jueves, 27 de enero de 2011

La fiesta de mi sepelio

Dejar una herencia es un gesto de amor que disminuye el duelo de quienes lamentarán nuestro fallecimiento.

El amor que somos capaces de inspirar, está determinado por dos condiciones principales:

1) Porque existe con el ser querido una afinidad personal, lo que llamamos «una buena química» o «una cuestión de piel»;

2) Porque le somos útiles.

A su vez, ser útiles para quien nos ama, significa:

— no causarle problemas,
— evitarle preocupaciones, molestias, dificultades, así como también,
— colaborar con sus necesidades y deseos hasta donde esa persona (quien nos ama) lo considere satisfactorio.

Esta descripción del vínculo afectivo (amoroso), no es universalmente aceptada.

Por el contrario, muchos adultos consideran que:

— deben ser amados incondicionalmente por razones de parentesco;

— los intereses materiales deben quedar radicalmente por fuera del vínculo. Si existen, sólo debe ser por añadidura. Consideran que el amor no debe ser utilitario sino generoso, incondicional, desinteresado.

Este modelo de amor desinteresado es el que inevitablemente se merecen los niños, dada su imposibilidad de ser contribuyentes, proveedores o serviciales.

Según con qué filosofía de vida encaremos nuestros vínculos más importantes, será como encaremos nuestra relación con los bienes materiales en general o con el dinero en particular.

Quienes consideran que no somos amados incondicionalmente, sino que a la afinidad personal se suma la utilidad práctica del vínculo (no molestar, ayudar, proveer), tendemos a orientar nuestro esfuerzo económico a:

— ser económicamente autosuficientes cuando lleguemos a la ancianidad improductiva;

— asegurarnos de que nuestros seres queridos no tendrán que ayudarnos sino que podremos contratar los servicios que vayamos precisando; y

— tener en cuenta que una buena herencia, disminuirá el inevitable dolor que les provocará nuestra desaparición física.

En otras palabras, nuestra estrategia de vida puede estar orientada a no molestar y a colaborar en todo lo posible, incluso con nuestro último acto: fallecer.

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9 comentarios:

Cacho dijo...

Mis hijos tendrán que contentarse con la herencia espiritual.

Lidia dijo...

Permítaseme dudar de la herencia espiritual de Cacho...

Milka dijo...

Si tú provees, la otra parte también puede proveer.

Marita dijo...

Los que hablan de la herencia espiritual; esos que dicen yo le dejé una educación, le enseñé a ser una persona digna, a defenderse en la vida, etc, etc, quieren tapar el hecho de que en cuanto a dejar una herencia material, fracasaron (sin desmerecer todo lo otro que dejaron).

Nora dijo...

Ay! No diga todo esto que me angustia.

Sebastián dijo...

Y por qué los niños no pueden trabajar? En el campo muchos niños trabajan, y cuando aprenden tareas con el apoyo de sus padres, se sienten útiles y orgullosos.

Macario dijo...

Cuando se invocan para el amor, razones de parentesco, lo más sano para mí es volverme poco razonable.

Teresa dijo...

Pienso que el amor no puede ser PURAMENTE INTERESADO, pero que sea interesado es parte del amor. Si no hay un conjunto de intereses en juego, que hagan disfrutable la compañía de una persona, podrá haber atracción, pero no surgirá el amor. En el amor entre amigos, familiares, parejas, lo que une es el interés de recibir los beneficios de las cualidades del otro: su ternura, sentido del humor, inteligencia, amabilidad, respeto, escucha, colaboración, companía. No podemos amar a alguien que no nos aporta nada.

Carolina dijo...

Tienes razón, un vínculo positivo con el dinero va ligado a la generosidad; es contrario al egoísmo. Ser autosuficientes en la ancianidad, dejar una herencia material, son actos de amor que implican mucho trabajo y esfuerzo. Son señales claras de que en todo momento se ha tenido en cuenta a aquellos a los que uno ama.