lunes, 31 de enero de 2011

Los niños son máquinas de comprar

La pobreza económica nos ayuda como si fuera una niñera que se hace cargo de imponer límites antipáticos.

La tarea de introducir en la cultura a nuestros hijos, no es fácil.

Ellos funcionan según los impulsos que les da el instinto animal —del que todos estamos dotados— y los padres tenemos que inhibir muchos de esos impulsos para que se conviertan en personas civilizadas.

En esta molesta etapa, la tierna criatura se ve sometida a muchas contrariedades y los padres tenemos que desempeñar la antipática función de obligarlo a que coma, se vista, se calce, se lave, no toque algunos objetos e instalaciones, con la razonable pretensión de que llore lo menos posible, porque ese grito le destroza el sistema nervioso a cualquier adulto.

Aunque los adultos nos engañamos afirmando que la educación de nuestros hijos es hermosa, divertida y placentera, lo cierto es que nos cansa, nos quita calidad de vida y que tratamos de que otros la hagan (niñera, abuela, escuela).

Sin embargo, la primera infancia es la menos complicada si la comparamos con los requerimientos que nos imponen las etapas futuras.

En un resumen primario, se puede decir

— que nuestro instinto de conservación nos obliga a reproducirnos y

— que esta imposición del instinto nos somete a abundantes molestias, salpicadas con algunas satisfacciones, alegrías y momentos de descanso.

Cuando los niños crecen, demandan, piden, exigen, que le compremos ciertos bienes y servicios que sabemos que no deben serle entregados, al menos en las cantidades que ellos solicitan.

Muchas veces los padres nos tenemos que refugiar en el argumento (aunque sea falso), de que «no tenemos dinero».

Conclusión: La pobreza es una condición que nos ayuda en la difícil y antipática función de limitar algunos reclamos infantiles, sin sentirnos mezquinos por frustrar a nuestros propios hijos.

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11 comentarios:

Dolores dijo...

A mí nunca me dio resultado decir que no tengo dinero. Mis hijos me respondían "sí, dale que vos tenés". En caso de mostrarles la billetera (vaciada previamente) sugerían fervorosamente "sacá plata del cajero", ändá a buscar dinero a casa'.

Elbio dijo...

Me identifico con Dolores, aunque es cierto que los niños que verdaderamente viven en la pobreza extrema, saben que pedir no les sirve de nada. Luego algunos de ellos optarán por hacerse de lo que desean, despreciando el polémico concepto de propiedad privada.

Maristela dijo...

Una amiga mía dice que cuanto más les das, más te piden. Aunque tus ingresos sean escasos, alcanza que accedas a sus pedidos de vez en cuando, para que ellos entiendan que si no lo hacés con más frecuencia es porque sencillamente sos mala.
El problema está que no se puede zafar de darles lo que ellos necesitan y algo de lo que desean. Incluso más, hacerlo sería cruel. Por lo tanto ser padres, en estas situaciones es un calvario.

Verónica dijo...

Es cierto doc, cuando no podemos de verdad acceder a darles lo que nos piden, respiramos hondo porque no nos sentimos mezquinos. Igual hay que aguantarse la pataleta, pero es distinto aguantarla con paz en el corazón.

Alicia dijo...

Verónica, "la paz en el corazón', como tú dices, hay que tenerla siempre. Cuando decimos no, en estos casos, deberíamos saber que estamos haciendo las cosas bien. Qué es lo que tú piensas? Qué nunca debemos frustrarlos? Grave error, la vida se encargará de hacerlo y nosotros tenemos el deber de prepararlos para que sean capaces de aceptar aquellas frustraciones que resultan inevitables.

Gabriela dijo...

Algo que no se le puede negar a los hijos es la comida. Sería genial poder alimentarlos con pastillas de vitaminas y minerales, algo de fruta, proteínas sintéticas y cereales de los que se compran en cajas.
Pero no, hay que darles comida, es decir, matarse cocinando o gastar una fortuna en comidas hechas.
En la adolescencia este es un verdadero problema porque comen como pirañas y así no hay bolsillo que aguante.
Que nos sirva de consuelo lo grandes y lindos que se ponen, tanto que parecen hombrecitos y mujercitas cuando duermen.

Mabel dijo...

Suponer que la educación la va a hacer la escuela es claudicar. El niño adoptará los valores no dichos, los valores implícitos que transmitirá la educación formal, por fuera de sus discursos. Es decir, adoptará los valores y el estilo de vida impuestos por la mayoría.
Yo no quiero eso para mis hijos, aunque sea sobervio de mi parte.

Adela dijo...

La menopausia le indica a la mujer, cuál es el momento en que los gritos y rabietas de los niños, son demasiado para ella.
Cuidado congéneres! El papel de la abuela no es criar a los nietos.

Marcos dijo...

En los cortos publicitarios, ser padres es maravilloso. Como antídoto propongo el cuento de Horacio Quiroga "Recién casados" (y con hijos).

Oriente dijo...

Hay muchísimos monumentos a la madre y a la maestra, pero estamos en deuda con los padres y las niñeras.

Lilí dijo...

A menudo la pobreza nos permite proyectar la culpa en los demás.