A quienes estén por dedicarse a la psicología, déjenme decirles que es una profesión muy ingrata, para la que hay que estudiar muchos años, estar uno mismo en análisis casi permanentemente y que sobre todo exige mucha dedicación a cambio de una cantidad de frustraciones.
Hace más de cinco años recibí a un señor de unos treinta años, con aspecto saludable, de hablar pausado, sereno, y que estaba muy disgustado porque no podía obtener el dinero suficiente como para cambiar su viejo Fiat 850, el que por otra parte, pude conocer asomándome por la ventana y efectivamente, daba lástima.
Como les digo, comencé a trabajar intensamente con él para poner a su disposición la mayor cantidad posible de los conocimientos que aporta el psicoanálisis.
Confeccioné especialmente para su caso la siguiente batería de preguntas, que me contestó sinceramente aunque reconozco que al final terminamos muy cansados los dos:
Diga que haría si recibiera un millón de dólares: ¿lo cobraría? ¿lo quemaría? ¿lo tiraría a la basura sin que nadie lo viera? ¿lo tiraría por la ventana sin que nadie lo viera? ¿lo tiraría por la ventana justo el día en que pasa mucha gente frente a ella? ¿lo tiraría al mar? ¿lo enterraría en un lugar secreto? ¿lo donaría anónimamente? ¿lo donaría dándose a conocer? ¿le daría un billete a cada transeúnte como si fueran panfletos? ¿cobraría el premio personalmente o en secreto? ¿con quiénes lo comentaría? ¿cómo sería su estado de ánimo en el preciso momento en que se entera de que recibirá esa fortuna? ¿tendría excitación, ansiedad, miedo, angustia, tristeza, preocupación? En el caso de sentir miedo, ¿a quién le temería? ¿a los amigos? ¿a los familiares? ¿a los pobres? ¿a los estafadores? ¿a los ladrones? ¿al gobierno? ¿a los inversores que seducen con maravillosas ganancias? ¿a su deseo largamente postergado de tener placeres que la pobreza le tenía prohibidos? ¿al aburrimiento? ¿a un exceso de alternativas que provocan dudas mortificantes? ¿a quienes lo seduzcan con supuesto amor? ¿a la pérdida de una rutina que, después de todo, no es tan mala? ¿a la independencia, a la autonomía? ¿al poder para tomar decisiones? ¿al aumento de responsabilidad? ¿a descubrir que la felicidad no depende de la fortuna material? ¿a darse cuenta que con dinero no es tan solidario como creía cuando era pobre? ¿a las múltiples opiniones sobre cuál es la mejor manera de administrarlo? ¿a tener pérdidas y sentirse ineficiente, incapaz, torpe? ¿a quedarse sin el pretexto de la falta de recursos para hacer las cosas maravillosas que, según usted, los ricos no hacen porque son tontos, egoístas, incapaces? ¿al vértigo que provoca tener que pensar en grande (grandes pérdidas y grandes ganancias)? ¿al miedo que provoca tener que pensar como adulto (y no como niño)? ¿a no poder seguir siendo empleado y tener que pasar a ser dueño, jefe, patrón, capataz, comandante, responsable, encargado, empresario?
Con todas sus respuestas en mi poder, lo cité para el día siguiente. Trabajé hasta altas hora de la noche para poder hacerle una devolución completa y ¿qué sucedió? Nunca más vino.
Un domingo de tarde estaba lavando mi auto en la vereda cuando desde un Mercedes Benz Clase A último modelo, me toca bocina y me saluda muy afablemente aquel paciente que no regresó. ¿Pueden creer que se lo compró plateado, con lo cursi que es ese color?
reflex1@adinet.com.uy
1 comentario:
¿Por qué los grandes filósofos y verdaderos místicos, suelen responden a sus discípulos con otra pregunta?
¡Y sale a relucir la respuesta exacta! Desde el mismo personaje que se cuestionaba.
Es tan fácil como iluminar la oscuridad con una vela!!!
Realmente nadie nos puede "dar una respuesta": sólo nos puede ayudarnos a formular la pregunta del modo correcto...
Gracias!!!
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