Algunos pobres patológicos, si están afectados por un extremismo sistemático (“o es blanco o es negro”), inconscientemente entenderán que, en tanto el dinero es un «medio de cambio», puede transformarlos en lo contrario de lo que desean.
Por definición, «el dinero es un
medio de cambio», en otras palabras, es un instrumento de trueque, es una
mercancía que podemos permutar por casi cualquier otra.
Pero compartamos un comentario sobre la primera definición.
Según el D.R.A.E., (1) una de las acepciones de la palabra «medio» es: «Cosa que puede servir para un determinado fin. Medios de transporte, de comunicación».
Con esta definición, la frase que estoy comentando puede entenderse
como: «el dinero es una ‘cosa que puede servir para…’ cambiar».
Interpretado así, el dinero es algo que nos cambia, nos transforma, nos
modifica, en tanto se lo reconoce como un medio (una forma) de cambio.
En tono generalmente burlón, suele decirse que las personas que acceden
a mayor disponibilidad económica suelen cambiar. Los que sarcásticamente
podríamos llamar «nuevos ricos» son personas que han cambiado su forma de ser,
generalmente para peor, perdiendo su anterior humildad para convertirse en
arrogantes, jactanciosos, insolentes.
Esta sería la acepción más consciente de esa transformación que promete
el dinero como medio de cambio.
Una acepción menos visible podemos atribuírsela a quienes suelen ver las
cosas en «blanco y negro» (maniqueísmo).
Efectivamente, todos conocemos personas que con particular facilidad
caen en los extremos. Los oímos decir, por ejemplo: «quienes no están conmigo,
están contra mí»; «las cosas son buenas o malas»; «las calificaciones tibias son propias de quienes nunca
comprometen su opinión».
Con estos elementos podríamos pensar que algunos pobres patológicos, si están afectados
por este extremismo sistemático, inconscientemente entenderán que, en tanto el
dinero es un «medio de cambio», puede transformarlos en lo contrario de lo que
desean.
(Este es el
Artículo Nº 1.722)
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15 comentarios:
Es interesante su hipótesis. Aunque nos sintamos mal, estamos organizados, es decir, nuestro cuerpo encontró cierta armonía dentro de la cual funciona, permanece con vida. Por eso cambiar implica un riesgo. Pasar de pobre a rico o de rico a pobre, nos puede dar miedo. Implica cambiar de vida.
Yo puedo decir: no quiero ser pobre, ser pobre es malo, es lo peor que me puede pasar... y me está pasando!
Eso no implica necesariamente que quiera dejar de ser pobre. Porque si ser pobre es lo peor, puedo llegar a pensar que ser rico es lo mejor. ¿Y cómo saber si es lo mejor, en el caso de que nunca haya sido rico? Capaz que es peor que ser pobre. Pero eso no me lo digo porque parece algo fuera de toda lógica, olvidando que nuestro inconsciente, que según Freud, determina nuestras acciones, no funciona de acuerdo a una lógica racional.
Casi todos repetimos que las cosas no son blancas o negras, sino que se presentan dentro de la gama de los grises. Cuando nos ofuscamos a menudo nos vamos a los extremos. Cuando nos apasionamos por algo, puede suceder eso mismo. Distorsionamos la realidad. Pero claro, moverse dentro de los grises puede generar mucha inseguridad. Tomar decisiones se hace más difícil. Hay que manejarse con grados, pequeños y sutiles ajustes. Mucho más fácil es ponerse de un lado o del lado otro, y ver ese otro lado como opuesto.
El dinero te puede servir como medio para ser más feliz. Si no sos feliz, podés suponer que el dinero te traerá esa felicidad. Pero el dinero no es mágico. Quizás no cumpla lo que promete.
¿Se sentirá mal el nuevo rico por haberse vuelto jactancioso? A mí no me parece.
Sí, de acuerdo con Eugenia, parece que a los nuevos ricos no les molesta ponerse insolentes. Desde el momento que enriquecieron, sienten que son más que los otros. Aunque puede suceder que esa insolencia les surja a su pesar, que no puedan controlar la soberbia. Que la soberbia sea una manifestación del deseo de venganza por lo que se ha sufrido anteriormente, por todo lo que han envidiado.
Quien ha enriquecido de golpe puede sentir que ha traicionado a los de su clase, y que ha traicionado sus orígenes.
Los pobres pueden sentir que los ricos no están con ellos; están en contra de ellos apoderándose de lo que les pertenece. Lo mismo los ricos, que pueden ver en los pobres a peligrosos adversarios, deseosos de quitarles todo lo que tienen. Es una división como podría ser la que existe entre cuadros de fútbol rivales, entre derecha e izquierda, entre razas, entre religiones.
Esa división tajante de la que habla Marisa, es generadora de violencia. Imposibilita acuerdos y negociaciones.
Las calificaciones tibias, son las de quienes con honestidad, ven razones en las dos partes que disputan.
SI TE COMPROMETÉS TE LA JUGÁS
NO PODES TENER DOS POSTURAS AL MISMO TIEMPO
Los compromisos marcan un futuro al cual uno debe ajustarse, más allá de que cambie de parecer. Los compromisos encarcelan.
Cuando te jugás la vida no podés ser tibio.
¿Por qué no son más optimistas? El dinero puede cambiar lo que uno desea cambiar y puede dejar igual todo aquello con lo que uno se sentía cómodo antes de tenerlo.
El dinero mueve al mundo. Nosotros somos parte del mundo. Ergo, el dinero nos mueve a nosotros. ¿Para dónde? ¿De qué forma?. Eso tiene que preguntárselo cada uno.
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