirle "polla" si no pía ni come maíz? (se redoblan los gritos y los aplausos...) ¿Por qué decirle "miembro" si no pertenece a ningún club? (estruendosos aplausos...) ...Desde hoy, queridas amigas y asambleístas, lo llamaremos "BILL"...¡sí! Bill Gates"(¡Silencio total en la sala! Todas se miran con asombro).
Transcurridos unos interminables segundos, una mujer levanta su mano y pregunta:
—Señora Presidenta: ¿por qué ese nombre...?
La presidenta, con una sonrisa de satisfacción, responde con voz grave y sonora:
—Muy simple, compañeras: ... ¡porque es asquerosamente rico!
………
Emulando el estilo que utilizara Freud, la precedente transcripción de un chiste no pretende causar gracia sino mostrar la relación que existe entre la riqueza económica, el inconciente y por supuesto, la infaltable represión psíquica.
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