Para ganar dinero tanto necesitamos conseguir y conservar una ocupación remunerativa como conseguir y conservar una inteligente convivencia familiar.
¿Para qué trabajamos, ganamos
dinero y lo administramos con prudencia?
Hasta donde puedo ver, estos
intereses también tienen su eje en la
única misión que tenemos los seres vivos: conservar la especie (1).
Formar una familia puede ser
interesante, pero la mayoría de las veces es apasionante.
Quizá nada iguale en
entusiasmo a vincularse afectivamente con otra persona de diferente sexo para
formar una sociedad, tener hijos y ayudarlos a crecer hasta que también ellos
puedan repetir la historia de sus padres.
Hago hincapié en que la otra
persona sea de diferente sexo porque estamos cursando una moda, (año 2013), muy
concentrada en igualar la conducta, la aceptación popular y los derechos de los
heterosexuales con la homosexuales.
Este forzamiento es muy
voluntarista, característico de colectivos con baja tolerancia a la
frustración, embanderados con el siniestro eslogan «querer es poder».
Lo real es que cuando una pareja está biológicamente posibilitada para
reproducirse, tiene unas condiciones humanas y sociales muy distintas a quienes
biológicamente no están posibilitados para reproducirse.
Retomo al tema inicial que refiere a la formación de una familia y al
insuperable estímulo que esta situación aporta a las ganas de ganar dinero y
administrarlo inteligentemente.
Además del talento y la habilidad desarrollados para ganar dinero en el
mercado laboral al que podemos acceder, estamos fuertemente influidos por
cuáles son nuestras expectativas de la sociedad conyugal.
Quienes necesitan al príncipe azul fracasan antes de empezar pues tienen aspiraciones
irreales. Quienes pretenden que el cónyuge sea un esclavo de la sociedad
matrimonial al punto de perder todos sus gustos, deseos y preferencias
personales, también está saboteando la duración del vínculo.
Ganar dinero también requiere habilidades para permitir la
convivencia conyugal.
(1) Blog que reúne
artículos sobre el tema La única
misión
(Este es el Artículo Nº 1.795)
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14 comentarios:
Una pareja bien avenida y una familia nuclear armónica (que mantenga un buen vínculo con los hijos), aporta condiciones favoralbles para tener un buen desempeño laboral, entusiasmo y por lo tanto ganas de progresar económicamente.
Puede ser apasionante y muy gratificador formar una familia, o simplemente una pareja que conviva y tenga algunos proyectos en comùn. Para que esto suceda de forma natural es necesaria la confianza mutua y cierta admiración por el otro. Admiración que no excluya la aceptación de sus dificultades o defectos.
Me divorcié tres veces y todo lo que había logrado construir desde el punto de vista económico se desperdició.
Administrar de forma inteligente el dinero ya es otro tema. Pueden estar muy entusiasmados en ganarlo, pero también muy entusiasmados en gastarlo.
Pretender que el cónyuge sea un esclavo lleva tarde o temprano a la ruptura.
Se puede formar una familia homosexual. Se pueden adoptar niños. Y todo funcionar muy bien.
Esos niños criados en el amor, serán adultos productivos mañana.
Criar a los hijos es difícil. Sobre todo porque nos exige tiempo, atención y energía. Además un esfuerzo de comprensión muy grande.
He conocido hombres y mujeres con un gran deseo de formar una familia, que luego fracasan. En general es por excesiva rigidez y dificultades para escuchar.
Siempre soñé con una familia. Cinco o seis hijos. Una casa grande, un perro y un auto. La familia perfecta. De todos modos la hermosa casa que compré, la camioneta que servía para salir todos a pasear y el perro que fue campéon en su raza, no alcanzaron para que fuésemos una familia feliz.
A veces uno de los integrantes de la familia es muy ambicioso y el otro no. Si ocurre eso es difícil ponerse de acuerdo para progresar económicamente.
Ganamos dinero y administramos con prudencia para sobrevivir y criar a nuestros hijos en un ambiente tranquilo y armonioso. Sin grandes carencias ni sobresaltos. Pero eso a veces no alcanza.
Una pareja puede funcionar muy bien como sociedad conyugal y muy mal como amantes. En ese caso la pareja se convertirá lentamente en un vínculo de amigos y el amor se buscará por otro lado.
Ser testigo del crecimiento y los logros de nuestros hijos es una de las alegrías más grandes que un ser humano puede vivir.
No tengo hijos, Hugo, pero te aseguro que algunos de mis sobrinos, de mis alumnos y hasta algunos niños del barrio, son para mí hijos a los que amo aunque no pueda decir que son míos.
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