No siempre queremos resolver nuestros problemas, pero cuando sí lo queremos preferimos que otros los resuelvan.
Dicen que la ciencia se
aprende y que el arte se roba. Un proverbio nos recuerda que «Saber vivir es la
clave porque vivir cualquiera sabe».
Estas ideas pueden ser
interpretadas como suficientes para resolver todos los problemas de la vida,
como si fueran mágicas, como si equivalieran a un «abracadabra, pata
de cabra», conjuro eficaz si los hay.
Los refranes y proverbios provocan esa sensación de sabiduría profunda,
en tanto imaginemos que la sabiduría más profunda es tan sencilla que solo es
accesible para los superdotados.
Los superdotados son personas
estadísticamente a-normales, pero poseedoras de una anomalía que extrañamente
llena de orgullo a los padres que parten de la base de que ser más que nadie es
algo que aporta calidad de vida, sin reconocer que algunas excelencias son la
única causa de vidas infelices, de existencias frustradas y de mal pronóstico.
Pero en realidad quería
comentarles algunas formas de funcionamiento mental que, cuando las tenemos en
cuenta, podemos evitar algunos pequeños inconvenientes.
Por algún motivo que desconozco,
cada vez que tratamos de resolver un problema utilizando el antiguo método de
listar prolijamente todas las causas para luego comenzar a resolverlas de a
una, resulta que nuestra inteligencia solo atina de incluir las causas sobre
las cuales no podemos influir, las que están radicalmente fuera de nuestro
control.
Por algún motivo que
desconozco, cada vez que tratamos de hacer la lista de todas las personas
responsables en la existencia de ese problema que necesitamos resolver, resulta
que nuestra inteligencia solo atina a incluir a los demás responsables,
excluyéndonos.
Una hipótesis de por qué
nuestro cerebro actúa así diría que en realidad queremos que el problema lo
resuelva otra persona.
(Este es el Artículo Nº 1.739)
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8 comentarios:
Hay problemas que no tienen solución.
Hay males que duran más de cien años.
Cada uno de nosotros tiene 3 o 4 obsesiones alrededor de las cuales gira su vida. Algo así decía Ernesto Sábato. Pienso que esas poquitas son las que tienen más posibilidades de resolverse; porque volvemos insistentemente sobre ellas en el transcurso de toda nuestra vida.
En la adolescencia le ponés palabras a los problemas. Algunos de ellos, como dice Mariana, se vuelven el centro de nuestros soliloquios. Los seguimos conversando durante toda nuestra existencia. Cuando uno de esos se resuelve, entendés en carne propia la libertad. La alegría es inmensa, y las ganas de defender esa verdad conquistada enorme; tan fuerte que puede volverse peligrosa.
¿Los problemas personales son siempre universales? Quizás sí; aunque existe una manera personal de resolver los problemas universales.
Imposible hacer la lista de todas las causas de nuestros problemas, pero a veces moviendo una causa, se mueven otras situaciones y de alguna manera nos revolvemos para salir del atolladero.
Mis listas más prolijas fueron las que le hacía a Papá Noel para Navidad.
Problemas siempre hay, y siempre surgen problemas nuevos. Es natural. Hay que vivir con ellos... si es posible incluso hay que amigarse con los problemas.
Un problema es de mal pronóstico cuando se lo tirás a otro.
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