Todos nuestros acontecimientos están determinados por la suerte.
Imaginemos que en pocos días llegan a un cierto territorio deshabitado, 500 familias.
El motivo de esta inmigración es que comenzarán los trabajos de construcción de una fábrica o una represa hidroeléctrica o un puente.
Ocurrirá que otras personas, ajenas a las obras que se realizarán, también llegarán al nuevo poblado para vender mercancías y servicios (comestibles, ropa, reparaciones).
En estos casos, es probable que una mayoría intente ganar dinero haciendo las tareas más rentables (que generen más ganancias con menos inversión de trabajo y capital).
Llegará un momento en que las modalidades laborales más convenientes, dejarán de serlo porque demasiadas personas se dedican a lo mismo.
Este fenómeno (saturación de la oferta), obligará a muchos comerciantes a cambiar de rubro o a irse del lugar.
Quienes harán varios intentos diferentes, comenzarán vendiendo verduras, luego carne, luego ropa, luego zapatos, hasta que encuentren el negocio más conveniente.
En poco tiempo podremos observar que algunos comerciantes serán más prósperos que otros: o porque eligieron la tarea más enriquecedora o porque supieron administrarla mejor.
Simplificando aún más: en pocos meses ya tendremos ricos y pobres.
Quienes creen en el libre albedrío suponen que cada uno hace y obtiene lo que quiere. Quienes creemos en el determinismo, suponemos que cada acontecimiento es el resultado de un conjunto variado de «suertes» (aciertos, casualidades, coincidencias). Por ejemplo:
— Llegar primero que otros, favorece contar con más opciones.
— Conocer la oportunidad, estar en condiciones de mudarse, contar con los recursos suficientes, depende en última instancia de la suerte de algunos y simultáneamente del infortunio de otros;
— Elegir la mejor opción es casual aunque los creyentes en el libre albedrío insistan en que los afortunados hicieron lo posible para ganar y que los desafortunados no hicieron lo posible para ganar.
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12 comentarios:
Muchos llegarán a Conchillas y luego tendrán que irse de puntillas.
Como tú dices, elegir la mejor opción es casual. Después se alarman porque la mitad de los que se casan se divorcian. Tendrían que ser muchos más.
Llegar primero no es una suerte. Es una obligación. Así piensan los ganadores.
Nunca puedo llegar primero Hébert, y te aseguro que no soy una perdedora. Pero tengo hijos, ya no puedo pensar sólo en mi misma. Tratar de ajustar mis intereses a las necesidades de ellos me obliga a sopesar cada paso que voy a dar.
En el sistema capitalista la suerte de algunos depende del infortunio de otros.
Los que creen en el libre albedrío, los voluntaristas, se vuelven crueles y despreciativos con los que no obtienen buenos resultados.
Es cierto que la suerte y el azar nos construyen el camino, aunque no deberíamos pasar por alto que nosotros somos los personajes que transitan ese camino. Sabemos que en nuestro peregrinar iran ocurriendo sucesos que orientarán el camino hacia uno u otro lado. Lo harán caprichoso y sinuoso. Si nuestra capacidad de análisis está desarrollada y somos capaces de observarnos a nosotros mismos, existe la posibilidad de no pasarnos tanto tiempo volviendo sobre nuestros pasos.
Reconozco que mis acciones han provocado la ira de Dios y ese es el motivo de mi pobreza. He pedido perdón y me he convertido en un digno hijo suyo. Sé que la prosperidad ahora será el regalo de Dios Todopoderoso.
Antes de establecerse en cualquier territorio deshabitado, las familias tendrán que averiguar quiénes son los dueños de la tierra. Conviene que sean estatales y urbanas, eso facilitará la negociación.
Una pena que los profes sigan creyendo que no hice lo posible por salvar.
Si usted me dice a dónde hay que ir para hacerse rico en pocos meses, yo le hago caso, se lo juro.
Con respecto al comentario de Cacho, me parece que interpretó mal lo que Fernando quiere decir cuando habla de ricos. Claro que quienes tengan posibilidad de hacer una buena inversión, rápidamente verán acrecentadas sus ganancias. Pero creo que cuando se habla de ricos y pobres, la referencia es a la actitud, posibilidades y situación de unos y otros. No se trata estrictamente de los caudales.
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