sábado, 16 de febrero de 2013

Las dificultades para negociar



 
Para poder negociar con otros y ganar el dinero necesario, tenemos que entender que sus derechos son tan respetables como los nuestros.

En otros artículos les comentaba que la propiedad privada (1) es un concepto que parece sencillo de comprender pero que en el fondo ofrece una dificultad esencial: entendemos bien nuestro derecho pero nos cuesta entender el derecho de los demás.

De modo similar, en otro artículo (2), les decía que los seres humanos aspiramos tener el derecho a vincularnos íntimamente con todas las personas que podamos pero que sin embargo nos pone furiosos que alguna de esas personas que nos aman tengan afectos similares por otras personas.

Estas dos particularidades son los motores fundamentales para que nos resulte muy difícil negociar.

He llegado a pensar que todos los conocimientos que nos obligan a conocer durante nuestros primeros años de vida, no tienen por objetivo embellecernos con un barniz cultural que nos permita poder mantener una conversación social hablando de muchos temas, sino por otro motivo más profundo.

Si aprendemos de geografía podemos llegar a entender cómo viven las personas que habitan en un desierto, o en un lugar muy frío, o con una gran densidad de población;

Si aprendemos de literatura podemos llegar a entender cómo piensan otros personajes que podrían ser tan reales como nosotros mismos, pero que reaccionan de manera distinta, que tiene intereses diferentes, creencias eventualmente opuestas a las nuestras;

Si aprendemos de matemáticas podemos llegar a entender qué posibilidades de pensamiento tiene nuestro cerebro y, por lo tanto, el cerebro de nuestros semejantes.

En otras palabras, uno de los objetivos por los que se nos impone el aprendizaje de tantas ideas y conocimientos, puede ser instalarnos la convicción de que los intereses de los demás son tan importantes, valiosos y respetables, aunque no queramos respetar sus derechos.

(1) Artículos vinculados al tema «propiedad privada»

         
(Este es el Artículo Nº 1.793)

8 comentarios:

Clarisa dijo...

Creo que para poder respetar el derecho de los otros es fundamental tener claros nuestros derechos. Saber que no estamos desamparados. Contar con esa certeza disminuirá esa necesidad de depredar al otro.

Anónimo dijo...

Grandes problemas me ha traído la convicción acerca del egoísmo de mi madre. Ella tiene claros sus derechos, pero no piensa en los derechos de sus hijos. No puede ponerse en nuestro lugar. Ve la vida desde el estrecho ángulo que le tocó conocer. Esto me ha separado durante muchos años de ella. Consideraba que si entre padres e hijos no existe la solidaridad, ¿cómo pretenderla en otros vínculos?. Pero los años te van cambiando y aprendés a querer al otro como es porque eso te hace bien, mientras que la distancia y el rencor, especialmente cuando se trata de personas muy importantes en nuestra vida, nos estropea, termina por amargarnos.

Adrián dijo...

Lo que aprendés en la escuela o en el liceo no alcanza para entender el punto de vista del otro y cuáles son sus intereses. Eso puede llegar a darse si te tocan muy buenos docentes, esos a los que uno llama maestros.

Amanda dijo...

El que siente que está fuera del sistema, porque de hecho lo está, hará caso omiso de los derechos y obligaciones que lo favorecen, del mismo modo que de los que terminan desfavoreciéndolo. La misma conducta tendrá con los otros.

Gabriela dijo...

Cuando algo nos importa mucho, como puede ser un vínculo amoroso, muchas veces lo estropeamos llenándolo de exigencias. Un vínculo no es una propiedad que se adquiere a cambio de. Es algo que se genera entre dos, que tiene sus propias leyes. A eso vínculo lo calificaremos de bueno o malo a partir de lo que nuestra intuición nos diga acerca del otro. Podemos percibirlo mejor o peor de lo que es. Nunca de una manera objetiva porque ese objetividad no existe ni en los laboratorios. Un buen vínculo es el que provee de alegría a dos personas, el que genera las ganas de encontrarse y reencontrarse.

Mariana dijo...

Mis abuelas accedieron a una educación que parecía estar orientada a proporcionar ese barniz cultural del que habla Mieres, más la preparación para un par de funciones específicas: esposa y madre.

Evaristo dijo...

Podemos creernos con derechos que no son respetables. El derecho de quitarle la vida a otro, por ej. En esos casos tratamos de establecer una regulación social que impida los abusos, aunque esa regulación es tan imperfecta como lo es cada uno de nosotros.

Javier dijo...

Para poder negociar hay que tener paciencia, autocontrol, honestidad, y saber tanto lo que uno quiere como lo que quiere el otro.