martes, 19 de febrero de 2013

La mujer es de quien acepta ser rico




Ser «dueño» de una mujer es la máxima fortuna accesible solo para quienes no rechazan ser ricos.

Popularmente amamos a los pobres, quizá para sentirnos dioses que protegemos a los más vulnerables y criticamos a los ricos, quizá para sentirnos dioses que condenamos a quienes permiten la existencia de los pobres.

Nuestros juicios de valor siempre estarán al servicio de darnos el mayor placer posible. No juzgamos para hacer justicia sino para acomodarnos en el lugar más prestigioso (dioses).

La justicia, (abstracta, perfecta, ideal), no nos importa, excepto:

— cuando, como en los ejemplos mencionados, podemos obtener el beneficio de sentirnos grandiosos ¡y sin mover un dedo!; y también

— cuando nos puede servir para defender nuestros intereses.

Efectivamente, tener bienes no es una comodidad sino una pesada carga. La riqueza es cómoda vista desde afuera, pero vista desde adentro implica un aumento de la responsabilidad en proporción al patrimonio que debamos administrar: más patrimonio, más responsabilidad.

Imitando a esos investigadores policiales que descubren al asesino a partir de una pista casi imperceptible, le comento algo que tiene que ver con lo ya mencionado y con la pobreza patológica.

Ese indicio pequeñísimo refiere a los botones de la ropa femenina: están ubicados de tal forma que son fácilmente maniobrables por otras personas. La vestimenta de la mujer está confeccionada para que sean otros quienes la vistan y la desvistan.

Hasta la propia psiquis de ellas tiende a disfrutar más cuando, en una relación erótica, es su compañero sexual quien la desviste.

Quizá los humanos queremos que el varón sea el dueño de la mujer porque la vestimenta de ella parece un estuche cuyo cierre es más accesible para quien la posea.

Ser «dueños» de una mujer es la máxima riqueza y solo es posible para quienes no rehúsen ser ricos.

(Este es el Artículo Nº 1.796)

10 comentarios:

Lola dijo...

Yo debo ser una excepción porque disfruto más siendo quien los desviste.

Osvaldo dijo...

Por más fortuna que sea, no me parece afortunado creerse dueño de una mujer.

Lucía dijo...

Más patrimonio implica más trabajadores que se hagan cargo de tus ideas.

Sandra39 dijo...

De acuerdo con Lucía. Es más fácil llevar el control, ver que todo se haga bien, tomar las decisiones, que arremangarse para llevar a la práctica las ideas de otros, ideas que muchas veces no compartimos.

Gabriela dijo...

La riqueza material nada tiene que ver con ganarse el corazón de una mujer.

Olga dijo...

El corazón no, Gabriela, pero el interés sí.

Ernesto dijo...

Los ricos deben de sentirse también dioses, porque modelan el destino de los pobres.

Marina dijo...

Es completamente cierto que la justicia nos interesa cuando se trata de defender nuestros intereses. Sean los más loables o los más mezquinos.

Marina dijo...

Es completamente cierto que la justicia nos interesa cuando se trata de defender nuestros intereses. Sean los más loables o los más mezquinos.

Marina dijo...

Es completamente cierto que la justicia nos interesa cuando se trata de defender nuestros intereses. Sean los más loables o los más mezquinos.