lunes, 19 de noviembre de 2012

La prostitución protege a los matrimonios



AUDIOlectura
 
La sexualidad pagada, (prostitución), evita al varón problemas sentimentales que pondrían en riesgo la vida conyugal que desea conservar, especialmente para cuando envejezca.

Pienso que el comportamiento humano es similar al comportamiento de otros mamíferos, pero no aceptamos esta definición porque pretendemos ser únicos, diferentes, no animales.

Por eso sostengo que las mujeres tienen algún tipo de período de celo, quizá coincidente con su período de máxima fertilidad, cuando está ovulando, en el cual busca eróticamente a algún varón que la fecunde.

Sin embargo, la cultura (que no tienen los demás animales), nos influye.

El matrimonio monogámico es una institución que genera una perturbación en el funcionamiento natural del ser humano: los varones tenemos vocación de nómades y cazadores mientras que las mujeres son más sedentarias y se sienten bien conviviendo con sus padres, hermanos e hijos.

Los varones se vuelven sedentarios en la vejez, cuando su cuerpo deja de ser apto para fecundar hijos fuertes y sanos, y pierden resistencia para soportar la aridez silvestre.

Como decía, el matrimonio genera restricciones desmedidas al varón y especialmente una monogamia desalineada de su tendencia poligámica.

Para fortalecer la institución matrimonial, tan necesaria para mantener el orden social, es imprescindible la profesión más antigua: la prostitución.

Los varones pueden soportar la pérdida de libertad sexual recurriendo a los servicios sexuales con fines de lucro.

Si no contáramos con estas profesionales, la vida matrimonial sería mucho más inestable y explosiva. La prostitución funciona como una válvula descompresora para que los varones se mantengan siempre activos, emulando la convocatoria que tendrían si no existiera la institución matrimonial.

Pero el dato más importante de la prostitución es el mencionado fin de lucro.

La sexualidad pagada (prostitución) evita al varón problemas sentimentales que pondrían en riesgo la vida conyugal que desea conservar, especialmente para cuando envejezca.

(Este es el Artículo Nº 1.735)

10 comentarios:

Gabriela dijo...

A pesar de que este artículo habla de la carne es descarnado. Va muy duro a ciertas realidades que en realidad no sé si son tan reales y universales como usted parece plantearlas.
Nuestra segunda naturaleza, la cultural, tiene un peso muy grande, en eso estamos de acuerdo. Y es tan grande que nos diferencia de otros animales.
Asocio lo que estoy diciendo con algo que se sale un poco de lo que estamos hablando: el vínculo particularísimo que se puede dar entre un perro y un ser humano. Me parece que ese vínculo depende bastante más de como sea el ser humano que de como sea el perro. Un perro bien tratado, con afecto, al que se le cubren las necesidades básicas de alimentación y libertad, se convierte en un perro fiel, inseparable de su ¨dueño¨.
Entre el animal y el humano normalmente no hay vida sexual, somos especies distintas, pero se establece un lazo afectivo muy fuerte. Simple, estable, fiel, dependiente. Es un vínculo en el que las necesidades de ambos encajan y no existen motivos que puedan corromperlo.
Entre humanos los vínculos también podrían ser así. Dependemos unos de otros, nos necesitamos, deseamos que nos quieran y que no suceda que un día de pronto dejen de querernos. Querríamos que las cosas fueran simples. Que nos uniera simplemente el hecho de necesitarnos por los momentos de intensa alegría que nos brindamos. Que no nos complicaran los celos, las envidias, el hecho de que el otro tenga una vida y que a veces esté y otras veces se ausente. De verdad yo querría querer como quieren los perros. Sin necesidad de demasiadas explicaciones ni conflictos, de forma sencilla, libre y natural. Trato de ir por ese camino pero no se me hace fácil. Crecí en una familia tradicional, pertenezco a mi cultura, estoy llena de miedos, dudas e inseguridades. Como todos.
Lo que sí tengo bien claro es que no existe bien más preciado que los vínculos amorosos y los vínculos de amistad entre las personas. Vínculos que se establecen dentro y fuera de la familia. En la familia biológica y en la familia adoptada: nuestros amigos.
Por eso no me resigno a seguir los mismos caminos que siguieron nuestros padres y nuestros abuelos, cuando está a ojos vista que la mayoría de las veces no han dado resultados. Lo que complica las cosas es que a veces, la pareja tradicional, la familia tradicional, sí parece funcionar. De alguna manera algunos se las ingenian. Entienden que en todo emprendimiento humano existen dificultades y tienen la paciencia, la inteligencia emocional y el amor suficiente como para recomponerse cada vez que algo se quiebra. Saben reparar las rajaduras de la vasija. Son pocos los que conocen ese arte. Ese arte humano a mí me gustaría aprenderlo. Necesito aprenderlo, antes que nada por mi bien. Por el bien de aquellos a los que amo. Y por el bien de esas personitas que traje al mundo, y que grandes, adultos o ya casi adultos, continúan precisándome.

Adriana dijo...

Comparto que toda relación humana implica interés. El interés más puro es el necesitarse mutuamente para brindarse alegría.
El interés de tener a alguien que te cuide cuando estés viejo ya es otra cosa. Ese puede ser un interés carente de afecto. Un interés de uso. A las personas no se las usa.

Lautaro dijo...

Habrán casos en que se necesite una prostituta para mantener el equilibrio de la pareja. Dos personas pueden quererse pero no entenderse bien en lo sexual, o no sé, podrán suceder otras cosas que desconozco. Igual no parece una solución buena, al menos para mí. Nunca tuve interés de estar con prostitutas.

Olegario dijo...

La válvula descompresora... si no existiera el divorcio, todavía... pero pudiendo recurrir a el divorcio o a la separación, no veo porque en la pareja uno de los integrantes, o los dos, tengan que estar comprimidos.

Anónimo dijo...

Me gustaría saber si a la mayoría de las prostitutas les gusta su trabajo. Para quienes no las conocemos es todo un misterio.
En el planteo que ud. hace este es un elemento importante. Me parece bastante desagradable usar un servicio de ese tipo con alguien que te lo da porque no tiene más remedio, pero que si pudiera sacarte de encima a los cinco minutos y cobrar, lo haría.

Mª Eugenia dijo...

En lugar de mantener la institución matrimonial tal como está y seguir usando a las prostitutas, ¿por qué no busca cada quien a su modo, darle otra forma a la institución matrimonial en la que está implicado?

Yoel dijo...

Tener sexo sin implicarse emocionalmente no es para cualquiera, sobre todo cuando se es adulto.
Para nada me parece que lo deseable sea ese desapego.

Clarisa dijo...

Tomando como cierta esa tendencia poligáma del varón, me pregunto si en la prostituta ellos buscan, además de la ilusión de sentirse convocados por varias mujeres, si además de eso no buscan un cuerpo joven y bello.

Cecilia dijo...

Es probable que ellos también busquen eso Clarisa. En realidad para mí la belleza que siento en otro, va tan ligada al afecto, al cariño, al amor, que puedo tomarlo como hipótesis, pero no entenderlo cabalmente.

Mariana dijo...

Tanto el hombre como la mujer somos perfectamente capaces de admirar la belleza de un cuerpo, sin conocer en lo más mínimo a la persona. Un cuerpo bello puede despertar deseos sexuales o no, puede simplemente darte ganas de mirarlo como quien mira una puesta de sol.