martes, 5 de febrero de 2013

La obligación de pagar con un beso




Cuando un adulto exige al hijo que bese a quien le da un regalo, realiza una educación de mal pronóstico.

Tengo el prejuicio según el cual la naturaleza se equivoca menos que los seres humanos que intentan mejorarla.

Los animales ejercen la función sexual con la misma naturalidad que comen, excretan o duermen.

Por algún motivo los humanos erigimos un gran tabú con esa función tan necesaria para la conservación de la especie.

Es casi seguro que la constitución de actitudes represoras ante nuestra función sexual debería tener alguna explicación cuya causa eficiente podamos encontrarla en las leyes naturales de las que no podemos evadirnos.

Algo que me viene a la mente es que cada vez que nos prohíben hacer algo, eso mismo es lo que deseamos hacer, mientras que lo que nos obligan a aceptar porque no está en nuestra naturaleza, es lo que trataremos de no hacer aplicando mucha energía, inventiva, inescrupulosidad.

Junto con la prohibición del incesto que se le impone a los niños sin darles explicaciones, se los obliga a dar las gracias cada vez que reciben un obsequio.

El resultado de estas imposiciones no puede ser otro que el opuesto a los que se buscan.

Efectivamente, los adultos que fueron educados en la represión sexual quedan proclives a la promiscuidad, a los excesos eróticos y hasta la violanción.

De modo similar, los adultos a quienes se les impuso agradecer lo que no estaban dispuestos a agradecer, muy probablemente desarrollen un cierto resentimiento hacia las transacciones pues quedan asociadas a una violación de su dignidad.

En otras palabras, si a un niño se lo obliga a dar un beso a quien le hace un regalo, muy probablemente se sienta humillado, avasallado y hasta violado.

Claro que la debilidad transitoria del pequeño dejará inadvertida tanta desconsideración (abuso).

(Este es el Artículo Nº 1.782)

12 comentarios:

Laura dijo...

Imponerme ante los niños o los adolescentes, a mí no me ha dado resultado. Lo que he encontrado ha sido mayor resistencia. Lo que sí me ha dado resultado es manejarme como considero correcto. Y resulta que a veces me copian.

Javier dijo...

Tratar a los niños con la misma consideración que se trata a un amigo es enseñarles el respeto, porque es respetarlos a ellos.

Yoel dijo...

Al niño le puede gustar el regalo pero no la persona que se lo regala, ¿por qué obligarlo a ser falso?

Marta dijo...

A ser falso no, pero hay que enseñarle a ser educado. A valorar al otro cuando le da algo.

Anónimo dijo...

Me parece que como humanos no podemos renunciar a mejorar la naturaleza. A no ser que sigamos aceptando el hecho de matarnos unos a otros.

Olga dijo...

Para los humanos la función sexual es natural; hacer el amor es algo mucho más refinado.

Hugo dijo...

Es cierto que estamos llenos de represiones que nos perjudican, pero tienen una razón de ser. Habrá que buscar esa razón de ser y ver si sigue vigente.

Graciana dijo...

Tendríamos que decirles a los niños que envíen una carta de agradecimiento a Papá Noel.

Aldo dijo...

No sé si somos rebeldes por naturaleza o esa es una característica específicamente humana y en todo caso, de los animales en cautiverio.

Mª Eugenia dijo...

¿No será que los humanos nos sentimos en cautiverio?

Adriana dijo...

Con el tema de los límites no terminan de aclarárseme las dudas. Está claro que hay que ponerlos cuando el niño se pasa de vivo o cuando corre riesgo. ¿Y en los demás casos? En los demás casos habrá que pensar muy bien para qué los estamos educando, qué tipo de hombres y mujeres queremos formar.

Óscar dijo...

¿Seremos los padres y los educadores los formadores de las futuras generaciones? ¿Hasta qué grado incidimos? ¿Hasta qué punto tenemos derecho? ¿Cuál es el peso de la sociedad y el tiempo histórico que les tocó vivir?